Noche de ronda 3
Carolina sigue viviendo esa noche magica que no deja de sorprenderla
Estábamos en la planta de ropa de mujer, su mano en la espalda nos invito a sumergirnos entre los millares de prendas de todo tipo que se exponían, no sabia que hacíamos ahí, tenia miedo de pensarlo, pero al mismo tiempo un deseo terrible se apodero de mi, decidí dejarme llevar, como siempre digo, solo se vive una vez, así que para que preocuparse.
Paseando entre la ropa llegamos a el lugar donde se encontraban los vestidos de fiesta y el se puso a mirarlos, eligió para mi uno de tela brillante en color negro con una cremallera por delante que podía abrirse por arriba o por abajo y para su mujer un vestido de hilo que se cerraba por una hilera de botones, cogiendo nuestra talla nos dirigimos al probador, una vez dentro nos hizo quitarnos la ropa, el espejo devolvió nuestros cuerpos desnudos frente a frente, mirándonos fijamente hizo agacharse a su mujer y a mi abrir las piernas colocando un pie en el banquito del probador, en esa postura la húmeda lengua de Paula comenzó a lamer mi sexo ya de por si mojado, la visión que el espejo me devolvía me turbaba haciéndome sentir como una puta, como una guarra sedienta de sexo y mas al ver como Carlos sacaba su polla y comenzaba a tocarse, fue en ese momento cuando ya no pude mas y mordiéndome el labio me corrí en la boca de Paula como la guarra salida que soy, ella levanto la cabeza mirándome a los ojos con una sonrisa en la boca húmeda de mi placer, sin cambiar de posición acerco mi humedad a la polla de su marido y comenzó a tragársela casi con desespero, no podía dejar de ver como el miembro de el era engullido por la ávida boca de su mujer, vivir esa sensación sabiendo que a cada lado nuestro otras personas podían vernos hizo que mi sexo volviera a empaparse de nuevo, de repente una mano en mi brazo me saco de mis pensamientos, estirándome hacia el hizo que me arrodillara y sacando la polla de la boca de ella se giro hacia mi meneándosela con una mano, automáticamente abrí la boca para recibir las descargas de leche en mi paladar, cuando termino de fluir el caliente liquido pase mi lengua por su capullo dejándoselo limpio de todo rastro, en mi boca sentía el sabor acido del semen, ella acerco su boca a la mía fundiéndonos en un apasionado beso mientras compartíamos la esencia de su marido, cuando nos separamos nos ayudo a levantarnos y nos indico que nos probáramos la ropa.
Mi vestido se ceñía a mi cuerpo como un guante, corto por encima de medio muslo, la posibilidad de variar el escote según ponía la cremallera le daba un aire realmente pícaro y sexy, el de Paula blanco crudo era mas holgado pero ceñido en la parte inferior de sus pechos de manera que si soltaba tres botones daba la sensación de ofrecerlos quien estuviera mirando, Carlos nos hizo girar y movernos para poder observarnos detalladamente, tras dar su aprobación nos cambiamos y fuimos a pagar a la caja, con las bolsas en las manos nos dirigimos hacia el parquing.
Minutos después salimos del aparcamiento, yo iba en el coche de el, notaba como de tanto en tanto su mirada recorría mis piernas, que por la posición, prácticamente enseñaba en su totalidad, al parar en un semáforo apoyo su palma en mi muslo izquierdo separándomelo de su compañero de aventuras, al tiempo que me indicaba que no los cerrara y los mantuviera así de abiertos, yo era consciente que en esa posición cualquiera que se acercara al coche podía ver mi sexo pues el bluson había quedado bastante arriba, a parte de eso hay que añadir el echo que me indicara que me sentara sobre mi culo y no encima de la tela.
