Noche en la Playa
Como me gustaría hacer contigo esta fantasía una realidad...
NOCHE EN LA PLAYA
Te conocí esa misma noche en aquel local. No se por qué pero nuestras miradas se cruzaron, me quedé medio embobado admirando tu belleza y me sonreiste. Casi me derrito. Había mucha gente y enseguida te perdí pero tenía que encontrarte. No sería dificil, tu rostro es inconfundible. Por fín te vi a los 15 minutos., pero porque me encontraste tú.
Te pusiste a bailar a mi lado, contoneandote, de forma muy sensual, mientras me mirabas de forma zalamera. Cuando acabó aquella canción que tanto te gusta, me acerqué un poco más a ti y te susurré al oído que cuál era tu nombre. Sólo me miraste con tu cara deniña buena y me sonreiste, diciéndome que hacía mucho calor, que por qué no salíamos fuera a dar un paseo. No pude evitar que un casi inaudible sí se escapara de mi garganta.
Salí detrás de ti y aproveché para admirar ese culo tan precioso que tienes. Ya fuera, nos fuimos alejando del bullicio y nos dirijimos hacia la playa. Yo te dije tu nombre y agarrándome de mi trasero y besándome la oreja me susurraste el tuyo. Me estremecí. Ibamos paseando y charlando, mientras a cada rato parábamos para darnos algún que otro beso, y alguna caricia furtiva. La lujuria se intuía en nuestras miradas. Descubrimos a algunas parejas amarse en la lejanía de esa vasta playa en esa madrugada del final de verano, tu las mirabas de forma pícara.
Nos echamos en la arena y nos empezamos a besar y acariciar de forma ansiosa. Así estuvimos unos pocos minutos hasta que me dijiste que conocías un sitio más tranquilo donde nadie nos molestaría. Tras 10 minutos de apresurada caminata llegamos a una pequeñísima cala de no más de 5 metros de ancho entre las rocas. Un sitio perfecto. Yo me apoyé junto a una gran roca para descalzarme y tu te abalanzaste sobre mí. Besos, y caricias nada inocentes nos empezamos a repartir, la temperatura subía en nuestro interior, nos sobraba toda la ropa. Nos empezamos a desvestir mutuamente. Pliegue de tu piel que descubría, pliegue que besaba. Tú me acariciabas el torso y la espalda.
Cuando ví por fin tu maravillosos senos me puse a babear. Pecho abundante y bonito, rematado con unos pezones rosados que estaban casi tan duros como la roca sobre la que estaba apoyado. Poco tardaron tus tetas en ser besadas, lamidas y amasadas. Estaba en la gloria y empezaste a soltar algún gemidito cuando me dediqué a dar placer a tus ricos pezones. Nos terminamos de desnudar, aunque te dejé con las braguitas de lycra puestas... quería alargar el momento y sabía que si observaba tu rajita podría enloquecer demasiado pronto.
De pronto decidiste que ya estaba bien de tomar un papel pasivo y pasaste a la acción. Me empezaste a besar el cuello, el pecho y me mordisqueabas los pezones. Mi pene pasó de un estado de semi erección a un estado de plenitud. Te diste cuenta al notarlo presionar contra tu ombligo. Me miraste con sonrisita maliciosa y me lo cogiste y lo empezaste a acariciar, cada vez con más fuerza y rapidez.
El prepucio subia y bajaba y de vez en cuando besabas mi miembro para empaparlo de tu saliva. Poco después comenzaste a lamerlo por todos sitios, especialmente la cabecita... eres una niña muy golosa. Me lamías tb los testículos mientras me lo meneabas, yo mientras disfrutaba plenamente. Descubrí ese día que tienes una manera de mamar espectacular... tu si que sabes como utilizar los labios y tu lengua para dar placer. Mientras seguías disfrutando con mi erecto pene yo te masajeaba las tetas y te pellizcaba los pezones... gemiditos sordos salían de tu garganta. De pronto aceleraste el ritmo de tu lengua y con la mano me empezaste a masturbar a la vez muy deprisa. Te pedí que pararas que iba a eyacular sin remedio. Tu seguías y la dirigiste a la zona de tu pecho, donde a los pocos segundos derramé mi semen caliente, que resbalaba hacia tu precioso vientre. Para que no llegue a tus braguitas te cogí en volandas y te tumbé en la arena.
