Noche mágica en la isla

Vanessa siempre había fantaseado con hacerlo juntos en la playa, pero no imaginaba como acabaría nuestro polvo

Noche mágica en la isla

Vanessa siempre había fantaseado con hacerlo juntos en la playa, pero no imaginaba como acabaría nuestro polvo

Volvemos a ser Vanessa y Álex. Si quieres conocer algo más sobre nosotros te invito a leer los relatos anteriores "SUEÑO CUMPLIDO" y "QUIERO MÁS LECHE (1) y(2)"

Caía sobre el mar una luna menguante maravillosa. Como era habitual cada año a principios de Julio estábamos de vacaciones en una isla del archipiélago balear famosa por sus playas, su belleza y su tranquilidad casi paradisíaca. Las olas del mar acariciaban el ambiente hasta llevarte a lugares lejanos sólo aptos para mentes imaginativas y relajadas.

Con aquel fantástico ambiente rodeándonos, Vanessa me dijo que era el día ideal para cumplir su sueño de hacer el amor en la playa. A mi también me pareció una proposición fantástica. El día era absolutamente veraniego y el ambiente sexual aparecía bien cargado.

Nos fuimos al hotel para arreglarnos antes de cenar y de "lo otro". Como siempre, ela se puso a tono para la ocasión. Unmaravilloso vestido negro corto, corto con un más que generoso escote. Lencería negra minúscula (por decir algo). Unas sandalias de tacón moderado (4-5 cms) de color rojo. Y naturalmente adornada con un par de collares de perlas rojas y blancas combinados con cuatro pulseras de ambos colores en su brazo izquierdo y unos largos y maravillosos pendientes de perlas negras. Un espectacular y enorme anillo con varias perlas que le cubrían tres dedos de su mano derecha completaba el atuendo.

Iniciamos la marcha hacia el restaurante cuyo dueño ya nos conocía. Miradas diversas se posaban sobre ella, especialmente en su culo y sus piernas. La mayoría eran masculinas, pero también algunas mujeres lo hacían con comentarios para todos los gustos.

La cena fue estupenda con una ensalada ligera típica de la isla para iniciar y unas langostas fresquísimas para redondear y preparar lo que se acercaba más adelante. Nos apetecía cava y así nos bebimos una botella entera. Como postre un par de helados que entraron casi sin querer habida cuenta del calor sofocante que padecíamos.

Tras despedirnos del dueño iniciamos el paseo para digerir el festín y encaminarnos a la playa. Las distancias en la isla son muy cortas, así que decidimos ir a pie. Ya se vislumbraba entre las tenues luces nuestro destino. Una pequeña y maravillosa cala casi en el centro de la isla.

Buscamos un lugar discreto para iniciar lo que esperábamos fuese un inolvidable polvo. Hallamos un lugar protegido de miradas curiosas e iniciamos el ritual. Ella se quitó los zapatos (por un tema de comodidad) y nos tiramos sobre unas toallas que ya llevamos a la cena en una bolsa de mano.

Seguíamos oyendo el rumor de las olas y teníamos como casi única iluminación esa encantadora luna que era nuestro único espectador. Nos fuimos besando, muy poco a poco. A ese mismo y lento ritmo fuimos buscándonos el uno al otro. Y lógicamente nos encontramos. Le acaricié sus piernas de arriba abajo y de abajo arriba. Su excitación aumentaba. La mía también.

Ella acariciaba mis pezones cada vez con más energía. Yo también buscaba los suyos cuya erección aumentaba por momentos. En un momento dado me apartó bruscamente para iniciar su descenso desde el pecho hasta mi polla absolutamente desbocada. Inició una mamada lenta, continua, sin prisa, pero sin pausa. Veía toda mi polla aparecer y desaparecer en la boca de Vanessa. Estábamos los dos muy excitados. Las perlas de los collares de Vanessa golpeaban sin cesar mis huevos y me estaba poniendo literalmente a mil.

Ahora fui yo quien le ordenó parar con un gesto. En esta ocasión era yo quien descendía desde sus labios a su coño, pasando por unos pezones absolutamente enormes y excitados. Cuando llegué a su agujero delantero, estaba ya húmedo por completo. Me

adentré en él como un explorador bien dispuesto y preparado. No puedo precisar el tiempo que estuve "de exploración", pero recuerdo que fue una sensación maravillosa y Vanessa cada vez hacía más evidente su excitación y su placer. Inicié mi actividad por los labios superiores y muy lentamente iba descendiendo para volver hacia arriba y continuar ese periplo sin cesar. Vanessa sólo acertaba a implorar entrecortadamente "más cariño, quiero más. No pares, no pares". Y ahí estaba yo sin parar y rogándole a ella "no grites tanto, guapa. Alguien te va a oir."

Con nuestras ganas de follar desbocadas, nos volvimos a comer a besos. Ella buscó mi polla ("más gorda que nunca", según sus palabras) y volvió a hacerme una fenomenal mamada. Sin poder esperar más se sentó sobre mi aparato e inició una follada espectacular. Sus tetas subían y bajaban frente a mí. Los collares golpeaban su pecho y en ocasiones mi cara. Y a toda esta excitación se unieron las estrellas en el firmamento que ya podían verse en una noche que estaba siendo inolvidable.

