Noche de verano

La cena de empresa acaba de manera completamente inesperada para María... ¿ O más bien empieza la noche?

Mi mujer y yo no éramos mucho de discutir pero aquella noche la cosa parecía que la cosa iba subiendo enteros.

  • Me habías prometido que me ibas a acompañar. No sé a qué viene ahora tu negativa.

  • bueno mujer no te pongas así… a fin de cuentas es la cena de tu trabajo y no conozco a mucha gente.

  • Oye yo, yo voy a las del tuyo y no pasa nada. ¿Por qué narices no puedes venir tú a la mía?

En el fondo llevaba razón. Lo que pasaba es que no aguantaba mucho a sus compañeros de trabajo e imaginarme que esa noche tenía que compartir mesa y copa con ellos me ponía un poco malo. La verdad es que la presencia de María me incitaba a ir. Estaba guapísima. Llevaba un vestido negro de punto de los que se atan al cuello y unos zapatos de tacón. Sus tetas y su culo quedaban espléndidamente resaltados con el vestido.

  • La verdad que no te entiendo ni un poquito. Llevas dos semanas diciéndome que ibas a ir a la cena y ahora te arrancas una hora antes con qué no vas.

-  Venga mujer, sí seguro que te lo vas a pasar mejor con ellos que conmigo…

Me echo una mirada de furia y de despecho… de esas que te dicen que la cosa anda muy cerquita de la erupción.

  • Desde luego no pienses lo contrario… pienso pasármelo fenomenal-

Dijo fríamente. Cogió su chaqueta y su bolso y sin despedirse ni decir “esta boca es mía”, dando un portazo, se fue. Me dirigí a la habitación meneando la cabeza, triste en el fondo porque se hubiera marchado así. De repente, vi una cosa encima de la cama. La cogí. Con el cabreo, su tanga negro, se había quedado encima de la cama… joder y encima va sin bragas…

  • Venga Mary, ¿qué te pasa?... No pongas esa cara de enfurruñada que  llevas así toda la noche… Con lo alegre que tú eres…

El que hablaba así era Germán, el compañero cuarentón de María.

-Nada Germán, tonterías… He terminado discutiendo con mi marido y al final no ha venido a la cena ni nada.

  • Mujer no sé de qué te extrañas… ya sabes que yo e notado que no le caemos muy bien a tu marido.

  • Ya, pero me lo había prometido y si te digo la verdad es una cosa completamente irracional. No entiendo porque le caéis mal si no le habéis hecho nada.

  • A ver chica, te voy a decir una cosa. En el fondo le comprendo. Si tuviese semejante monumento 8 horas continuamente con gente como yo desde luego no me caerían bien… ¡ja, ja, ja…!

-Eres un idiota, Germán. En el fondo al final vas a terminar alegrándome la noche.

  • Tú y tu marido si que me vais a alegrar a mí la noche. Tú por venir y tu marido por no venir… ¡Camarero, otro ron con Coca Cola y lo mismo para la señora!... bueno, señorita que estas que crujes, María…

  • Eres un ganso y no sigas por ahí que me vas a sacar los colores.

Germán echó un vistazo a María de manera absolutamente descarada.

-Eres de un discreto…

  • A ver… ¿qué quieres que le haga?... además, con eso de que no llevas braguitas…

María abrió los ojos como platos. Se palpó las caderas…

  • ¡Mierda!... ¡ Con la discusión se me han…! ..Pero... ¿cómo sabes…?

Por respuesta Germán le enseñó la foto de grupo que se habían hecho antes de entrar al local. El flashazo hacia resaltar la piel de María sobre el vestido negro. Y claramente, demasiado claramente se veía que no llevaba ropa interior.

