Noche de sexo y gran excitación con la hermana de

Noche de sexo y gran excitación con la hermana de mi compañero de trabajo

Me llamo Abel, tengo 35 años, soy rubio con el pelo corto, ojos azules, alto y con buen físico.

David y yo trabajábamos de residentes en el hospital, hacía unos meses rompí con mi novia, estaba deprimido, mi amigo me propuso pasar el fin de semana en su casa para que saliéramos a divertirnos y animarme un poco.

Era viernes, llegué a su casa sobre las 23:00, nos disponíamos a cenar cuando David recibió una llamada del hospital y no tuvo más remedio que irse, aun así, me pidió que me quedara, que saldríamos el sábado

Pasó un rato, fui a la cocina, me serví un refresco y me senté en la mesa para beberlo tranquilamente, entonces entró Melisa, la hermana de David, yo no la conocía en persona y las fotos que mi amigo me había enseñado no le hacían justicia y eran de años atrás por lo que había cambiado bastante.

Melisa tiene 28 años, es morena con el pelo largo y liso, ojos verdes, bastante alta, unas buenas tetas y un culito precioso.

Era verano, ella llevaba unos pantalones negros muy cortitos y ajustados y un top de tirantes finos del mismo color que marcaban sus increíbles pechos ya que era bastante ajustado.

Creo que ni se percató de que yo estaba allí, llevaba puesto los cascos y estaba escuchando música, se dirigió a la nevera, la abrió y mientras encontraba lo que buscaba, meneaba su lindo cuerpo al ritmo de la canción.

Cogió una bandeja con lasaña, cerró la nevera y la dejó en la encimera, se dio la vuelta para sacar un cubierto de servir del cajón de la mesa en que yo estaba sentado, al verme, pegó un brinco, y se asustó un poco, se quitó los cascos…

  • ¡Que susto me has dado! – exclamó
  • Disculpa no era mi intención, soy Abel
  • Ah! Ya, el amigo de mi hermano, que tonta no me acordaba que ibas a venir. ¿Y mi hermano?
  • Le han llamado del hospital, pasará la noche allí, y me dijo que me quedara. Si no te importa claro.
  • No, tranquilo quédate, no me molesta.
  • Estupendo, así nos hacemos compañía, a no ser que tú vayas a salir con tu novio.
  • ¿Con mi novio?
  • Si
  • No tengo novio, y no pensaba salir esta noche.
  • Eso es estupendo.
  • ¿El qué?
  • Que no  vayas a salir.
  • J a ja ja. Bueno ¿has cenado?
  • No
  • ¿Quieres un poco de lasaña? Es de ayer
  • Vale, déjame que te ayude a poner la mesa.

Así pues, cenamos y estuvimos charlando un buen rato, luego me propuso que fuéramos al salón y viéramos una película.

Había un sofá muy amplio, yo me senté a la derecha y ella a la izquierda, puso la película, pero aburridos, al cabo de un rato, empezamos a charlar, ella tenía su codo derecho apoyado en el respaldo, la mano sobre su cabeza y las piernas recogidas, y yo tenía la misma posición, sólo que mi pie derecho lo tenía apoyado en el suelo.

Eran cerca de las 2.00, ella se estaba quedando dormida mientras hablábamos, no podía dejar de mirarla, escuchar su respiración me encantaba, el tirante izquierdo del top se le había bajado, y dejaba ver el inicio de su teta, su canalillo hermoso, su cuerpo divino y esbelto, su pelo, y sus sensuales labios, no pude evitarlo y tuve una erección.

La deseaba tanto que no me lo pensé, me arrimé a ella todo lo que pude, humedecí mis labios y me atreví a besar dulcemente los suyos, eso la despertó...

  • ¿Pero qué haces Abel?
  • Perdóname, no he podido evitarlo, es que me encantas y me estás volviendo loco de lo preciosa que eres. ¿Te has enfadado?
  • No, es que me ha pillado de sorpresa
  • Entonces ¿te ha gustado que te besara?
  • Me ha encantado, he sentido un escalofrío por todo el cuerpo.
  • Bonita – le susurré mientras acariciaba sus mejillas – tienes unos labios muy ricos- dije mientras me volvía a arrimar.

