Noche de San Juan infidelidades impensadas.
Grupo de parejas amigas, la mayoría de toda la vida, salvo alguna excepción. Con relaciones largas los matrimonios y tanto nos conocíamos que sabía que todos habían sido fieles hasta esa noche
Al final mi hermano Ray se sale con la suya, que luego me dicen a mí que soy cabezón y organiza la fiesta para la noche de San Juan y lo de organizar por decir algo. Porque su único cometido fue invitar a los asistentes, la mayoría amigos de Alicante y que coincidía que el día 23 allí era fiesta junto con el día 24. Por lo que me fui al campo para controlar los “daños” de esa fiesta. Vi la pista estilo americana que ya habían construido y todavía no había probado, Ray si lo había hecho ya. También quise ver la zona de la piscina y los alrededores de la casa. Como habían plantado en ambos sitios, le había pedido a un experto en jardinería, que me plantara lavanda, porque me gusta el olor y para ahuyentar a los mosquitos. Me dijo que no me preocupara y cuando llegué había trasplantado distintos tipos de plantas que olían muy bien y me dejó un letrero en cada zona de las plantas.
Además de la lavanda, replantó hierba de limón, geranios de olor, así se denominaban. Tagete, melisa, albahaca, menta de gato… todo dentro de una estética que lo dejaba muy bonito. Había hecho un buen trabajo. En la piscina habían colocado las cuatro camas balinesas, pero no como dije yo. las quería todas en un lado de la piscina y en el otro lado las hamacas. Pues bien, habían colocado dos en cada lateral y las hamacas en los extremos. Luego Ray al verme se encogió de hombros y me dijo… “A mí no me mires, no me eches la culpa. Que han sido Daniela y Elvira, que dijeron que así quedaba mejor” y la verdad que quedaban mucho mejor de lo que yo había imaginado, pero me judía que no hicieran lo que quería. Pero la verdad que cuando las trajeron no estaba para opinar, como el resto de las cosas que habían hecho en mi ausencia. Que si habían respetado lo que dije.
Sabía que algo pasaba y que no iba a ser de mi agrado, conozco muy bien a Ray. Todo era por la cantidad de gente invitada, porque no había sitio para dormir. Antes de que pudiera decir nada, me detallo como lo iba a solucionar. Ya había hablado con todos y usarían camas o colchones hinchables. Pues si los que tenían que venir estaban de acuerdo pues nada más que decir. Me acerque al pueblo a hacer los encargos a una carnicería, ese sí que se puso contento, el carnicero. Porque tenía pensado hacer una barbacoa.
Veo que Ray está con un cuaderno tipo A4 y con cara de preocupado. Estaba repartiendo a la gente en mesas. Le pare en seco, nada de hacer los grupos por mesas, se hacía la barbacoa y cada uno se sentaba donde quería, porque le dije que yo por ejemplo no me pondría junto a ninguna mesa. De esa manera no se sentiría nadie desplazado, ya que siempre había alguien que se ofendía. Entre él y yo dejamos todo listo con antelación y una nevera de las de bar, enchufada y llena de todo tipo de latas. Después de acabar todo, reté a Ray a hacer un circuito en la pista americana, nos cambiamos y fuimos a recorrerla. Estaba convencido de ganarle y no fue así, me ganó él y con ventaja. Se echó a reír y me decía que se había entrenado. Antes habíamos hecho una apuesta sin concretar y me dijo que ya se la pagaría. Eso quería decir o que la sabia y no era el momento o que quería pensar una que fuera “jodida” para mí.
Todos llegaron a mitad de la mañana del día 23. Habían venido en caravana, me dio mucha alegría ver a algunos que llevaba sin verlos casi toda la pandemia. Algunos a los que el COVID-19 les dejo algunos seres queridos en el camino y solo puede hablar con ellos en ese momento. Los entendía perfectamente y lo que se trataba ahora era de olvidar todo un poco y pasar unos días bien. Se notaba que habían preparado todo con Ray porque venían super organizados. Parecía que iban de camping y antes de la comida estaba todo montado. Me gustan las personas organizadas. A la hora de comer vinieron Victoria con su mujer, que se quedarían solo a comer y Marina con su marido Ignacio. Traían cara de funeral y además ella cara de perro. Iba a tratar de que alegraran las caras pero se me adelantó Ray, que los presentó y con más entusiasmo a Ignacio, lo presentaba como maestro de ceremonia para la noche.
Alguno y alguna más se unieron a él, porque como Ray les gusta el esoterismo, la astrología, el ocultismo y todo lo que se refiere a las ciencias ocultas. En minutos amigos de toda la vida y escuchaba que su conversación se centraba en algo sobre la luna rosa o de fresa. La comida tuve que pararles para que hablaran de otras cosas y no acapararan la conversación con un solo tema. Entonces Ignacio preguntó por la autocaravana que había fuera tapada, le dije que era mía y como me pregunto la marca-modelo, se enrollo con ese tema, que ellos eran de hacer camping, tenían una caravana remolque. Como allí varios hacían camping, hablamos de los distintos camping que conocíamos.
La que me dejó clavado fue Victoria que cuando él estaba hablando del viaje que querían hacer por el norte, dependiendo de los días que Marina tuviera de vacaciones, Victoria le dijo que aprovecharán y fueran conmigo, que iba solo y siempre buscaba con quien compartir el viaje. El en principio se alegró demostrándolo y diciendo que se apuntaba, para cambiar de cara cuando miro hacia la mujer. Me excuse y entré en la casa, tardé un segundo en mandar un whatsapp a Victoria para que viniera. Nada más entrar hablo ella… “No me digas nada, lo hago porque este verano estaría más tranquila si vas acompañado que si vas solo. No me apetece estar mirando todo el día al móvil” y con la misma se dio la vuelta y me dejó con la palabra en la boca. Es que era como una hermana, a la que quiero y adoro, pero sabe cómo cabrearme.