-Tranquila, María, que tu secreto está a salvo conmigo. Y aunque digas lo contrario, creo que me querías alegrar la noche…

  • ¡Bobo!...Me has asustado...- tomó un largo trago de su copa- ¿Sabes que te digo?... Que mi marido se lo pierde…Ya se lo dije, que esta noche pensaba disfrutar a base de bien…

Germán apoyó su mano sobre el muslo de María. Acercó muy lentamente su boca al oído de ella…

  • Vaya, me alegra mucho oírte eso…

Y mordió muy suavemente el lóbulo de su oreja. A María se le erizaron todos y cada uno de los pelos de su cuerpo…

A pesar de que me había hecho una cena rica y estaba viendo mi película favorita, de la manera en que se había ido María no me permitía disfrutar mucho de la cosa. En el fondo me daba pena. Había dejado que mis sentimientos hacia sus compañeros me impidieran pasar una noche de puta madre con ella. El imaginarme con ese vestido tan ceñido y sin braguitas había hecho que al final perdiera el interés por lo que estaba haciendo. Estaba guapísima. Me hubiese podido ir a cenar con ella y la hubiéramos podido terminar follando como locos… en fin, que se le va hacer. Se me ha quitado el apetito, se me han quitado las ganas ver la película y ahora mismo solo estoy pensando en ella. Cogí mi móvil y le mandé un mensaje por el wasap: “cariño. cómo va la cena? sigues enfadada conmigo? L”.

María siempre había pensado que los baños de los bares eran siempre un sitio muy sórdido para practicar el sexo. Olor a orina. Higiene más que cuestionable… Antonio se lo había propuesto alguna vez ero bien por la vergüenza a ser pillados o bien por el asco, nunca se había animado. No sabía si el cabreo con su marido, la cantidad de copas o el imaginar que Germán sabía que iba sin bragas habían terminado por convencerla de que era un sitio tan bueno como otro cualquiera. Pensaba todas estas cosas mientras estaba en cuclillas y lamía la polla de Germán, brillante ya de saliva. Este, resoplando la agarró del pelo y la para morrearla e introducirle la legua en la boca. Ella respondió entrelazando la suya con la de él.

El vestido había quedado por encima de su cintura. Germán alucino cuando descubrió que iba completamente depilada.

  • ¡joder, María!... y pensar que tienes una pinta de niñita buena en el trabajo. ¡ Lo llevas como una actriz porno!

María se había excitado aún más oyendo estas palabras. Jamás había puesto los cuernos a su marido pero esa noche estaba excitadísima. Mientras tanto German continuaba amasándole el culo a dos manos sin dejar de morrearla aunque de vez en cuando introducía sus dedos entre sus delicados labios menores.

-¡Cojones, María te vas a quedar deshidratada!, ¡si estás chorreando… te está bajando por los muslos!

  • ¡Calla ya y sigue besándome!

Notaba como si los pezones fueran a reventarle el sujetador y pajeaba a Germán con una mano. Mientras comenzaba a besarle en el cuello le hablaba…

  • oye Mary, creo yo que habrá algún sitio mejor que un retrete para que continuemos… ¿no?... ¿y si viene alguien del curro?...

María, mientras pajeaba suavemente su polla por un momento pensó, entre divertida y escandalizada, si entraba alguno de sus compañeros y la descubría así… la verdad que ninguno se había dado cuenta cuando se iban metiendo por el baño…

  • Pues no sé qué decirte… Como tú comprenderás a mi marido no creo que le haga mucha gracia que nos vayamos a casa…

Mientras tanto Germán continuaba acariciando su clítoris con una mano y masajeando el ano con la otra, arrancando un suspiro a María.

-Pequeña, yo creo que podemos hacer una cosita… por aquí cerca vídeo un amigo mío y creo que podíamos continuar la fiesta en su piso…

La excitación subía por momentos. María notaba como su vagina se convulsionaba de placer mientras Germán continuaba jugando con su clítoris y le iba dando pequeños besos en la boca…

  • No me dejas pensar con claridad… ¿qué va a pensar tu amigo si nos presentamos?

