Noche de tormenta
Una noche de tormenta no parece el momento ideal, pero dos años sin sexo hicieron que acabáramos con un maravilloso orgasmo los dos
SORPRESA EN NOCHE DE TORMENTA.
El relato que trataré de contar esta basado en una historia real ocurrida a finales del verano de 2005 en una aldea cerca de Rianxo. Hace 11 años, nuestro protagonista tenía 17 a punto de cumplir los 18 y su madre 38 años. Me fue contada de forma muy escueta una noche de cena de empresa, después de unas cuantas copas por el propio interesado, le he dado un poco de vida, pero en esencia, esto es lo que ocurrió :
Juan se despertó de forma abrupta al escuchar un ruido estremecedor como si casa se derrumbara y los gritos de su madre tremendamente asustada.
-¡¡JUAN, JUAN, VEN, CORRE!!.
Me levanté lo más rápido que pude y me dirigí a la habitación de mi madre. Cuando llegué a su habitación estaba sentada en la cama, con los ojos como platos, las manos cruzadas sobre el pecho, temblando como una hoja al viento. Subí a la cama y la abracé con fuerza. Me rodeó con sus brazos y se echó a llorar.
-Mamá, no pasa nada, ya estoy aquí, no te asustes, es solo anua tormenta. Ya está pasando.
En ese momento un nuevo relámpago, seguido casi al instante de un nuevo trueno, sonó como si el cielo se abriera justo encima de nuestras cabezas. Los cristales y las persianas de la ventana del dormitorio vibraban aumentando la sensación de que todo se quebraba.
-Juan, tengo miedo, mucho miedo, esta tormenta parece que no va a pasar nunca. Desde que se fue tu padre hace dos años, siempre que hay tormenta dormimos juntas tu hermana y yo, pero hoy ella está en Orense con tu padre. Me he asustado mucho.
-No te preocupes mamá, me quedo un rato contigo, hasta que pase la tormenta.
-Hijo, quédate a dormir aquí, no sé lo que va a durar esto. Sabes que las tormentas me asustan mucho, no tengo miedo al viento, pero los rayos y los truenos me desquician y no puedo soportarlo. Mientras tu padre estuvo en casa, cuando había tormenta siempre tenía su apoyo y su hombro para acurrucarme. Tu hermana también tiene miedo y en las noches de tormenta nos apoyamos la una en la otra, pero hoy estoy sola y tengo mucho miedo.
-No te preocupes mamá, me quedo a dormir contigo.
Nos acomodamos, nos tapamos con la sábana y mi madre apoyó su cabeza sobre mi hombro, la rodeé con mi otro brazo, para darle cobijo, una sensación de seguridad. Eran las tres y media de la madrugada y la tormenta seguía con rayos y truenos, poco a poco se iba alejando, cada vez había mas distancia entre el rayo y el trueno y cada vez se oía más lejos, pero a cada uno, mi madre se apretaba un poco más contra mi cuerpo, como buscando esa seguridad que siempre tuvo y hoy no encontraba.
Me desperté sobre las seis de la mañana con una sensación extraña, mi madre estaba abrazada a mi, su brazo derecho abrazaba mi cuello, el izquierdo rodeaba mi espalda, su boca en mi cuello, su pecho aplastado contra el mío y su vientre como una lapa sobre el mío. Su pelvis hacía presión sobre la mía. Desplacé mi brazo derecho sobre su espalda y de forma inconsciente la apreté más contra mi cuerpo. Un suspiro salió de su boca, al tiempo que de forma muy suave me daba un beso en el cuello. Apreté un poco más y ella hizo lo mismo, sobre todo movió su pelvis en busca de la mía.
Aquello hizo que mi cuerpo reaccionara y mi miembro empezó a dar señales de vida propia. Me puse muy nervioso, la respiración y el corazón se me dispararon, algo que no pasó desapercibido por mi madre, la cual se apretó más si cabe y me dio un nuevo beso en el cuello.
Moví mi cabeza y busqué su cuello y le dí un beso a ella, acaricié su cabello y con la otra mano apreté su espalda contra mi cuerpo, bajé la mano y llegué a su culo, no encontré braga puesta, lo cual hizo que mi polla creciera más, cosa que ella notó y se movió para sentir mi erección.
-Mamá, ¿está bien lo que estamos haciendo?, te noto excitada, yo tengo una erección de caballo, pero somos madre e hijo. No está bien que nos pase esto.
-Calle, no digas nada más. Lo sé, esta mal, pero llevo dos años sin tener ningún tipo de relación con ningún hombre, desde que tu padre me dejó no he vuelto a estar con ninguno. Lo he intentado un par de veces pero no he sido capaz, siempre me entra miedo.