Cuando regresé con los demás, no hice ninguna referencia a la caravana, ni a los camping, ni a nada de eso. La comida fue suave y relajada, a las siete sin previo aviso Ray y alguno más se pusieron a preparar la barbacoa. Mientras encendían las brasas otros fueron sacando la comida para hacer. Elvira había preparado unos pinchos de carne, que los había preparado con un adobo. Les dejé hacer y Elvira como sabía que a mí me gustaba, preparó una parrillada de verduras muy completa, calabacines, espárragos trigueros, setas, pimientos, berenjenas… todas aderezas con algo que ella había preparado y que no quería decir que era.
De la barbacoa el triunfo rotundo fue la parrillada y los pinchos de pollo que había preparado Elvira, al final se quedó corta y eso que los pinchos tenían un toque picante fuerte. A las nueve exceptuando dos, los demás ya habíamos acabado la merienda cena. Me hubiera gustado que Victoria se hubiera quedado a la barbacoa pero ya me había avisado que nada más comer se marcharía. Ignacio, Ray y tres personas más, se bajaron a la piscina a montar sus historias para la noche de San Juan. Me di cuenta de que Marina estaba prácticamente sola, se había apartado y no tenía buena cara. Me acerque a Daniela para pedirle que se preocupara por ella y llamó a Elvira, acercándose a ella. Luego Adriana hizo lo mismo. Pasado un rato me fijé que la cara de Marina ya había cambiado.
La bebida estaba controlada, pero el ambiente era de alegría. Después de un buen rato subieron todos los que habían ido a montar (no sé cómo llamarlo) el acto, el ritual… nos hicieron acercarnos y entre Ray e Ignacio, nos explicaron lo que habían preparado. Hablaban indistintamente los dos, una parte uno, luego continuaba el otro y así fueron exponiendo todo… “Hemos preparado una hoguera que encenderemos para saltar todos, quemaremos deseos de salud, trabajo, dinero y a mor o sexo o ambas. Nos daremos un baño nocturno, como no estamos en el mar, purificaremos el agua de la piscina y saltaremos siete veces de espalda. Todos los que participemos tenemos que cumplir todo el ritual y se hará desnudos completamente” , la explicación fue más larga y cuando llegó lo de desnudarse, pensé que habían pinchado en hueso. Por eso quise intervenir, porque sé que a Ray, Daniela, Tiano, Adriana y a mí no nos importaría estar desnudos, del resto no podía decir lo mismo porque los conocía bien y sabía que no les iba eso, ellos sabían de mi vida sexual, me respetaban pero sabía que no les gustaba, porque en algún caso me lo habían expresado.
“Todo muy bien y muy bonito. Ahora voy a ser el puñetero, que no es que quiera fastidiar la noche. Ignacio no va por ti, Ray tu conoces tan bien como yo a nuestros amigos, que a ti te de igual quedarte en pelotas, a ellos no, para que meterles en el compromiso, no vayamos a joder el buen rollo” y ante mi sorpresa casi todos estaban dispuestos. Si esa reacción me había dado una sorpresa, el sorpresón vino cuando nos dieron unos tubos que eran como de papel de madera, donde teníamos que escribir y meter los deseos que quisiéramos, para luego quemarlos en la hoguera. Hasta ahí todo bien. Luego vino lo que digo que era el sorpresón, en otro que era de distinto material, se escribiría un deseo sexual. Nos explicaron que cada uno cogería uno y sería para cumplir, como se quisiera y con quien fuera. Pues de nuevo a la mayoría les pareció bien.
Dos parejas dijeron que no, no porque no quieran, era porque las mujeres estaban con la regla y pasaban de historias. Elvira que no tenía pareja, como me pasaba a mí, no decía nada, escuchaba y estaba atenta. Marina se puso de pie y mirando sobre todo a su marido no se cortó… “Yo me retiro de esto y mi marido también… “Verdad Nacho?” y Nacho se quedó mirándola, trataba de convencerla, aunque en un momento más que convencerla era forzarla, por eso intervine y me metí en medio de los dos. Me fui a hablar con ella, que no quería, pero al final se paró y hablamos…
- Marina tranquilízate y respira profundo… no te rayes, lo que no quieras hacer, no lo hagas, lo diga tu marido o tu padre. Solo haz lo que tú quieras y ya está.
- Creía que ibas a tratar de convencerme. A tratar de que cambiara de opinión.
- En absoluto, he venido a decirte lo que te he dicho y para que si quieres que te lleve a tu casa te llevo, pero si quieres quedarte aquí, en vez de dormir donde está todo preparado, te coges una habitación, nadie te molestara y te daré la más tranquila, no oirás nada.
- Gracias… ¿Por qué lo haces?
- Porque no me gusta que nadie haga algo en contra de su voluntad.
- Pero a ti eso de estar con cualquiera… ¿No te da… reparo?
- Jajaja… disculpa de que me ría. No follo con cualquiera, follo con quien me apetece y si quiere hacerlo conmigo. Nadie es mía ni soy de nadie.
- ¿Pero no te da luego remordimientos?
- Me darían si lo hiciera forzado o con alguien que no quisiera, pero nunca se me ha dado ese caso.
- Si ya, eso te lo he entendido. Pero no te da nada, montártelo con una mujer casada o comprometida, por su marido.
- Nunca he jurado fidelidad sexual a nadie y el sexo hay que tomarlo como lo que es, un momento de placer y esparcimiento de los sentidos.
- Me gustaría pensar como piensas tú, pero me es imposible.
- No tienes que pensar en eso, tienes que pensar en otras cosas y buscarle una solución, para eso lo mejor es hablar relajadamente, desde la honestidad, desde la sinceridad con quien tienes que hacerlo.