  • Mi amigo es muy liberal… tú no te preocupes, preciosa…

María volvió a meterle la lengua hasta la garganta mientras su teléfono pito con la llegada de un mensaje de WhatsApp…

Desde luego María tenía que estar cabreada de cojones… la había mandado 3 o 4 mensajes y no me había contestado. María es una de esas personas que está continuamente enchufada a su teléfono móvil así que es imposible que no se hubiese enterado de que estaba mandándole mensajes. Pero en el fondo creo que me lo merecía… Durante un mes había la había visto muy ilusionada con su cena de verano del trabajo y yo desde luego no había hecho nada para quitarle la idea de que iba a terminar yendo a la cena. No sabía muy bien qué hacer…A las horas que eran me imaginaba que la cena había terminado y sabía más o menos por dónde iban a ir de copas.

¿Qué hacía?... ¿Me animaba o no? Si iba a quedar un poco como un gilipollas cuando me presentará allí, delante de sus amigos y compañeros después de no haber ido a la cena finalmente.

Me decidí. Me puse mi cazadora y bajé a la calle.

María se encontraba encima de Germán. Este con su pene enfundado en un condón se introducía con movimientos lentos y pausados en su encharcado coño. Si alguien hubiese podido mirar por detrás hubiese visto el ano y los muslos de María completamente brillantes de flujo. Se encontraba excitadísima al notar el inflado rabo de Germán dentro de ella. Se estaba volviendo medio loca…

no es que fuese especialmente más grande y más gorda que la de su marido ni tampoco más hábil que él pero en 20 años jamás le había sido infiel y el pensar que alguien estaba “entrando” en un terreno en el que solamente Antonio había entrado la excitaba muchísimo más.

Germán le amasaba las tetas y le pellizcaba los pezones. Normalmente lo de los pezones le molestaba pero el deseo podía más que el dolor. Una frase le vino a la cabeza: “Caliente como una perra”.

Continuaban besándose con absoluta lujuria, morreándose como locos como si fuesen una pareja de enamorados de 15 años aunque María en un momento dado paró.

-¿Qué pasa, pequeña…?- preguntó mientras su rabo perforaba una y otra vez lentamente pero sin desfallecer su congestionada vagina.

  • joder, Germán, ¿es que tiene que estar ahí?

Los dos dirigieron la vista a un lado. El amigo de Germán estaba sentado en una silla, mirándoles fijamente, sin decir una palabra. Se había sacado la polla y se estaba pajeando pausadamente.

  • Bueno cariño, la verdad es que la casa es suya y no iba a decir que se fuera. Le has gustado bastante y me ha pedido quedarse a mirar…- Le dijo mientras la besaba.

María movió sus caderas para maximizar la penetración.

-Ya… pero creo que con la infidelidad a mi marido… (Penetración brusca. Gemido profundo)… a mi marido, he llegado a mi tope esta noche… Lo de convertirme en espectáculo de sex… (Beso lujurioso profundo)…shop para tu amigo me parece un poco fuerte.

Volvió a gemir y arqueó el cuello hacia atrás cuando Germán le introdujo un poco más dentro su rabo, al tiempo que se llevó un pezón a la boca y lo succionó como si le fuera la vida en ello.

  • Vamos, Mary… ¿no será que eres un poquito racista?

El amigo de Germán se llamaba Abdul y era magrebí.

María por un momento paró, irguiéndose sobre Germán.

-No seas idiota. Sabes que no es por eso. Me da lo mismo que sea marroquí, que sea venezolano o de Móstoles. Jamás me he puesto a hacerlo con otra persona delante.

-Le gustas un montón, cariño, mírale…

Se fijó como la mano del marroquí subía y bajaba su prepucio mostrando un glande hinchado, colorado, brillante, congestionado, a casi a punto de reventar…

  • Vamos, cariño, ¿No podrías dejarle un poquito?... porque si quieres lo dejamos y nos vamos…

  • No seas cabrón…Tu no te sales de aquí- Se empaló hasta casi la matriz para impedir que Germán se saliera y volvió a morrearle.

