Noche dominado por universitarias en botas 1
A merced de un grupo de amigas universitarias que nos ponen a sus pies, abofetean, escupen y terminan pateando nuestros huevos en un rico ballbusting con botas de pinchos.
Me llamo Álvaro y os voy a contar lo que nos aconteció una noche de invierno en la que no tenía planes, y, un buen amigo me propuso ir a una fiesta que se iba a hacer en el piso de unas chicas de nuestra universidad, en esta misma fiesta fuimos dominados salvajemente durante unas 10 horas.
Lo primero que he de decir que soy un chico fetichista y sumiso con un toque masoquista desde que tengo conciencia, pero nunca había podido estrenarme en esos temas.
Actualmente estaba estudiando en la universidad de Valencia en mi primer año. Yo buscaba conocer gente y aquella tarde de invierno salíamos de las clases mi amigo Luis y yo. Luis era un chico guapete, extrovertido, con muchos amigos y aparentemente con una gran escuela con las mujeres, con las que tenía éxito. Él tenía una novia rubia despampanante llamada Ana, me comentó que aquella noche iría a un piso con su novia y sus amigas en el que tomarían algo de tranquis y donde le habían comentado que podría llevar a algún amigo, siempre que a ese amigo no le importara sufrir un poquito.
Después de esa frase yo ni me lo pensé, yo puedo ir, no voy a sufrir por ver a unas chicas bien arregladas!!
Que inocente, muy equivocado estaba yo, lo de sufrir no sólo lo decía Luis porque fuera a pasar la noche cachondo y empalmado…
Me preparé y a las 22:50 quedé con mi amigo Luis, que bajo una buena tormenta me llevó al piso donde habíamos quedado a las 23 aproximadamente.
Luis tocó el timbre y apareció Ana, estaba muy sexy, vestía unos legguings de cuero color burdeos con un cinturón de tachuelas negro, una camiseta de encaje negra y unas botas Dr Marteens con una plataforma de unos 6 centímetros. Se saludaron con un buen beso y de repente Ana le dio dos toques en el pecho y le indicó con su dedo índice hacia abajo apuntando a sus botas. Él entendió y no perdió tiempo, se arrodilló y besó cada una de sus botas dos veces. A continuación Luis me presentó, este es mi amigo Álvaro le dijo, a lo que ella correspondió saludándonos con dos besos. Tras esto le hizo un gesto de que podíamos pasar.
El piso de Ana era muy grande y el comedor era enorme, era una gran sala. En él se encontraba una amiga, su nombre era Eva y me pareció muy atractiva, vestía pantalones de cuero negros con un cinturón de eyelets de dos filas, un top negro muy sexy y una converse negras. Luis saludó a Eva y le dijo que si tenía ganas de fiesta, a lo que ella contestó que muchas con una sonrisa picarona.
Ana estaba sacando bebidas y vasos, de momento había sacado dos vasos y dos copas de tamaño mediano, como las que se usan para el vino. Yo me extrañé y dije que si se puede prefería vaso de tubo, parece ser que a las dos chicas mi propuesta les hizo gracia y se rieron a carcajadas, diciendo; “con esta servirá, tú tranquilo”. Yo quedé bastante cohibido, además ellas se sirvieron una copa y las otras dos quedaron allí, disponibles.
Eran las 23:15 cuando sonó el timbre, Luis fue corriendo a abrir y aparecieron dos chicas de unos 25 años, María y Diana. María era rubia, con el pelo ondulado y vestía totalmente de negro, con falda de cuero hasta las rodillas, medias de rejilla fina, un corsé con tiras llenas de tachuelas y unos botines Jeffrey Campbell lita spike con el tacón cubierto de pinchos. Mientras tanto Diana traía una minifalda, medias de lunares, un body de encaje y una botas altas de tacón alto y con plataforma, eran dos bellezones.
Hola chicas, que ganas teníamos de veros! Dijo Ana.
María dijo: llueve mucho, hay barro y traemos las botas muy sucias.
Ante esto Ana le dijo a Luis que se las limpiara, ya estaba perdiendo tiempo.
Yo estaba anonadado y observé como Luis fue corriendo a tumbarse a los pies de estas dos diosas y ellas comenzaron a limpiar sus botas en su pecho.
Luis que traía una camisa negra, se quejaba, porque mientras ellas limpiaban sus botas aprovechaban para clavarle los tacones apretando fuerte, yo estaba alucinando y en gran medida, me iba notando cachondo y estaba creciendo mi poya que pronto se marcaría en mis pantalones.
Eva me dijo, Álvaro ve a la cocina y trae dos vasos de tubo más para nuestras amigas, yo sin pensarlo acaté el mandato aunque no sabía ni donde estaba la cocina ni los vasos. Encontré la cocina fácilmente y estando en ella cogiendo dos vasos escuché varios gritos de Luis, que me pusieron cada vez más cachondo. Encontré los vasos y los llevé al salón.
