Noche de viernes
Lo que parecía una salida más, se convirtió en el referente para el resto de mi vida, y es que nunca debemos dar nada por sentado.
Cada viernes salía con amigas de la facultad, solíamos ir con frecuencia al mismo local y siempre lo pasábamos muy bien, esa noche en concreto había quedado con Lucia que me propuso ir a un lugar diferente, disponíamos de la casa de sus padres a las afueras, ya que habían marchado en un crucero por el caribe y estaba segura de que nadie nos molestaría, la asistenta no vendría hasta el lunes por la mañana.
Conocimos a dos chicos algo mayores que nosotras, Daniel y Tomás, estarían en los 30 pero resultaban muy simpáticos y sobre todo muy fogosos y discretos, en la pista nos emparedaron a las dos y nos pusieron a mil, de modo que fuimos al baño y acordamos llevarlos a su casa, la idea era como alguna otra vez estar con los dos, intercambiándolos y compartiéndolos mientras aguantaran, pero sin que fuera nada que pasara de puro sexo, ya que teníamos muy claro que lo primero era terminar los estudios y después ya llegaría el momento de encontrar la pareja “aconsejable o razonable” según el criterio social aceptado.
Cuando nos dirigíamos a la salida apareció Raúl, un antiguo novio suyo cuyas familias eran amigas, me susurro que me adelantara y que ella ya acudiría en un taxi cuando pudiera librarse de él dándome las llaves de su casa. Salimos del local y nos dirigimos los tres al auto de Daniel, un clásico, “Plymouth Roadrunner Superbird” con cambio en el volante, por lo que me indicaron que me sentara entre los dos, era una situación excitante, Tomás me coloco el cinturón de seguridad, entreteniéndose al ponerlo bien entre mis senos, con una sonrisa me dijo que no querría que se dañaran.
Adivinó que es mi más preciado tesoro, la parte de mi anatomía de la que me siento más orgullosa, en poco menos de media hora llegamos a nuestro destino, bajé del coche para abrir la verja y poder dejarlo dentro del gran patio, en cuanto entramos en la casa me di cuenta de que tendría que entretenerlos hasta que llegara Lucia, pensé que me llamaría antes de llegar para decirme que estaba de camino, entonces se me ocurrió servir unas copas y mientras las tomaban, aproveche para llamarla yo, respondió al segundo timbrazo diciéndome sin darme tiempo a comentarle nada.
Pasare la noche en casa de Raúl, insistía en que fuéramos a mi casa, pero le he dicho que había una fiesta y que seria mejor solucionar lo nuestro de forma definitiva en la suya, ya nos veremos en cuanto lo haya resuelto.
Colgó sin darme oportunidad de replicar, al parecer Raúl no andaba lejos, yo sabia que follaba como un sátiro por lo que me había dicho Lucia, lo que fallaba era todo lo demás, es un tipo sin carácter ni personalidad, siempre un monigote a disposición de quien supiera o quisiera manejarlo y eso es algo que Lucia despreciaba, pero no sexo de campeonato, como el que se aseguraba pasando la noche con él.
Me dirigí a “mis” invitados y les dije que Lucia no llegaría en un buen rato, entonces fue Daniel quien me tomo de la mano y acercándome a él murmuró.
¿Importa mucho que no este tu amiga, te sientes mal por algo, quizás piensas que no seremos capaces de comportarnos como se espera de un par de caballeros, de ser así dilo y nos marcharemos, no queremos que te sientas violenta o con miedo?
Dicho así, con tal convicción me serenó y solo se me ocurrió besarlo en la mejilla, el me devolvió el beso sin intentar buscar mis labios, solo se acercó un poco más, lo suficiente para que notara su creciente excitación y entonces me propuso bailar, puse música y comenzamos a bailar, me abrace a su cuello y pensaba como reaccionaria Tomás al vernos bailar, pero su respuesta no se hizo esperar, lo note pegado a mi espalda, su verga entre mis nalgas y sus manos en mis caderas, pensé que no podía mejorar la situación.
