Noche de Halloween.

¿Qué podría pasar si al cuento del lobo feroz le diéramos la vuelta?

Las fiestas de Halloween son muy distintas, sobre todo si comparas las de España con las de Estados Unidos. El año pasado decidí mientras estudiaba en la Universidad solicitar una beca para estudiar en Minesota. Debo reconocer que mis esperanzas no eran muy altas, era de las chicas con la nota media más baja de la clase. Esto hizo que mis saltos y gritos de alegría se escuchasen tan fuerte el día que me enteré que me habían concedido la beca para ir al extranjero.

Las primeras semanas fueron muy duras, el inglés no era para nada parecido al que nos habían enseñado en clase y mucho menos en las series de televisión que yo veía en versión original. Un tiempo más tarde me enteré que el acento de la gente de Minesota es un poco más cerrado, de ahí que me costase tanto entenderles. Conforme fueron pasando los días, las semanas y los meses me iban encontrando más a gusto. Cada vez tenía más amigos, salía más a cenar, de fiesta o a pasar simplemente más tiempo con mis amigos fuera del horario de clases.

La familia de acogida que me tocó era una auténtica maravilla; atentos, cariñosos, súper educados, y todo lo que te podías imaginar y más. Debo reconocer que antes de llegar, mucha gente me había comentado que eso es como una lotería, te podía tocar cualquier cosa. Llegué a escuchar incluso que a un chico le obligaban a no ir a la Universidad para quedarse en casa limpiando y haciendo las tareas del hogar, no le dejaban ni llamar a casa. Menos mal que al final sus padres llamaron a la Universidad y el Director se enteró de todo, así que desde mi posición puedo darme con un canto en los dientes.

En estados unidos hay una fiesta todavía más arraigada que acción de gracias y Navidad, esta es la de Halloween. No os podéis ni imaginar la de tiempo que pasan los americanos arreglando sus casas, lo que implica; los tejados, el jardín, la entrada, todo y cuando digo todo, es todo.

Aquel año Halloween caía sábado por lo que la fiesta iba a ser mejor. Yo soy de esas personas que no necesita ninguna excusa para celebrar algo, pero si puedes celebrar la fiesta el mismo día que toca pues mejor que mejor. Alysson, Kaytie y yo también nos habíamos preparado para la ocasión. Desde hace un mes cada una de nosotras nos habíamos comprado el disfraz que íbamos a llevar para Halloween, pero éramos, bueno, y a día de hoy lo seguimos siendo, tan coquetas que decidimos no decirnos qué disfraz habíamos comprado para sorprendernos entre nosotras.

El viernes 30, justo antes un día antes de Halloween Alysson, Kaytie y yo quedamos en el centro comercial de la ciudad para comprarnos el maquillaje que nos faltaba para ultimar nuestros disfraces y algún que otro accesorio. El sábado iba a ser nuestra noche, repetíamos una y otra vez entre nosotras al mismo tiempo que nos reíamos. Los chicos y chicas de último curso habían organizado una macro fiesta en la casa de uno de ellos y estaba invitada la Universidad entera.

Habíamos quedado a las nueve en punto justo dos casas más para atrás de donde era la fiesta, la clave era en que nos viesen llegar todos y se quedaran ojipláticos al vernos, pero así nos quedamos nosotras al ver que las tres llevábamos el mismo disfraz.

-No me lo puedo creer dijo Kaytie.

-Ni yo dijo Alysson.

-En serio somos tan tontas que nos hemos disfrazado de lo mismo añadí yo.

Las tres íbamos disfrazadas de monjas, pero para nada con una túnica larga que llegase hasta nuestros tobillos y tapase todo el cuerpo, al revés. Lo único de santas que llevábamos aquella noche de santas era el crucifico que colgaba de nuestro cuello y que se posaba sobre nuestros pechos desnudos. En algunas ocasiones si acercábamos nuestra vista hasta el propio Jesús en la cruz parecía cerrar los ojos ante el pecado que veían sus ojos, aunque otras veces hasta parecían gustarle nuestros senos.

Una tela blanca junto con una negra formaban la capucha que cubría nuestra cabeza, combinado perfectamente con el ajustado y ceñido vestido trasparente que rodeaba nuestro cuerpo. Este dejaba ver que tanto unas como otras llevábamos ropa interior, justamente del mismo color, rojo. Por lo que nuestros sujetadores y tangas de color rojo también hacían juego con los tacones negros que deslumbraban en nuestros pies.

