Noche de tormenta con mi cuñada
Una gran tormenta evitó que mi cuñada saliese esa noche de casa, el trabajo nocturno de mi esposa ocasionó que mi cuñada y yo tuviésemos que pasar la tormenta a solas en nuestra casa.
Mi mujer trabaja de enfermera en un hospital, el horario a turnos de su jornada laboral hace que cada dos semanas pase la noche fuera, diez años de matrimonio con la misma rutina hacen que estemos acostumbrados a pasar separados la noche de su semana de nocturnidad.
Por otro lado tenemos a mi cuñada, diez años menor que mi esposa cuenta con 22 añitos. Lorena que es así como se llama suele venir con frecuencia a casa los fines de semana, el lugar donde mi esposa y yo tenemos la residencia es una zona donde suelen hacer botellones los más jóvenes, entre ellos no podía faltar mi cuñada , ella vive con mi suegra en un pueblo cercano, y a petición de mi esposa la invita a que después del botellón se quede en nuestra casa para no tener que volver en coche a la suya.
A mí nunca me ha importado, es más, yo mismo animo a Lorena a que se quede en casa y no tenga que utilizar el vehículo, bueno por eso y por alguna cosa más.
Lorena es una chica muy atractiva, al contrario que mi esposa tiene unos grandes pechos que cualquier hombre suspiraría por ellos, es guapa de complexión fuerte , no gorda, pero tampoco delgada, mide metro setenta y pico.
La conozco desde niña, pero el paso de los años se ha encargado en convertirla en una bella y excitante mujer, mi relación con ella se puede considerar como de buenos amigos, y de alguna manera hace ya varios años que intercambiamos miradas y juegos de manos que aunque no nos llevan a nada si que me excitan demasiado.
Hace poco tiempo y como dije antes de forma habitual se presentó en casa un viernes por la tarde, dejó sus cosas en la habitación donde solía quedarse, mi esposa trabajaba de noche ese viernes, cuando ocurría esto y lorena estaba en casa salía y normalmente volvía después de que mi esposa volviese de su jornada laboral.
Ese viernes en cuestión todo iba a ser diferente, para empezar de manera casual mi cuñada aprovechó la tarde con nosotros en casa para sentarse a mi lado en el sofá y ver la tele antes de salir, yo sentado en un extremo del sofá y ella en el otro pero tumbada y con sus pies apoyados en mis muslos
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Un movimiento de Lorena con sus pies ocasiono que colocase una de sus piernas encima de mi rodilla, inconsciente yo de este acto y acostumbrado a hacerlo con mi mujer comencé a masajear el pié de mi cuñada, tapados con la ropa que cubría la mesa se ocultaba el hacer de mis manos a mi cuñada, mi esposa en otro sofá no veía nada, de todos modos se trataba de un inocente masaje.
La cena fue a una temprana hora para que mi esposa se fuese a su trabajo, y como era habitual mi cuñada salía a la misma hora que su hermana se iba a trabajar para no quedarnos solos en casa los dos.
Una gran tormenta a los poco minutos de salir propició que mi cuñada volviese enseguida.
- Llueve bastante y no voy a salir, me pongo el pijama y vemos una película si quieres.
La presencia de mi cuñada allí y la circunstancia de los dos solos en casa me incomodó un poco, pero no tardé mucho tiempo en sentirme agusto con lo que ella propuso.
- Bueno, como no puedo salir podemos tomarnos aquí unas copas mientras vemos la peli.
Botella de ron y refresco de cola en la mesa Lorena se sentó en un sofá y yo en el otro, al principio tuvimos una conversación sobre cosas banales y vacías para romper un poco el hielo de nuestra soledad en casa, poco a poco y sin ver la película que había en tv fuimos rellenando nuestras copas de manera continua, cuando un gran estruendo en forma de tormenta apagó las luces del piso y nos quedamos a oscuras unos minutos.