Sus manos avanzaron hasta mi vientre y subieron hacia mis pechos, quedando en la parte baja empujándolos hacia arriba, mientras Daniel soltó la cremallera de la espalda, dejándola al descubierto y acariciándome la columna, provocándome unos escalofríos muy agradables, entonces los labios de Tomás comenzaron a pasearse por mi cuello y mis piernas comenzaron a temblar, me encontraba entre dos hombres que seguro ya habían hecho eso antes con alguna otra mujer, se les veía muy compenetrados y yo del todo indefensa.
Daniel fue bajándome el vestido, agachándose al tiempo que besaba lo que iba dejando al descubierto mientras que su amigo no cesaba de besarme el cuello, me soltó el sujetador y mis pechos quedaron libres y al alcance de los labios de Daniel, eso comenzó a enloquecerme y mis suspiros sonaban por encima de la música que ya nadie escuchaba, entonces me acercaron al sofá y mientras Tomás tomaba posición delante de mi y su lengua se enredaba con la mía en una grata disputa por ver cual era más juguetona, Daniel debió desnudarse entretanto detrás de mi, pues noté que me bajaba el tanga con los dedos mientras su verga se paseaba por mis nalgas.
Daniel me dio la vuelta y sin forzarme quedé arrodillada sobre el sofá, con las manos en las caderas su capullo iba danto pequeños empellones, como si no se decidiera por donde entrar, mi concha chorreaba y mis ojos bizqueaban solo de imaginar lo que se avecinaba, de súbito media verga se alojó en mi vagina con un rápido movimiento que me sorprendió sin llegar a ser doloroso, desde ese punto comenzó a darme cortos empellones en que cada vez entraba un poco más, cerré los ojos mientras mi vientre se apoyaba en el respaldo del sofá y el resto de mi cuerpo sobresalía de él.
Tomás se coloco enfrente de mí y con las manos planas comenzó a acariciarme los pezones, que se endurecieron más si es que era posible, mis labios notaron la cálida y suave piel de su prepucio, los entreabrí para que al empujar un poco se retirase y así poder comenzar a lamer con dedicación su glande. Mi lengua jugueteaba con él al tiempo que notaba las embestidas de Daniel que habían disminuido en potencia, quizás para evitar que mi cuerpo se moviera demasiado y así evitar que lastimara a su compañero, lo cierto es que me sentía toda una reina y “sabia” que eso solo había comenzado.
Poco después las manos de Tomás pasaron a sujetarme la cara, y comenzó una follada de boca como nunca había imaginado, entraba lo justo para no llegar a ser algo forzado, pero lo suficiente para que quedara claro quien estaba follando a quien, no llego a correrse y al principio lo lamente cuando se retiró, pero en unos instantes habían cambiado de posición, era la verga de Daniel la que ocupaba mi boca, con el sabor de mis jugos que no me resultaron desagradable, en parte porque Tomás no me dejo demasiado tiempo para reflexionar, sus embates eran mucho más enérgicos pero también me sujetaba con mas fuerza por las caderas, de modo que seguía sin moverme apenas.
Cuando comencé a notar los primeros calambres del que seria un tremendo orgasmo, me sujete al sofá como si fuera a caer en una profunda sima, ambos se confabularon para darme mucha más leña, los pezones entre las expertas manos de Daniel fueron retorcidos casi con saña, arrancándome lamentos de placer mientras este se retiraba de mi boca, para que pudiera tomar aire y suspirar mientras que Tomás soltándome las caderas, paso un brazo por mi bajo vientre doblándose hasta acoplarse a mi espalda, y con la otra mano me manipulaba el clítoris de forma infernal, alargando el orgasmo hasta hacerme desfallecer, por momentos parecía que me faltara el aire y al fin quedé atontada, no llegue a perder el sentido, pero si toda capacidad para hacer nada.
Noté como me llevaron entre los dos a una de las habitaciones y me tendieron en la cama, situándose uno a cada lado mio, cuando comencé a reaccionar los mire a uno y el otro con lo que imagino seria una sonrisa de boba, pues lo cierto es que no los veía con claridad, poco después sin pensarlo apenas, alargue las manos y agarre esas vergas que tanto placer me habían dado, se dejaron hacer y comencé a pajearlos a un tiempo.
