Noche en el parque 2

Gabriela y Octavio, mientras se encontraban en el parque, son sorprendidos por dos individuos, que tras reducir al muchacho, . . .

NOCHE EN EL PARQUE - II

Terminé el relato anterior, describiendo una escena algo irreal, Gabriela y Octavio, haciendo el amor, apoyados en el auto, en medio de la oscuridad del parque. Quien pasara por allí y los viera, podría pensar ello. Sin embargo la situación era distinta, Gabriela había sido sometida y violada por Octavio, mediante presión física y sicológica.

La muchacha estaba acostada sobre la parte delantera del auto, con sus piernas abiertas, su pollera levantada, sin la bombacha, con la cola hacia arriba y entre sus piernas, con los pantalones bajos hasta el piso, penetrándola por detrás, en su culito, se hallaba Octavio. Esa era la escena, Octavio había acabado dentro del culo de Gabriela, quien estaba disfrutando el polvo recibido, que en número era el tercero y el único en que pudo llegar a encontrar algo de satisfacción personal.

Pero le duró poco, porque mientras ambos estaban relajados, recuperando el aliento luego de una brutal cogida, se aparecieron de la oscuridad del parque dos individuos que tomaron por sorpresa a la pareja, reduciendo fácilmente a Octavio, que estaba como ya expresé, con los pantalones a la altura del piso o sea sin posibilidad de movilidad.

- Se nota que la has pasado bien, muchacho, pero ahora te llega lo mejor - le dijo uno de los individuos a Octavio, tomándolo desde atrás, con ambos brazos y manteniéndolo inmovilizado.

  • Tengo dinero en el pantalón - dijo Octavio a boca de jarro, fue lo primero que le salió, tratando de dominar la situación de alguna manera.

  • Mas te vale cerrar el pico, si necesitamos algo no te lo vamos a pedir, simplemente lo vamos a tomar - le contestó el otro de los individuos, mientras lo miraba de arriba a abajo.

  • Tengo celular nuevo, hay merca en el auto, tomen lo que quieran, pero déjenme ir - insistía Octavio

El segundo de los individuos, sin advertencia previa le pegó una fuerte trompada en el estómago, que le quitó la respiración, el otro individuo lo soltó y quedó tirado en el piso semi-inconciente.

Estos hombres eran de aspecto tosco, podrían ser obreros en alguna industria, seguramente por su vestimenta y por sus manos ásperas. Ambos eran corpulentos, excedidos de peso, vulgares, desalineados y con pocos escrúpulos, por la forma en que se comportaban. Uno lo llamaba al otro por el sobrenombre de Negro y el otro le contestaba llamándolo Gordo. Ambos estarían transitando por los cuarenta y tantos años y se los notaba muy tranquilos y seguros de si mismos.

El llamado Negro miró a Gabriela que estaba acurrucada en el piso, tapando su desnudez y le dijo que subiera al auto y se acostara sobre el asiento trasero. Gabriela inmediatamente entró en pánico, pensando que sería violada nuevamente, pero ahora por estos dos energúmenos, por eso permaneció inmóvil en su posición de cuclillas contra el vehículo como si nada hubiera escuchado, al tiempo que le brotaban lágrimas de sus ojos. El mismo individuo que le dió la orden para que subiera al auto, la tomó suavemente de uno de sus brazos y le dijo:

  • Te dije que subieras al auto, no pienses que vamos a violarte. Estamos acá para defenderte de este miserable, así que obedece lo que se te diga.

Gabriela, sin dudarlo, se levantó y se metió en el auto haciendo caso a lo que le habían dicho. Mientras tanto el otro individuo, arrastraba a Octavio hasta un árbol cercano, adonde con una soga que llevaban en una mochila, le ataron las muñecas haciendo que abrase el árbol de cara contra el tronco y parado con las piernas abiertas e inmovilizadas tanto como su cuerpo.

