Noche de viernes 4
Continúa nuestra noche con el cuarto preservativo
Después del tremendo polvo ante la cámara que nos acabamos de dar, te dejas caer en la cama exhausta, mientras yo me dirijo a recoger la cámara y la conecto al ordenador para empezar a procesar el video.
Una vez dejo el ordenador en marcha me acerco hacia ti y notas como poso mi mano sobre tu cuerpo, y voy acariciandote centimetro a centimetro tu piel.
Llevamos bastante tute así que nos quedamos descansando un rato en la cama, recorriendo nuestras pieles con las yemas de nuestros dedos, juntando nuestros labios en tiernos besos, recorriendo el perfil de nuestros labios y dientes con las lenguas.
Tras casi media hora de merecido descanso entre caricias y arrumacos vuelve a hacer acto de presencia nuestra amiga Lujuria, recorro con mis manos tu cuerpo, subiendo desde tus muslos, pasando a acariciar tu abdomen y finalmente recreandome en tus senos, estrujandolos y pellizcando tus pezones, después vuelvo a acercar mi cara a la tuya y te devoro los labios, esta vez con vehemencia, no con ternura, introduzco mi lengua en tu boca y tú respondes con la tuya. Estámos un par de minutos devorandonos la boca, y poco a poco separo mis labios de los tuyos y los dirijo a tu pecho, recreandome en cada centímetro de tu piel, tu ya vuelves a estar excitadísima después de todo lo que llevamos de noche, y yo, notando que tu respiración se entrecorta dirijo mis lametones cada vez más hacia abajo, directo al centro neurálgico de tu placer, hasta que, en cuanto llego a tu rajita y paso mi lengua por ella, explotas de placer, y yo aprovecho para introducir dos dedos en tu húmeda cavidad, moviendolos y agitandolos, buscando tu punto g, el trabajo combinado de mis dedos en tu vagina y mi lengua en tu clítoris logra el objetivo que me había propuesto y dejando escapar entre tus jadeos un grito gutural te corres salvajemente.
Pero yo estoy decidido a darte placer a un nivel que tu nunca hayas experimentado, y decidido a no parar continuo comiendote la rajita, lamiendote el clitoris y metiendo y sacando mes dedos de tu interior sin piedad hasta que alcanzas tu cuarto o quinto orgasmo. A estas alturas tú ya gritas sin ningún pudor y estás a punto de perder hasta el conocimiento.
Después de dejarte bién satisfecha, cojo el cuarto de los presevativos y rasgandolo con los dientes le quito el envoltorio, tú, solícita, te aprestas a colocarmelo usando tu boca, y una vez colocado, me coloco entre tus piernas, mirandote a los ojos, viendo como te muerdes el labio inferior y coloco la punta de mi glande en la entrada de tu cavidad y de un suave empellón te penetro, con un ritmo suave al principio, recreandome en los jadeos que provocan mis embestidas y poco a poco voy acelerando cada vez más alcanzando un ritmo más frenético.
Tras unos minutos de vaivén, ves que sonrio mientras miro tus nalgas y dejo ir un pequeño cachetazo en tus glúteos, en ese momento te miro a los ojos y te digo señalandote el trasero, este también tiene que ser mio. Tú sonries y sacándome de tu interior te das la vuelta y te pones a cuatro patas en la cama, me miras, sonries y dices "¡Adelante!".
Fascinado con tu culo perfecto me acerco al orificio de tu ano y le escupo y empiezo q restregar mi saliva, poco a poco deslizo un dedo dentro, mientras con la otra mano estimulo tu clítoris, poco a poco introduzco otro dedo en tu culito, y otro más, dilatando bien tu ano para acto seguido retirarlos y encauzar la punta de mi verga en el orificio de tu ano. Oigo como ne dices: "Ten cuidado, es mi primera vez."
Sonriendo al oir tu confesión comienzo a ensartar mi miembro poco a poco, dejando que tu cavidad aun virgen vaya acoplandose poco a poco a la forma de mi pene, retirandolo con cuidado y volviendo a hundirlo ganando cada vez más terreno inexplorado hasta que por fin consigo llegar al fondo de tus entrañas, y empiezo un movimiento de vaivén dulce, suave, notando como tu estrechez acaricia mi miembro y acelerando progresivamente mis embestidas.
Solo de notar mi miembro en tu interior y de darte cuenta de la situación hace que llegues a un orgasmo increible, le has dado a un tipo prácticamente desconocido la virginidad de tu trasero, esa que tantas veces tu marido te había pedido pero que no se la habías llegado a dar por miedo al dolor, dolor que te duró un solo instante y poco a poco, progresivamente fue tornándose un dulce placer hasta ahora desconocido para ti.
Continuo con las embestidas, cada vez más bestiales, prácticamente saco mi miembro completametne de ti y lo vuelvo a enterrar hasta lo más profundo de mi ser, hasta que de repente notas que de un empellón me he metido hasta el fondo de tu coño, y empiezo a alternar las embestidas entre tus dos orificios.
Tu ya no aguantas más, de tu ano y tu coño surge un torrente de electricidad que te recorre la espina dorsal directo al cerebro, vuelve a bajar, y tensando todo tu cuerpo estallas en el mayor y más brutal orgasmo que has tenido en tu vida, como si fueramos la más coordinada y mejor engrasada de las máquinas, entre los estertores de tu orgasmo yo tenso mi pelvis contra tu trasero y estallo, rellenando el preservativo con mi esperma mientras hinco con fuerza mis dientes contra tu hombro, dejandote la piel marcada con el molde de mis dientes.
Desmadejada contra la cama, cogiendo bocanadas de aire como puedes, te giras sonriendo y me preguntas: "¿Y aun nos quedan dos preservativos?"