Noche discotequera. (XXL)

Álvaro conoce a un personaje nuevo en una discoteca. Se cogerán confianza y se cogerán entre ellos otras cosas.

[Antes de nada, querría agradecer a todos los que habéis leído y valorado mis relatos, ya que gracias a todos, ya tengo más de 130.000 visitas. ¡Muchísimas gracias! :D]

Fui con Raúl a la discoteca. Éramos solo amigos y allí fuimos para acompañarnos. Quedamos en que en cuánto llegáramos, cada uno iría por su lado para buscarse un rollete. Estaba jugando con mi polla ligeramente aumentada (porque había bebido “leche” (ya sabéis a que me refiero)) por diversión cuando me contó el plan por teléfono y me dijo de quedar en media hora. Me cortó el rollo y como no me corrí, la leche se quedó dentro de mi cuerpo.

No me apetecía mucho el plan y menos cuando vi como estaba la discoteca. Estaba a reventar. Había una pequeña zona en un lado donde se juntaba básicamente la gente gay y lesbiana. Los dos fuimos hacia allí pero Raúl fue directamente hacia la pista y yo me fui a la barra a pedirme una bebida.

-Ron con coca cola –le dije al camarero.

--Marchando.

Mientras tanto, me distraje viendo las botellas y las etiquetas. Había foto de gente famosa que había estado recientemente en la discoteca. Solo conocía a Damián, el actor porno. Mientras tanto, alguien me hablaba por la espalda…

-Hola guapo…

Me giré y vi a un orco de Mordor intentando ligar conmigo. Le dije que lo sentía y que no me interesaba y comencé a beber mi bebida (viva la redundancia). Cogí el cubata y me di la vuelta para así poder ver la pista mientras estaba en la barra sentado. Veía a Raúl bailar con uno muy juntitos… <> pensé yo. Me volví a distraer y vi algo brillante en el suelo. Yo, cotilla a más no poder, me agaché para ver lo que era. Simplemente era un trozo de cristal que se rompería en el pasado. Cuando alcé la cabeza, le di sin querer al brazo de un chico que pasaba y le tiré el cubata. Me incorporé rápidamente y le pedí disculpas repetidamente.

-Lo siento, lo siento, lo siento, lo siento. No te he visto.

-No te preocupes, no pasa nada.

-Déjame invitarte a una bebida, por favor.

-No la voy a rechazar, sería de ser maleducado…

Una risilla (ligeramente falsa) salió de mí. Él sonrió y se sentó en el taburete de al lado.

-Me llamo Miguel.

-Yo soy Álvaro, encantado… ¿Estás solo?

-Sí, -comenzó a mover la cabeza con el objetivo de encontrar a alguien-  he acompañado a un amigo y… ¡allí está!

Señaló al chaval que estaba bailando con Raúl.

-¡Já! Qué casualidad…

-¿Qué pasa?

-El chaval con el que está bailando tu amigo es el que he acompañado yo esta noche.

Los dos nos comenzamos a reír.

-Joder, ¡qué casualidad! –dijo aun entre risas.

-Ya ves…

Y así comenzamos a hablar largo y tendido. Las típicas preguntas de <>, <>, entre otras salieron a la luz. Miguel era un chaval muy delgado con unos brazos muy finos. Tenía cuerpo de un chaval en plena pubertad. Con el paso del tiempo comenzamos a coger confianza y el tema de las preguntas cada vez se relacionaba más con lo sexual.

-… y eso, que con 19 que tengo, aun no le he dado mucho al zumba zumba.

-Pues no sé por qué, porque eres guapete…

-Gracias, pero tú eres más mono –dijo mientras se sonrojaba.

-¡Qué va!

Después de habernos bebido entre los dos 7 cubatas (yo 5), estábamos un poco contentos y yo ya me descontrolaba un poco…

-Venga…-comencé-, a ver qué escondes aquí…

Le levanté la camiseta durante unos segundos y vi un cuerpo delgado, blanco y sin pelo.

-Estoy empezando a ir al gimnasio. No llevo mucho… Ya se me notan un poco los resultados. Tú estás fuertote, ¿vas mucho al gimnasio?

-¿Yo? ¿Ir al gimnasio? Yo es que me tomo…

Me callé en seco. Estaba a punto de irme de la lengua y contar cosas que no debía así que...

-…tomo… hmm… unas pastillas que… te ayudan… a sacar músculo… y eso… y tengo unas pesas en casa…

-¿Por qué estás nervioso?

-Nada, nada…

-Si quieres, podríamos ir a mi casa y… hablamos más relajadamente…

-¡Eso es una idea geniaaaaaaaaal!

El alcohol estaba haciendo efecto.

-Voy a avisar a mi amigo y nos vamos, ¿vale?

-Si yo tambiéeen lo tengo que avisar… ¡Te acompaño, my frieeeeeeend!

Me levanté del taburete y me caí. Mientras estaba en el suelo me descojonaba a más no poder.

-¿Seguro que estás bien?

-Xíiiiiiiiiiiiiiiiii!

Fui hacia Raúl dando tumbos. Mientras iba, me vio y tuvo que venir a sujetarme porque si no iba a hacer algún destrozo.

-Dios, cómo vas, chavalote…

-Voy chupi guay. ¡Escucha! Me voy con uno a su casa, ¿vale?, no me esperes… Es poca cosa pero yo le arreglo, ya me entiendes…

-¿Seguro que es una buena idea? Podría contárselo a alguien…

-¡Papaaaaaaaaarruchas! Nos vemos mañana, (hipo) ¿vale?