Ya no pensaba con mucha claridad. Germán comenzó a arreciar su follada. María comenzó a gemir más fuerte. Notaba un nuevo orgasmo. Se iba a volver a correr como una puta…No, mejor como una zorra…

-Mary, cariño- le dijo al oído muy suavemente, mientras la perforaba con fuerza- te tengo que decir dos cositas. La primera es que este es el último condón. La otra es que ya que Abdul se queda…

El grito de placer de María escapó por la ventana mientras su teléfono comenzó a vibrar de nuevo en su bolso…

Llegué hasta el restaurante donde habían estado cenando. Tenía ya casi los cierres echados pues era ya bastante tarde. El dueño muy amablemente me indico que había oído hablar a la gente ir a un local de copas bastante cercano así que me dirigí hacia allí.

Al llegar eché un vistazo por si conocía a alguien pero no vi a nadie conocido. Pregunté al camarero pero me dijo que no había venido ningún grupo grande de personas. Entré al pub de al lado. Vi un par de caras conocidas, compañeros de María. Parecía que había dado en el clavo aunque hablando con uno de ellos que estaba bastante bebido me dijo que al final se habían separado en varios grupos. Pregunté por mi mujer y me contó que la había visto con otro grupo pero que finalmente se habían separado. Volví a salir a la calle.

Me daba la impresión de estar haciendo un poco el gilipollas. Cogí el teléfono y llamé a María a ver si me podía decir dónde estaba. el teléfono sonó pero nadie lo cogió. ¿Dónde se habrán metido estos? Continué andando calle abajo. Llegué a otro bar donde el dueño que era conocido mío. Había visto a María con un grupo de personas pero en un momento dado, les había perdido la pista. Otra vez a la calle. Más por costumbre que por otra cosa llame de nuevo. Mientras sonaba el teléfono, un grito de placer se oyó por una de las ventanas… Ahí si que se lo estaban pasando bien. Nadie cogió el teléfono.

Si alguien le hubiese dicho a María que esa noche iba a terminar haciendo lo que iba a estar haciendo, jamás en la vida se lo habría creído.

Siempre había pensado que era una persona bastante convencional en el sexo. Si, lo practicaba de lo que era más habitual de la media y se encontraba plenamente satisfecha. Su relación era en el de cualquier otra cosa menos aburrida, sin estridencias ni “cosas raras” pero que esa noche iba a terminar enculada a pelo por un marroquí al que apenas conocía jamás se le hubiese pasado por la cabeza…

Después de la petición de Germán y al estar tan excitada que hubiese dicho que sí a montar un dúo lésbico con tres prostitutas de la calle, le dijo que si sin ni siquiera pensarlo. Este se corrió en el condón. Mientras se recuperaba, Abdul, que se encontraba al 110%, ocupó el sitio de German. Besándola como si fuera su novia la penetró a pelo, tal como le advirtió German. Estaba excitadísima. Su vagina chorreaba mares. Cualquiera diría que se había meado. Mientras Abdul la seguía follando y exprimiendo sus tetas, consintió a petición de Germán en meterle la lengua por el culo. Automáticamente se puso como una moto y su rabo, duro como una estaca de acero.

Así que mientras continuaba siendo follada por el marroquí, Germán se situó detrás suya y casi sin previo aviso y simplemente con el concurso de sus fluidos vaginales, comenzó a empujar su inflado pollón por el ano.

Practicaba sexo anal muy de tarde en tarde y le gustaba. No la volvía loca pero le gustaba. Pero le gustaba que la prepararan. Poco a poco.

Cuando notó el cipote abrirse paso a través de su recto, volvió a correrse .El marroquí no decía ni una palabra. Descargaba en su coño o en sus intestinos y se apartaba a ponerse de nuevo a tono. Mientras, Germán, también iba dejando su grumo dentro de ella. La trataba como una princesa y como una puta. Y le encantaba. “Vamos, putita mía, muévete, venga, deja que Abdul te empuje la mierda”.

