Noche de hogueras
Noche de San Juan en una playa en Galicia. Teresa juega con el morbo de Quino y sus celos, justificados o no...
NOCHE DE HOGUERAS
El presente relato, como el anteriormente publicado (" La puta infiel ", http://www.todorelatos.com/relato/69997/) pertenece a una saga titulada "Un Bolígrafo entre las piernas. No guardan entre sí un orden concreto, ni una referencia directa. Esta vez es Quino, la pareja de Teresa, quien narra la historia.
Podrías cortarte un poco ¿no?
¿Por qué? Estamos entre "amigos" -que en la voz de Teresa suena especialmente perverso- Y se levantó para sacudir la toalla, a sabiendas de que su gesto volvería a atraer la atención de todos.
Esas fueron, prácticamente las únicas palabras que cruzamos en toda la noche. El resto fueron miradas nada inocentes-. Miradas de odio, de deseo, de rabia, de envidia, de suficiencia, de reto. Miradas, miradas de todo tipo.
Desde que puso los pies en la playa había decidido convertirse en la reina de la fiesta. Conociéndola, estoy seguro que lo hubiera conseguido incluso sin pretenderlo. Pero no era así. Estaba especialmente provocadora, moviéndose insinuante alrededor de la hoguera como si allí estuviera quemando los pocos prejuicios que le quedaban. Había algo tribal, algo primitivo en el ambiente, con esa sensación de que el mundo se acaba en unas horas, y que te pide follar o, al menos demostrar que estás dispuesto a ello. Y en ese ambiente ella, lo reconozco, se mueve como pez en el agua. ¿Por qué que me viene a la cabeza esa imagen, la del pez en el agua?
Si me estaba retando a mí o no era lo de menos, porque quien estaba disfrutando del premio eran esos cabrones a los que intencionadamente llamaba "amigos". ¡Y ella! ella también, aunque lo niegue. Ella lo estaba disfrutando por partida doble. La delataban no sólo sus mejillas coloradas (aunque eso ya no es noticia, hace tiempo que del detalle se han dado cuenta todos). La delataban también esos pezones, cerezas pidiendo a gritos un mordisco, que la pusieron en evidencia en cuanto se empapó su camiseta ("jugando" decía la muy puta a la orilla del agua) cuando un par de ellos la salpicaron con toda intención. No, lo que realmente la delata es ese tono de voz con el que pone intención en cada frase y que arrastraría a cualquiera al delicioso infierno que es dejarse atrapar entre sus piernas.
Lo sé porque esa tortura la sufro en carne propia cada vez que la veo rodeada por otros y se siente a la vez la hechicera de la tribu y objeto de placer del primero que la alcance ( y del segundo y del tercero). Y si me tiene cerca aun juega a lanzarme esas miradas retadoras que lo mismo sugieren un "me los follaría a todos" que un "¿no vas a sacarme de aquí? ¿no ves que se van a follar a tu chica?".
Puro morbo, porque es entonces cuando juega con las sombras de la noche, la luz de las hogueras, la espuma de las olas. Y no sabes si es ella la que busca ese furtivo roce o son ellos los que trasgreden el código no escrito.
- ¿Por qué? Estamos entre "amigos" -que en su voz suena especialmente perverso- Y se levantó para sacudir la toalla, a sabiendas de que su gesto volvería a atraer la atención de todos.
Debe ser esa sensación de "fin del mundo" que tienen las noches de hogueras en la playa.
Dejé que se duchara tranquila, que no dijera que eran celos infundados o, peor aun, que usara mi erección evidente para salir dos veces ganadora. La muy zorra sabe explotar mi morbo, la excitación que me produce saberla deseada, caliente, apunto de ceder... o, ¿quién sabe?, si ya
Prefiero no pensar. Acabo "enfermo"-, pero su tardanza en la ducha me está poniendo nervioso. El ruido del agua cayendo no ha cesado. Desde la cama veo en el suelo tiradas la camiseta que tan orgullosamente llevaba puesta esta noche y el tanga (si a eso puede llamársele "tanga") de golfa con el que nos ha regalado a todos la visión de ese pubis y que ha terminado de calentar la noche más que las hogueras. La muy puta aun decía que le daba corte bañarse "así" cuando esos cabrones se la llevaron a rastras al agua. ¿Se cree que nadie se daba cuenta de que ya llevaba los pezones como guindas cuando la empujaron contra la primera ola?
Me acerco a la puerta, inquieto por su tardanza. Se ha quedado entreabierta, no sé si intencionadamente, aunque es el tanga violeta y casi transparente el que ha impedido que se cierre del todo. Cuando empujo la hoja contemplo su perfil, esos pechos de locura que tanto me pierden, y el agua dibujando la curva de su cuerpo, salpicando aquí y allá, como si quisiera morderla y besarla al mismo tiempo. Todo normal.