Fuimos a una habitación y le dije que allí se podía quedar y para su tranquilidad le dije que la puerta tenía cierre. Le di las buenas noches, cerré la puerta y me marché. Nada más ver a Ignacio le dije… “No es una opción… para ti la noche ha terminado. Tu mujer está hecha polvo en una habitación. Te voy a decir lo que le he dicho a ella… tenéis que hablar relajadamente, desde la honestidad y desde la sinceridad, porque si sois pareja lo sois para todo, tenéis que encontrar vuestro camino, vuestras complicidades y no ir cada uno por un lado, porque si no, sois cualquier cosa menos una pareja” le acompañe a la habitación y compungido o enfadado me dio las gracias.
Me cogió por banda mi amigo Martin, que era de mi edad y nos conocíamos desde que teníamos uso de razón. A Martín todo el mundo lo subestima, porque parece distraído y como si estuviera en las nubes, lo que hace que la gente hable de más cerca de él, se entera de todo y más. “Me has hecho ganar una apuesta. Porque algunos decían que ya no volvías, que ibas a aprovechar la debilidad de ella para fundírtela. Yo he dicho que no lo harías… como siempre me has hecho ganar” eso me molestaba, que se equivocaran tanto conmigo. Las mujeres que iban a participar se fueron a cambiar de ropa y luego nos fuimos nosotros. Poco me cambié, me puse un pantalón corto y una camiseta. Las parejas hacían un rito de las agujas, algo que hacían en un cuenco con agua y dos agujas. Me dediqué a comprobar que lo de la hoguera estaba bien y no iba a marcar el suelo de la piscina.
Ray lo había preparado todo muy bien, había colocado un falso suelo de terrazo y luego encima puso arena de río. Saltamos la hoguera, quemamos los deseos y llegó el momento de tirarse al agua de espaldas y desnudos. Había un poco de reticencia, como esperando a ver quién rompía el hielo, los primeros fuimos Ray y yo. después lo fueron haciendo todos los demás. A pesar de la poca luz, me fijé en los cuerpos de algunas amigas y estaban pero que muy bien. Se notaba que el grupo de baile y gym que tenían, habían esculpido bien esos cuerpos. Ya había echado el ojo a dos en concreto, que si estaban dispuestas como decían a todo, trataría de estar con alguna de ellas y de pronto mi gozo en un pozo. Ray dijo… “UN MOMENTO, UN MOMENTO… que Carlos por una vez ha perdido en una apuesta y toca cobrársela. Carlos hermano… te toca estar media hora atado y con los ojos vendados en una de las camas balinesas. Así las vas a estrenar, no veras ni te verán, porque correremos las cortinas, solo escucharas” si esperaba que me hiciera gracia, no me hizo ninguna. Todo lo contrario… pero las apuestas hay que pagarlas.
Resignado pero muy cabreado me acompañaron a la cama que estaba más alejada. Ray lo tenía preparado todo, lo que quería decir que no se le había ocurrido en ese momento, ya lo tenía pensado. Antes de tumbarme y dejar que me ataran me vendaron los ojos, me pusieron dos gasas, una en cada ojo. Luego pasaron la venda, a pesar de la oscuridad no veía nada, pero no conforme, me puso por encima un antifaz de color negro. Lo sé porque lo había visto encima de la cama. Los brazos los ataron quedando separados y con correas de cuero, de las que solía usar en mis momentos especiales. Solo era media hora, a estar relajado y que no se me hiciera muy largo. Pusieron música, se oía follón, se divertían, aplaudían, ni idea de lo que pasaba.
De pronto alguna de las cortinas se debe haber levantado o movido, porque entra algo de brisa. Noto presión alguien se ha sentado. Trato de oír y sobre todo oler. Pero claro poco voy a oler después de haber pasado todos varias veces por el agua. Tengo el pantalón corto puesto sin nada debajo y una camiseta normal. Siento una suave caricia sobre mis pies. Pregunto quién es y no recibo respuesta, se o sospecho que es una mujer, al sentir las uñas y dedos finos. Me provoca una sonrisa maliciosa, porque se han invertido los papeles, normalmente o mejor dicho, siempre soy yo el que controla, el que sabe y el que dispone. Me va acariciando, lamiendo mis pies y mis piernas. Me da mi medicina, sube lentamente, muy lentamente y cuando parece que va a llegar lo mejor… se para y retrocede.
Mi única defensa, es intentar retrasar lo más posible mi erección, para tratar de provocar a esa mujer y una manera para lograrlo, es tratar de descubrir quién podía ser. Introduce su mano por debajo de la pernera de mi pantalón corto. Agarra con fuerza mi polla y hace movimientos sugestivos. Me está costando no empalmarme y ella entonces, coge mi pantalón de los costados y levanto mi culo, ella hace el resto y me los quita. Esta vez es más directa y sin rodeos se mete mi polla en su boca. Lo consigue, no me puedo aguantar, mi polla empieza a crecer dentro de su boca. Tal como lo está haciendo, trato de pensar en las mujeres con las que he estado y que están esa noche ahí, para saber si es alguna. Me hace la mamada muy bien, para mí en ese momento era una boca desconocida, una nueva mujer.
Mi erección ya es suprema, le digo que se acerque y me bese, porque de esa manera si es alguna conocida mía lo sabré sin lugar a duda. Me llega una situación inesperada. Mientras sigue con mi polla alguien me besa, son dos mujeres. Me besó con deseo y pasión, me dio un beso tremendo, de los más calientes. Se les escapa durante segundos unas risas cachondas, me ha pillado un poco fuera de sí y no me he podido quedar con esos sonidos. Una de ellas acerca sus pezones a mi boca, pero sin dejarme que los coma bien, me provoca. Sus tetas son medianas y la otra mientras, me sigue tocando la polla con su mano y me restriega las tetas sobre la camiseta. Esta tiene un volumen importante de tetas. Con ese dato descarto por un lado a casi todas y solo me quedan tres bajo mi opinión. La otra de momento es más difícil.
