Noche fria (2)
Continue con la tia haciendo ritos extraños.
Volvio a mi cama. Olia a jabon y su silueta en la oscuridad recordaba una penthouse con la que me corri muchas veces. No dijo nada, se metio a la cama, y senti su piel fria buscando mi calor borracho. Me habia dado sueño. Comenzo a frotar su cuerpo contra el mio, le gustaba el roce de mis vellos y decidio que de espaldas para ella era mas grato. Se dio vuelta. Con su culo perseguia mi bulto peludo y agotado de la sesion reciente. Estabamos en cucharita. Yo no la abrazaba pues ya estaba satisfecho. Me arrinconaba con sus caderas, me las ofrecia delicadamente para que yo la tomara, seguia moviendose y yo, nada. No sabia si ya estaba impotente o muy simple, ya no tenia deseo. Mi tia queria mas guerra y en mí permanecia la imagen de su culo atravesado por mi verga que la partia en dos sin sangre junto a unos aullidos de bestia que la hicieron estallar de gozo.
Mis latido profundizaron en la sombra. Cansado como estaba no podia penetrar ya nada. Pensaba en lo vulgar y terrible de coger con ella, una mujer mayor, delgada, familiar e incestuosa. Recorrieron por mi cuerpo la moral y los prejuicios que en mi delirio alcoholico habian estado ausentes. Y en vez de morir en el silencio y callarme en la omision, su olor y su piel taladraron esas barreras.
Su respiracion agitada me acorralo sinsentido. Bajo las sabanas se fue despertando un demonio que solo queria desgarrarla, sentir su desvaido malsano y sus expresiones de extasis. Con sus dos grandes nalgas empujaba mi bulto, se movia incansable sin pensar ni cuestionar su demora. Bajo las frazadas ella se sumergio en busca de mi miembro. Su respiracion cosquilleaba mis pelos y la tibieza de su saliva fue encendiendo la llama del deseo. Se metio en la boca solo el glande. En medio de sus dientes, mi pene caliente inicio un rito de erizo afrodisiaco, masajeado por las paredes de su boca. El valz sexual en un dialogo de respiros y sangre ascendente. Su lengua aspera sostenia con mi verga unas caricias amables, espesas de delicada consideracion. Y ya no pude resistirme.
Sostuve su cabeza con mis dos manos para que se metiera de una vez mi palo en su garganta. Por fin estaba erecto. Movi su cabeza para adelante y para atras para que simulara su coño. Penetre su boca sin sentimentalismos. Escapaban de su boca atragantados suspiros que la incendiaban, el roce me dolia, a ella le gustaban. La transpiracion y el olor a sexo huian de las sabanas, ella disfrutaba en silencio, y no intentaba otra cosa. Los dedos de mis manos sostenia su cabello firmemente para que no huyera mientras sus tetas rebotaban en mis piernas y la palma de sus manos frotaba mi barriga y mi pecho. Que delirio!!!
No podia continuar. La estrechez de la friccion me llamaba a un calor mas expresivo. Rebotar en su cara era delirante pero necesitaba dominarla de otra manera. Saque su boca de mi miembro y pude entrever su rostro acalorado y furioso de un placer extraño. Me di vuelta y me puse boca abajo para que ella buscara entre los vellos de mi culo, a mi ano. Sin mas tiempo sumergio su rostro entre mis nalgas, senti el cosquilleo de su nariz y su rostro caliente. Movio su lengua. Entre la selva de pelos ella hallo mi culo y metio su habil lengua por aquel orificio mientras que con sus dos manos buscaba mi miembro para pajearlo. Con una tomaba mis huevos y con la otras movia el cuero de mi verga...Lo hizo sin decir nada. Solo sus gemidos huian de aquel placer raro que inicie sin pensarlo. Mi pene estaba que reventaba, mi tia percibio su tamaño mientras la cama crugia y de mi boca susurros roncos de disfrute arrancaban del sueño. Me levante del lecho a tientas, corriendo las sabanas para liberarme y fuera de la cama presenti en la sombra la genuflexion de aquella hembra, reducida a sus cuarenta y tantos años a ser una lameculo soltera rogando ser culeada por mi verga. Me dio pena y verguenza.
- alejandrito...ya po....-
Le falto solo decir por favor. Como la habia humillado, destroze su culo, no quedaba nada por hacer salvo inundarla de semen. Pero tenia que ser por la fuerza, para no dejar nunca de doblegarla, de que ella suplicara por mi fuerza. Y fui por ella.
La voltie para que quedara boca abajo. Palmotie sus nalgas, meti dos dedos en su culo, y ella no decia ni gemia. Me coloque de cuerpo entero sobre ella, como su sombra o una segunda piel. Mi pene quedo justo en la canaleta de sus nalgas, siendo rodeados por ellas, mientras las pieles se acariciaban secamente en un silencio gobernado por ruidos. La aplastaba. Mi peso debia ser agobiante para ella, pero la brutalidad le encantaba. Sin penetrarla, mi pene se deslizaba entre los cachetes de su culo, pajeandome deliciosamente. Ella me queria dentro, arder, y de pronto, de improviso, se lo meti por atras. No gemia. Me movia despacio, empujando mi miembro circularmente, para llegra mas adentro, profundo y sacro. Su coño no se resistia. Su respiracion afloraba, su piel se erizaba, el movimiento continuaba y ardia en su sequedad, y asi un buen rato. Las paredes de su vagina, mojadas y tibias, acogian estrechamente mi carne que entraba intentando permanecer sin salir de su vientre. La cama crugia, sus suspiros fueron creciendo y ahogó por si sola contra la cama, su orgasmo. Fue un largo suspiro reprimido seguido por otros que contorsionaron su cuerpo aplastado por el mio. Y mi ereccion inmune.
La levante al borde de la cama para que quedara culo arriba, queria sentir el golpeteo de mi pelvis contra sus nalgas.Y asi estabamos, a lo perro satisfaciendo mi hambre animal.
Furioso lo hacia y ella seguia disfrutando. Paf, paf, paf, dele al galope, duro contra su coño, ya a esa hora solo suspiraba y no tenia que hacer ningun esfuerzo por contenerme. Cogi su pelo y seguia dandole. La traje de nuevo hacia mi, la puse de pie, la arrincone de frente contra la pared y seguimos. Su cuerpo chocaba contra la pared, los movimientos no sesaban, palmoteaba la piel y la madera, era un fiebre de sexo, me exitaba ser asi con ella, mi tia, la misma que me golpeo cuando niño desobediente, ahora ella era la perra que a pata abierta recibia un castigo duro de verga en su concha, aguantaba sus gritos de placer, rebentaban los golpes contra la pared, su piel era herida por el roce y culminaba su carrera hacia su orgasmo. Agotada se desmonto de mi falo y quedo en el suelo mientras yo permanecia de pie contemplando su extasis.
Cuando volvi a la cama, ella siguio el juego. Se monto encima mio y continuo desgastando mi verga por el resto de noche. Acabaria otra vez en su boca, agobiado de dominarla. Al despertar, eramos dos desconocidos o los familiares de antes con modos distantes. Decidi ir a casa y me despedi de ella con un beso en la mejilla. Fornicar no lo hemos vuelto a hacer desde hace tiempo. Su cuerpo necesitara sexo una vez que se reprima por años. Veremos que es lo que pasa, pues ya no me exita su modo familiar de hacer las cosas y noches frias como esta ya no hay en mi vida hace rato .
FIN