Entre orgasmo y orgasmo, sentía que se iba llenado como una botella. No la importaba.

Una vez Germán descargaba en el ojete, otra vez Abdul en su congestionada raja. Parece que les daba lo mismo encontrarse sus orificios llenos. Les daba lo mismo. Los tres eran absolutamente insaciables. Finalmente, Germán le rellenó por última vez el culo. La besó tiernamente y a trompicones se dirigió al baño. Abdul la tumbó boca arriba. La empaló su empantanado coño. Como una charca de ranas. Lentamente, muy lentamente la iba follando mientras literalmente ordeñaba sus tetas. María le acariciaba la cara. Notaba que lo que le iba a venir ahora era la traca final. Los títulos de crédito. El Adagio finale. Muy suavemente, casi con lágrimas en los ojos pidió a Abdul que se corriera. “Por favor, córrete, córrete, porfavorporfavorporfavor…”

En toda la noche había abierto la boca. Solo lo hizo en ese momento…

-Putita blanca, te voy a preñar… te voy a rellenar hasta la matriz. Vas a tener bastardos míos…Siente mi leche… ¡Siéntela!

Y la sintió. A pesar de tener su vagina a rebosar, llena de espuma espermática, notó como Abdul se vaciaba en su interior… Como si la barnizara con algo cálido… Hasta podía notar como sus espermatozoides nadar, buscando su útero…

María, agarrada a su cuello, con los ojos cerrados por donde se le escurrían lágrimas, sonrió… Notó como si dentro de su cabeza estallaran fuegos artificiales y luego… nada…

Me recorrí todos los bares que podían haber ido pero la verdad que era como encontrar una aguja en un pajar… y menos mal que no me estaba viendo nadie porque desde luego, el gilipollas, lo estaba haciendo a base de bien. La había llamado varias veces pero o bien continuaba más cabreada que una mona o bien no podía oír el teléfono al llevarlo en el bolso… En fin, que se le va hacer…

Decidí volverme a casa. Cuando me dirigía a recoger el coche vi como unos chicos alborotaban al pasar una mujer. Me imagino que, o bien era una prostituta o bien, una choni porque al gritarle algo, la chica les contesto con una risotada y levantándose la falda les enseño el culo, palmeándoselo… que vaya pedazo de culo gastaba…

Ya ni siquiera realice ninguna llamada más

A las 5:30 María abrió los ojos de golpe. Por un momento se encontró completamente desorientada. No sabía muy bien donde se encontraba ni cómo había llegado hasta donde había llegado. Al fin, poco a poco las ideas se le fueron aclarando.

A un lado se encontraba Germán durmiendo y al otro suyo, se encontraba el marroquí también roncando ligeramente. La habitación a pesar de tener el balcón abierto apestaba a semen y sudor. María se levantó y se tocó un poco la cabeza. Notaba un poco de mareo. Entre el olor, el calor y el mareo se le levantó un poco el estómago. Dio una arcada pero no podía separar sus manos ni del coño ni del culo. En cuanto se levantó, noto un torrente de algo que le fluía por sus orificios… No sabía muy bien si iba a vomitar así que, con cuidado, para no despertarles y a trompicones llego hasta el baño. Se sentó en la taza. Notó como un auténtico rio manaba de vagina y ano. Hasta se oía cuando chapoteaba en el agua del wáter.

Se echó agua en la cara. Parecía que las arcadas ya se le iban pasando. A pesar de haber estado sentada un rato, continuaba escurriendo lefa así que tuvo que sentarse de nuevo y aprovechar a vaciar explosivamente su vientre de una mezcla de mierda y semen.

Viéndose allí sentada en el váter, comenzó a reírse quedamente.