Al llegar Ana le estaba diciendo a su novio que se encontraba aún tumbado que iban a tener que amordazarlo ya que no podía pegar esos gritos con 10 segundos que caminaran encima de él.
Las nuevas dos invitadas iban tomando asiento y Eva me dijo que les sirviera dos copas de negrita, a lo que yo respondí que no sabía dónde estaban las bebidas ni los hielos, que lo hiciera ella. Esta fue una de las peores cosas que podrían haber salido de mi boca ya que se levantó y me dio un bofetón tan fuerte que me tiró al suelo, mientras se acercaba a mí observé una sonrisa maligna y un odio en sus ojos que me estremeció.
Chaval!! ERES UN IMBECIL, y me pisó la cara dolorida con sus converse apretando con fuerza. Todavía no te has enterado para qué estás aquí hoy? Serás nuestro sirviente y esclavo toda la noche, harás todo lo que se nos antoje y serás dominado y masacrado ante cualquier falta de respeto. No te habías dado cuenta aún?.
Mientras esto sucedió las otras tres amigas reían a carcajadas.
Yo mitad dolorido, mitad encendido solo acerté a decir “sí”, a lo que Eva me propinó una patada con sus converse en la pierna diciendo “sí mi ama”.
Me levanté y dije “sí mi ama” y fui a buscar la negrita para sus dos amigas. Fui a la cocina sabiendo que ahora mismo había sido encauzado al camino de la sumisión al menos para esta noche. Quedé muy cachondo, ya que por mi carácter sumiso, prefería una fuerte patada o una bofetada así, inesperada, con maldad que algo pactado. La cara me ardía, que fuerza tenía la pequeña Eva, nunca lo hubiera imaginado.
Cuando volví con las copas, Luis se encontraba de rodillas, parecía que a la espera de órdenes y las cuatro amigas charlaban distendidamente.
Diana comentó que nos tendrían que servir algo para beber a los dos esclavos, a lo que ellas respondieron con nuevas carcajadas y Ana sacó 4 cigarros, uno para cada una, me sentía mal porque además de estar de sirvientes parece que no tenían intención de darnos ni una mísera copa. Ana me dijo que qué hacía yo de pié, mientras ellas hablaban tendríamos que estar de rodillas.
De repente Eva soltó, bueno, manos a la obra que estos esclavos se nos van a quedar secos y cogió una de las copas de vino. María nos hizo un mandato, era que mientras ellas nos ponían la copa nosotros teníamos que limpiar sus botas con la lengua, yo me encargaría de las de Ana y Eva y Luis de las suyas y de Diana.
Mi cara de susto fue mayúscula, me levanté y salí lanzado hacia la puerta. Diana se dio cuenta y salió corriendo detrás de mí con sus botas de infinito tacón. Cuando abrí la puerta para comenzar mi huída sentí una fuerte patada por detrás en mis huevos con la que caí al suelo y creo que hasta perdí el conocimiento por unos segundos, posteriormente me retorcí en el piso mientras escuchaba como Diana candaba con llave la puerta y las demás reían con sonoras carcajadas.
Cuando me repuse Diana me agarró de las orejas y me llevó hasta la mesa del salón, reafirmó su acción diciendo “no me ha quedado otra, el perro se quería ir”. Yo aún muy dolorido quedé a los pies de Eva y Ana a la vez que el reloj marcaba las 12 de la noche.
Bueno perretes dijo Ana id comenzando vuestras labores de limpieza de nuestro calzado, Álvaro va a tener más suerte porque mis botas y las converse de Eva no han salido hoy a la calle, pero tú mi amor (a Luis) tienes mucha tarea con las de María y Diana.
Luis comenzó con las preciosas botas altas de Diana, tenían un alto tacón de unos 15 cm. y una plataforma de 5 cm., mientras que posteriormente le tocaría el turno a las atrevidas botas con pinchos de María, de 12 cm. de tacón y 5 cm. de plataforma.
Mientras tanto yo seguía dolorido en el suelo y comencé a entender cual sería nuestra bebida esa noche, Eva sacó un sonoro gargajo de su garganta y lo echó en la copa de vino, yo solo acerté a mirar hacia arriba y ví como se reía y pasaba la copa a Ana para que ella también echara un sonoro moco, esta vez lo ví bien, de un color amarillento posiblemente influído por el tabaco que estaban fumando. Tras esto Ana le pasó la copa a María y me dio un tirón de orejas acercando mi boca a sus botas diciendo, “esclavo ve empezando que aunque tenemos toda la noche, no quiero que se haga tarde” y a mi no me quedó otra que empezar la limpieza de sus bonitas botas negras de plataforma…
Eran las 0:30, solo había pasado una hora y media desde que entré en la casa y ya intuía la que me esperaba esa noche, pero lo reservo para los siguientes capítulos… Continuará.
Espero que os haya gustado y comentadme.