-Mamá, eres joven, tienes buen tipo, 165, 63 kgs, una figura estupenda, te lo confirmo porque algunos de mis amigos te miran con ganas de..., bueno, ya sabes.
-¿Con ganas de qué?
-Mamá, no te hagas la despistada, sabes que algunos te miran con ganas de acostarse contigo, algunos se ponen como burros cada vez que vienen a casa, ¿no los ves?, se les pone un bulto en el pantalón, porque salen con una erección tremenda, sobre todo cuando pones un café y por despiste enseñas las piernas, a veces se te ve el tanga que llevas puesto. Mamá, que los pones a cien algunos días.
-¿Por eso hay dos que siempre vienen a buscarte a casa
-Claro mamá, por eso vienen a buscarme y verte y salir con ganas de follarte.
-Hijo, que bruto eres.
-No mamá, no soy bruto, ellos se ponen como burros, pero yo tampoco sería la primera vez que me pasa, claro que yo tengo más motivos, algunas veces que andas por casa solamente con un tanga, sin sujetador, te veo esos hermosos pechos que tienes y ese culo de infarto y me vuelvo loco.
-¿Te masturbas pensando en mi?
-Alguna vez lo hice, si.
Su mano descendió suavemente por mi espalda hasta tocar mis nalgas, pero no se detuvo. Siguió su camino hasta delante y acarició mi polla por encima del pantalón de pijama. Sus labios buscaron los míos y me dio un suave beso. No pude evitarlo y cuando su mano rozó mi sexo empujé hacia delante, como buscando más intensidad en su caricia, su mano aferró mi pene y lo apretó con firmeza. Era ya todo imparable.
Mis labios buscaron los suyos, su lengua acarició los míos y pidió permiso para entrar en mi boca y fundirnos en un beso apasionado. El primer gemido salió de sus labios, o por su nariz, aquel hummmmmmmm, y el gesto de apretar su pecho con fuerza contra el mio, fue el pistoletazo de salida. Tiré de su camisón hacia arriba y la dejé desnuda del todo, ella metió la mano por dentro de mi pantalón para buscar la caricia con toda su intensidad. Mis manos buscaron sus pechos, dios, eran perfectos, medianos, con los pezones duritos. El tocarlos fue como tocar el cielo. Era algo que había soñado, era algo que estaba en todas mis fantasías cuando me masturbaba pensando en mi madre. Acaricié su espalda, bajé hasta su culo, acaricié sus nalgas, busqué la abertura entre ellas para intentar llegar a su sexo desde atrás.
Mi madre me indicó me pusiera de espaldas en la cama, empezó a besar mi pecho, fue bajando hasta mi vientre, bajó hasta mis rodillas, empezó a subir besando y acariciando cada centímetro de mis piernas, aquello era hermoso, excitante y algo nuevo para mi. Llegó con sus manos a mis testículos, los acarició, los palpó, los cogió en sus manos como si fuera un tesoro y acercó su boca y empezó a besarlos, metió uno en la boca y lo chupó, luego el otro y lugo empezó a subir dando besitos y lametones a lo largo de mi polla. Aquello era algo que nunca me habían hecho. No era como las chicas de mi edad, no, era la voz, bueno mejor el tacto de la experiencia. Su boca se abrió y cogió con suavidad la punta de la polla y la fue chupando, poco a pococ, primero la mitad de la cabeza, vuelta a empezar y ahora toda la punta, vuelta a empezar y un poco más, así fue repitiendo cada movimiento hasta que toda la polla estuvo dentro de su boca.
Todo aquello era nuevo para mi, mi madre si dio cuenta y sacando la polla de su boca me dijo que aquello era solo el principio. Huaaaaaaa, que maravilla.
Mi madre, al ver mi poca experiencia, cogió mis manos y las colocó sobre sus pecho y me dijo que se los acariciara, con suavidad, haciendo una ligera presión con los dedos sobre todo el pecho y centrándome en los pezones. ¡Vaya lección estaba aprendiendo para con Sofía, mi novia!
Cuando la excitación estaba próxima al clímax, mi madre soltó mi polla y se subió sobre mi cuerpo acercando su boca a la mía, dándonos un beso apasionado y pidiéndome bajara a comerle el coño.
-Cariño, ahora te toca a ti ir bajando desde mi cuello, mis pechos, mi vientre y hasta mi sexo, ¿no los has hecho nunca?
-Si, claro que sí, con Sofía, pero no sé si sabré con tanta experiencia como tú.
