Noche de discoteca

Que noche pasamos con unos desconocidos, a propuesta de nuestros maridos...

UNA NOCHE EN LA DISCOTECA

Llevábamos algún tiempo en el que todo se había vuelto un poco rutinario, por lo que en una ocasión en la que nos reunimos con Juan y Mari, la pareja con la que más habíamos salido, le comenté el tratar de hacer algo diferente.

Tras diversas propuestas se me ocurrió que podíamos una noche salir los chicos por un lado y las chicas por otro, aunque al mismo lugar, y ver cómo nos desenvolvíamos por separado tratando de conquistar a alguien que no conociéramos.

Quedamos para el fin de semana siguiente e ir a un lugar de marcha de la ciudad en la que solía haber tanto chicos como chicas con ganas de pasarlo bien.

El sábado acordado nos reunimos en la casa de Juan y Mari para ir juntos a ese lugar. Nosotras, las chicas, estábamos  impresionantes. Mari llevaba puesto un vestido muy corto y ajustado, sin tirantes, de esos que uno no se explica cómo se sujetan, aunque ella lo tenía fácil por el tamaño de sus tetas. Yo llevaba una minifalda, muy mini, vaquera, con unas botas altas, y una camiseta que me cubría únicamente la parte de delante, dejando mi espalda totalmente al descubierto, sujetándose al cuello y a la cintura, lo que hacía que no pudiera llevar sujetador para que este no se viera por detrás. Resumiendo, las dos íbamos impresionantemente atractivas y eróticas. Nada más vernos Juan y Luis, supieron que no tenían nada que hacer en la apuesta de quien triunfaría en aquella apuesta.

Llegamos a la zona de marcha acordada, y entramos a una discoteca por separado, las dos chicas solas delante y los dos chicos detrás.

Nos dirigimos a la barra y pedimos unas copas. Los chicos hicieron lo propio situando cerca pero a una distancia tal que pareciera que nada tenían que ver con nosotras. Mientras charlábamos observábamos el lugar tratando de ver si había dos chicos que valieran la pena, aunque resultaba difícil pues las luces intermitentes no facilitaban el trabajo.

Dimos una vuelta rápida reconociendo el terreno. Había varios grupos de chicos solos, a los que les dirigimos unas miradas provocativas. Volvimos al lugar de inicio, viendo que nuestros maridos permanecían en el mismo lugar, observando lo que hacíamos.

Le comenté a Mari que aunque no habíamos hecho nada aun, me sentía muy excitada, llegando a notar como mi entrepierna se encontraba húmeda. Ella por su parte, me comentó que estaba igual, solo de pensar en el morbo de poder enrollarnos con alguno de los desconocidos que allí había. Mientras hacíamos estos comentarios se acercó a la barra un chico con intención de pedir algo de beber, haciéndolo sin quitarnos el ojo de encima. Nosotras correspondimos a sus miradas lo que hizo que este se acercara y nos dijera:

-          Hola, ¿tenéis fuego?

-          Sí, claro. Contestó Mari que era fumadora.

-          Os he visto pasar hace un momento por donde estaba, y no he podido evitar el observar lo atractivas que sois, por lo que no me explico que estéis solas.

-          Nuestros maridos nos han dado la noche libre, pues querían ver el partido de futbol que televisan tranquilos, y hemos pensado en tomar una copa o lo que sea.

-          ¿Queréis venir a sentaros?

-          Sí, porque no, contesté.

Lo seguimos a través de la discoteca hasta un lugar cercano a la barra donde nos encontrábamos, en donde había otros tres chicos, que parecían esperar ansiosos nuestra llegada, aunque un poco sorprendidos de que estuviéramos allí.

Cuando seguía al chico, no sé porque pensé que estaría con un amigo, por lo que me chocó, inexplicablemente el encontrarnos con otros tres, pero ya no había vuelta atrás. Nos sentamos entre ellos y tras las presentaciones de rigor y comenzamos a charlar y bromear.

Poco después dijeron de bailar, cosa que me apetecía, por lo que salimos a la pista. Entre bromas y alcohol, cada vez me fui sintiendo más desinhibida. Uno de ellos bailaba a mi espalda, sentí como se arrimaba más de lo normal rozando en más de una ocasión su paquete contra mi culo, notándolo duro. Me cogía por la cintura, de modo que sus manos entraban en contacto directo con ella por la forma de mi camisa. Yo perdí un poco la compostura y disimuladamente traté con mis movimientos que el contacto fuera más sugerente, lo que no pasó desapercibido para él, pues en alguna ocasión gracias a estos movimientos,  sus manos penetraron por dentro de la camisa hasta llegar a la parte delantera de mi cuerpo, llegando casi a sentirlas rozar contra la parte inferior de mis tetas.

Mari se encontraba en una situación similar a la mía, rodeada por dos de los chicos que bailaban muy próximos a ella, haciendo que casualmente alguna de sus manos rozara el paquete de estos.

Nuestros maridos se habían situado de forma que podían observar lo que hacíamos con nuestros nuevos amigos, y por sus caras parecían muy satisfechos por lo que estaban viendo.

