Noche de sexo I - La discoteca

Primera parte de cómo una noche de fiesta deriva en mi primera vez en una sauna y en mi primera orgía. Polvo en el baño de Razz. Relato real de mis días en Barcelona.

  • Relato real de una noche de fiesta en Barcelona. He cambiado el nombre de mis amigos y obviamente habrá detalles que se me habrán olvidado o que no serán exactos, pero todo lo que cuento aquí pasó de verdad. También quisiera dar las gracias a los que votáis y comentáis; me dais ganas de seguir escribiendo :) *

Para los que habéis leído mis dos relatos anteriores, os imaginaréis que mientras vivía en Barcelona no me aburría. No es que estuviera todo el día follando, pero desde luego tampoco dejaba pasar la ocasión; y al vivir independizado hacía mucho más lo que me daba la gana. Hoy os voy a contar cómo una noche de fiesta con polvo en el baño incluido derivó en mi primera orgía la primera vez que iba a una sauna.

Por fin iba a quedar con un chico con el que llevaba tiempo hablando en Grindr. Alto, opositor de Mosso, altivo llegando a ser un chulo... vamos, que me hacía mojar bragas. Y tenía novio, que era lo mejor porque así tampoco me rayaba; ya se rayaba él solito. Íbamos a ir a Razz, la sala de fiesta más conocida de Barcelona, que encima los miércoles costaba un euro y se llenaba de universitarios. Como al día siguiente me había pedido el día en la oficina, empecé a beber durante la cena, así que cuando llegué a la discoteca ya iba más que perjudicado.

  • Coño, David, vas pedísimo.

  • ¡Hola, Carlos! -al ver que en la vida real estaba tan bueno como en las fotos no me hizo falta fingir el entusiasmo del saludo- Qué va, voy estupendamente...

  • Ya, seguro haha Que yo he estado bebiendo también, pero al menos sé dónde estoy.

Mientras hacíamos cola y me estaba hablando del tipo de música que ponían y demás, yo no podía evitar fijarme en sus brazos. Era mayo y hacía calor, y él se había puesto la chaqueta a la cintura, por lo que podía ver unos bíceps perfectamente marcados y unos pectorales que tímidamente se hacían notar también a través de la camiseta. Entre lo pedo que estaba y que es mi parte favorita de los tíos, yo ya estaba con las bragas mojadas.

Nos tocó a nosotros entrar y, tras pagar el euro y cruzar las puertas, vi que, pese a ser bastante pronto, estaba bastante lleno -precisamente para aprovechar la oferta del euro. No tardé mucho en darlo todo bailando y empezar a sudar, con Carlos agarrándome de vez en cuando del culo, bailando pegado a mí de tal modo que podía sentir perfectamente su aliento en mi boca. Yo nunca soy el que da el primer paso -ya me encargo de hacer que se lo pasen bien en el intermedio-, y como tampoco lo daba él, me empezaba a aburrir así que me fui al baño.

Mientras buscaba un reservado para poder mear tranquilo, me encontré con Juan, un amigo, que se estaba haciendo nada más y nada menos que una raya con otros dos tíos.

  • Ey, David, ¿qué taaaal?

  • Genial, ya veo que no mejor que tú hehe

  • Nah, solo una, que no es finde haha ¿quieres un poco?

  • Ya sabes que no me gusta demasiado...

  • Venga, anda, y ahora salimos tú y yo a bailar a la sala de techno.

Tampoco hizo falta mucho para convencerme, por lo que me metí la raya y le dije que me esperara fuera, que yo me seguía meando. Al terminar de mear y salir, veo que Carlos está fuera, mirándome con cara de pocos amigos. "Tronco, ¿quedamos y me dejas ahí fuera solo para venirte a meterte rayas?". La verdad es que no sabía muy bien qué contestar, pero ya se encargó él de cogerme del cuello de la camiseta, empujarme de vuelta al interior del reservado y comerme la boca a lo bestia. En seguida le cogí el ritmo y tocándole los pectorales con la mano izquierda mientras con la derecha empujada desde su nuca para poder meterle la lengua hasta la garganta, le devolví el beso con todas mis fuerzas. Le tenía muchas granas y quería que se diera cuenta. Me empujó de nuevo, esta vez haciendo que me sentara en el váter y se empezó a desabrochar el pantalón. No le dejé terminar y se lo quité lo más rápido que pude para poder verle el pollón que me había enseñado en fotos. Ahí estaba, duro como una piedra, babeando líquido preseminal, un rabo gordo, venoso, unos 20-21 cm que me estaba mirando a los ojos y que no tardé en empezar a lamer.

Primero le pasaba la lengua como si fuera un perro, aprovechando para saborear ese líquido que tanto me gusta; para seguir dando lametones cada vez más largos, desde los huevos hasta la punta. Carlos se cansó al rato de que tenerme calentándole y terminó por metérmela a lo bruto en la boca. Quiso clavarla entera, pero entre lo grande que era, entre que no me lo esperaba y entre que tenía la boca medio seca por el alcohol, lo que me hizo fue más daño que otra cosa. Con las dos manos me agarró de la cabeza y siguió metiéndola y sacándola como si me estuviera follando el culo, cada vez un poco más al fondo, dejándome sin respirar, dándome alguna arcada que otra; hasta que terminé sintiendo los pelos del pubis en la nariz. Olía a una mezcla entre sudor y meo. Pff, como si no estuviera ya lo bastante cerda. Le agarré del culo (que también se notaba duro, como cada músculo que tenía, debe ser) y empujé hacia mí mientras levantaba la mirada y le miraba directamente a los ojos, con su polla enterrada en mi garganta, sus huevos sudados en mi barbilla y mi nariz inhalando su olor a macho.