-No te preocupes, te iré guiando para que lo hagas con suavidad, para darme un gran placer y así aprenderás para hacérselo a otras. Es importante que sepas como hacerlo y como hacernos llegar a un orgasmo solo con la lengua. Es algo que las mujeres agradecemos.
Mi madre se puso de espaldas en la cama, abrió un poco las piernas para que me acomodara entre ellas y empecé a besar su cuello, sus pechos, en donde me centré en sus pezones, los noté sensibles, muy sensibles. Cada vez que los besaba, los chupaba un poco fuertes o los mordisqueaba suavemente, mi madre suspiraba al tiempo que decía:
-Sigue, sigue, así, lo haces muy bien.
Fui bajando a lo largo de todo su cuerpo hasta llegar a su sexo, lo tenía con un pelo que se notaba cortado, pero no afeitado. Olía maravilloso. Había hecho sexo oral son Sofía alguna vez, pero yo sabía que no había sabido llevarla hasta el orgasmo, algo me faltaba por aprender. Estaba seguro que después de la sesión de hoy con mi madre, la próxima mi novia llegaría al orgasmo. Mi madre me cogió la cabeza con sus manos y me fue guiando hasta que llegué con mi lengua a su sexo, me indicó como tenía que hacerlo hasta llegar a su clítoris, lo suave que tenía que ser al principio, aquello era un botón con miles de terminaciones nerviosas y que había que tratar con gran suavidad.
Mi lengua acarició primero los labios, lametones largos desde abajo arriba, suaves pero entrando entre los labios. Luego acariciando la entrada de la vagina, suave y con pequeñas penetraciones con la lengua, luego subiendo un poco más hasta llegar al botón dorado, círculos al rededor, uno, dos, tres..., luego pasar la lengua por encima con suavidad, poco a poco ir subiendo la intensidad, volver a recorrer todo el sexo, volver al clítoris y cogerlo con suavidad entre los labios. Mi madre temblaba y apretaba o separaba mi cabeza de su sexo, para que la caricia fuera más suave o con más intensidad, poco a poco su respiración se hizo más entrecortada, su pelvis subía y bajaba de forma controlada al principio, pero poco a poco, sus gemidos eran más fuertes y los movimientos de su pelvis mas vigorosos, apretaba mi cara contra su sexo hasta que un gemido salió de su boca, apretó mi cara y la mantuvo quieta, aquello era el primer orgasmo de una comida de coño por mi parte. Mi polla se puso como el mástil de un velero, a plena potencia.
-Caray hijo, que lengua tienes, que labios y que boca, me has llevado hasta el infinito con tus caricias.
-¿Lo hice bien mamá
-¿Bien?, ha sido maravilloso, para ser la primera vez que lo haces, me has llevado hasta el infinito. Hummmmmmmm, que placer me has dado. Vamos cielo, ponte un preservativo y vamos a continuar. Estoy deseando sentirte dentro, como seas tan bueno con eso como con la boca, vas a tener cola.
Mi madre me dio un preservativo de una caja que tenía en la mesilla de noche, la miré con cara de extrañeza y me dijo que eran de los últimos que habían quedado de cuando se había ido mi padre, pero que tranquilo que no estaban caducados.
Me puse uno y me coloqué encima de mi madre, íbamos a empezar con la posición de misionero. Ella abrió sus piernas, cogió mi polla y la dirigió a su coño, la puso justo en la entrada y con la otra mano tiró de mi culo hacia delante, con lo que mi polla entró en su interior. No de un golpe, pero ese fue el inicio de un fuerte movimiento de dentro-fuera. Sus manos acariciaban mi espalda, bajaban a mi culo, apretaban en los movimientos de entrada, ayudaban al empuje. Era maravilloso, sus caderas se movían con mi ritmo, buscaban una mayor penetración en cada movimiento.
-Sigue cielo, sigue, no pares, ¡¡cómo necesitaba esto!!. Lléname con tu polla, no dejes de meterla hasta lo más hondo de mi cuerpo. Eres un cielo, eres un amor. No pares, no pares y dámelo todo.
-Que gusto follarte mamá, que gusto, pero que miedo tengo, eres mi madre, imagínate que se rompe el preservativo, ¿qué vamos a decir?.
-Hijo no pienses en eso, si rompe hay la píldora del día después y no tengo que dar explicaciones a nadie. ¡Llamame con todas tus fuerzas!, disfruta del momento, esto es maravilloso, tienes una polla perfecta de tamaño, de grosor, vamos cielo, piensa solo en lo que estamos haciendo, en este maravilloso polvo que estamos echando.