No tardé en buscar una linterna para dar luz al oscuro salón, mi cuñada asustada se levantó de su sofá y se sentó a mi lado, la luz volvió de nuevo y la televisión se encendía con la llegada de la electricidad. Pero mi cuñada ya había cambiado su ubicación y se encontraba sentada a mi lado.
Recordando lo sucedido hacía unas horas, ella se tumbó en un extremo del sofá y colocó sus dos piernas encima de mis rodillas y me pidió sin palabras que masajease de nuevo sus pies.
Lorena con pijama y calcetines al igual que yo comenzó a relajarse con mi masaje en sus pies, poco tardé en quitar sus calcetines y masajear el desnudo pié de Lorena, lo hacía suave y con practica de haber realizado ya más de un masaje en esa zona, de todas maneras las cosquillas que ocasionaba de vez en cuando a Lorena hacía que se riese y sus carcajadas hacían que levantase sus pies y los quisiera poner en mi boca de alguna manera.
Tanto insistió en su afán de meter sus pies en mi boca que finalmente lo consiguió, pero lejos de enfadarme o de ocasionar molestias y supongo que debido a alguna copilla de más agarré su pié con mis manos y sin dejarlo salir de mi boca comencé a dar pequeños mordiscos en sus dedos, eso hacía que se riese más aún, pero sus risas comenzaron de alguna manera a cambiar de forma cuando en lugar de pasar mis dientes por sus dedos comencé a pasar mi lengua por ellos.
Se relajó bastante y con sus pies lamiéndose por mi lengua se limitaba a mirarme con cara de satisfacción, no cesé en el empeño de chupar sus dedos mientras sostenía el pié con mis manos, Lorena con su otra pierna apoyada en mis rodillas comenzó a acercarse sinuosamente a mis zonas más íntimas, pero sin llegar a tocarlas, poco a poco y con la aprobación de lorena mis manos bajaban por sus tobillos mientras lamía sus dedos, ahí fue cuando de alguna manera su pié tomó contacto con mi miembro.
Sin decirnos nada Lorena comenzó a mover su pié alrededor del miembro, esto ocasionaría que una lenta pero firme erección fuese apareciendo a través del pantalón de mi pijama.
Ese fue el momento en que me di cuenta de que esa noche podía pasar algo más de lo que yo había fantaseado alguna que otra vez. Lorena masturbaba claramente mi miembro con su pié, mis manos comenzaron a deslizarse dentro de su pantalón rozando sus muslos, tumbada hacía atrás y con rostro de placer la prenda que llevaba puesta como pantalón me estorbaba para seguir camino con mis manos para llegar al destino que me había propuesto.
Me acerqué a ella y allí tumbada en el sofá coloqué mis manos en la cintura de Lorena y mirándola a los ojos comencé a bajar el pantalón de su pijama, con algo de temor por si me negaba la acción no dejaba de clavar mi mirada en ella, el roce de su lengua por sus labios al mismo tiempo que se los mordía y ponía cara de excitación me daban el permiso para seguir bajando su prenda.
Conseguí quitar el pijama del todo y observé la ausencia de ropa interior, lo que dejó al descubierto su zona genital. Rasurado y sin pelo alguno se mostraba el sexo de Lorena, me incliné con mi cabeza hasta llegar a el y con mi lengua comencé abrir hueco entre sus labios vaginales, mi lengua rozaba con precisión la zona carnosa y húmeda de Lorena propinando un gran placer a mi cuñada, me lo demostraba con sus manos agarrando mi cabeza y empujándola en su sexo para que no pudiese levantarla del lugar al mismo tiempo que sus tímidos gemidos valoraban mi acción.