Ahora entre las dos me maman la polla y los testículos. Me hacen un “trabajo” que raya la perfección. Me colocan con lentitud un preservativo y a continuación una de ellas, coloca sus piernas entre mis caderas y luego se la introduce en su coñito, lo hace muy, muy lentamente hasta que se queda sentada sobre mí y contiene un gemido, pero lo lanza apagado y es muy fuerte. No logro saber quién es y esta vez sí he estado atento. Al principio parece que le cuesta pero poco a poco, sus movimientos van siendo más resbaladizos, con más carencia y el sonido de su respiración, aunque sigue contenido es sonoro y sin darme tiempo, ahora alguien se coloca sobre mi boca, por si posición sé que dando la espalda a la otra mujer. Quien sea esta mojadisima y mi lengua se vuelve loca, es un coñito jugoso y la verdad, no tengo ni idea de quién puede ser, ni tampoco puedo distinguir si alguna vez lo he probado con anterioridad.
Lo que me gusta son sus movimientos en mi boca, como coloca el coñito para que mi lengua pueda comerse mejor el clítoris y cuando quiere que mi larga lengua la folle. Parece que se están poniendo super cachondas por “simpatía” porque cuanto más se oye a una, a la otra se la va oyendo más. Se corren a la vez y lo noto, por como una se aplasta prácticamente contra mi boca y la otra hace lo mismo contra mi pubis. Se quitan de encima y me levantan la camiseta, sigo con mi erección y me comen los pezones. Los succionan y los lamen. Ahora cambian de nuevo de postura y sé que han cambiado de posición. Porque el coñito que me han puesto en la boca ahora, tiene un piercing. Otro dato importante para tener en cuenta. La diferencia es que esta vez, la que me va a follar, no se la mete en el coñito, coloca su culito y estoy convencido de que ese culito no me lo he follado.
Es muy estrecho, cuesta que se meta, pero ella lo hace sola muy bien. Seguro que ya lo ha practicado, porque sabe muy bien como follar analmente. La del piercing, se ha colocado mirando hacia la otra mujer y noto movimientos, algo se hacen, pero no se besan, porque no se oye nada de besos. A mí ya me tiene a punto de correrme. Nos corrimos en cadena, primero la mujer que está follando, luego me corrí yo y la última la que él comía el coñito. Esta vez se quitaron tranquilamente, me quitaron el preservativo y me limpiaron la polla con sus lenguas, de tal manera que de nuevo tuve una erección. Las escuche reírse, una risa contenida y poco después me aflojaron una de las muñecas y las oí correr.
Cuando logre desatarme, me quite lo que me tapaban los ojos y tarde unos segundos en que mi vista se habituara. Me asome y no había nadie en la zona de la piscina. La hoguera estaba apagada, solo estaba la luz del vaso de la piscina. Mire el reloj, habían pasado dos horas y siete minutos desde que me ató Ray. Me tiré al agua y nadé un rato, luego salí del agua me sequé y me puse solo el pantalón corto. Me fui para mi habitación. Mientras subía a la casa ni veía a nadie ni se oía a nadie. Habrían follado, no habrían follado, qué pasaría mañana. Todo estaba en silencio y tranquilo. Al ir a entrar en la casa estaba Marina sentada en un balancín, que se movía suavemente. Estaba con un vaso en la mano y muy seria, parecía que había llorado. No quise decir nada y por eso cuando pasé junto a ella solo le dije… “Buenas noches” y me metí en la casa, pero me sentí mal, salí de nuevo…
- No quiero que me cuentes nada Marina, que no quiero entrometerme… pero me da la impresión por tu cara, que no ha ido bien, que no habéis hablado mucho… tranquila, Roma no se construyó en un día, lo importante es que se abra un camino, para que podáis hablar otro día con más tranquilidad y profundidad.
- No qué va, si ha ido todo muy bien, espera que te puedo confundir, no ha ido bien el contenido, pero hablar lo hemos hablado todo. ( No quería preguntar nada sobre lo que habían hablado )
- Oye Marina, ¿Llevas mucho aquí? Es que estaba bañándome y he visto correr a dos, que me parecen que eran dos mujeres… ¿Has visto a alguien?
- Más que ver he oído unas risas de mujeres, pero no tengo ni idea de quienes eran. Pero lo que te decía, sí estoy muy rayada, porque no me esperaba oír lo que ha salido por la boca de mi marido. Por eso estoy fatal.
- Mira Marina, es una situación digamos que rara. En circunstancias normales, no tendrías que haber estado aquí. Que no es que me molestéis tú y tu marido. Es que era para amigos y la verdad, que nos podemos caer bien, regular o mal, pero no somos amigos…
- Te recuerdo que no quería venir. Pero mira aunque no me ha gustado nada de lo que ha sucedido, me ha venido bien para saber qué estaba pasando en mi matrimonio, porque algo pasaba, que no es nada de cuernos ni nada de eso, pero por ese lado estoy más tranquila, solo que lo tengo que digerir y es lo que estaba haciendo.
- Mejor no me des ningún detalle. Lo que sí es visto que tu marido es un tipo genial, con él no te aburrirás y es que además puedes hablar de todo con él y sé que ha caído bien. Conozco a mis amigos y ahora lo mejor que puedes hacer es ir a dormir un poco, que con la luz del día, verás todo mejor.
Me marché para mi habitación, no porque tuviera sueño, porque no quería que me llegara a contar al final algo que no estaría bien que oyera. Raro en mí me desperté más tarde de lo normal. Exceptuando a mi hermano, Daniela, Adriana y Tiano, los demás parecían que están en un funeral o con un resacón de mucho cuidado. Era lo último, aunque les notaba un poco raros, era el momento de recordar lo que pasó por la noche. Desayuné y me fui a dar una vuelta por el campo y ver cómo iban las cosas. Llegué a la hora de la comida y casi nadie quería comer, estaban todavía digiriendo la cena. Algunos tomaron fruta y poco más. De todas maneras no estábamos todos, algunos seguían durmiendo. Marina e Ignacio estaban en una tensa calma. decidieron varios jugar al trivial y mientras me puse a leer un libro.