A continuación pasé yo a follarle en la posición de la cuchara. Mi polla entraba y salía de su coño sin el menor problema. Cada vez más y más rápido. Y ella no paraba de gritar y gritar cada vez más fuerte: "Sigue, sigue. Soy una puta. Vamos, dame más. Síííííí!!!" Seguimos bastante tiempo intercambiando diferentes posturas.

Nos tomamos un pequeño respiro que ella aprovechó para sacar dos consoladores de la bolsa de mano (que yo desconocía que había traído). Uno pequeño para el culo que empezó a chupar y que le fui metiendo muy despacio en su ano. El otro era mucho más grande ("más que tu polla, cariño. Es lo que hay" decía Vanessa riendo a sin parar. Al menos no gritaba como antes) y empezó a metérselo en la boca y chuparlo con verdadera fruición. Me dijo, poniéndose a cuatro patas, "vamos, sólo falta un agujero y te está esperando". Así fue como la volví a penetrar y tenía su boca, su coño y su ano, ocupados. Cada vez el ritmo de las embestidas era mayor y de vez en cuando sacaba y metía el plug anal de su culo.

La excitación llegó a tal punto que saqué la polla de su coño y le llené por completo su espalda de mi lefa. En ese mismo instante, Vanessa, envuelta en su locura sexual, lanzó un alarido descomunal que resonó en toda la cala.

Obviamente, sucedió lo inevitable. Oímos unos pasos. Cuando íbamos a irnos de allí, teníamos frente a nosotros a cuatro chicos (italianos, supongo por el idioma) que nos engancharon "in fraganti". Vanessa con su consolador anal en el culo y el negro en la mano y yo, con mi polla en ristre.

La tensión era palpable, pero Vanessa fue rápida y se acercó a uno de los italianos y bajándole la cremallera empezó a chuparle la polla que rápidamente se le empinó. El resto de sus compañeros sacó su polla también.

Ahí estaba otra vez Vanessa rodeada de pollas. Una a una las fue chupando con evidente apetito. Entre mamada y mamada tuvo tiempo de decirme que le metiera por el coño el consolador negro mientras ella seguía chupando polla tras polla. Sus ojos estaban casi en blanco de placer y los collares de perlas no paraban de moverse de aquí para allá sobre su pecho y las pollas de los italianos.

Vanessa se tomó un descanso y agarrando el consolador de color negro lo colocó sobre el suelo y poco a poco se lo introdujo entero en su coño. Yo estaba anonadado todavía sin saber muy bien qué hacer. Finalmente acudí a su llamada y empezó a chupármela frenéticamente. La tenía otra vez empinada y dispuesta para la diversión. Uno de los chicos italianos la tenía de un tamaño considerable. Vanessa tras dejar la mía cogió ésta y se la metió de una golpe entre sus labios. Entretanto me indicó con el dedo su coño. Extraje el pollón negro de plástico y le metí mi polla. Al principio con suavidad, luego con feroces entradas y salidas. Los tres compañeros del italiano miraban ansiosos con sus pollas en mano.

Insaciable, Vanessa solicitó me estirase boca arriba. Ella se situó sobre mí. Comenzó paulatinamente la inmersión de mi polla en su ano. Supongo que por la excitación entró más fácil que nunca. También se dirigió al italiano más dotado que sin aguardar más indicaciones le metió su polla por el coño. Costó bastante dado su tamaño. Finalmente mi polla y la del italiano estaban taladrando a Vanessa. Otro de los italianos, en perfecto castellano, dijo "calla y chupa, puta" y colocó su polla sobre Vanessa que pese a tener la boca llena no paraba de gemir y gritar de placer.

Les volvió a chupar la polla a todos los italianos que "pasaron revista" uno por uno a su coño, mientras yo seguía en el culo. Todo el tiempo tuvo Vanessa sus agujeros ocupados para su satisfacción (y la mía, para qué engañarnos). Mi polla daba muestras de flacidez justo en el momento que tenía libre su coño, tras varios minutos de jodienda incesante. Vanessa le pidió a uno de los chicos que le diera el consolador anal y se lo metió junto con mi polla en el culo. Y le entró hasta el final, vaya si le entró.

Vanessa, chillando como una loca dijo "todos juntos, todos juntos en mi cara. Tutti junti. Quiero leche". Empezaron a pajearse todos a la vez. La visión del panorama me volvió a poner la polla tiesa y su culo se dilató lo suficiente para que el consolador anal no se saliese. La leche a chorros iba sobre la cara de Vanessa (y restos también sobre mí) que trataba de tragar la mayor cantidad posible de semen. Cuando acabaron todos los italianos se pusieron a reir, se vistieron y después de saludarnos se largaron corriendo. Como si no hubiese tenido suficiente se movió un poco y agarró el pollón negro de plástico que se metió en el coño y empezó un mete-saca desesperado hasta correrse nuevamente y hacer que yo me viniese en su culo, desbordando mi leche el mismo

Para acabar la maravillosa velada nos fuimos a bañar desnudos en la cala y volvimos a ver la luna y las estrellas y a sentir el mar rozando nuestros cuerpos.