Volví a besarla, puse mi mano derecha tras su cabeza y mientras acariciaba su sedoso pelo, mi lengua encontró la suya, se entrelazaron y comenzaron a jugar sensualmente, nos comíamos los labios, empezábamos a excitarnos, me atreví a dar un paso más, introduje mi mano derecha dentro de su top, comencé a masajear sus tetas, primero una, luego la otra, acariciaba en círculos sus pezones, al sentir su excitación, las saqué del top y mientras una mano la tenía ocupada con una teta, mi boca continuaba con la otra, la punta de mi lengua lamía en círculos sus pezones, y eso la estaba encantando.

  • ¿Te gusta amor?- le pregunté
  • Sí, me encanta
  • ¿Sí? ¿Te gusta como chupo tus deliciosos pezones?
  • Si, continua
  • Cierra los ojos princesa.
  • Ya – tras afirmarlo, me quité la camiseta, e hice lo mismo con su top.
  • ¿Sientes mi mano?- pregunté susurrándole bajo al oído
  • Si
  • Siente como se desliza por tu cuerpo.
  • Mmm que morbo

Tras decir esa palabra, le quité los pantalones dulcemente e hice lo mismo con su sexy tanga negro.

Le abrí las piernas, bajé hasta su coño que olía de maravilla, con mi lengua empecé a jugar con su clítoris, con mi boca devoraba sus labios vaginales, con dos dedos de mi mano izquierda, se los abrí un poco, continué lamiendo deprisa su clítoris y al sentir que se empezaba a humedece, introduje en su coñito el dedo índice de mi mano derecha, mi lengua se sincronizó con mi dedo, y ella se excitaba más a cada segundo, por lo que metí un segundo dedo y continúe metiendo y sacándolos y los giraba como si fueran tornillos, luego los saqué, metí entonces el dedo corazón y el anular, y con la mano boca arriba y el resto de mis dedos fuera empecé a masturbarla muy deprisa, tanto, que se empezó a correr un poco, aproveché para comérmelo y aquello era delicioso.

  • ¿Te gusta nena?
  • ¡Sí! ¡mmm! Me encanta
  • ¿Mis dedos te están volviendo loca?
  • Si, sí, estoy muy excitada.
  • ¿Sí? Pues mira – me puse con las rodillas entre sus caderas, me bajé el pantalón y el bóxer a la vez, y asomó entonces mi gran verga de 22 cm
  • ¡Dios, que grande la tienes!
  • ¿Te gusta?
  • Si, pareces estar muy dura
  • ¿Tú crees? Porque no lo compruebas – dije subiendo hasta su cara y poniéndosela encima de los labios – chúpamela linda

Empezó a lamerme el capullo sensualmente, metía ligeramente la punta de su lengua en mi diminuto agujero, se metía mi polla a medias ya que en esa posición no se la podía meter entera.

Me puse de píe, terminé de quitarme toda la ropa, ella se sentó en el sofá, cogió mi polla, formó un anillo con sus dedos, empezó a comerme los huevos, luego deslizaba dulcemente su lengua desde la base hasta el prepucio, y volvía a bajar, cuando llegó nuevamente arriba, comenzó a escupir para lubricármela, y empezó a pajearme, primero despacio, con movimientos circulares abajo, y arriba, y seguía, sin detenerse, abrió su boca y empezó a succionar, cada vez más rápido combinada con su mano.

No quería correrme aún, así que, la cogí de la mano para que se levantara, ella, empezó a tirar de mí y me llevó a su dormitorio.

Se tumbó en la cama, y yo encima de ella, nos empezamos a besar y acariciar apasionadamente, yo agarraba sus tetas, y con mis manos las masajeaba en círculos, con la punta de mis dedos acariciaba sus pezones, volví a chuparlos de nuevo, mi polla creció, había llegado el momento, Melisa abrió las piernas, su coño llamaba a mi miembro que acudió sin bacilar y se introdujo hasta el fondo provocando un intenso grito de placer en la chica.