Tomás me hizo que lo soltara y pensé que quizás querían dar la fiesta por terminada, nada más lejos de la realidad, se arrodillo entre mis piernas y comenzó a hacerme sexo oral, instantes después fue Daniel quien se soltó y arrodillado junto a mi comenzó a lamerme los pechos, evitaba los pezones pero me estaban volviendo loca entre los dos, formaban un buen equipo, parecían unos gigolós por como me estaban tratando, llegue incluso a imaginar que eran una compensación, por el regalo de cumpleaños que Lucia había olvidado hacerme hacia un mes, y que todo había sido un montaje.
Lo cierto es que me era igual, estaba llegando al segundo orgasmo y no pensaba enturbiarlo con ideas raras, lo que fuera ya se vería en algún momento pero no ahora. Esas lenguas me enloquecían y cuando comencé a hipar, Tomás aprovecho para meterme un dedo en el culo untado con mis propios jugos, Daniel se dedico entonces si, a mordisquearme los pezones y yo a gritar, aunque me tapaba la boca con las manos, para evitar que se oyeran demasiado mis gritos, un segundo dedo se unió al primero y con ambos me follaba al tiempo que su lengua no cesaba de martirizarme el clítoris.
Cuando me permitieron terminar, quedamos los tres amontonados y yo con tres dedos dentro del culo, lo cual me daba alguna pista sobre lo que me esperaba, no me desagrada y además tenia muy claro que a estas alturas no me iba a poner tonta con ellos, si querían ir por ahí que fueran y trataría de gozarlo al máximo como hasta el momento.
Daniel fue el primero en moverse para ir al salón, y regresar con unas copas que realmente necesitábamos, nos sentamos en la cama para tomar los tragos, entonces Tomás me preguntó que era lo que estudiaba, más para evitar seguir en silencio ya que nuestra conversación desde que comenzamos a bailar había sido inexistente, les conté un poco mis planes sin extenderme demasiado, pero agradeciendo el detalle, poco después era Daniel quien apoyado en mi espalda murmuró.
¿Tienes reparos en algo, o tienes alguna fantasía que te gustaría ver cumplida?
No me lo podía creer, realmente se trataban de gigolós o putos, los llamemos como los llamemos pero sin olvidar lo que eran en realidad, y entonces les dije casi indignada.
Hasta ahora me habéis hecho gozar mucho, pero habéis sido muy considerados conmigo, lo que me gustaría seria que gozarais de mí, pero con pocos miramientos y haciéndome sentir una mujer husada, naturalmente no quiero tener que taparme cardenales, pero tratarme con poca delicadeza.
Sin responder, ambos se pusieron en pie y fue Tomás quien pellizcándome un pezón me hizo seguirlos al salón, Daniel se sentó al borde del sofá y Tomás me hizo sentar sobre él, me esperaba con la verga enhiesta que entro en mi vagina como un cuchillo caliente en la mantequilla, fue un único movimiento para quedar ensartada, Tomás le coloco uno de los cojines del sofá en la espalda para que se afianzara un poco, me sujeto de la nuca con una mano, mientras metía su polla entre mis labios que no la esperaban, me sorprendió pero era parte de lo que había sugerido, entonces y contra todo pronostico, en lugar de continuar follándome la boca, tras las primeras tres o cuatro entradas salió de mi.
Me empujo de los hombros y quede sobre el pecho de Daniel, con mis piernas por fuera de las suyas y mis pechos sujetos por sus manos, mientras que los pezones estaban atrapados entre sus dedos que hacían de pinza, logrando arrancarme sucesivos lamentos, pues los movía sin cesar, entonces llego la que creo que hasta el momento ha sido el momento más extraño que he vivido. Tomás se agacho lo suficiente para colocar su verga sobre la de su amigo, y con un fuerte empellón me la metió hasta el fondo, acompañando yo este movimiento con un grito desgarrador, pero cuando pasó el instante, tan solo me notaba “llena” no dolorida.
Sin prestarme atención, comenzó un lento metisaca por parte de Tomás, que casi salía del todo para entrar hasta el fondo otra vez, en cada movimiento me parecía que me iban a reventar entre los dos, pero estaba segura que nada malo me podía pasar, me sentía muy bien a pesar del dolor cada vez más insistente que notaba en los pechos, no solo por el castigo de los pezones, también por la tremenda presión que estaban soportando, con el cuerpo de Tomás apoyado sobre mi, que aprovechaba para besarme una parte del cuello, mientras que Daniel lo hacia por el otro.