-Si mamá, me gusta mucho más que cuando me masturbo pensando en ti.
No tardé mucho en sentir los primeros avisos de que mi orgasmo esta cerca, aumenté la velocidad y la fuerza de las embestidas y en la especulación fue inevitable. Me abracé a mi madre, le dije que había sido maravilloso, pero ella me mantuvo contra su pecho, su mano apretaba mi culo para que no saliera de dentro y muy suavemente me dijo
-Tranquilo cariño, no te muevas, no rompas este momento maravilloso, tu mamá aun no ha llegado a clímax y tu le vas ayudar. Eres fuerte y ya esto va a estar en marcha en unos minutos.
-Mamá, ¿quieres que siga dentro de ti?
-No solo quiero que sigas dentro, sino que sigas follándome, puedes hacerlo en unos minutos, cuando deje de estar tan sensible y acabaremos esto que hemos empezado.
Le hice caso y no me moví en un ratito, pero de nuevo mi pene estaba en plena erección y mi mente me pedía volver a empezar a bombear dentro del coño de mi madre. Emepecé con fuerzo, pero mi madre me fue marcando el ritmo y este fue lento al principio, con movimientos largos, aprovechando toda la longitud de mi polla, que ronda los 19 centímetros, así estuvimos un rato, noté como poco a poco ella también se iba excitando más y más, noté como apretaba con más fuerza mi cuerpo y como me iba marcando un nuevo ritmo. No sé el tiempo que pasó pero si sé que fue lo suficiente para que ella subiera sus piernas sobre mi culo y apretara fuerte en cada embestida y como empezó a jadear con fuerza, cerró los ojos y me pidió que fuera lo más fuerte y rápido que pudiera. Su cuerpo se tensó, sus brazos y piernas me abrazaron con todas sus fuerzas, de su garganta salió un grito como de alivio.
-Siiiiiiiiiiii, siiiiiiii, no pares, no paaaaaaaaresssssssssss. Siiiiiiiiiiiiiiiii.
Había tenido un tremendo orgasmo, el primero en dos años y pico, el primero con una penetración de un miembro viril, el primero de un polvo, si no bien echado, al menos con todas mis fuerzas. E faltaba poco para llegar de nuevo a un orgasmo por mi parte, me abracé a ella y continué bombeando todo lo fuerte y rápido que pude y no tardé mucho en sentir de nuevo ese cosquilleo que sube desde la punta de la polla hasta la punta del cabello más largo de la cabeza, supongo que pasando por la planta de los pies. Fue tremendo y bestial, me quedé abrazado a mi madre, al tiempo que ella me acariciaba el pelo y me besaba las mejillas, con lágrimas en los ojos, co la voz entrecortada por que estaba llorando, entre excitada, alegre y pensativa, por lo que habíamos hecho, madre e hijo.
-Juan, hijo, ha sido maravilloso, ha sido un orgasmo bestial, como ya no recordaba.
-Mamá, no sé si es correcto, creo que no del todo, pero creo que te merecías algo así. Pienso que ya ha pasado el tiempo suficiente como para que te des cuenta que papá no va a volver y debes buscar un hombre que llene tu vida.
-Cielo, no me hables ahora de eso, ya habrá tiempo, pero todavía tenemos un par de días por delante.
-¿Estas pensando en que repitamos esto?, ¿qué volvamos ha hacer el amor nosotros?
-Primero sal de encima, vete al aseo,tira el preservativo al cubo de la basura, lávate y vuelve a la cama. Es temprano, son las ocho de la mañana, tenemos que dormir un poco más, es sábado y no hay que ir a trabajar.
- Ya, pero estás diciendo que tenemos un par de días, ¿quieres repetirlo?.
-No lo sé, tenemos que hablar y aclarar bien lo que ha pasado, pero ha sido maravilloso y no sé lo que puede pasar. No quiero pensar ahora en eso, vente a la cama, mañana después de desayunar hablamos.
-Vale, voy a dejar esto en el cubo de la basura y a beber un vaso de agua, ¿quieres otro?
-Hum mm, pues si, no me vendría mal, tengo la boca seca.
Fui al baño y luego a la cocina me bebí mi vaso, le llevé el suyo. Cuando me iba a poner el pantalón del pijama, mi madre levantó la sábana y me invitó a acostarme con ella, estaba desnuda. No hizo falta que me dijera nada más, se bebió el agua, me acosté y ella se abrazó a mi, sentí sus pechos contra mi espalda y como apretaba su pelvis contra mi culo. Cerré los ojos y me dormí.