Noche inesperada

Una noche con amigas termina de modo inesperado

Podía haber sido un viernes como otro cualquier, pero desde luego no fue así.

Trabajo en un pequeño centro de rehabilitación de un pueblo cercano a Madrid y ese día había quedado con unas amigas para ir a cenar al salir del trabajo.

Normalmente no suelo quedar con nadie para cenar, ya que normalmente vuelvo a casa con mi marido y mi hijo. Pero ese viernes coincidió que mi marido me había avisado de que no podría volver a casa hasta el sábado por la noche por motivos de trabajo y mi hijo estaba con mis padres en Barcelona ya que por cuestión de trabajo debíamos dejarlo con alguien ya que mi hijo tenía varios días de fiesta en el colegio por ser vacaciones de navidad.

El caso es que mi plan inicial de ir a casa sóla y ver una película en la televisión mientras comía unas palomitas quedó alterado por la propuesta de estas amigas.

Al salir del trabajo, sobre las 8 de la noche, fui al bar donde habíamos quedado con mis amigas y donde tomamos unas cervezas. Nos lo estábamos pasando realmente bien, ya que me llevaba muy bien con estas chicas, madres de otros niños de la escuela de mi hijo.

Al entrar vi que en la mesa de al lado de la nuestra había dos hombres charlando y tomando algo. A uno de ellos le conocía por coincidir de vez en cuando por el pueblo, aunque no pasábamos de saludarnos educadamente y comentar cosas intrascendentes. Se llama Luis y tendría unos 30 años y si bien no era guapo si se conservaba bastante bien y se notaba que hacía deporte. La persona que le acompañaba tendría unos 55 años y pese a que le sobraban unos kilos, vestía muy bien y era muy elegante, Parecía que se conocían de hacía tiempo ya que charlaban animadamente y con la confianza que da la amistad.

El caso es que le saludé y me senté con mis amigas hasta que se hizo la hora de cenar, si bien noté que mientras charlábamos, Luis y su amigo nos miraban de vez en cuando disimuladamente. Creí ver que Luis me lanzó algunas miradas disimuladas con lo que yo creí cara de deseo, algo que pensé que no podía ser, ya que si bien me mantengo en forma, tengo unos 10 años más que él supuse que le gustarían chicas más jóvenes.

Al cabo de un rato, salimos del bar y fuimos a cenar. Durante la cena lo pasé realmente bien con la compañía de mis amigas. Entre las cuatro nos tomamos tres botellas de vino más el carajillo con lo que salimos ya bastante contentas, algo a lo que desde luego no estoy acostrumbrada.

Patricia y Olga se despidieron al salir del restaurante ya que volvieron a sus casas. Marta, la otra chica, me propuso de ir a tomar alguna copa en un bar que habían abierto hacía poco en el pueblo. No estoy acostumbrada a salir de noche pero estaba sola y Marta me caía muy bien.

Entramos en el Vorágine (así se llama el bar) y estaba bastante lleno de gente joven, de unos veinticinco a treinta años, con lo que me sentía algo mayor. Nos sentamos en una mesa y tomamos un mojito cada una. Yo la verdad es que ya estaba bastante mareada, pero lo estaba pasando bien y seguimos charlando. Al cabo de un rato vimos que entraban Luis y su amigo. Nos saludaron y preguntaron si se podían sentar con nosotras, a lo que riendo les dijimos bromeando que si no nos tenían miedo podían hacerlo. Nos invitaron a otra copa y estuvimos una hora charlando y bromeando. Eran muy simpáticos. Y Mario, el amigo del joven, era encantador. Pese a ser mayor, su elegancia y buenas maneras hacían olvidar sus kilos de más.

Al cabo de un rato fui al baño con Marta y me dijo en broma que tuviera cuidado con ellos, que había visto como me miraban y se les veía con ganas de juerga esa noche. Me reí y no le hice caso. Ya no soy ninguna jovencita y sólo lo estaba pasando bien. Además estoy casada y nunca he sido infiel a mi marido.

Al cabo de un rato Marta dijo que se iba a su casa, serían sobre la 1 de la madrugada. Luis y Mario se ofrecieron a acompañarnos en su coche, por lo que pensamos que así nos ahorraríamos el pasar frio a esas horas de la noche y evitar algún indeseable que pudiéramos encontrarnos por la noche.

Fuimos andando y yo andaba algo mal, por lo que Mario me cogió por la cintura delicadamente, algo que no pasó desapercibido a los ojos de Marta, si bien no le di mayor importancia. Me sentía deseada y lo estaba pasando bien. Realmente no estaba haciendo nada malo. Anduvimos unos 200 metros hasta llegar al coche de Mario, un Mercedes de alta gama que nos dejó con la boca abierta. Marta y yo subimos a la parte trasera y Luis y Mario se sentaron delante. Nos propusieron ir a tomar algo más pero dijimos que no, que ya era tarde y Marta dijo riendo que su marido la esperaba en casa, algo que no pasaba conmigo, ya que les contó que yo esa noche estaba sóla en casa.

En unos 10 minutos dejamos a Marta en el portal de su casa y nos despedimos. Marta me dijo al oido al decirme adiós que tuviera cuidado, que si quería mi marido me llevaba él a casa. Le dije que no gracias y que no se preocupara.

