Noche de viernes 1

Relato novelado de un encuentro que podría ser real

Viernes por la tarde noche, le dices a tu chico que has quedado con unas amigas para ir de farra, te pones algo sexy, te maquillas y te miras en el espejo, estás espectacular, tu chico no lo sabe pero has quedado conmigo, no con unas amigas, es una sorpresa que quieres darle, pues él siempre ha fantaseado con verte poseída por otro hombre. Sientes mariposas en el estómago, es la primera vez que vas a hacer esto y aún no sabes muy bien si no te acabarás echando atrás, pero la guerrera que hay en tí te dice que no hay vuelta de hoja, que vas a hacerlo, pero que por encima de todo, vas a disfrutarlo.

Te despides de tu chico dandole un besito en los lábios y diciendole que sea bueno, mientras piensas que tu no lo vas a ser, y ya empiezas a excitarte ;)

Bajas a la calle y acudes al punto de encuentro acordado, al verte, yo abro los ojos desmesuradamente y suelto un silbido... ¡Menudo bombón!. Te acercas y nos presentamos dándonos dos castos besos, y notas que el contacto de nuestras mejillas produce chispas de excitación, te abro la puerta de mi coche, como lo hacen los caballeros, y te montas.

Como ya hemos acordado antes por email, la cena y las banalidades las dejaremos para otro momento, tu estás deseosa de probar esta nueva experiencia, y yo más deseoso aún de probar tu dulce cuerpo, asi que encamino el coche dirección al motel Valle del Nilo, donde tengo reservada una habitación con jacucci.

De camino al hotel vamos charlando de cosas morbosas, de cómo son nuestras vidas sexuales con nuestras parejas, y casi sin darnos cuenta ninguno de los dos, mi mano se posa en tu rodilla desnuda y te va dando pequeñas caricias que van subiendo más y mas en dirección al centro de tu placer, pero el trayecto es corto y el juego no da para mucho, aunque tú ahora estás realmente caliente.

Tras registrarnos en el hotel y subir a la habitación nos ponemos cómodos, dejas el bolso y yo me acerco a ti por la espalda, te abrazo y pongo mi boca en el lóbulo de tu oreja, le doy pequeños mordisquitos, lo lamo y los estiro suavemente con los dientes, después voy bajando lentamente por el cuello y noto que tu respiración se vuelve irregular, más excitada, siguiendo un impulso te das la vuelta y me besas, nos besamos, con fuerza, con frenesí, con desesperación, entrelazando nuestras lenguas y dejandonos el alma en ello.

Aprovechando el momento de calentón, deslizo mis manos por tus hombros, dejando caer a los lados los tirantes de tu vestido, dejando a la vista tu pecho, cubierto por un sujetador muy sexy... ¡Oh Dios! ¡Tienes unos pechos increibles! Con mi mano libero una de tus tetas de su prisión de tela y me lanzo como un adicto a lamer tu pezón, a darle pequeños mordisquitos y pellizcos, en estos momentos tu ya estás jadeando sin control, y la humedad empieza a acumularse en tu entrepierna.

De un tirón dejo caer tu vestido al suelo, me separo de ti y me recreo con la vista, estás preciosa, el tanga a juego con tu sujetador es sencillamente espectacular, y la teta que yo he sacado tiene el pezón durisimo y apuntando alto, en tus ojos se adivina la lujuria y te muerdes los labios.

Sin decir nada, te arrodillas enfrente mio y me quitas el pantalón y los calzoncillos de un tirón, estás desesperada, caliente, y ante ti cuelga, dura ya como una piedra, mi verga, anhelante de tus labios y tus mimos. Mirandome a los ojos, cojes mi miembro y lo entierras dentro de tu boca, disfrutando con las palpitaciones que hacen chocar mi miembro contra tu paladar, juguetonamente rodeas mi miembro con tu lengua, lo succionas, lo chupas y lo lames, te gusta notar la dureza dentro de tu boca, en este momento te sientes sucia, engañando a tu marido, te sientes una guarra, una puta, y te gusta, te excita y aceleras el ritmo de la mamada mientras me miras con ojos llenos de lujuria.

Te hago parar, no quiero correrme tan rápido, te levanto del suelo, y te dejo caer sobre la cama, me situo entre tus piernas y descubro un coñito delicioso, recién depilado, y manando cantidades indecentes de flujo vaginal, estás realmente muy excitada. Mirandote a los ojos, al igual que hacías tú, saco mi lengua y comienzo a recorrer tu rajita, lamiendo y succionando tu coñito, pasando mi lengua con fuerza por tu hinchadídimo clitoris, tus jadeos ya se han convertido en grititos de placer, y mientras continuo lamiendo introduzco dos dedos dentro de tu humeda cavidad, y los muevo ritmicamente consiguiendo que te corras hasta 3 veces hantes de hacer que pare de devorarte, estás a punto de perder el sentido, momento en el que aprovecho y saco el primero de los 6 preservativos que trae la caja, va a ser una noche larga y divertida...

Te ayudo a darte la vuelta y coloco una almohada bajo tu vientre, ayudando a tu culito a elevarse un poco, para facilitar la penetración, y poco a poco, ayudado por mi saliva y tu propia lubricación voy metiendo mi miembro en tu coñito, llenandote, haciendo ver el cielo. Nuestras respiraciones se acompasan y empezamos a movernos rítmicamente, cada vez más rápido, tu ya has decidido no reprimirte y lanzas gritos, te da igual si hay o no hay vecinos, tu ya te has convertido en una máquina de fabricar orgasmos, y no paras de gritar pidiendome que te diga guarradas, hasta que llega el momento que no puedo más y me corro como un salvaje cayendo derrotado sobre tu espalda, te giras, sudada como yo, como si hubiesemos corrido una maraton, y nos besamos, lamiendo nuestras lenguas, y me preguntas

-¿Has traido eso?

-Tranquila queda mucha noche... Y mientras digo esto me dirijo al teléfono y llamo al servicio de habitaciones, y les pido champán y fresas mientras me quedo mirando el jacucci y sonrio...