Amaneció mi amiga Elena. Era una mujer de mi edad, habíamos estudiado juntos y siempre había sido una chica exuberante, demasiado desarrollada pero muy beata y se echó de novio a un chico parecido a ella, al final se casaron. Él es Gabriel, que al contrario que Elena sigue igual, muy buena gente, pero muy apocado. Elena se había espabilado mucho y la prueba es que apareció vestida con un pantalón vaquero corto con peto. Debajo del peto no llevaba nada y aunque no se le veían las tetas del todo, si por el costado se veían sus buenas formas, porque además era de pecho muy generoso. Mi primera pregunta al verla, ¿Sería una de las de anoche? Y mientras seguía leyendo el libro escuché algo que me hacía descartarla, aunque me hubiera gustado que fuera ella… “Menudo melocotón te cogiste anoche, echaste hasta la primera papilla… ¿Cómo te encuentras?” ella riéndose y poniéndose las manos en la cara tapándose, decía que ahora ya está muy bien.
Ya se estaba retirando el sol, me iba a ir a la piscina y dije si alguien se venía, se apuntó primero Gabriel y detrás su mujer. Para no hacérselo pasar mal a nadie fui a ponerme un bañador. Nos bajamos los tres mientras los demás decidían que hacer esa noche. Estábamos bañándonos y hablando los tres, más bien su marido escuchaba como solía hacer siempre, poco hablaba. En bikini estaba tremenda y en mitad del baño se quita la parte de arriba y nos la lanza, Gabriel menea la cabeza, como solía hacer cuando ella decía algo que no le hacía gracia. Después propuso que nos denudáramos y a Gabriel no le hacía nada de gracia, pero al final cedió y me lo quite también. Tenía una mirada cachonda y de pronto su marido cortó el rollo. Diciendo… “Elena es hora de llamar a los niños, que si no luego será muy tarde” Elena le decía que los niños estaban bien con los abuelos, el insistía y ella remoloneaba, hasta que su marido se salió y ella fue detrás. Al salir la vi bien y estaba muy bien.
Me quedé solo nadando y aproveche para hacer unos largos. Bajo Ray, habían reservado mesas en un sitio conocido y me dijo que ya estaban todos cambiándose. Sin mucha prisa me subí con Ray y me fui a cambiar. Aun siendo el último en ir a vestirme, acabé antes que otros y con uno de los primeros que me encontré fue con Ignacio y mientras esperábamos me dijo que le tenía que enseñar la autocaravana. Quede en enseñársela al día siguiente. No describiré a todos, lo haré con quienes más me impactaron. Elvira con un jersey de verano con los colores de la abeja Maya, que le quedaba súper ajustado y marcaban muy bien su bonito pecho, llevaba unas mayas negras que hacían ver su cuerpo muy apetecible y unas sandalias amarillas con buen tacón. Adriana con un short de color rojo que marcaba a la perfección el buen culo que posee y un top blanco, que se notaba que no llevaba sujetador y unas sandalias rojas. Marina un conjunto blanco de falda corta y chaqueta, bastante abierta y sin nada debajo, se veía menos de lo que parecía, pero ya se sabe, más sufre el que ve que quien enseña. Junto con otras cuatro, con pecho abundante y de todas el mejor colocado o eso parecía. Sandalias blancas y los labios pintados con un color rojo intenso. La última que me llamó la atención y digo la última porque fue la última en aparecer, Elena, salía espectacular, un vestido vaporoso y con vuelo. Todo exuberancia y no llevaba sandalias, me extraño, llevaba unas bambas floreadas, haciendo conjunto con su vestido.
Las demás no es que fueran mal, que no, pero iban más discretas. Para ser ecuánime, diré quienes estaban mejor y por el criterio general. La mejor Marina, la siguiente Elvira, luego Adriana y finalmente Elena. Todas ellas levantaron de alguna manera expectación tanto en hombres como en mujeres. Quise abstraerme de lo que me sucedió la noche anterior, para no ver en sonrisas o alguna mirada fantasmas y estar pensando toda la velada, será esta… será esta… y eso no podía ser. La cena estaba siendo perfecta, no parábamos de reírnos y en eso tuvo mucho que ver Ignacio, que le sacaba punta a todo, en plan gracioso. Elvira esa noche estaba distinta o la veía distinta, pero quien me estaba trayendo por la calle de la tentación era Elena.
No tardamos en cenar y nos fuimos a tomar una copichuela como decía uno de mis amigos. Nos tuvimos que sentar en más de una mesa y había cachondeo de unas mesas a otras, estábamos en el exterior y nos avisaron que a las dos de la mañana se cerraba. Parte del grupo tomaba agua con misterio y la otra parte además del agua con misterio, se fumaban algún que otro “petardillo” que de “illo” tenía poco. No es que se pusieran a todas horas o todos los días, pero si en momentos como ese y el que más me llamó la atención el marido de Elena, que como se ponía. Se ponían más graciosos de lo normal y observaba lo que pasaba. Esperando sobre todo que alguien hablara de más. Por lo menos de las que estaban fumando.
Me acerque a mi coche a por el móvil de la mujer de uno de mis amigos, así estiraba un poco las piernas. Abro el coche y estoy con medio cuerpo metido cuando oigo pasos en la oscuridad, me giro y es Elena. No traía cara de venir con “buenas” intenciones o según se mirase. Se desabrochó la chaqueta blanca y sus tetas quedaron al aire. No hace falta preguntar si esta cachonda, porque tiene los pezones empitonados y una cara de puta que tiraba para atrás. Se acercó y nos morreamos bien morreados. Con ese morreo nos espoleamos sin ningún freno. Fui a comerme sus tetas y ella abrazaba mi cabeza, la apretaba contra ella y me decía… “Que ganas te tenía, cabrón… me vas a follar bien follada” los dos sabíamos que era un polvo AVE, rápido y sin paradas.