Mario arrancó de nuevo el coche y en 5 minutos estábamos en la puerta de mi solitaria casa. Abrió la puerta trasera del coche y me ayudó a bajar. Ambos me acompañaron hasta la puerta pese a mi protesta de que no era necesario. Pero al abrir el bolso y buscar las llaves, estas cayeron al suelo debido a mi estado de mareo. No estaba borracha pero sí había bebido demasiado. Luis cogió las llaves y abrió él mismo la puerta de mi casa.

No se porqué, pero debido a que me habían acercado a casa, me vi en la obligación de decirles si querían tomar algo. Pasamos dentro y pude ver como Luis y Mario se miraban sonrientes al mismo tiempo que observaban el movimiento de mis caderas bajo el vestido que me había puesto esa noche.

Luis se ofreció a preparar unos cócteles y de pronto, mientras yo estaba agachada para buscar hielo en el congelador, me di cuenta de qué pensaría mi marido si me viera ahí con dos desconocidos y en mi estado. Pero justo en ese instante, Luis desde detrás se acercó, se pegó mejor dicho a mi cuerpo con la excusa de ayudarme a coger el hielo.

De pronto noté su aliento caliente en mi nuca y noté como me humedecía totalmente. Sus brazos me rodearon desde detrás y empezó a besarme delicadamente el cuello. Yo estaba como anestesiada. Me dejaba hacer. Al cabo de un rato, yo de pie en la cocina y Luis detrás mio, noté como sus manos buscaban y finalmente encontraban mis pechos. En esa misma posición, nos morreamos durante un buen rato mientras Luis jugaba con mis pezones.

Para entonces mis bragas estaban totalmente mojadas.

Mario esta en el sofá tomándose el cóctel mientras lo observaba todo divertido y excitado. Luis me cogió de la mano y me llevó al sofá, junto a Mario. Mientras me tumbó en el sofá, me bajó el vestido y me desabrochó el sujetador. De morrearme pasó a lamer mis pechos, pasando alternativamente de uno a otro. Le gustaba morder suavemente mis pezones al mismo tiempo que sus jóvenes dedos entraban en mi interior. Había levantado la tela de mis braguitas y no paraba de jugar con mi clítoris. Yo en ese momento estaba extasiada, ya no me acordaba de mi marido. Sólo quería notar su polla en mi interior.

Luis me despejó finalmente de toda mi ropa y, cogiéndome en volandas , me tumbó sobre la mesa del comedor. Despacio, fue introduciendo su miembro en mi interior al mismo tiempo que sus manos agarraban mis pechos.

De pronto vi que Mario estaba junto a la mesa a la altura de mi cabeza. Estaba totalmente vestido pero vi como su mano bajaba su cremallera y extraía su miembro, totalmente erecto. En un instante, tenía la polla de Mario follándome literalmente la boca. Mario estaba jadeando de placer. Al mismo tiempo, Luis me follaba sin parar. Creo que me corrí al menos tres veces con las dos pollas en mi interior. Cuando pensé que no lo podía pasar mejor, Luis paró de repente y, arrodillándose en el suelo, empezó a lamer suavemente mis pies, ascendiendo lentamente. Al cabo de un rato, notaba su lengua invadiendo mi ser y recorriendo cada rincón de mi vagina. No grité de placer porque la polla de Mario en mi boca lo impedía. Al cabo de un rato en esta misma posición, Mario dijo de cambiar.

Me pusieron en el suelo, totalmente desnuda y a cuatro patas. Mario me obligó a separar las piernas y me empezó a follar desde atrás. Al mismo tiempo, Luis estaba de rodillas frente a mi con la polla totalmente dura. La chupé con desespero siguiendo el ritmo de la follada que Mario me estaba haciendo. Mientras tenía la polla de Luis en mi boca, dura con una piedra, Mario cogía fuertemente mi culo y me follaba como un animal. Creo que me corrí otra vez cuando de pronto se miraron y me obligaron a ponerme de rodillas en el comedor.

Uno a cada lado, empezaron a follarme alternativamente la boca al mismo tiempo que me insultaban llamándome guarra y puta, algo que curiosamente me excitaba todavía más.

Al cabo de unos minutos, Mario empezó a agitarse e introdujo su polla en la boca, al mismo tiempo que pajeaba la polla de Luis. Mario empezó a correrse en mi boca, lanzando grandes cantidades de semen a mi garganta. Todavía no había terminado de tragar toda su leche cuando Luis hizo lo mismo. Me dijo que sacara la lengua, todavía blanca con el semen de Mario, y se corrió también. Estaba tan caliente y me sentía tan guarra que lo tragúe todo al mismo tiempo que me tocaba yo misma.

Quedé en el suelo tumbada sonriente y de pronto pensé en lo que había hecho. Mi marido no podría soportarlo si se enteraba. Les dije que por favor se fueran y así fue, sin mayores problemas.

De vez en cuando he vuelto a ver a Luis por el pueblo, que me ha intentado volver a acostarse conmigo, algo que le he dejado claro que no volverá a suceder.

Fue una sóla noche de locura que recordaré siempre y que espero que nadir llegue a conocer jamás.