Te empecé a besar con delicadeza, era tu turno de gozar.Tus labiós tu cuello, nada se escapaba de mis labios mientras te extendía con leves caricias mi semen por tu pecho. Eso produjo que se te endurecieran aún más los pezones. Te masajeaba por todo el cuerpo y empezaste otra vez a gemir delicadamente. Te besaba en el ombligo, en los muslos, rodeando la zona que tapaban tus braguitas... poníendote a cien. Te acaricié por encima de la tela y noté mucho calor y algo de humedad y, sobre todo un olor delicioso... el pene se me volvía a endurecer. Te las bajé delicadamente y descubrí la belleza que escondías. Un precioso sexo depilado con sólo una fina linea de vello en el pubis... unos labios carnosos, húmedos y jugosos, listos para ser explorados.
Aun teniendo las braguitas por los tobillos, mi lengua enseguida se paseó fugazmente por tu rajita, y me correspondiste con un gemidito de aprobación. No solo olías muy bien, sino que el sabor era aun mejor... nos íbamos a dar un festín. Fui lamiendo cada pliegue de tus genitales mientras te acariciaba la cintura... tú de vez en cuando elevabas las caderas... se notaba que disfrutabas, no había más que verte la expresión de la cara.
Cuando ya la humedad inundaba tu coñito decidí empezar a tocarte directamente el clitoris con mis dedos... diste un gran gritito de placer. A continuación fue mi lengua la que empezó a lamerte tu botoncito del placer, mientras un dedo penetraba tu vagina delicadamente. Así continué hasta que tuviste tu primer orgasmo. Pero eso no me detuvo. Tras subir a besarte y acariciarte el pelo, mis dedos volvieron a tu dulce rajita. Dos dedos se introdujeron dentro de ti mientras volví a volver a lamerte con frenesí los pezones... fui bajando muy despacito hasta llegar nuevamente a tu clitoris... quería arrancarte una segunda explosión de placer y tenía que poner todo mi empeño en ello. Me iba bebiendo como podía casi todo el flujo que tu vagina iba soltando, no quería desaprovechar nada de tu licor de mujer. La fecuencia de tus gemidos fue en aumento a la par que mi lengua y mis dedos se movían más deprisa hasta que llegó un nuevo orgasmo, mucho más largo y fuerte que el anterior....
Te quedaste exhausta, nos besamos y nos revolcamos por la arena... estábamos rebozados. Se me ocurrió que podíamos meternos en el mar a lavarnos un poco y allí fuimos. No parábamos de besarnos y toquetearnos. Me la empezaste a tocar bajo el agua y mi pene volvió a ponerse duro. Pero ahora no querías mi orgasmo. Me dijiste con cara de lujuria que si tenía un condón. Salimos del agua y me acerqué al montoncito donde estaba mi ropa. En uno de mis bolsillos de los pantalones encontré una cajita con 3 y cogí uno. Me di la vuelta y me quedé boquiabierto. Estabas tumbada en el suelo con las piernas abiertasy masturbándote, esperando para recibir mi miembro en tu interior. Rasgué con cuidado el estuche del preservativo y lo coloqué sobre mi pene.
Me coloqué de rodillas, te cogí tus bellas piernas y te introduje mi pene con cuidado. Se introducía bien y te gustaba, dabas muestras explícitas de ello. Empecé a acelerar el ritmo de la penetración pero iba cambiando cada cierto tiempo... quería hacerte gozar lo máximo posible. A los pocos minutos cambiamos de posición. Me tumbé yo ahora sobre la arena y tu te subiste encima de mi. Mi pene y tu vagina unían nuestros cuerpos. Te inclinaste hacia delante y así pude lamerte tus espectaculares tetas mientras tu me cabalgabas.
Mi miembro entraba y salía de ti al ritmo que tu decidías. Nos besábamos... no quería que ese momento terminara nunca. Asi como estábamos unidos ibamos rodando por la arena, tan pronto hacíamos el amor de lado como yo encima de ti... estábamos en extasis, los dos gemíamos... tu te corriste. No se cuanto tiempo llevába penetrándote pero debía ser bastante, me empezaba a doler el culo de esa postura. Te levanté y te puse a 4 patas en la orilla. Quería hacerte gozar en esta posición tan animal mientras las olas nos mojaban las piernas... y llegar yo así tambiñen al orgasmo. Mientras bombeaba en el interior de tu vagina te pellizcaba los pezones, a ratos fugazmente te tocaba el clitoris... mi orgasmo estaba cerca y te lo dije. Me dijiste que parara, yo me extrañé pero te hice caso. Enseguida comprendi tus motivos... querías que me corriera en tus nalgas mientras tu te masturbabas. Así lo hice, depositando mi caliente líquido sobre tu culo. Tu seguías autocomplaciéndote hasta que te corriste, la cuarta vez que yo sepa, en la noche....
Nos fuimos a lavar al mar... estaba amaneciendo... nos besábamos... fue una magnífica noche... me gustaría repetirla...