-Dios, venga, que vaya bien…

Raúl se fue murmurando hasta donde estaba el amigo de Miguel. Miguel me llevaba sujetándome del brazo hasta su coche. Me abrió la puerta y me tiré hacia adentro. Me puso el cinturón y puso en marcha el coche. Me quedé dormido al medio minuto.

Cuando me desperté ya habíamos llegado y Miguel me estaba sobando el paquete y mi polla estaba despierta.

-Buenas.

-¡Eeeeeeeeeeeey! ¡Quita! ¡No vayas tan rápido coñe!

Mientras subíamos las escaleras porque el ascensor estaba estropeado y vivía en un sexto piso iba comentando Miguel:

-Joder, ¿qué guardas ahí? ¡Ahí tienes carne para dar y vender, tío…

-Hostia, es verdad, la leche… como no me corrí… -dije en voz muy baja…

-¿Qué has dicho de leche y de correr?

-Que… la leche y correr es muy bueno para… tu polla.

-No tiene sentido… Se te está yendo la olla un poco…

Miguel abrió la puerta y me dirigió hacia su habitación. Un montón de pósters la adornaban. Se veía que era un fan del anime y estas cosas. Yo estaba ya un poco mal así que me acerqué a él y comencé a besarle. Bueno, a mover los labios de una manera rara dejándole la boca llena de babas… Miguel se apartó y me quitó la camiseta. Comenzó a chupetear mis pezones que ya estaban duritos y a sobar todo mi cuerpo.

-¿Qué puñetas haces?

-Aprovechar. Nunca me he liado con un tío tan bueno como tú.

-Túuuuuuu… déjame a mí…

Tenía ganas de chupar, así que me tiré al suelo, me llevé un guantazo, me incorporé, le bajé los pantalones y me lo quedé mirando…

-Lo sé… es muy pequeña… Deseo con todas mis fuerzas tenerla más grande pero ya es imposible. Siempre he estado martirizado con esta mierda pero no puedo hacer nada.

-Pero yo sí…

-¿Qué?

-Tío, voy a hacer tu deseo realidad. Te voy a hacer crecer la polla…

-Muy bien se acabó. Vístete y vete, estás fatal y paso ya…

-Hazme caso, ¿cuánto te gustaría que midiera?

-Yo que sé… lo normal o más de lo normal, ¿no? Eso lo desea todo el mundo, tener una buena tranca…

-Lo que pase hoy no se lo puedes decir a nadie, ¿de acuerdo?

-¿Pero qué es lo que va a pasar hoy?

-Tú lo que tienes que hacer es darme placer y tragarte mi corrida. Luego piensa en tu polla.

-Estás colgado… no tienes ni idea de que estás diciendo ya…

Me tumbé en la cama y Miguel se acercó con desgana. Nada de lo que le estaba diciendo tenía ningún sentido para él y lo veía como palabras sin sentido de un borracho. Me comenzó a bajar los pantalones y a sobar mi paquete ya en posición de ataque por encima del calzoncillo. Me la sacó y flipó en colores.

-Wow. ¿Cuánto te mide?

-Ahora mismo, no lo sé.

Me comenzó a pajear mientras se puso detrás de mí para darme por culo. No notaba nada…

-Cuándo quieras, me la metes…

-Te la estoy metiendo…

-Ah… Hazme caso, haz que me corra rápido y luego me das por culo…

-¿Aún sigues con eso?

-¿Te doy yo por detrás?

-No, no… Me harás daño. No estoy preparado…

Se sentó encima de mí y comenzó un masaje de los huevos mientras jugueteaba con su lengua en mi glande. Él con la otra mano se meneaba su polla.

-Me corro. ¡Venga!

Me corrí y la corrida comenzó a descender por mi polla lentamente.

-¿Por qué no te la has tragado?

-No sé.

-¡Trágatela ahora!

Bastante corrida fue a parar a la cama y era un poco asqueroso lamer de ahí, así que comenzó a lamer la corrida que tenía a lo largo de mi polla. La lamió y la relamió hasta dejarla bien limpia.

-Cógetela.

-¿Para qué?

-Te crecerá en tus manos.

Dudando, lo hizo. Se puso una mano en la polla y efectivamente comenzó a crecer como nunca la había visto Miguel.

-¡Dios, dios, dios! –comenzó a gritar Miguel eufórico.

Mientras veía como su enana polla estaba creciendo, se tiró a la cama y comenzó a tragarse toda la corrida que pudo. Su polla creció más aun. Sus abdominales se definieron más y sus bíceps comenzaron a ganar volumen. Su polla acabó midiendo 16 y algo.

Comenzó a besarme como si no hubiera mañana con una pasión y unas ganas increíbles. Mientras tanto, me la pajeaba a mí y con una rapidez increíble, se pajeaba él.

-Para. Si no te corres esta noche, te quedarás así. Si te corres, volverás a ser el de siempre…

-Vale, paro. Ahora te creo.

Hubo un silencio…

-Muchas gracias por esto, de verdad. Me has hecho un hombre nuevo. Te debo una muy grande, estaré eternamente en deuda contigo.

-No te preocupes chavalín. Encantado. Pero sabes que no se lo puedes decir a nadie, eh.

-No, no, no. ¡A nadie!

Hubo otro silencio…

-Bueno… que tú no puedas correrte no significa que yo no pueda tener más marcha.

Así que me tumbé y le dejé hacer. Mira que había hecho cosas pero estaba sintiendo un placer increíble gracias a la manera en la que me pajeaba y me la lamía. Nadie lo había hecho de aquella manera pero me encantaba.

No sé cuánto tiempo seguiría jugando conmigo porque me quedé frito…

[Obviamente] CONTINUARÁ.

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