Sonrió, me metió una hostia y me sacó el rabo de la boca para mi desdicha. Me agarró del cuello y, alzándome hacia él y haciendo que abriera la boca, me escupió dentro. Obviamente lo tragué nada más llegó a mi boca. "Así que de verdad eres tan putita como decías por Grindr, ¿eh?".

Con la mirada todavía hacia el techo, vi que desde el reservado de al lado mi amigo Juan y sus dos amigos nos estaban viendo con ojos llenos de lujuria, a lo que también respondí con una sonria y un guiño para después volver a bajar a mamar esa polla tan dura que tenía delante. Carlos tiró de mí mientras seguía chupando, haciendo que me levantara del váter, y comenzó a meterme mano por debajo del pantalón para llegar hasta mi agujero. No lo tenía muy difícil, ya que ese día -como casi cualquier día que salgo de fiesta- llevaba unos suspensorios que me dejaban al aire el culo para tener mejor acceso.

  • Buff -dijo al bajarme un poco los pantalones y verme con el culo a su disposición-. Qué ganas de reventártelo.

  • Hazlo -volví a mirar hacia arriba para ver a los tres tíos sin perder detalle-. Esta noche puedes hacerme lo que quieras, me tienes superzorra.

  • Mmh, ¿lo que quiera? Te vas a arrepentir...

Se escupió en la mano para empezar a hacerme dedos, consiguiendo que no pudiera aguantarme los geminos ni con su rabo dejándome sin respiración. De vez en cuando, para llegar bien a mi culo y abrirlo bien con los dedos, se inclinaba haciendo que su pollón se metiera incluso más todavía en mi esófago, si es que eso era posible, y me hacía llorar de cómo me ahogaba, pero me daba lo mismo. No exageraba diciendo que me tenía zorra perdida y quería demostrarlo.

Sentía sus dedos moverse dentro de mí. Empezó directamente con dos, pero no le llevó mucho rato meter hasta cuatro en un movimiento de metesaca bastante rudo. A veces los dejaba dentro y empezaba a moverlos, estirándolos, para dejarme bien abierto. "Mejor -pensé-. Con esta polla me va a hacer falta entrenamiento como sea tan bruto como lo es follando bocas". De vez en cuando me metía los dedos en la boca para que se los chupara y dejara ensalivados para acto seguido ensartarlos de nuevo en mi culo que ya estaba más que preparado.

Sacó un condón de su cartera y se lo colocó en el rabo mientras yo ya me ponía de espaldas, apoyándome en la pared, sacando culo y sonriendo a mi amigo Juan que se estaría haciendo la paja del siglo. La verdad es que estaba tan empanado que ni me di cuenta de Carlos me estaba colocando la polla en la entrada del agujero, pero vaya si me di cuenta de que me la metió hasta los huevos de una sola estocada. Se me escapó un grito que seguramente habrían escuchado hasta en la sala del baile por encima de la música, a lo que Carlos respondió con un sonoro azote en el culo y poniéndome una mano tapándome la boca.

  • ¿Quieres que nos echen? -yo respondí resoplando en su mano- Pues entonces la puta boca cerrada.

Y siguió con un metesaca frenético que me estaba partiendo en dos. Sentía el culo arder, me dolía no solo la entrada del agujero que estaba destrozando con sus embestidas, sino también cuando llegaba al fondo y chocaba contra alguna pared interna. Eso a él poco le importaba, seguía tapándome la boca y follándome el culo con todas sus fuerzas. La sacaba casi entera, dejando la punta dentro, para volver a meterla de golpe hasta el fondo, hasta que sus huevos chocaban con los míos. Empezó a mezclar los gemidos de placer con bufidos. Me quitó la mano de la boca, y con ambas me agarró de la cintura para empezar a reventarme el culo con un poco menos de fuerza pero cada vez más rápido. Yo ya había pasado el umbral de cualquier dolor y lo estaba disfrutando como una puta, gimiendo para que me escucharan él, Juan y sus amigos, y quien quiera que estuviera atento en el baño, moviendo el culo al compás con sus movimientos para que sintiera mejor ese rabo tan duro abriéndose paso por mi culo.

En seguida noté como las embestidas eran más fuertes y menos automáticas, lo que significaba que quedaba poco para que se corriera. Era una pena que no fuera a acabar preñado, pero al menos me estaba reventando y lo agradecía. Me tiro del pelo y, llamándoe puta al oído, no me hizo falta notar su lefa llenándome el ojete para saber que con esas dos últimas embestidas, lentas, profundas y fuertes, lo que estaba llenando era el condón. Se quedó unos segundos dentro de mí hasta que la sacó, dejándome una desagradable sensación de vacío, se quitó el condón, lo anudó y lo tiró dentro del váter.

  • Bueno, ¿qué? -dijo con media sonrisa en la cara- ¿vamos a seguir bailando o nos vamos a tomar la última a mi casa?

Yo me subí los pantalones, me pasé un poco de papel para limpiarme el sudor y salí del baño tirando de él por el cinturón. No me había corrido, pero me quedaría mucha noche por delante.