De repente uno de los chicos se acercó a mi oído y me dijo si me apetecía salir a tomar el aire fuera. Creo que estaba claro que su intención era de los más “malvada”, y en ese momento yo ya me encontraba tan caliente que lo estaba deseando. Me acerqué a Mari y le dije si salíamos fuera, a lo que asintió comunicándoselo a los chicos que la acompañaban.

Salimos los seis del local, seguidos discretamente por Luis y Juan. Llegamos al lugar donde teníamos es coche aparcado, que no era muy transitado por cierto. Mari que llevaba las llaves del vehículo en su bolso, lo abrió y nos invitó a subir. Entré con dos de los chicos a la parte de atrás, que enseguida se lanzaron sobre mí como leones, mientras que Mari no tuvo ocasión ni de llegar a subir pues los otros dos chicos ya la tenían entre ellos besándola uno mientras el otro a su espalda agarraba sus tetas. Ya no pude ver más pues me encontré de pronto con que uno de mis chicos se había incorporado en el asiento colocando su cintura a la altura de mi cabeza, con lo que entendí claramente el mensaje que me mandaba. Comencé a desabrochar su correa, después el botón de su pantalón y finalmente la cremallera, todo esto sin mirar pues su amigo comenzó a besarme, metiendo su lengua todo lo que podía dentro de mi boca, a la vez que sentí como una de sus manos exploraba mi torso por el lateral de la camisa hasta encontrar mis pechos, que comenzó a acariciarlos, pellizcando mis pezones provocándome una gran sensación de placer.

Cuando por fin desabroché el pantalón recibí la ayuda de su dueño que de una sola vez bajó pantalón y calzoncillo, mostrando así una polla tremendamente tiesa y dura, que comencé a menear entre las exclamaciones de placer del chico. Su compañero dejó de besarme para mover mi camisa hacia el centro de mi pecho haciendo que uno de mis pechos se mostrar al aire, comenzando a chuparlo, dando con su lengua sobre mi pezón, a la vez que sentí como su mano penetraba entre mis muslos buscando mi coño, el cual encontró sin dificultad pues abrí las piernas para facilitarle su búsqueda, encontrando una raja totalmente mojada por la excitación que tenía. Estaban consiguiendo volverme loca de placer. Lancé mi boca hacia la polla del otro, y empecé a chuparla, primero lentamente, pasando mi lengua por todo el capullo, para ir aumentando el ritmo, provocando así sus primeros gemidos de placer. Al poco me paró pues iba a conseguir correrse y aun no quería hacerlo.

Su compañero se desembarazó de mis bragas y había metido su cabeza entre mis piernas, dándome una lamida de raja con su lengua de abajo a arriba a todo lo largo de ella, de modo que en pocos minutos me hizo explotar en mi primer orgasmo. Ya estaba imparable, y quería mucho más por lo  hice que el primero, al que se la chupaba, se sentara para subirme sobre él a horcajadas, metiendo su polla todo lo dentro que pude de mi coño, mientras el otro se quitó los pantalones a toda velocidad y ya me ofrecía su polla para que la chupara a la vez, cosa que me hice de rogar para hacerlo.

En este cambio de posición me pareció ver como Mari se encontraba junto al vehículo, al lado nuestro, con el vestido remangado ofreciendo su culo a uno de los chicos que la estaba follando duro, mientras al otro se la estaba chupando.

Estaba sintiendo un placer incomparable con aquella polla dentro de mí, por lo que de nuevo volví a sufrir un orgasmo, provocando unas terribles convulsiones en todo mi cuerpo, que hacían que me clavara aun más si cabe aquella polla dentro de mí.

-          Ahora te toca a ti, le dije al otro chico que se sentó como su compañero, imitando la posición anterior con él, mientras que el que me había follado pasaba a ofrecerme la polla que no tardé en meter en mi boca.

Este chico aguantaba menos que el anterior y me dijo que se iba a correr, por lo que paré mis movimientos para indicar a su amigo que se sentara junto a él. Me arrodillé delante de ellos y comencé a menear sus pollas y a chuparlas alternando de una a otra, pidiéndoles que se corrieran, que quería su leche. Estas palabras los excitaron aún más y uno tras otro se fueron corriendo en mi boca y cara, comiéndome toda la corrida que pude pues me encontraba como loca, dejándolos exhaustos, fuera de combate.

Mari, por su lado había hecho lo propio con sus dos acompañantes y ya se encontraba arreglándose el vestido.

Salimos del coche, se fumaron un cigarrito mientras reíamos y comentábamos lo bien que lo habíamos pasado. Decidimos entrar en la discoteca de nuevo pero vimos que Luis y Juan se acercaban, pues lo habían estado viendo todo. Los presentamos y los chicos, un poco cortados por encontrarse ante los maridos cornudos que habían permitido que se follaran a sus mujeres delante de ellos, decidieron irse satisfechos por la noche que habían pasado hasta el momento.

Aunque para satisfacción la de nuestros maridos que reconocieron haberse masturbado mientras observaban como unos extraños, de los cuales no recuerdo ni sus nombres, se habían cepillado a sus esposas. Parece raro pero lo cierto es que resultó de lo más morboso. Decidiros  y probad, no os arrepentiréis.