Mis manos estaban colocadas en su cintura, pero por poco tiempo, comencé a subirlas por debajo de la parte superior de su pijama, también desprovista de prenda interior mis manos tocaban ya sus senos, fue ella la que decidió de desprenderse de la parte del pijama que le quedaba puesto, dejando respirar sus pechos mi lengua comenzó a subir desde su vagina a través de su abdomen y hasta llegar a sus pechos, allí me encontré unos grandes y rosados pezones, anchos y hermosos como sus grandes pechos.
Mi boca abierta intentaba abarcar uno de sus pechos, mientras mi lengua rozaba y jugaba con uno de sus pezones, mis manos colocadas cada una en un seno se apretaban para facilitar la acción de absorción que le realizaba con mis labios. No apartaba mi lengua de ellos y de seno a seno mudaba mi lengua cuando llenaba de saliva por completo uno de ellos.
Lorena con sus gemidos hacían que mi excitación subiese de nivel, y como si quisiera reventar mi polla había tomado un tamaño descomunal. De todas maneras subí mis labios y mi lengua por el cuello de Lorena hasta encontrarme con su boca, ella sacó su lengua y pidiendo la mía nos pusimos a propinarnos un gran morreo , quería morder su boca, pero mis dientes bajaban e introducía mi boca por completo en la barbilla de Lorena, impregnados en saliva nuestras lenguas no paraban de sobar cada una los labios y la barbilla del otro.
Lorena se levantó de pronto, y me dejó sentado en el sofá, se puso desnuda como se encontraba y de rodillas ante mí, con sus manos bajó el pantalón de mi pijama al mismo tiempo que mi prenda interior.
No os engaño si os digo que tenía la sensación de que mi pene lo encontraba mas grande y grueso de lo normal, esa era la sensación que tenía, de todos modos Lorena sin pensar mucho ni titubear agarró el miembro con su mano y rodeándolo con sus dedos comenzó a introducirlo en su boca al mismo tiempo que su lengua acariciaba las paredes de aquel falo.
Sacaba e introducía una y otra vez el falo de su boca, acariciaba mis testículos con su otra mano y pasaba su lengua por ellos bajando a través del erecto falo. La falta de dialogo en el relato es tan real como la que hubo entre nosotros en todo momento.
Lorena no cesaba en el empeño de pasar su lengua por el miembro y los testículos, apoyando después sus manos en mis muslos comenzó a introducir todo el falo en su boca, supongo que hasta llegar a su garganta ya que como yo mismo me podía observar el falo desaparecía por completo dentro de su boca, el placer era inmenso y el morbo de tener a mi cuñada chupándome el nabo subía más aún mi excitado estado de satisfacción.
Allí de rodillas se encontraba ella delante de mí y sentado en el sofá, se levantó, nos miramos, colocó un rostro de lujuria en su mirada, y pasando sus dedos primero por su lengua los pasó después por su vagina, abrió sus piernas y se colocó encima de mí, su mano ayudó a la penetración de mi miembro dentro de ella, se sentó muy despacio en él y como en un gran suspiro esgrimió un sonoro gemido cuando notó el miembro dentro.
Coloqué mis manos sobre su trasero, y ella las suyas sobre mis hombros, y comenzando a subir y bajar su cintura podía notar el roce de mi pene en el interior de la paredes vaginales de Lorena, sus lentos movimientos causaban gran placer en mí, nuestras cabezas estaban apoyadas la una en el hombro del otro y Lorena succionaba de alguna manera la piel de mi cuello, no tardó en quitar sus labios de él y los colocó frente a los mios, nuestras lenguas se encontraban una y otra vez al mismo tiempo que Lorena no dejaba de moverse de arriba hacia abajo, la presión de sus senos con mis pechos aumentaba el éxtasis de la situación, y cada movimiento de Lorena clavando mi miembro en ella era un paso más para la llegada al orgasmo.
Por la cabeza me pasó en dos o tres ocasiones la de cambiar de postura, pero con mi cuñada encima de mí en ese sofá era motivo suficiente para pasar así toda la noche.