El Negro constató que Gabriela se hubiera acostado en el asiento y le dijo que se quedara ahí hasta nueva orden, que nada le pasaría a ella. Dicho esto, se acercó a su compañero, que seguía con sus ataduras inmovilizando a Octavio, que volvía a respirar, entrecortadamente. A modo de súplica, les dijo a los hombres:

  • Llévense a la puta, no me interesa, no tengo interés en la chica, llévense el auto, todo, pero déjenme ir, no me hagan nada -  decía esto como presintiendo lo que estaba a punto de ocurrirle.

  • Así que nos das permiso para que nos llevemos a la puta? y para que querríamos llevar a la perra esa? - le preguntó el Gordo.

  • Porque tiene un culito divino, te chupa la pija, tiene la concha caliente y siempre está lubricada, está buena por todas partes, la van a disfrutar - les decía Octavio entrando en confianza, como quien quiere asegurar una venta.

- Vos ya te lo cogiste, verdad? Supongo que por todas partes?

- Si, ya se la metí por todas partes, le gusta mucho coger a la perrita.

El Gordo, acercándose a Octavio por detrás, apoyando su barriga contra la espalda del joven, hablándole directamente con la boca apoyada en la oreja le contestó:

  • Sabes que pasa, muchacho? que a nosotros nos gusta cogernos a los que violan y maltratan a las chicas inocentes, me entiendes?

Eso que escuchó Octavio, mas la sensación que un hombre le apoye los labios sobre su propia oreja, la panza sobre su espalda desnuda, provocó una oleada de terror en todo su cuerpo, que se tradujo en un fuerte temblor y tartamudeo.

  • Us te te des    me    es tán tán   ha cién cién do me   a sus  sus tar - y no terminó de pronunciar la frase que sintió que algo duro, macizo y tibio, presionaba contra su culo, sintió también la misma panza contra su espalda, sintió las piernas del hombre entre las suyas y algo terrible que creyó que desgarraría su cuerpo, era la verga del Gordo, que en punta presionaba y presionaba, pero no lograba entrarle.

Por instantes pensó que no podrían penetrarlo, que solamente se la pondrían entre las piernas y ahí le acabarían y ese sería su bochorno, pero no, Octavio se equivocaba al pensar eso y se dió cuenta enseguida, cuando sintió que un dedo tosco y áspero, le untaba el culo con alguna especie de gelatina resbaladiza, que previamente había sido utilizada para esparcir por toda la pija del Gordo.

Y así fue que esa pija, grande y dura, volvió a apoyarse sobre el orto de Octavio, para atravesar su ano y penetrarlo hasta el final, el final que supo había llegado cuando sintió el Gordo golpear sus huevos contra las nalgas de Octavio.

  • Ahhhhjjj, hijo de puta, me las vas a pagar, te juro que me las vas a pagar, déjenme, ya basta, ya está, no puedo resistir el dolor - gritaba, insultaba, suplicaba Octavio, mientras el Gordo se excitaba mas y mas con los gemidos de dolor de su víctima, con sus movimientos por sacárselo de encima y lo único que pudo lograr es que el hombrote le acabara enseguida.

  • Ahora suéltenme, ya me violaron, ya basta, ahhhh, que dolor, no puedo mas, voy a vomitar - todo eso solo sirvió para que el Gordo, inmediatamente después de sacarle la verga a Octavio, le pegase un trompadón con la mano abierta en la cabeza del muchacho, para hacer que se calle la boca.

  • Acordate lo que le hiciste a la chica hace una rato y la pija que te comiste recién. Te digo que la recuerdes bien, porque la que te vas a comer ahora, te va a doler y en serio.

Estas palabras provocaron en Octavio un enmudecimiento inmediato. Volvió el temblor y el tartamudeo, pero ni siquiera se atrevió a hablar nada. Ahora le tocaría el turno al Negro, que era un poco mas grande en cuerpo que su amigo, con una pija impresionante, no solo por lo larga y gruesa, sino porque tenía una curvatura que daba impresión que estaba quebrada, pero no era así.