Conforme nos íbamos acercando a la casa la gente nos miraba como si fuésemos extraterrestres, todo el mundo estaba alucinado con nuestros disfraces. Si soy sincera, agradezco que fuéramos las tres vestidas de la misma manera, no sé si hubiese soportado las constantes miradas de todo el mundo. El sentirme deseada me excitaba, pero a tal nivel me llegaba a poner un poco nerviosa. Cuando llegamos a la casa vi a lo lejos una amiga mía del club de debate, por lo que fui a saludarla, charlamos un rato, pero al despedirme de ella me di cuenta de que Alysson y Kaytie habían desaparecido, por lo que me quede un rato más con Marta, ella también era de España y me presentó a algunos de sus amigos.

-Mira, este es Frank, no sé si lo conocerás, pero debatimos contra él la semana pasada.

-Es cierto, me ha costado reconocerle con ese disfraz de lobo feroz dije terminando la frase con una pequeña carcajada.

-Sí, aunque el problema de este lobo feroz es que le hace falta una caperucita roja…

Aquella frase debo reconocer que me descoló bastante, no sé cómo se puedo atrever a decirla, sabiendo que entre nosotros no había el menor grado de confianza. Tal vez fue el alcohol, la música o quién sabe qué pero cuando me quise dar cuenta me vi introduciendo mi lengua en la boca de aquel hombre.

Frank era de ojos y pelo castaño, llevaba el pelo un poco largo, pero no mucho, lo suficiente para dejar ver que era rizado. Tenía algunas pecas alrededor de la nariz, las cuales que quedaban genial. No sé cómo sería su cuerpo, pero no debía de estar nada mal. El disfraz de lobo feroz no me dejaba ver nada de él, pero lo poco que alcanzaron a tocar mis manos, notaron unos brazos y una entrepierna bastante fuerte. Fran se había empalmado en apenas tres segundos, aunque si os explico cómo mi mano acariciaba su sexo por encima de su pantalón, todo tendría más sentido, pero  como dije antes, el sentirme deseada me excitaba.

Rápidamente empecé a sentir que cada vez me iba humedeciendo más, eso Frank lo notaba, no solo en mi cara si no también en la yema del dedo índice que estaba restregando por encima de clítoris en medio de toda la gente en aquella fiesta. Por un momento me hubiese encantado que me follara allí mismo, nadie me conocía, qué más da, pero al final ese vídeo terminaría en internet y lo acabaría viendo mi madre. Aunque parezca que no, Valencia es muy pequeña, por muy grande que la veamos los españoles en el mapa.

Apartando varias veces a Frank de mí, vi como este se ajustaba las bermudas rojas y tirantes del disfraz y se perdía entre la marabunta de gente. Me salí un rato al jardín de la casa a esperar que se me pasase el calentón, no sé si estuve, segundos, minutos u horas, solo sé que el calentón era real. Cuando estuve cansada de estar sola, volví a entrar a la fiesta. Después de haber dado mil vueltas por la casa y hablado con toda la gente que me permitió lo borracha que iba, me encontré de nuevo con Alysson y Kaytie.

-Dónde estabais nos preguntamos las unas a las otras.

-Fui a saludar a una amiga y cuando me di la vuelta ya no estabais respondimos al unísono otra vez.

-No os lo vais a creer, pero me he liado con un tío que está buenísimo digo Alysson con gran orgullo.

-No me das envidia porque yo también añadió Kaytie con el mismo tono.

-Vaya, parece que esta noche hemos triunfado las tres porque a mí me ha pasado lo mismo añadí.

Las tres nos comenzamos a reír hasta que Alysson preguntó.

-Bueno, y vuestro guaperas quién es? El mío es ese que esta rellenándose el vaso con ponche.

-El que lleva el disfraz de lobo feroz con unas bermudas rojas y unos tirantes verdes preguntó Kaytie con la boca abierta

-El que ahora mismo se está riendo y nos acaba de guiñar un ojo dije yo también copiando el gesto de Kaytie.

-Sí, justamente él por qué lo decís.

Así que mirándonos Kaytie y yo a los ojos y sin poder creérnoslo, miramos a Alysson y dijimos;

-Porque es el mismo chico que se ha liado conmigo.

Un silencio atronador pareció caer no solo sobre nosotras sino sobre la casa y la fiesta entera. Durante un par de segundos incluso parecimos no escuchar ni la música, solo los latidos de nuestros corazones alimentados por la sangre que fluía a través de él impulsado por la furia que sentíamos hacia aquel tipo.

-En serio, se va a enterar ese mal nacido dijo Alysson al mismo tiempo que se subía las mangas de su disfraz para darle su merecido por haber jugado con las tres.