Cuando comencé a notar los primeros espasmos del que habría sido el tercer orgasmo, ceso toda actividad y Tomás después de salir de mi, tomo mis manos y me hizo poner en pie, eso me desconcertó pero no dije nada, alargó una mano para ayudar a su amigo a incorporarse, al quedar en pie vi que en la mano sujetaba el cojín que le había servido de apoyo, lo dejo en el suelo frente a mi y con una leve presión en el hombro, Tomás me hizo arrodillar en él, ya sabia lo que continuaba.
Comencé a mamársela a Daniel, y en este caso logro hacerme llorar, al metérmela y aguantarla ahí hasta que no podía respirar, además de provocarme arcadas, por comenzar a entrar hasta la garganta y no por el sabor o textura, se fueron intercambiando pero sin llegar a correrse ninguno de los dos, estaba realmente dolorida cuando por fin tomándome de la barbilla Daniel me hizo levantar, estaba desconcertada del todo cuando me acercó a la mesa del salón y sin violencia pero sin compasión, me doblo sobre ella y mientras me sujetaba la cara contra la superficie, Tomás me enculó sin miramientos y también de una sola estocada, eso si me dolió pues hacia ya mucho rato desde que sus dedos estuvieran dilatándome el culo.
Me fue dando hasta que por el ritmo pensé que acabaría dentro de mi en instantes, pero se intercambiaron y siguió Daniel donde su compañero lo había dejado, en esta ocasión si que me hicieron llegar al tan deseado y merecido tercer orgasmo, pensaba que era imposible que un cuerpo pudiera soportar una sesión de sexo como esos barbaros me estaban dando, pero nada es lo que parece, y el cuerpo es capaz de aguantar mucho si se le sabe exigir con mesura. Daniel salió de mi cuando estaba retorciéndome en ese tercer orgasmo, pero metió dos dedos en mi vagina y presionando con maestría mi punto “G” alargó el orgasmo hasta casi hacerme desfallecer, cuando se retiraron me dejaron sobre la mesa como a un trapo.
Oí correr el agua en el cercano baño, pero no preste demasiada atención, los espasmos del reciente orgasmo aun relampagueaban por mi maltrecho cuerpo. Cuando me incorporé un poco les vi a los dos con un baso en la mano y sobre la punta de la mesa había otro que me dijeron que era para mi, lo agradecí al igual que poder sentarme entre ellos en el sofá, donde ya habían colocado el cojín que faltaba, pero que estaba manchando pues mi flujo era abundante, pero ya se encargaría Lucia de limpiarlo o de dar explicaciones, después de lo que me estaba haciendo no me iba a preocupar por ese detalle.
Me dijo Tomás que quedaba el ultimo acto, como en cualquier Opera que se precie.
Asentí y les dije que cuando ellos dispusieran, no imaginaba que más podían hacer conmigo, ya no quedaban agujeros por explorar, “como no lo intentaran por una oreja o la nariz, pensé irónicamente” y sin decir nada más me tomo el baso de las manos y tras entregarlo a su compañero de las manos me acerco a él que me beso con desespero, su lengua parecía que quisiera arrancar la mía mientras nos movíamos, noté el canto de la mesa contra mis glúteos, sus manos en mis caderas me alzaron hasta sentarme en ella y seguidamente separo mis piernas y lentamente tiro de ellas hasta que su capullo rozaba mi vulva.
Guio mis piernas para que abrazaran su tronco, y los brazos para que se sujetaran en su cuello, entonces empujándome con una mano en los riñones y guiando su verga con la otra me fue penetrando, cuando llego al fondo me agarro fuertemente por las nalgas y alzándome de la mesa se dio la vuelta para apoyarse él, quedando mis pies sobre la mesa también, algo que había leído en un relato erótico en una ocasión, pero que dudaba que se pudiera hacer en realidad, pero ahí llego su amigo para demostrar que si se podía.
Sin muchas dificultades logro acertar a encularme, después de unos primeros empellones cortos para llegar al fondo, comenzó lo que para mi al principio, parecía más un complicado ejercicio de gimnasia que una relación sexual, cuando empujaba Daniel mi cuerpo subía restregando mis pechos por el de Tomás, hasta casi llegar a sacar su verga de dentro mio, cuando Daniel se retiraba iba bajando hasta que tenia ambas vergas dentro y prácticamente juntas, tan solo separadas por los tejidos que separan los dos caminos, pero él seguía bajando hasta casi salirse, cuando se compenetraron en los movimientos, parecían una maquina perfectamente engrasada.