Le di la vuelta y la apoye contra el coche, de dos tirones le arranque las braguitas y nos leímos el pensamiento, ella me pedía que se la metiera ya y yo ya iba camino de hacerlo. Una vez que le metí toda la polla, grito y me insulto, me decía… “Me estás matando… que rico… y que caliente… madre mía… sigue, sigue, dame más, más, masssssss…” la follaba con mucha fuerza, en vez de agarrarme a sus caderas, me agarraba a sus tetas y las apretaba, las acariciaba y le llego un orgasmo largo, intenso y profundo. No me pare seguía follándola con mucha intensidad hasta que me dijo… “Para, para, para, para…” pero no se quitaba, hasta que me dijo que no podíamos seguir que iban sospechar. Se puso en la puerta abierta, se sentó en el asiento y me hizo una mamada de película.
Lo hacía con mucha intensidad y sobre todo con mucho vicio. Me ponía muy cachondo ver sus tetas mientras se metía mi polla en la boca, era de las que más se la habían metido. Tuve que hacerme la paja yo para acabar antes y cuando estaba a punto de correrme la deje a ella, que se la volvió a meter en la boca. Corrida XXXL y se atraganta, le cae parte de la corrida en las tetas y después de limpiarme bien la polla me dice con algo de risa… “Lo tienes que avisar, menudo corrida hijo mío, acostumbrada a unas gotitas, lo tuyo es… me has puesto perdida” regresamos juntos hablando de tonterías y el resto no nos habían echado de menos, seguían con sus risas y voces alocadas. Al estar con mas luz, me di cuenta de que tenía una mancha de semen que se veía bien, con disimulo le hice una seña, se miró y hace lo siguiente, se chupa bien un dedo y se limpia con la saliva la mancha, para luego llevarse el dedo a la boca.
De ese momento poco más que reseñar. Nos teníamos que ir y lo teníamos estudiado todo para conducir los que estábamos bien, lo malo que uno de los que se había comprometido a no tomar nada, se había aliado con los que se habían puesto hasta el culo. Cuatro se quedaron esperando y subimos al resto. Me tocó bajar de nuevo por los cuatro, aunque Ignacio se ofreció a ir a buscarlos, no estaba mal, pero no le veía bien del todo. Subimos y estaban todos enganchados de nuevo a la diversión. Cómo sabía cómo podía acabar eso, los mande a todos a la cama, como si fueran niños pequeños y nos quedamos los que nos encontrábamos mejor. Elena se fue a dormir porque su marido estaba espesito. Al final nos quedamos solos Ignacio y yo. Hablamos de vides, olivos, árboles frutales, estaba muy empollado y como no de caravanas y autocaravanas. Me preguntaba cosas de la mía y no le podía contestar porque desconocía muchas cosas de las que me preguntaba. Quedamos en verla con la luz del día y antes de acostarnos tuvimos una conversación un poco más privada, por mi parte sin intención de saber nada que no debiera de saber.
- ¿Se le ha pasado ya a Marina su malestar por haber venido?
- No es malestar, es que es más cortada y hay que comprenderla, nosotros no somos amigos de nadie de aquí y se sentía como un pegote.
- En eso se os ve muy distintos.
- Jajaja… en eso y en más. Yo es que me enrollo con cualquiera, vamos de vacaciones y regresamos con muchos amigos. Hablo por los codos.
- Reconozco que me has eclipsado, siempre soy el alma de la fiesta y tú eres todo un maestro. A todos los tienes contentos y opinan lo mismo, que sois muy majetes y eso es lo bueno. Se os ve transparentes.
- Sois un grupo peculiar, sabéis divertiros y tenía razón Marina, tú no eres un jefe típico. Te veo y me haces sentirme mal, con remordimientos.
- ¿Qué remordimientos? ( No sabía por dónde iba )
- Tú sabes a qué me dedico y no trato a mis subordinados de la misma manera, soy muy distante con todos, que no es que les trate mal y tampoco me preocupo mucho por sus vidas.
- Sí sé a qué te dedicas, un trabajo de mucha responsabilidad y demasiada seriedad…
- ¿Y tú por qué eres así en tu trabajo?
- Por la parte egoísta, interesa que el trabajo salga y a ser posible lo mejor que se pueda. Para eso no se puede tener a la gente encabronada. Tienes que dar lo que recibes, por ejemplo para el buen funcionamiento, no es necesario tratarse de usted, ni tampoco ganarse el respeto con miedo, porque a las personas no se las puede someter, porque al final en vez de respeto hay odio.
- Es fácil de decir, pero se te subirán a las barbas al final.
- Las personas son más inteligentes de lo que crees y si quieres de verdad implicarte con ellos, tienes que estar al tanto de sus preocupaciones, de sus momentos más duros…
Poco más hablamos, él no estaba muy convencido de lo que le decía y me lo argumentaba con ejemplos fáciles de rebatir. Nos marchamos cada uno a nuestro lugar de descanso y entre en mi habitación, deje parte del ventanal abierto para que entrara el aire fresco y desnudo me deje caer en la cama. Puse música de saxo y me estaba quedando dormido cuando sentí como me tocaban. Elena se había colado en mi habitación, sin hacer ningún ruido. Subió hasta llegar con su boca al oído y me susurro… “Vengo por el resto y no me voy a marchar sin…” me mordisqueo el lóbulo de la oreja. No habíamos empezado y su respiración era acelerada. No le hizo falta hacer mucho más para ponerme a tono. Hice que se encendieran las luces, no todas, las necesarias, me gusta ver con quien estoy.