-No, no, no, espérate le sugirió Kaytie a Alysson mientras frenaba las intenciones de esta. Ese lobo feroz ha querido jugar con nosotras y comernos a las tres de golpe ¿no? Pues va a saber lo que es un corte de digestión.

Kaytie nos cogió a cada una de nosotras por el brazo y arrastrándonos hasta ella nos empezó a susurrar un plan que no entraba para nada en nuestras mentes aquella noche.

Alysson tenía la misión de coger a Frank y llevarlo hasta una de las habitaciones del piso de arriba, mientras Kaytie y yo teníamos que permanecer escondidas en el armario del mismo cuarto.

-¿Estás segura de esto? Puede terminar muy mal la cosa le dije a Kaytie.

-Sí, estoy muy segura y ahora cállate, que parece que ya vienen.

Efectivamente cuando Kaytie terminó su frase Alysson y Frank entraron por la puerta. Se escuchaba que estaban hablando y riéndose aunque no se llegaba a entender muy bien qué estaban diciendo. Cuando estos estuvieron lo suficientemente cerca Kaytie salió de rápidamente del armario y le asestó un golpe en la cabeza a Frank dejando a este inconsciente ante nosotras.

-No le habrás matado dijo Alysson.

-Que va, no seáis lloricas ahora eh, sigamos con el plan.

Pasaron unos minutos hasta que Frank recobró el conocimiento.

-¿Cómo? ¿Qué ha pasado? Repetía este una y otra vez al mismo tiempo que veía como sus muñecas y tobillos estaban atados a las patas y reposabrazos de una silla. Cuando este echó la cabeza hacia atrás y consiguió vernos a las tres - ¿Qué está pasando? ¿Qué me habéis hecho?

-¿Qué te hemos hecho nosotras? Dijo Kaytie, ¿Qué nos has hecho tú a nosotras mejor dicho? ¿Ves bien liarte con tres chicas en una noche y que estas sean amigas?

-¿Cómo? Yo no lo sabía, cómo lo iba a saber.

-Ese ha sido tu problema. Has venido a la fiesta disfrazado de lobo feroz pensando que te ibas a comer todo lo que se te pusiese por delante pero ahora somos nosotras las que te vamos a comer a ti – Kaytie agarró con fuerza el crucifijo que tenía en su pecho- Y como dice la biblia, Jesús dejó de lado su rebaño para recoger a la oveja descarriada. Así que eso mismo vamos a hacer nosotras. Acto seguido Kaytie se quitó su crucifijo y se lo puso a Frank.

Alysson animada por Kaytie se sentó sobre Frank, y comenzó a comerle la boca frenéticamente. Frank al principio parecía totalmente reacio a la situación, pero conforme fue pasando el tiempo se dio cuenta que estaba atado de pies y manos en una habitación cerrada con tres chicas vestidas de monja semidesnudas. Si este era lo suficientemente listo como para sumar las cifras, todo daba como resultado una orgia muy pero que muy interesante.

Mientras Alysson y Frank seguían besándose, Kaytie le quitó los pantalones y busco la cremallera del disfraz hasta dar con ella y conseguir dejar ante nosotras su ropa interior y el sexo de Frank que se escondía bajo aquellos calzoncillos de color negro.

-Arrodíllate y chúpasela me ordenó Kaytie tirándome del brazo hacia el suelo para que me agachase. Por un momento llegué a pensar que a Kaytie le excitaba más organizar y ordenar aquella que el propio sexo en sí.

Sin entender muy bien por qué, acaté rápidamente la orden de Kaytie. Frank que no había perdido detalle de lo que había dicho Kaytie me miraba con ojos lujuriosos mientras Alysson le devoraba la boca y el cuello. Frank estaba deseando que le bajase los calzoncillos y me llevase su pene a la boca. Pero no podía hacerlo, Frank se había portado muy mal con nosotras por lo que debía sufrir un poco.

Comencé a besar las rodillas de Frank, haciendo que mis labios fuesen acercándose muy lentamente hasta la parte interna de sus muslos. Había conseguido llevar a Frank a tal nivel de desesperación que sus piernas estaban temblando. En un primer momento restregué mi lengua por encima de la tela de aquellos calzoncillos, más concretamente sobre el bulto que formaba su pene erecto. Aquello hizo que Frank emitiese un ahogado gemido de su boca, el cual fue velozmente sofocado por la lengua de Alysson.