Empecé a meterla y sacarla despacio y a cada segundo iba aumentando la velocidad y la fuerza, puse entonces sus piernas sobre mis hombros y continué, su coño chorreaba y eso me excitaba más.

Me puse a espaldas de ella, levanté su pierna derecha y la coloqué encima de mí como si fuera una pitón, continué embistiendo al tiempo que acariciaba su cuerpo divino, sus tetas, metía mis dedos en su boca para que los chupara.

Luego, me levanté, la puse boca abajo y la guié hasta el borde de la cama para ponerla a cuatro patas, seguí con el beso negro, introduje mi lengua en su ano, y tras chupar un poco la saqué, empecé a morder sus nalgas y a darle cariñosos azotes que la excitaban aun más.

Su coño estaba tan húmedo que metí los dedos para sacar algo de su líquido y poder lubricar su ano, y cuando vi que estaba listo, acerqué mi capullo a la entrada, daba ligeros toquecitos y poco a poco empecé a introducirla, cada vez más adentro, y más, hasta llegar donde yo quería, después la saqué y otra vez la metí despacio, al escuchar sus jadeos, empecé a ir cada vez más deprisa, y me turnaba metiendo mi verga en su coñito rico.

  • ¿Te gusta preciosa? ¿te gusta mi polla?
  • Sí, me encanta todo lo que me haces, está muy dura, y es muy potente.
  • Quiero correrme dentro de ti
  • ¡Si hazlo quiero sentir tu leche caliente dentro de mí!
  • ¿No te importa?
  • Tomo la píldora.

Al decirme eso mi polla empezó a latir, mis embestidas eran más rápidas y potentes y ya solo me dedicaba a su coño.

Volvimos a colocarnos en la cama esta vez yo debajo y ella encima, se sentó encima de mí, mi polla se introdujo sola, Melisa empezó a cabalgar, lo hacía increíblemente bien, sus tetas botaban, podía escuchar el sonido de sus jugos, y sus fuertes e intensos jadeos estaban provocando que tuviera ganas de correrme, entonces empecé a sentir un líquido caliente inundando mi abdomen y mis piernas, era su corrida, espectacular y abundante, ya no pude aguantar más y cuando ella se tumbó encima, al tiempo que nos besábamos, jadeábamos y el sudor de nuestros cuerpos se mezclaba, empecé a correrme, y que grande fue, ella la sintió y continuó besándome hasta que se me bajó del todo, luego se apartó, pude ver como su corrida y la mía le chorreaban por los muslos.

  • ¿Te ha gustado amor? – le pregunté
  • Me ha encantado, nunca me habían follado así
  • Lo mismo digo preciosa, me has vuelto loco.

Nos duchamos juntos, enjabonándonos el uno al otro, cuando salimos, nos pusimos el pijama, cambiamos las sábanas que estaban empapadas de su corrida, y volvimos al salón.

Nos encendimos un cigarro cada uno, y salimos a la terraza, estábamos tan relajados y tan a gusto, había conseguido devolverme la alegría, nos besábamos continuamente, no quisimos irnos a dormir, hablamos toda la noche hasta que abrazados nos quedamos fritos en el sofá.

Despertamos a eso de las 10:00, mi amigo ya había vuelto, y claro, nos había visto enfadados, pero no se molestó, de hecho nos tenía preparado el desayuno, y sonreía mirándonos.

Estábamos algo cortados, pero enseguida por su actitud nos dimos cuenta de que el sospechaba que habíamos estado juntos, y parecía no importarle al contrario estaba contento.

Melisa y yo comenzamos a salir, nos gustamos desde el primer momento, de vez en cuando quedamos los tres y nos vamos de copas, y por supuesto, siempre que podemos y ya con consentimiento de su hermano, nos entregamos a la pasión y disfrutamos del sexo.

Somos muy felices, espero que sigamos así toda la vida.

Amo a Melisa.