Noche de pasión (2)

La continuación de una exquisita noche en Bariloche junto a dos diosas que me hicieron desfilar en el amor.

Noche de Pasión II

Miradas

Nunca había sentido esta mezcla de sentimientos. Intenso deseo de sexo y sobretodo estaba celosa. ¿Cómo podía ser? Yo no era celosa. Pero este sentimiento era porque Julieta había sido poseída por otra persona a la que yo también deseaba y como si fuera pocoAncy me volvía loca. Sus ojos, sin quitarmelos de encima mientras poseía a mi chica, me miraban soberbia con deseo pero no compensaba el mío. Estos celos me impulsaron y abruptamente me levanté y me fui a la cosina. Tomé un vaso de agua y sentí el frio por mi interior. Necesitaba bajar la temperatura de mi cuerpo que ardía como el mismo infierno frente a este acontecimiento.

Decidí ir a nadar y descargar toda este energía. Sacarme la furia del deseo y olvidar el egoísmo que estas diosas habían proporcionado a mi cuerpo. Me había entregado por completo y no se me había correspondido. ¿Porqué?

Desnuda por la casa me pasié intrigada, exitada cuando las imágenes de los ojos de Ancy llegaban a mi mente.

Subí a la escalinata de la piscina y me introduje en el agua tibia como un tornado. Nadé rápido, descargué todo mi deseo del cansancio de los músculos como cuando termina un intenso orgasmo. Me sumergí, miré mis palmas pasar como un remolino y sentí el rose de mis piernas contra mis labios exitados.

Estaba convencida. El agua me lo había aclarado todo. Estaba enamorada. Amaba Julieta. ¿Pero qué era este sentimiento que recorría mi ser? ¿Qué me pasaba con Ancy? Cambié de estilo y recorrí la pileta con el hermoso orgasmo del agua entre mis piernas. Hasta este cristalino elemento disfrutaba de mi pasión y resultaba más gratificante que las escasas caricias de mis chicas. El agua entrando por mi cuerpo y mis pensamientos alborotados por los bellos pechos de Ancy me hicieron nadar más rápido. Las manos entraban y salían. El toque de mis pies con el borde de la pileta dándome un empujón para que mi despegue sea físico y mental. Sentir la turbulencia en la punta de mis dedos juntos y afiados como una flecha. Mis pechos se aplastaban contra mi tórax frente a este intenso movimiento. Nadé de espalda, con los ojos cerrados. Conocía muy bien esta piscina que había sido testigo de tantos lujuriosos cuerpos y sin la necesidad de ver nadaba como un delfín, elegante y agraciado; pero con la potencia y nerviocismo de un tiburón a punto de atacar. Sentí contrarse mis muslos y exponerlos nuevamente al frío del aire, mientras mis pechos sentían el calor del agua.

Estaba agotada luego de nadar por media hora y por primera vez miré por fuera del nivel del agua. Me incorporé en el borde, con la respiración agitada y el corazón latiendo como el de un caballo de carreras. Mi mente estaba todavía confundida pero mi cuerpo estaba totalmente relajado y clarificado en su máxima expresión. Levanté la mirada y la ví. Con una mano en su entrepierna y mordiéndose el labio inferior de la boca. La vi deseosa y desnuda, con los pechos erectos y las piernas semicruzadas ya que su mano no se despegaba de su entrepierna. Se levantó de la silla y lentamente se introdujo en el agua. Muy despacio como una onda se hacercó a mi. Parecía una ninfa, con su largo cabello mojado en las punta que hacía que se le pegara a sus glúteos y por el peso del agua se retrasaran y descubrieran esos pechos hermosos. Me miraba anciosa, nerviosa. Como una tigresa que se contiene para atacar.

Saqué mi torso del agua y dejé que se me acercara. El gua nos llegaba a la cadera dejando una hermosa vista de nuestros torsos y el pubis quedaba tapado para que el deseo se hiciera más intenso.