  • Joder, desde luego quién me iba a decir que la noche  iba a acabar así: en la casa de un desconocido follada por el coño y por el culo por mi compañero de trabajo y su amigo y cagando lefa como una ninfómana…

Cuando logro acabar se levantó de la taza y se metió en la exigua ducha para tratar de limpiarse lo mejor posible. El ano le latía con pulsaciones dolorosas. Con un espejo vio que tenia un aspecto hinchado y tumefacto, con los bordes para fuera… cuando pasó su mano noto un escozor: “Tanto va el cántaro a la fuente que al final se rompe… el culo”.

Después de secarse pudo recuperar sus zapatos, su sujetador, su vestido y su chaqueta. Con el pelo aún mojado, echando una última mirada a los durmientes, se acercó a ellos y con cuidado, les dio un suave beso en los labios. Ninguno se despertó.

Fue calle abajo para buscar a un taxi. Unos chicos salían de un pub bastante bebidos; de alguna fiesta fin de curso o algo de eso.

-¡¡ Tía buena, maciza, culona… vente con nosotros que te vamos a hacer un trabajo fino!!

  • ¡¡Joder tía, vaya culo que tienes… para forrar pelotas!!

María, riendo, dudaba que fueran hacerle mejor “trabajo” que hacia una hora así que, para rematar la locura de esa noche y pensando sé que estaba muy, pero que muy traviesa cogió se levantó la falda y les enseño el culo al tiempo que palmeaba las nalgas.

-¡¡Pipiolines, esto no se ha hecho para adultos. Volved cuando crezcáis!!

Y soltando una carcajada se dirigió a una glorieta a coger un taxi. Cuando este le recogió le dio la dirección de su casa pero “por favor, me puede pasar antes por una farmacia”… que estaría excitada pero no era cosa de dejarse llenar la tripa con los hijos de otros. Cuando se sentó en el coche vio que tenía 12 wasaps y 12 llamadas perdidas.” Bueno, ya no tiene ninguna importancia. Me vuelvo a casa y a estas horas este ya debe estar dormido”.

Cuando llegue a casa, comprobé que María todavía no había vuelto. Ya se sabe que cuando uno sale de noche termina volviendo a la amanecida…

Dio la casualidad de que justo en cuanto me había metido en la cama y había apagado la luz, oí cómo giraba la llave en la puerta hoy como andaba por el pasillo y se metía en el baño. Al fin note como su cuerpo desnudo se introdujo en la cama. Me hice el dormido aunque tenía unas ganas enormes de abrazarla, chuparla los pezones y follarla como realmente se merecía o más bien como me lo merecía yo… Bueno en realidad ni me lo merecía porque la verdad había hecho un poco el gilipollas esta noche…

El taxi la acercó hasta una farmacia de las de 24 horas. No tardaron nada en darle lo que pedía. Se tomó la pastilla del día después y volvió a montarse en el taxi para regresar a su casa.

Mientras iba para allá fue pensando en lo que había sucedido esa noche. ¿Había sido realmente infiel? Ella era la que tenía que poner excusas mentales para no sentirse mal… Bueno en realidad no era infidelidad: no sentía amor por Germán y mucho menos por Abdul al que solo le había conocido durante unas horas. Se encontraba muy excitada, muy enfadada y muy bebida… No estaba mal de darse un homenaje de vez en cuando.

No, no se sentía mal porque no se sentía infiel. Ella seguía queriendo a Antonio y le seguía deseando… ¡Y joder, se había comportado como un gilipollas!... era una pena que no supiera nunca lo que había pasado esa noche… Tampoco era cruel y no quería destrozar su relación. Además, de esta manera además había rebajado su cabreo y su enfado contra él.

Por fin llegó a casa. esta estaba a oscuras así que se dirigió al cuarto de baño, echó la ropa para lavar, se lavó los dientes y completamente cansada y extenuada, con una deliciosa palpitación en su vagina y otra un poco más dolorosa en su ano se metió en la cama completamente desnuda. Antonio debía estar durmiendo ya desde hacía horas.

Completamente relajada, sintiendo el calor del cuerpo de su marido y ronroneando como un gato, se durmió profundamente