Noche de sorpresas...

Sexo, un poco de exhibicionismo y al final... UFF!!

Esa noche pensaba estar a solas con él pero no de esa forma.

Habíamos salido de aquél lugar después de divertirnos bailando un buen rato, la estaba pasando increíble con el amor de mi vida y ardía en deseos de estar con él a solas.

Manejo un rato hasta llegar a un parquecito muy bello y a esa hora, desierto. Nos sentamos en una de las bancas y empezamos a platicar animadamente. En un momento lo besé en la mejilla y me regaló su sonrisa, las palabras empezaron a mezclarse con los besos y los besos cedieron su lugar a las caricias.

Yo estaba sentada a su derecha, llevaba un pantalón a la cadera y blusa sin sostén, sus manos se aventuraron por debajo de mi blusa acariciando mis senos, jugueteando con mis pezones excitándome en gran manera. Su respiración en mi cuello hacía que se erizara mi piel y el estar en un lugar público me empezaba a poner un poco nerviosa.

Se lo hice saber y nos pusimos de pie para retirarnos del lugar, cuando llegamos al auto él me tomó de la cadera y me dió un beso que me hizo estremecer. No entramos al auto, nos quedamos recargados en el, besándonos y acariciándonos. Podía sentir su miembro ya erecto dentro de su pantalón y empezaba a sentirme más agitada que en los momentos anteriores.

Se quitó el abrigo que llevaba y lo colocó sobre mis hombros para de esa manera, taparme si alguien llegaba a pasar por ese lugar. Él siguió acariciándome los senos mientras me besaba, yo lo tocaba por encima de su playera negra, podía sentir su pecho y su estómago, duros a causa del ejercicio que hace a diario.

Fueron mis manos las primeras que se atrevieron a bajar por debajo del cinturón, el sentir su miembro pegado casi a mi pecho (Por que él es bastante más alto) me hacía sentir la necesidad de pedirle que me hiciera suya ahí mismo.

Sentí como empezó a subir mi blusa para dejar mis pechos libres y a su entera disposición, pero no se detuvo ahí, me despojó de mi blusa completamente dejándome cubierta con su abrigo, abrió la puerta del vehículo y la aventó dentro del mismo. Cerró la puerta pero sólo después de bajar el cristal del pasajero. Volvimos a lo que estábamos haciendo y así estuvimos un rato.

Desabroché su cinto y abrí su pantalón para poder acariciar su pene con más facilidad, su calor en mi mano me mantenía excitada y sus besos eran los más deliciosos para mí.

Él empezó a gemir y sentí como su miembro empezaba a temblar, me detuve pues quería sentir su leche en mi interior, subí mi mano para seguir acariciando su cuerpo y él bajó las suyas, al principio mi propio cinto detuvo su avance pero casi de inmediato sentí como él también empezaba a quitar los obstáculos en su camino.

Su mano derecha se coló en mi tanga llegando hasta mi entrepierna y arrancándome un suspiro, mientras su mano izquierda acariciaba mi trasero, separando mis nalgas con suavidad.

Arqueó un poco la espalda para seguir mordiendo mis pezones mientras su mano acariciaba mi clítoris, haciendo que me mojara aún más de lo que ya lo estaba, su dedo empezó a entrar en mi vagina lentamente y su mano izquierda me acariciaba ya el muslo. Mi pantalón se había ido deslizando con sus caricias hasta detenerse un poco abajo de mis rodillas, la tanga estaba también fuera de su lugar pero aún no al nivel del pantalón.

Sus caricias me ponían a mil mientras su boca y lengua seguían haciendo su trabajo en mis senos, yo con mis manos frotaba su espalda por debajo de su ropa y mordía suavemente su oreja.

Me dío la vuelta y me recargó en la puerta trasera del auto, él se inclinó y empezó a lamer los jugos que escurrían por mis piernas, su boca era acompañada por sus manos que acariciaban mis piernas y terminando de bajar mi pantalón y tanga, levanté una pierna para que pudiese retirar las prendas y luego la otra, aventó la ropa por la ventanilla al interior del auto y esta termino en el asiento trasero. Ya sólo estaba cubierta con su abrigo.

Él continuó con su tarea y mi cuerpo respondió con un orgasmo sensacional, lo tomé del cabello y enterré su rostro en mi vagina, el la limpió con su boca hasta que dejó de escurrir y en seguida se levantó para darme un beso, el sabor de mis propios jugos en su boca me resultó riquísimo.