¿Todo normal?... ¿Qué hace entonces su mano entre las piernas, su boca casi abierta, conteniendo un grito al amparo del ruido del chorro del agua sobre sus tetas? ¿Y ese rictus, que no es de dolor precisamente?
He pillado a la zorra haciéndose una paja y, con ese ritmo que advierto, no es la primera Y la rabia, que pensaba controlada, vuelve a palpitar en mis sienes y en mi polla.
¿En qué piensa esa cabrona? ¿En algo que ha vivido esta noche? ¿En algo que le hubiera gustado vivir? Agua y fuego en la playa agua y fuego en la ducha
¿Tan caliente vas que no puedes esperar a meterte en la cama?
Pensaba que ya estabas dormido y no quería despertarte pero su respuesta suena a pretexto-
No cuela, putita.
Y le robo la alcachofa de la ducha sin que ponga demasiada resistencia. La sorpresa la ha dejado a mi merced, apoyada aun en el rincón, manteniendo como puede la mirada. Apunto a ese coño que lleva toda la noche pidiendo guerra y dándola. Cierra las piernas, como si protegiera un tesoro que nadie haya asaltado antes. Le va a dar igual. Ahora sabe que me la voy a follar, con la misma rabia (o más) que lo haría el cabrón al que dedicaba esa paja.
Vamos, puta que ahora vas a tener motivos pa correte. -Y justo al pasar delante de mí por el linde de la puerta le doy un golpe a su orgullo- recoge eso y póntelo otra vez.
¿La camiseta?
La camiseta y el tanga.
Pero está empapada y llena de arena protesta, intentando llegar a un armisticio o buscando un puntito de clemencia que no va a encontrar-.
El tono de mi voz le deja clara mi intención y mis sospechas
- Mojada , llena de arena y a saber si empapada de algo más.
De sobras sabe de qué va mi insinuación, pero calla; calla como una puta, que es como se siente ahora mismo, mientras se pones esa camiseta.
Y así la llevo hasta el borde de la cama
¿Me pongo el tanga? me dice, como si su docilidad quisiera calmar mi urgencia por follarla o, quién sabe, si excitarla aun más.
Para lo que te va a durar puesto ¿O tan poco cuesta bajártelo, follar y volver a ponértelo?
¿Tanto te interesa saberlo? su punto retador siempre aparece, pero hoy "cielo"- la traiciona.
La giro para tenerte frente a mí y los ojos se van inevitablemente a esos pezones, marcados claramente sobre esa tela tan fina. Los agarro, agarro esas tetas y se las manoseo como se manosea a una zorra como quizás imaginaba que lo harían otras manos mientras se hacía esa paja en la ducha.
- ¿Así te gusta? ¿No dices nada?
Un leve empujón más una insinuación que nada- y queda sentada en el borde de la cama, con mi polla casi al alcance de su boca.
- Imagínate que estás en la orilla, en la playa "entre amigos" imitando burlón ese tono de su voz que sabe que tanto me enerva. Yo mismo me bajo el slip, a sabiendas ambos que el respingo de mi polla se la va dejar rozando casi sus labios, los mismos que se despidieron con un generoso beso de cada uno de sus admiradores hace un rato.
Y se lanza a mamar como una posesa, como si fuera lo que llevaba deseando toda la noche, lo que faltara para redondear su fantasía o, lo que aun más me inquieta, como si quisiera revivir algo que aun no me has contado. Quizás por ello me la saco, agarro el tronco y golpeo, castigando, sus mofletes, esas mejillas rojas otra vez.
- Ensalíbala bien, pedazo de zorra, porque te voy a dar con ella hasta que me canse
Y otra vez en la boca de Teresa, mientras su mano busca en su sexo huir hacia delante ¿terminar quizás la paja a medias de la ducha? ¿Vuelve a su mente alguna sensación, algún flash que me he perdido?
- ¿Te crees que no he visto todo lo que has hecho? y sus dedos se aceleran al saber que ha tenido más testigos de lo que creía hasta ahora- Menuda guarra estás hecha
No puedo más. Necesito que la sienta abriendo sus entrañas, que la atraviese un puñal que haga justicia y se vengue en ese cuerpo de puta que nos ha dejado calientes en esta noche de hogueras. Le doy la vuelta y ella misma se ofrece en la cama, abriendo el culo con sus manos y soltando un " Dame fuerte, cabrón, que estamos entre amigos ".
Muy amigos no deben serlo si han usado a mi puta con la misma rabia con la que lo hago yo ahora hasta correrme y salpicarla toda, agarrando bien esos pezones por encima de su camiseta azul, llena de sal, arena y algún que otro secreto
Teresa & Q uino F antasy