En mitad del acto otro estruendo en forma de tormenta apagó de nuevo la luz, lejos de quitar atención en nuestro hacer Lorena se abrazó aún más fuerte a mí, sus movimientos comenzaron a acelerarse y sus gemidos subían de nota y de constancia, su pecho inmóvil se pegaba al mío y con el único movimiento de sus caderas hacía los movimientos de fricción de ambos sexos, mientras nuestras bocas devoraban la lengua, los labios y el rostro el uno del otro.
Con la luz apagada todavía cambié la postura de mis manos y las pasé de su trasero a su espalda, el acelerado y constante ritmo de lorena me hacía temer la llegada de mi eyaculación, lo mejor era ahora si cambiar la postura, para no perder tampoco mucho tiempo y debido a la oscuridad del salón le pedí que se tumbase en el sofá, y casualmente se volvió a encender las luces, Lorena estaba ya tumbada y con sus piernas abiertas esperando ansiosa la continuidad de mis penetraciones sobre ella.
Me coloqué encima y la penetré rápidamente, sus manos colocadas en mi espalda comenzaron a arañar la piel provocando más de una herida, me daba igual, el placer con dolor es más placer, mi ritmo de penetración en ella era rápido y constante, pero de vez en cuando bajaba el ritmo y por unos segundos apretaba mi pene dentro de ella dejándolo inmóvil y empujándolo con fuerza para dentro. Esa acción de apretar el miembro dentro de ella hacía que Lorena diese grandes gemidos cada vez que sentía la fuerza del pene empujando en el interior de su vagina, eran como pequeños alaridos que a mí me provocaba placer el echo de oirla jadear de esa manera tan particular.
No tardó mucho Lorena en comenzar a querer mover su cuerpo mas rápido, su dificultosa respiración y los incesantes jadeos que comenzaron a ser incesantes y en forma de intermitentes suspiros me hicieron saber que se encontraba próxima al orgasmo, aceleré notablemente el ritmo de mis sacudidas sobre Lorena y de forma fulminante con un :
- ya, ya , ya , ya si, si, me corrooooooooooo, me corroooooooooooooo,ahhhhhhh
Sus ojos practicamente fuera de órbita, su desencajada cara de placer y sus fuertes alaridos me provocaron que mi estado de clímax fuese también inminente, por lo que cuando lorena finalizaba el clímax saqué mi polla de ella y agarrandola con mi mano derecha apunté firme sobre sus pechos depositando allí gran cantidad de semen que caía de forma fulminante sobre ellos, incluso bastantes gotas alcanzaron su cara.
Con el acto ya finalizado y sin decirnos nada Lorena y yo nos mirábamos con cara de circunstancias, pero al mismo tiempo de satisfacción, me levanté y fui a por unas servilletas de papel para limpiar el semen que había depositado sobre sus pechos, le ayudé a limpiarse y nos colocamos de nuevo nuestros pijamas, Lorena se sentó a mi lado y se acurrucó sobre mi pecho, en silencio y sin decir nada pasaron muchos minutos en esa pose, hasta que rompió su silencio sin quitar su cabeza de mi pecho :
Me ha gustado mucho, no me arrepiento de nada, lo he pasado muy bien.
Yo también he disfrutado Lorena, hace muchos años que no sentía tanta pasión y placer
Levantándose me propinó un tierno beso en los labios, y me dijo :
- Si tu quieres podemos volver a repetirlo cuando quieras, seguiremos siendo cuñados, amantes pero cuñados, esto no va a cambiar nada.
Con estas palabras Lorena se fue a su habitación y se acostó, una hora después decidí hacer yo lo mismo y antes de dirigirme a mi cuarto abrí la puerta de la habitación donde dormía Lorena, me quedé mirándola mientras ella dormía y en voz baja expresé mi gratitud por lo bien que me lo había echo pasar.
Nuestro secreto tomó cuerpo y forma con la repetición en más ocasiones y en diferente lugares.