Noche febril
Una noche de fiebre, sola en la cama...
Cuatro cipreses viriles
dan lanzadas en el aire
y penetran los recuerdos
más oscuros de la tarde.
Estoy soñando desnuda,
y florecidos los pechos,
que me llenas con la lluvia
sofocante de tus besos.
Cuatro cipreses viriles
buscando están mi garganta.
En mi cielo no hay estrellas,
solo cipreses y sábanas.
He de prestarte mi mano
e imaginar que tus dedos
encuentran entre mis muslos
un manantial de jadeos.
Cuatro cipreses viriles
están creciendo en mi cama.
No hay quien apague este fuego
que me quema las entrañas.
¡Qué sola la soledad
de la carne atormentada!