Llegamos a un aparcamiento e indico a su mujer que dejara el coche ahí, una vez aparcado se introdujo en el nuestro y retomamos el camino, en silencio iba conduciendo mientras su mujer atrás sentada en medio de los dos asientos ofrecía una visión de sus muslos realmente tentadora, cuando introdujo el coche en un parquing publico al cabo de treinta minutos de viaje pude ver la cara de asombro del chico de la garita al comprobar que la visión de mi coño le era entregada sin ninguna restricción, lentamente comenzamos a descender por el aparcamiento hasta que eligió un sitio de su agrado, paro el vehiculo y se bajo, nosotras seguimos su ejemplo, dio la vuelta al vehiculo y apoyándose en la parte delantera nos dijo que nos pusiéramos la ropa que había comprado, lentamente me fui despojando del bluson y de mi sujetador, le podía observar mirándonos detenidamente, me coloque el vestido nuevo y subí la cremallera hasta la mitad de mis pechos, cuando me gire pude observar el ojo atento de una cámara de video sobre mi cabeza, el chico de la garita desde luego habría tenido una perfecta visión de nuestro show en directo.
Carlos se acerco a mi, pasando una mano por mi cuello la fue deslizando hasta mis pechos calibrando su forma, bajo la cremallera dejándola justo por debajo de estos, de esta manera si me inclinaba cualquiera podía verlos sin ningún problema, luego cogio la que estaba entre mis muslos subiéndola también hasta el limite de mi coño, tal y como la dejo, si abría las piernas al andar mas de lo debido mostraría mi secreto al mundo entero, cuando termino de acoplarme se dirigió a su mujer, le desabotono cuatro botones dejando que el vestido tapara justo sus pezones, estos se mostraban según los movimientos que ella hiciera, de esta guisa salimos a la calle.
Carlos nos llevaba cogidas de la cintura, sentía su calor trasmitirse por su mano a mi cuerpo al tiempo que el aire colarse entre mis piernas acariciando mi caliente sexo, de tanto en tanto las miradas de los hombres nos devoraban por igual tanto a ella como a mi, parapetada tras mis gafas intentaba disimular la excitación que esto me producía.
Nos condujo por las calles del centro de la ciudad hasta que llegamos a un sex-shop, nada mas entrar nos envolvió una música lenta y un olor parecido al incienso pero mas fuerte, dentro había tres hombres mirando películas y una pareja viendo artículos eróticos, Carlos comenzó a pasearse por las estanterías observando todo con detenimiento hasta que encontró lo que buscaba, llamando al vendedor un tipo grande y calvo, le indico lo que quería, era una pequeña mariposa vibradora con mando a distancia, la miro y tras convencerle siguió observando el resto del genero, mientras, nosotras lo seguíamos calladas mirando de tanto en tanto alguna que otro polla inmensa o algún que otro vibrador de forma extraña, no hace falta que diga que el dependiente nos hizo una rápida radiografía a cada una de nosotras, su mirada lasciva y caliente nos recorrió cada centímetro de nuestro cuerpo, finalmente llegamos al mostrador donde se depositaron la mariposa y una pequeña bala también con mando a distancia, tras pagar se giro hacia nosotras indicándome que subiera mi cremallera y abriera las piernas, no me hizo mucha gracia pues el tipo no dejaba de mirarnos, y desde luego no era una mirada de curiosidad, pero la autoridad con la que el me lo dijo no llevaba a replica, así es que subí mi cremallera dejando al descubierto mi sexo ante la atenta mirada de el dependiente y de un par de los tipos que estaban mirando películas.
Carlos se inclino, paso su mano por mis muslos colocándome las tiras elásticas alrededor de mi cadera ajustando la pequeña bala justo encima de mi clítoris, cuando termino cerro la cremallera y se acerco a su mujer, le ordeno que se subiera el vestido y una vez que esta lo hizo, solo falto que los espectadores hicieran la ola, le coloco la mariposa que se le abrazo a su sexo por entero, terminado el ritual salimos del local dejando a la plebe con sus pobres pollas duras y sedientas de atención.
Si queréis saber como sigue hacédmelo saber dejando vuestros comentarios en la pagina o en mi correo . gracias