Enfrentadas me tocó con su mano derecha el hombro y lo recorrió hasta mi mano. Sus ojos estaban clavados en el recorrer de su mano y acompañaba este nuevo descubrir. Mi sangre fluía como un tormento y deseaba besarla. La estaba deseando y amando. Sentía qu ela conocía, que la amaba. ¿Pero cómo podía ser? Nuevamente acallé mi mente para poder relajarme para el intenso placer que esos dedos daban a mi piel.

Se agachó y pensé que me iba a besar la pelvis y complacerme sin preludios pero no fue tan buena. Retiró la cabesa y mojó toda su cabellera por completo. Se levantó y me circunvalizó, tocando mi cintura , mi vientre y mi espalda. Me besó la espalda y creí morir. Sus labios finos y su aliento cálido en contraste con el frío del aire me estremeció en un suspiro. Me voltié y me abrasó por las cintura. Tomó mi espalda con ambas manos como evitando que no me callera y me besó. Los pechos estaban erectos y su rose con mis grandes teats hicieron que ambas nos desarmaramos en un beso profundo, mojado y tierno. Así entrelazadas nadamos con las estrellas como testigos, que se hacían paso a través del techo de vidrio. Sentí el sutil rose de sus bellos en mis labios rasurados y vi como sus piernas deseaban mi sexo.

Nos aproximamos a las escalinatas y me recosté sobre ellas, dejando mis pechos al descubierto y los pezones apuntando al cielo queriendo ser deborados. Las llemas de su dedo pasaron rodeando mis pechos, en forma circular y se aproximaban a mis pezones pero no los tocaban. Alternaba entre un seno y otro pero a ninguno lo domaba con un beso. Sólo el rose y la deseperación mái por que tocara esas puntitas erectas. Me miró, sacó su lengua y la pasó por sus labios. Sin despegarme un momento de sus ojos la vi descender hasta uno de mis senos y tocar el pezón hiperexitado como llamando a un timbre. Lo oprimió fuertemente y sentí como mis flujos salían y eran lavados por el agua. En un intenso placer me tomé la entrepierna. Sin dejarme disfrutar agarró mi mano y de la munieca la estampó contra la escalinata. Ahora se abocaba a mi otro seno con el mismo rito perverso. Me sació y besó la apertura de mis senos para subir hasta el cuello.

Mis ojos se volteaban estaba muy exitada por esta ninfa salida de la nada. Me pareció soñar cuando tars un largo rito salvaje besó mi labio superior y mojó con toda su lengua el contorno de mi boca. Abriendo levemente sentí su aliento mezclarse con el mío. Sabía a placer a lujuria y seducción. Sabía a deseo, morbo y amor. Sabía a mujer.

En medio de este placer bajó su mano derecha hasta mis piernas y masajeó mis glúteos. La levantó y la abrió para que el agua entrara a mis caviodades. Su cuerpo se apoyaba en el mio y sentía el mover de su pelvis en mi pierna. Me levantó un poco y sentí el frío del agua. Así me posé en el escaló para que mi vagina se abriera al placer de su boca.

Me besó como nunca antes me habían besado y se apuntaló en mis labios vaginales. Con un dedo me abrió un poco la cerradura a mi clítoris y comenzó su encanto para mi flor. Lamió mis labios, mordió uno y casi no aguanto y me caigo.

No habáimos pronunciado palabra pero sus ojos habalban por ella. Me decían "te quiero para mi" "te voy a hacer gozar" "te adoro" me decían "te deseo". Sus ojos hablaban en susurros a mi mente y me ponái como nunca en mi vida. ¿Qué era esta experiencia que nunca había tenido? ¿Qué me hacía esta mujer?

Apenas podía respirar. Estabamos muy exitadas y ella no paraba de darme el placer que tanto anelaba. Le acaricié el rostro, mimé sus cabellos y bebí de su mirada.

Como un preludio encantador me sedujo bajo un manto de feromonas y femeneidad. Finalmente se posó frente a mi clítoris y sin despegar sus ojos de los míos me lo lamió suave pero firmemente. Así llegué a un intenso orgasmo y largué un alarido de placer. Su mano me acalló. No quería que la no invitada a este placer se despertara.