Cerré el abrigo y nos fundimos en un abrazo, podía sentir su corazón palpitando cuando se separó bruscamente... las luces de una patrulla de policía se veían a lo lejos. Abrió la puerta del auto y así como estaba, cubierta sólo con su abrigo, me subí, él hizo lo mismo y arrancó.

La patrulla no nos tomó en cuenta pero nos asustó un poco, reímos y empezamos a platicar nuevamente.

Me percaté que sus ojos de vez en cuando se fijaban en su abrigo, el cuál era lo único que cubría mi desnudez, su mirada era trasparente y clara, lo estaba excitando bastante.

Le pregunté y lo confirmó. Le pedí que se detuviera cerca de alguna tienda pues la "acción" me había dejado algo sedienta, él aceptó y se estacionó cerca de un lugar que abre las 24 horas. Me dí la vuelta para tomar mi ropa y ponérmela de nuevo pero Héctor interpuso su brazo, sus ojos tenían un brillo especial y me preguntaba que era lo que tramaba ahora.

Me quedé estupefacta cuando escuché su "plan"... ¡Pretendía que lo acompañara así en ese estado a realizar la compra!

Me dijo que lo excitaba sobremanera el saber que no llevaba nada debajo y quería exhibirme así. Lo dudé un instante y al final accedí pues aún sin traer nada debajo, el abrigo me cubría por completo.

La entrada fue algo espantoso, a pesar de que nadie se daba cuenta de que iba sólo cubierta con ese abrigo, en mi interior sentía vergüenza y pena, casi salgo corriendo, pero Héctor me tomó de la mano y me jaló hacía el fondo del local en donde se encontraban los refrigeradores.

Me dió un beso, tomó un refresco... y abrió el abrigo!

Me quedé paralizada y un escalofrío recorrió mi cuerpo. Rápidamente pasó su brazo por mi espalda y sujetó el abrigo para que no se cerrara, acercó el envase frío y lo recargó contra mi estómago, la sensación fue electrizante... por un lado el estar desnuda en ese lugar y por el otro la adrenalina que recorría mi cuerpo.

Duró unos minutos pasando ese envase por mi cuerpo, yo no acertaba a moverme por miedo a que el encargado se diera cuenta y tuviésemos problemas, pero cuando él se detuvo, me dí cuenta que el encargado era una chica que no había perdido detalle del incidente y lo que era peor, tenía una sonrisa pícara como deseando unirse al acto.

Rápido cerré la prenda y me aferré al brazo de mi pareja, nos acercamos a la caja a pagar pero la chica cerrando un ojo nos dijo que ella invitaba por esa ocasión y se despidió recomendándonos regresar pronto.

Volvimos al auto y algo molesta le reclamé por haber hecho eso conmigo, me miró directo a los ojos y me dijo con una sonrisa de oreja a oreja:

  • Pues yo no vi que te resistieras un mínimo...-

Me sonrojé y me quedé en silencio, él arrancó el auto y manejo hasta el estacionamiento de un centro comercial. Se detuvo pleno centro del mismo y se bajó, llegó hasta mi puerta, la abrió y extendió su mano para ayudarme a bajar. Me puse de pie y el me abrazó por debajo el abrigo, me besó y lo dejó caer dejándome totalmente expuesta.

Pateó la prenda y me llevó hasta el cofre del auto, me recargó en el y empezó a acariciar mi cuerpo.

  • No sabes cuanto me ha excitado lo de la tienda-

No me dejó responder pues sus labios se unieron a los míos, yo cerré los ojos y me preparé para ser tomada en ese lugar.

Separó mis piernas y hundió su cara en mi entrepierna, una de sus manos acariciaba mi pierna y la otra mis senos, lo hacía despacio, sin prisa, como si estuviéramos en otro sitio.

La luna brillaba tras unas pocas nubes, lo suficiente para dejarme ver que se estaba bajando su pantalón, me jaló de modo que mis piernas colgaran un poco, la mano que acariciaba mi pierna se acercó a mi ano y suavemente empezó a empujar hasta que logró meterse un poco y un gemidito escapó de mi garganta.

Me sentía muy mojada y el brillo en los labios de Héctor me lo confirmó, se levantó y se acercó a darme un beso y a acariciarme los senos. Yo lo abracé con mis piernas mientras seguía besándolo, acariciaba su espalda, lo separé un poco para ver sus ojos de cerca y fue cuando lo sentí dentro de mí.

