Noche de fiesta 1
Quería sentir lo que es ser un cornudo consentido
Ya en otras ocasiones habíamos compartido sexo con Juan, pues a Mari le encantaba el tremendo rabo de este, aparte de ser atractivo y simpático. Por lo que decidimos quedar con el otra vez.
Mari se arregló con unos zapatos de tacón muy altos que realzaban su estupenda figura y un vestido negro ajustado, muy corto y totalmente abierto por la espalda. Y cuando digo un vestido, es sólo y exclusivamente este, sin nada más, me aseguro ella muy provocadora. Realmente iba impresionantemente elegante y muy sexi a la vez.
Recogimos en su casa a Juan que nada más ver a Mari no escatimo en elogios. Subimos al coche y durante el trayecto les expuse la idea que se me había ocurrido: me gustaría que fuerais los dos como sí fuerais una pareja en la que ella se la esta pegando a su marido, y yo me voy a mantener al margen y a distancia un rato observando lo que haceis. La idea fue bien acogida y decidimos llevarla a la práctica por lo que al pasar por un bar con terraza, que era nuestro destino, pare un momento y se bajaron. Enseguida se agarraron tomandose ambos por la cintura, aunque la mano de Juiba o tardo en ir resbalando un poco a hasta acariciar la cadera de mi mujer, con lo que observo la falta de la prenda interior, cosa que corroboro preguntándole a Mari, confirmándoselo esta con una mirada tremenda de zorra Que no dejaba lugar a dudas.
Aparque el coche y me dirigí muy excitado a la terraza deseando ver a mi mujer con otro. Allí estaban, sentados en una mesa muy alta con unos taburetes a su medida, lo que hacia que Mari estuviera de exposición prácticamente, pues a poco que se descuidara se le vería todo con ese vestido tan corto, cosa que creo que era lo que pretendía pues habia mesas normales donde se podría haber sentado. Yo me sitúe en la barra frente a ellos aunque a cierta distancia. Veía como charlaban animados. De vez en cuando Juan sujetaba su barbilla y le daba un beso en los labios. En otras ocasiones pasaba sensualmente sus dedos por la espalda descubierta de Mari. Y otras veces era ella la que apoyaba su mano en el muslo de Juan y lo acariciaba de forma que casi llegaba a rozar su ya dilatado paquete.
Mari se levantó y se dirigió al servicio. Al poco me llego un mensaje al teléfono: Prepárate, ya empieza lo bueno.
En seguida regresó esta sentándose de nuevo, pero esta vez lo hizo con las piernas ligeramente abiertas de modo que le podía ver perfectamente el coño, yo y todos los que estaban junto a mi, incluido el camarero que se hizo más asiduo desde entonces por aquella zona. La muy zorra se estaba exhibiendo seguro que a petición de Juan, el muy cabron! Aunque realmente eso es lo que yo era, y ciertamente me sentía muy excitado al ver como mi mujer se mostraba. En ese momento Juan apoyó su mano en el muslo de Mari comenzando a acariciarlo y, aunque tapaba su sexo, me excitaba el pensar en lo cerca que tenía su mano del coño desnudo de mi mujer y que además todos estaban viendolo. se besaron de nuevo, mientras la mano de Juan acaricio ya el coño de Mari sutilmente. Al separarse cambió de postura cerrando las piernas pero apoyando su mano sobre el paquete de Juan, mientras reía para disimular, como si le hubiera contado este un chiste. Su mano permaneció allí tras la risa, aunque realizando unos tenues movimientos acariciandolo.
Poco después pidió Juan la cuenta y yo hice lo propio. Se dirigieron hacia una discoteca cercana agarrados mucho más estrechamente que al principio, acariciando Juan el culo sin ningún disimulo ya, haciendo que su vestido se elevará un poco más, de modo que casi mostraba el culo por detrás y me imagino que casi el coño por delante.
Una vez dentro y tras pedir unas copas se situaron en un lateral de la discoteca, y yo cerca de ellos sin perder detalle de nada. Juan se apoyo sobre el respaldo de uno de los reservados y Mari lo hizo sobre el. Vi como una de las manos de Juan se perdió por la abertura trasera del vestido, pasando hacia la apreté delantera donde comenzó a acariciar uno de los pechos de mi mujer, que enseguida comenzó a poner un gesto de placer en su rostro. Yo me sentía para explotar: mi mujer paseandose toda la noche sin ninguna ropa interior, mostrando su sexo, y ahora permitiendo que le metiera mano en medio de la discoteca.
Juan sacó su mano permitiendo que Mari se pudiera girar poniendose frente a frente. Mari atrapo con ambos brazos la cabeza de Juan, comenzando a besarlo intensamente, metiendo la lengua en su boca y jugando con la de este como ella soló sabe hacer. El vestido estaba muy subido, lo que Juan aprovecho y paso una de sus manos buscando el coño de esta mientras no paraban de besarse. Comenzó a acariciar su clítoris ya muy dilatado, y bajo un poco más el dedo, pasándolo sin dificultad por la húmeda raja del coño. A continuación llevo ese dedo a la boca de Mari y se lo dio a chupar, cosa que esta hizo dando muestras de gran placer.
Yo estaba que no podía más y ellos peor que yo. Se me acercaron y me pidieron las llaves del coche. Se fueron hacia el y yo tras ellos a cierta distancia.