Ahora la luna también nos miraba. Habíamos jugado por mucho tiempo y esto recién empesaba. El reflejo iluminaba su cabellera y el no poder ver sus piernas enterradas en el agua la hacían ver como una sirena. Reina de los mares, dueña de mis labios, diosa mujer.

Vi como los flujos inundaban su lengua y sus ojos anelaban más. Me volvió a besar pero como una despedida y penetré con su lengua mis labios conmocionados por el orgasmo. Quería ver la contracción de mi cuerpo condensado en mi vagina y mi clítoris. Dijo adios y me besó la boca. Me tomó de la mano y salimos del agua. Así empapadas nos besamos y nos recostamos en el borde. La besé, me posé sobre su cuerpo y ella en el mió. Rodábamos como la mente y el corazón de cualquier enamorado. Nos tocábamos las piernas y aplastábamos nuestros sexos.

Me miraba con ternura y exitación y se posó nuevamente en mi vagina. Esta vez levantándome las piernas me penetró con dos dedos. El dolor del músculo apenas lubricado fue el placer más grande de esa noche de pasión incontenible. Puse mis piernas en sus hombros y vi como una mano penetyraba mi vagina y la otra me masajeaba un pecho. Le daba pequeños golpecitos a a mi clítoris con la lengua y sentí la necesidad de besarla, pero la posición me lo impidió. Incresentó mi necesidad y ambas estirándonos sin que ella sacara un mano de su lugar se estiró para besarme la boca. Sentí sus dedos clavarse en mi vagina y mis abdominales tirar como nunca. Logré tomarla de la cara y besarla Su lengua recorría la mía y su mano agitaba mi vagina. Mi abdomen contraía y aprisionaba mi clítoris. Así con su boca en la mía me corrí nuevamente y lo prolongó intensamente hasta que no aguanté y me tumbé.

Totalmete exaustas nos abrazamos y nos besamos como dos rosas movidas por la brisa veraniega.

Quedé rendida y sus piernas rodearon las mías en un sentido de protección y dominación. Finalmente nos volvimos a la habitación. Tomadas de las manos subimos las escaleras. Con el olor a mujer impregnadas en nuestro cuerpo. No quería borrar nada de ese momento. Esta mujer que amaba me había hecho vibrar.

Cuando entramos a la habitación Julieta estaba sentada en la cama, bajo las sábanas con una sonrisita cómplice.

-¿La pasaron bien?

-Sí muy bien. Respondí asombrada por la naturalidad con la que se había tomado toda la situación.

-Bueno, mejor. Ahora vengan y acuéstense una de cada lado y pórtense bien que sin mi no se hubieran conocido.

Nos reímos y abrazamos a Julieta que había permitido que Ancy y yo conociéramos un amor increíble.

Los párpados me pesaban pero quería ver a Ancy y conservar ese momento por seimpre. Tres mujeres entrelazadas las piernas, las pelvis unidas a las caderas de un lazo que nos unía y el placer en la mirada de ambas. Julieta ya se había dormido profundamente cuando escuché la primera palabra de Ancy desde que bajó a la piscina. Entre susurros me dijo:

-No nos conocemos tanto, pero... sabés,... te quiero mucho.

-Yo también te quiero mucho mucho bombona. Y por otro lado, ... ahora nos conocemos un poco mejor , ¿no te parece?

Entre risitas nos dormimos.

Nunca voy a olvidar los ojos de esta mujer que parecía desnudar mi alma. Nunca voy a olvidar sus caricias. Y jamás voy a olvidar la bondad de Julieta por dejarme descubrir a la mujer que ahora amo junto a ella.

Todos los nombre son ficticios y sólo las dos personas que vivieron conmigo esta experiencia pueden saber cuan real fue. Quiero que sepan que las amo y las llevo en mi corazón. SIEMPRE SAKMETH