El orgasmo no se hizo esperar, pronto comencé a babear y enterré la frente entre el cuello y el hombro de Tomás mientras ellos seguían con lo suyo, me retorcía y berreaba, pero primero el uno y después el otro se vaciaron en mi de una forma exagerada, aunque siguieron hasta que imagino que ellos tampoco podían más, entonces primero Daniel y después Tomás salieron de mi y los tres entramos en el baño, donde se dedicaron a lavarme mientras no perdían oportunidad para seguir sobando y acariciando todo lo que pudieron, cuando tendríamos que haber salido, me senté en la taza del váter y atraje hacia mi a Daniel.
La mamada que le hice nos dejo a ambos satisfechos, yo quería conocer su sabor y lo conseguí, a continuación le toco el turno a Tomás, del que también conseguí sacar una buena eyaculación, a pesar de lo reciente del ultimo acto como el mismo lo había calificado, entonces si, después de enjuagarnos los tres salimos y vi con tristeza como comenzaban ambos a vestirse, pasaban de las cinco de la madrugada cuando estaban listos para partir, les pedí un teléfono o alguna forma de poder contactar con ellos, fue Daniel quien me dijo.
Toma mi tarjeta, pero solemos ir con frecuencia al local donde nos hemos conocido.
Me quede con la tarjeta entre los dedos, totalmente desnuda desde la puerta vi como sacaban el coche y Tomás cerraba la verja otra vez, cerré la puerta y me fui para el salón, me prepare un trago largo y fuerte para poder quedarme dormida entre los vapores del alcohol, dos partes de vodka y una de cointreau que llenaban medio baso, lo complete hasta el borde con hielo picado, después del primer sorbo oí la llave en la puerta, al ver la luz encendida Lucia me llamo.
Gloria ¿Dónde estas?
Aparecí ante ella completamente desnuda y con el baso en la mano, supongo que una sonrisa adornaría mi cara por como me preguntó, como había ido con los chicos. Y sentándome en el sofá le respondí.
Eres una cabrona pero muchas gracias por el regalo, a mi no se me habría ocurrido contratar a un par de putos para compensar el olvido de un regalo de cumpleaños, con un simple bolso, un abrazo y una disculpa habría bastado.
Me miró desconcertada y preguntó.
¿De que me hablas? ¿Contratar dos putos? ¿Estas loca? Dime ahora mismo que ha pasado aquí, no se nada de putos, no conocía a esos tipos ¿Te han lastimado?
Muy seria le dije.
Si no era un regalo tuyo, creo que soy yo quien ha de tratar de hacerte un regalo a ti si me lo permites. Puedo asegurarte que si los conocieras no te arrepentirías. ¿Me permites que los invite a pasar el resto del fin de semana aquí con las dos? Ahora te cuento.
Su respuesta fue un simple gesto de asentimiento, sin dudarlo busque el teléfono y marque el numero que figuraba en la tarjeta, me respondió Daniel diciendo que estaban en una gasolinera a la entrada de la ciudad, escucho lo que le propuse y su respuesta me arranco una sonrisa y un SI enorme, colgué y ante la mirada expectante de Lucia le resumí la conversación.
Están relativamente cerca y si que regresaran para seguir conociéndonos un poco más, solo han puesto una condición, que cuando lleguen y después de saludarnos y charlar un poco, les permitamos dormir algo pues dicen que están agotados.
Lucia me dijo que mientras los esperábamos le contara que fue exactamente lo que me habían hecho y con una mirada perversa le dije.
Eso ya lo averiguaras por ti misma, te aseguro que son muy capaces de hacerte olvidar a cien como “tu Raúl”.
Ese fin de semana marcó un antes y un después en nuestra amistad y nuestra vida, pues esos dos tipos los hemos visto en otras ocasiones y todas memorables, además son un buen referente para valorar el sexo con otros hombres a los que vamos conociendo, ya veremos que sucede cuando tratemos de encontrar a la pareja “aconsejable o razonable”, posiblemente tengamos que cambiar la escala de valores.