Uno de los testículos de Frank se escurrió por uno de los lados de aquella tela y apareció ante mí. Con mi lengua viperina fui recorriendo su superficie hasta que mis labios se toparon con este, fue entonces cuando decidí succionarlo e introducirlo de golpe en mi boca. Aquel testículo olía y sabía a sudor, pero me encantaba, me hacía sentirme todavía más sucia. Aparte de mi vista aquellos calzoncillos con mi mano dejando que apareciese ante mí el sexo de Frank. Este era pequeño pero grueso, no debía medir más de 12 centímetros pero eso no hacía en mí más que provocar más ganas de llevármelo a la boca.

En la antigüedad se decía que los penes pequeños eran los mejores porque eran los más fáciles de manejar, así que eso mismo íbamos a comprobar esa noche.

El pene de Frank no paraba de entrar y salir de mi boca una y otra vez, exactamente de la misma manera que Alysson introducía y sacaba los pechos de la boca de Frank. Mientras yo seguía masturbando ahora con mi mano el sexo de Frank. A mi lado Kaytie hacía rato que se había quitado tan solo las bragas y abierta de piernas y conservando su hábito de monja, se estaba haciendo un dedo al mismo tiempo que contemplaba la escena. En ese mismo momento en el que aparte la vista de Kaytie para volver a centrarme en el sexo de Frank este eyaculó totalmente en mi cara. Abrí mi boca y moví mi cabeza la suficientemente rápida para poder llevarme todo ese jugo a mis adentros, pero este cayó en gran parte sobre mi cara, obligándome a tener que relamerlo con mi lengua.

Alysson y yo paramos al ver que Frank ya había eyaculado. Sin embargo Kaytie quería más.

-Adónde creéis que vais, esto todavía no ha terminado.

Kaytie se acercó a Frank y aprovechando que este tenía la cabeza echada para atrás y que luchaba por hacer que sus pulsaciones bajaran, le tapó la nariz con los dedos e introdujo una pastilla de color azul en su boca. Frank no puedo hacer nada y terminó por tragársela.

-Qué haces preguntamos Alysson y yo a Kaytie.

-Nada, esto es una pequeña ayuda para que todos estemos más contentos esta noche.

-Eso era viagra verdad pregunté yo.

La risa de Kaytie y la erección de Frank que se produjo unos segundos después nos hizo confirmar mi pregunta.

-A ver chicas, Frank ha sido malo con nosotras y como buenas siervas del señor debemos hacerle aprender la lección ¿no? Él ya ha disfrutado, pero ahora le toca la penitencia. Es por eso que va a estar aquí hasta que nosotras lo consideremos oportuno.

Así que sin apartar la vista de nosotras y estando segura de que Frank y su miembro erecto quedaban detrás de ella. Kaytie se subió un poco su vestido y al mismo tiempo que agarra el pene de Frank con una mano y nos seguía mirando, lo fue introduciendo lentamente en su vagina. Kaytie comenzó a subir y bajar de manera frenética sobre Frank, haciendo que su culo rebotase una y otra y otra vez sobre la cadera de Frank.

Era curioso ver y sobre todo escuchar cómo cada gemido de Kaytie era un quejido de Frank, su pene estaba ya tan cansado, que en vez de placer solo sentía dolor, aunque ese dolor causaba placer en Kaytie, Alysson y en mí, ¿Qué curioso no?

Alysson y yo comenzamos a besarnos entre nosotras. Nuestras manos comenzaron a devorar el cuerpo de la otra. La ropa caía ante nosotras, hasta llegar un punto en el que permanecimos desnudas. Hubo un momento en el que nuestros cuerpos cayeron al suelo y seguidas por la naturaleza de nuestro ser, las piernas de Alysson se fueron juntando con las mías hasta que nuestros sexos comenzaron a frotarse una y otra vez hasta provocar el placer de ambas.

Kaytie siguió estimulando el dolorido y cada vez más amoratado pene de Frank mientras que Alysson y yo seguíamos con nuestro placer. Minutos más tarde los llantos de Frank resonaban más fuerte en las paredes de aquella habitación pero la música alta de la fiesta nos servía como cómplice de aquel castigo.

Como un aviso divino o tal vez la experiencia de Katie, esta nos ordenó que nos arrodilláramos de nuevo ante Frank. Así que tras adoptar posición de fieles feligresas que van a rezar, esperamos unos segundos y como si tuviéramos delante nuestra al mismísimo Jesús, de su pene comenzó a brotar una especie de líquido espeso de color blanco que nos iba cayendo en nuestra cara, cuerpo y cualquier parte de nuestro ser al mismo tiempo que nos masturbábamos las unas a las otras y nos corríamos también al mismo tiempo. El bautizo divino lo llamamos aquella noche, aunque fue algo que estaríamos deseando volver a repetir. Solo debíamos de hablarlo con Frank, o bueno, eso era lo de menos.