Fue un impacto brutal, de un sólo empujón sorpresivo me invadió por completo y un gritito se dejó escuchar en el lugar, sentía claramente como sus testículos habían quedado apenas afuera de mi ser, la lubricación había ayudado pero aún así el movimiento fue algo doloroso.

Selló mis labios con los suyos para evitar otro grito que pudiese delatar nuestra presencia, pues al parecer hasta ese momento habíamos pasado inadvertidos.

Se apoyó en sus manos para tener mejor control de movimiento y empezó a mover su cadera a un ritmo muy rápido, un tanto inusual para él, y cada que lo hacía sacaba su miembro casi en su totalidad y luego lo dejaba ir completo de un sólo envión. Los gemidos eran inevitables y parecían enardecerlo más. Su miembro entraba y salía con mucha facilidad por la lubricación, sentía claramente como las paredes de mi vagina eran estiradas casi al máximo por la tremenda cogida de la que estaba siendo víctima.

Mi mente sólo disfrutaba cada arremetida y mis labios pedían más y más fuerte, quería que no se detuviera nunca.

Me tomó de los tobillos he hizo que pusiera mis piernas en sus hombros para hacer aún más profunda la penetración. Así lo hice y sentí como se estrellaba en el fondo de mi humanidad, los gemidos aumentaron pues el placer que estaba sintiendo era demasiado, él me decía que estaba muy rica y que le gusta mucho estar conmigo.

Yo no podía hablar, de mi boca y garganta sólo salían gemidos y uno que otro gritito, en mi cabeza sólo había lugar para el placer de ese momento. Él me tomó de la cadera y yo respondí moviéndome a su ritmo para ayudarlo aunque en realidad no lo necesitaba.

Él se acercó para darme un beso y acariciarme e hizo que mis rodillas quedaran en contacto con mis hombros, en esa posición me tuvo hasta que empecé a temblar sin poder controlarme y solté otro grito más fuerte, con lo cuál él supo que estaba por terminar y aceleró el paso.

Ese ritmo hizo que mi orgasmo llegara rápidamente y mis jugos escurrían de nueva cuenta por mis piernas manchando la defensa de su auto, él no cambió el ritmo y aún tardó un poco más en terminar dentro de mí.

Su semen llenó mi vagina y el calor me invadió. Sacó su pene y me dió la vuelta quedando yo boca abajo sobre el cofre y ofreciéndole mi trasero, él lo lubricó con los jugos que escurrían de mi interior y con los restos de su propio semen, introdujo cuidadosamente uno de sus dedos y empezó a hacer pequeños círculos en mí con el fin de dilatarme, cuando le pareció suficiente, se colocó detrás mío y empezó a ejercer presión contra mi esfínter.

No encontró demasiada resistencia, entre la lubricación y la calentura que me invadía, el trabajo de encularme fue sencillo. Sentí como entró la cabeza, dejándola un momento para que me acostumbrara a ella. Enseguida hizo mayor presión y me dejó completamente empalada.

Su miembro se sentía enorme en mi interior y más aún cuando empezó el mete y saca. Parecía poseído y en cada penetración sentía como si me quisiera partir en dos. Me sujetó de la cadera y con fuerza me apretaba contra el metal, los minutos pasaron y un gemido y la sensación de un líquido caliente en el interior de mi ano anunciaron la llegada de su segundo orgasmo.

La sacó de mí ano con un sonoro Blop! Me había dejado bastante dilatada, consecuencia de la fuerza de sus embestidas, me incorporé y me volví para darle un beso, él me respondió de la misma manera.

Su sonrisa se iluminó cuando le pedí que continuáramos en otro sitio menos público y él aceptó, fuimos a su casa y ahí después de un descanso seguimos otro rato más.

Era casi de madrugada cuando llegamos a mi casa, él me llevó hasta la puerta y nos despedimos con un beso.

Entré sintiéndome la mujer más feliz del mundo pero el gusto duró poco.

En la sala se encontraba mi hermano David y cuando me vio, me hizo una pregunta que casi hace que me desmayé.

  • Oye Blanca... ¿De dónde sacaste ese abrigo negro?-

Por la emoción ninguno de los dos reparó en que mi ropa había quedado abandonada en el asiento trasero su carro y yo sólo traía su abrigo y las zapatillas de tacón de esa noche...

FIN