El Negro se acercó a Octavio, desnudo de la cintura para abajo, tomó un trapo y limpió el culo del muchacho que chorreaba la leche recién inyectada. Cuando terminó su tarea, impregnó ese culo dolorido con la gelatina que llevaban y sin darle tiempo a reacción alguna, presionó con la cabeza de su verga, que entró hasta el final de un solo envión. El grito que pegó Octavio, se debe haber sentido en la ciudad, porque pareció el alarido de una fiera. El Negro le tapó la boca con el mismo trapo que utilizó para limpiarle el culo y luego de eso, comenzó a bombear con total tranquilidad hasta que logró acabarle, descargando toda su leche dentro del dolorido culo de Octavio.

A todo esto Gabriela había estado espiando lo que ocurría con su violador, estaba entre asombrada, aterrada y satisfecha, porque de alguna manera estos individuos habían vengado todo el sufrimiento que Octavio le había producido. También tenía un cierto sentimiento cachondo, el morbo de ver y escuchar lo que había ocurrido, era el causante de ese estado de calentura.

El Negro, cumplida su misión, quitó el trapo de la boca de Octavio para limpiarse la verga y notó que estaba vomitado, así que debió vestirse tal como estaba. Cuando ya los dos individuos estuvieron en condiciones de irse, le dijeron a Octavio que lo dejarían allí atado, que a la mañana lo encontrarían, ya que ese parque era utilizado por muchos deportistas y a partir de que lo descubrieran, se convertiría en el hombre violado del parque.

  • Ah, antes de irnos, nos vamos a llevar tu auto y tu chica. También nos llevamos todas las fotos que sacamos mientras te cogíamos, para guardarlas en lugar seguro. Si decides hacer alguna denuncia, las levantaremos en internet y las enviaremos a todos tus contactos, que en momentos sacaremos de tu celular. Así que, mas te vale que mantengas la boca cerrada, jajaja.

Dicho esto subieron en el auto y condujeron hacia una zona alejada, en donde ingresaron a una vivienda poco iluminada. Guardaron el vehículo en lugar cerrado y la invitaron a Gabriela que descendiese sin miedo. Una vez en el interior de la casa, el Gordo dirigiéndose a Gabriela, dijo:

  • Pasa al baño y arréglate, luego puedes tomar algo con nosotros o si prefieres te llevamos a donde nos indiques.

  • Gracias, permiso – Gabriela no entendía mucho, pero hizo caso, al cerrar la puerta del baño, se horrorizó lo que vió en el espejo. Tenía el rostro lleno de moretones, igual los brazos. Se lavó la cara, se maquilló como mejor pudo para tapar las huellas de lo sucedido y arregló también su cabello.

Igual no se sentía bien, se sentía sucia, necesitaba darse un baño para quitarse todo el olor a Octavio que la perseguía, para limpiar toda su intimidad, por eso salió del baño y encarando a sus salvadores les pidió permiso para darse una ducha.

El Gordo le indicó donde encontraría lo necesario para ducharse y Gabriela volvió al baño y se dio la ducha que tanta falta le estaba haciendo.

Ya desnuda, con el agua tibia cubriendo su cuerpo, se acariciaba con sus manos, sintiendo dolores por toda su anatomía, que seguramente tardarían en retirarse.

Al regresar al estar en donde estaban sus salvadores, les agradeció el favor recibido y se sentó a compartir un trago con ellos, previo a que la llevaran hasta su domicilio.

En el viaje de regreso a su casa, Gabriela ya entrada en confianza, les manifestó su deseo de retribuir de alguna manera el favor recibido y el Gordo, que era quien mas hablaba le contestó diciendo que podrían llamarla por teléfono si ella les dejaba el número, para concertar un encuentro.

Así las cosas, en la próxima entrega les relataré en que consistió el encuentro de Gabriela con estos dos señores. Como es mi costumbre, estoy abierta a críticas y comentarios, en mi correo: marce459@live.com.ar

Marcela