La tumbé y empecé a comerme sus muslos, jugar con mi lengua hasta casi llegar a su coñito, ver su cara como se ponía cuando me retiraba y ella que se movía para que su coñito se pegara a mi boca. Me gustaba hacerla rabiar, desesperarse, nuestras miradas se cruzaban mientras la provocaba, hasta que con mi boca abarque todo su coñito, pero sin tocar directamente sus clítoris, me miraba con placer y quería más, me lo decían sus ojos, pero marcaba mis tiempos. Pase un par de veces suavemente mi lengua por su clítoris, nada de modo taladro, suavemente y como si hubiera sido accidental. Su clítoris estaba erecto, preparado para recibir lo que fuera necesario. Esas dos veces levantó su culo para sentirla más. Esquive su movimiento. Introduje dos de mis dedos dentro de su encharcado coñito, entraron muy bien, se deslizaron suavemente. Esto hizo más profundas sus respiraciones, que estaban siendo contenidas… “Zorra puedes chillar, decir lo que quieras, que nadie te va a oír…”
Me hizo caso y gemía, soltaba bocanadas fuertes y alguna palabra malsonante. Porque me estaba follando su coñito con mis dedos y no él comía su coñito como estaba deseando. “Venga Carlos no seas malo…” sabía que era lo que quería y no se lo daba, cada vez se acelera más y con palabras entrecortadas ahora me decía… “Que hijo de puta que eres, me vas a hacer correrme sin tu lengua… no seas…” todo esto me lo decía mirándonos a los ojos, una mirada cachonda al máximo y pase mi lengua por su clítoris sin dejar de mirarla. Parecía contorsionista y se puso a dar gritos entrecortados, como si la estuvieran torturando, era muy exagerada, pero no exagerada por hacerse la interesante, que le salía desde dentro.
No supe su momento exacto del inicio de su orgasmo, porque fue tan escandalosa y con tanto movimiento que no lo supe con exactitud. Pero me agarraba la cabeza porque quería que siguiera y yo no quería, porque estaba como me gusta que esté una mujer, super cachonda y necesitada de otra buena corrida. Mi intención era follarme su fabuloso culo, que siempre me llamó la atención y más de una vez pensé que me lo follaba, llegó el momento de hacer realidad mi deseo. No sé porque, siempre pensé que su marido se lo follaría un día sí y otro también. La gire de golpe, se quedó boca abajo, movió su culo provocándome y ZAS, ZAS… dos buenos azotes que no le hicieron gracia y protestó. Lo deje de momento y empecé a acariciar su coñito hasta su culito, ronroneaba y hacía movimientos sensuales. Volvía a follar con mis dedos su coñito y mis dedos eran bien recibidos. Con la otra mano me chupé bien los dedos y los lleve a su culito.
No dijo que no, pero tampoco lanzó las campanas al vuelo, que eso se nota. Simplemente se dejaba hacer. En estos casos lo normal es que te dejen hasta que intentas ir a mayores que es cuando te echan el freno. Efectivamente cuando quise ir a mas… “Ya sé que te gusta hacerlo por ahí, que es conocido, pero por ahí nunca lo he hecho y más que asustarme ME ACOJONA… ¿Me entiendes?” y eso me puso más cachondo, un culo que había deseado tanto y virgen… que más se podía pedir. Me levante fui a un armario, saque una pala para azotar y un lubricante muy bueno para ese tipo de ocasiones, para no dañar a las primerizas. Ella miraba intrigada, nerviosa, un poco asustada… pero excitadísima. Mire a sus ojos y le dije… “No me puedo creer que no te lo hayan follado, eso es un pecado, motivo para un divorcio, imperdonable…” y mientras le iba diciendo esto le estaba llenando el culito de lubricante, parecía que se relajaba.
Con el primer dedo las protestas se acabaron pronto y fue cuando me atreví con dos dedos. Se encolerizo un poco, agarre la pala y azote su culo, su enfado aumentó, se puso echa una fiera, protesto, pataleo, me insultó, pero no se marchaba, lo que me hizo continuar y siendo más contundente, mis dos dedos estaban dentro de su culito. Se quedó mirando como me ponía el preservativo, mirada de lujuria, deseo, preocupación… era toda una mezcla. Se tumbó del todo, coloque mi polla en la entra de su culito, entre el lubricante y la tensión de su cuerpo, mi polla resbalaba. Tuve que sujetarla con una mano, encararla bien en la entrada de su culito y dar un pequeño puntazo, de tal manera que quedara encajada, soltando Elena un grito que no se correspondía, más por el susto o la impresión que por el dolor, porque no se tensó mucho. Acaricie su tupida melena y sentí como se relajaba, no mucho, pero algo.
Hice un leve movimiento y otra parte de mi polla entró. Esta vez mordió la almohada, lo que significaba que estaba entregada a que me follara plenamente su culito. Como debe ser en estos casos, me tomé todo el tiempo del mundo, nada de prisas y pasados entre quince y veinte minutos, nuestros cuerpos se tocaron. Dejó de morder al rato la almohada y lanzó un suspiro de relajación. Poco a poco fui follando su culito. Al principio mis movimientos eran imperceptibles y seguiría así, hasta que sintiera que ella era la que se movía. En el momento que lo hizo, continué con movimientos más profundos y agarre su melena, quise que levantara su cabeza, que se viera reflejada en el espejo. No me hizo agarrarle más la melena nos mirábamos reflejados en el espejo y me agarre bien a sus caderas, inicié una follada de culito espectacular, hasta llegar a un ritmo de estar rompiéndole el culito. Ahora ya no protestaba, solo gemía y gemía, mientras se tocaba ella misma, sacaba casi toda mi polla y se la volvía a hundir violentamente, en ningún momento noté que su culito dejara de estar prieto.
Se corrió dos veces y estaba a punto de correrme cuando em dijo… “Esta vez sí estoy preparada, me gustaría que lo hicieras en mi boca” y como soy todo un caballero, deje de follar su culito, me quite el preservativo y me puse a follar su boca, porque me la estaba follando. Me di cuenta que le pasaba como a su culito, nadie le había follado la boca, porque eso es un arte, no es un mete saca normal, hay que saber muy bien lo que se hace. Hasta que me empecé a correr, me salió un gemido brusco y sonoro. Elena estuvo un rato con mi polla en su boca y pocas veces saque de una boca tan limpia mi polla. Elena se fue al baño y luego con cara de preocupación me preguntaba… “Madre mía como me lo has dejado… ¿Esto volverá a su normalidad, verdad?” y le dije que sí, que no se sugestionara. Se fue a su habitación porque no quedaba mucho para que empezara a amanecer. Me levanté con el sol bien levantado, desayuné y todos estaban durmiendo a excepción de Ignacio que estaba levantado.
- ¿Dónde está el resto de la gente?
- Todos están durmiendo todavía y yo no, porque me han llamado temprano con unos problemas, que si no estaría durmiendo también.
- Pues mira si quieres ahora que todavía el sol no pega, vamos a ver la autocaravana.
- Me parece fantástico.
- Pues venga voy por las llaves y vamos.
Nos acercamos a la autocaravana, quitamos las lonas que la cubrían y la boca de Ignacio se quedó abierta como si hubiera visto el santo grial. Sabía de este tipo de vehículos mucho más que yo. Me contó que se sacó el carnet para poder conducir ese tipo de vehículos, porque dos veranos alquilaron una parecida para ir de vacaciones con más familia. Entre lo que me explicaba, había cosas que no sabía ni que tenía, estaba empolladísimo y me explico cómo sacarle más partido, además de como poder acoplar un tipo de placas solares y que no me haría falta nada más para tener electricidad. Lo más desagradable de las autocaravanas es el vaciado de aguas negras. Porque el de aguas grises no es ningún problema. Ignacio me comentó que había unos depósitos de usar y tirar. No había que vaciarlos. Quedo en mandarme la dirección de donde comprarlos para verlos, que eran muy ecológicos… y me lie la manta a la cabeza… “Lo acabo de decidir, tiene razón Victoria… ¿Te apetece o mejor dicho os apetece veniros de vacaciones en autocaravana?” Ignacio no tardó nada en contestar… “Coño, como me va a importar, pero hay un gran pero… no creo que a Marina le haga ni puta gracia, es así de claro, pero déjame que prepare el camino y a ver si la cojo en un momento de flaqueza” y al preguntarle si es que tenía momentos de flaqueza me contestó resignado… “Algunas veces, más por contestarme que por otra cosa, pero ahora está más difícil, que tenemos un bachecito que remontar”
No quise indagar más y sé que si lo hubiera hecho me lo hubiera contado estoy seguro. Pusimos de nuevo las lonas y regresamos a la casa. Como nadie se había levantado le dije a Ignacio si se venía a correr, se echó a reír y dijo que iba a hacer “tumbonig” y me fui a dar una carrera campestre. Regresé a la hora y ya había más gente levantada y cuando bajé de ducharme, ya estaban todos levantados. Como no tenían ganas de ir a comer fuera, encargamos en un sitio conocido la comida. Fueron Ray y dos más por la comida, observé a Elena, para ver si tenía cara de arrepentimiento, de preocupación y no tenía ni una ni otra, tenía cara de querer más y cada vez que podía me meneaba el culo provocándome. Me acerque hasta mi habitación, porque una de las chanclas me había hecho una rozadura y fui a cambiarlas, con la intención de irme después a darme un baño a la piscina. Cuando iba a bajar por la escalera subía Elena y su mirada era de “guerra” por lo que no me lo pensé y en un esquinazo nos enrollamos, de tal manera que en pocos minutos, estaba apoyada y yo follándola. Cuando estaba Elena a punto de correrse, saqué mi polla y ella bufó del enfado, antes de que se diera cuenta y sin lubricante, me estaba follando su culito. Costaba mas que la noche anterior, pero se lo trago todo y nos corrimos, le llene el culo hasta arriba. Se bajó y me fui a duchar antes de irme a la piscina. Al bajar me paro Ignacio, se vino conmigo a la piscina y fuimos hablando…
- Carlos he hecho un pequeño sondeo y acercamiento con mi mujer, en un principio ha puesto el grito en el cielo, luego se ha calmado y me ha dicho que no te tocara el tema, que si Victoria había dicho eso, que yo no insistiera.
- Pues nada, si no se puede pues no se puede.
- Creo que se puede, si tu sacaras la conversación sería distinto, lo mismo ella se amansa.
- Ahora que me doy cuenta… ¿No le has dicho que te lo he propuesto yo?
- No, porque me diría que había sido porque yo he insistido. Me he limitado a recordarle lo que dijo Victoria y a preguntarle si le parecía bien.
- Mira Ignacio, a mí no me molestaría que vinierais, porque si no, me hubiera callado y si tuviera más confianza con tu mujer ya la había convencido. Pero la decisión es cosa vuestra, no quiero que se moleste conmigo.
- Hombre pero tampoco estaría mal que dieras pie a sacar la conversación.
- Como máximo puedo hacer una cosa, tú dices que os he invitado y yo lo ratifico.
- No sé, no se…
Se quedó en el “no se…” y no dijo nada más sobre ese tema. Hablamos de otras cosas. Como del viaje a la República Checa, que Marina la vez que fueron se quedó prendada pero que poco pudieron ver. Durante la comida me daba algo de risa ver como a Ignacio se le veía pensativo, seguro que buscando el momento más adecuado y lo encontró. No mintió pero modificó parte de la verdad y me explico. En vez de decir que le invite viendo la caravana, lo contó como si hubiera sido en la piscina. Marina se le quedó mirando como para decir algo y fue cuando intervine… “Es que no he conocido a nadie que sepa tanto de esos bichos (autocaravanas) me lo ha explicado mejor que el comercial que me la vendió y me ha contado cómo sacarle mas partido, será o sería un viaje interesante, porque ya me ha dicho que la última palabra la tiene su mujer” Marina fingió una sonrisa y no dijo nada, la callada por respuesta y en menos de cuarenta y ocho horas estaríamos de viaje, esperando que todo se resolviera lo más rápido posible y tomarse unas merecidas vacaciones si el COVID-19 no se opone.