Noche de copas

Disfrutábamos de la sensación de acariciarnos rodeados de gente. Mi mano derecha, que le acariciaba el culo sobre la falda, se vio atrapada por el culo de una gordita que, desprendiendo feromonas a borbotones, no dejaba de apretarse contra nosotros ...

Noche de copas

Pasaba un ratito de las doce cuando entramos en el Tanganika que, a esas horas, estaba empezando a llenarse. El calor que hacía allí resultaba muy agradable en contraste con el frío de la calle pero enseguida nos quitamos la ropa de abrigo para evitar agobiarnos. Como aún no estaba muy lleno encontramos u hueco en una de las pequeñas barras que hay repartidas por el local, muy útiles para colocar la ropa, las bebidas, apoyarte, .. y para alguna cosita más. Me acerqué a por un par de cubatas y empezamos a beber, charlar y bailotear mientras que iba entrando gente y se ambientaba aquello.

Al otro lado de nuestra barra un grupito muy bullanguero se disparataba como si nunca hubieran salido de copas. Nosotros nos restregábamos al bailar y yo acariciaba a mi Tigresa por encima de la ropa. Por cierto llevaba una falda y una blusa muy decentita, nada especialmente llamativo, de colores suaves, bastante "pijita" pero con una enorme virtud: su fina tela se le pegaba al cuerpo y no suponía ningún obstáculo para mis manos, además era fácil subir la falda y abrir hueco para mis exploraciones.

El grupo escandaloso no tardó en largarse y pudimos pillar un taburete en el que ella se sentó, abriendo sus piernas hacia mí. Por supuesto que entendí el mensaje y, sin dejar de bailotear, metí mi mano izquierda bajo su falda y empecé a acariciarla "en profundidad". Llevaba un tanga que me gusta mucho y que no es más que un pequeño cinturoncito de cuero con un par de hilitos que, lógicamente, no tapan nada y me abren todos sus caminos.

Mientras acariciaba su clítoris y metía mis dedos en su ardiente chochito nos besábamos y movíamos al compás de la música, y ella, desabotonando parte de mi bragueta, metía su mano en mis pantalones y me toqueteaba la polla que se me había puesto muy muy dura. Disfrutábamos de la sensación de acariciarnos rodeados de gente, con el morbo de que alguien se diera cuenta, buscando si alguno detenía la mirada sobre nosotros más tiempo del normal o hacía algún comentario sobre nosotros con el de al lado ... mi mano derecha, que le acariciaba el culo sobre la falda, se vio atrapada por el culo de una gordita que, desprendiendo feromonas a borbotones, no dejaba de apretarse contra nosotros mientras su amiga, una tetona de espectacular escote, bailaba bamboleándolas prácticamente en mi cara.

Al otro lado de la barrita un tipo joven y de muy buena pinta no dejaba de mirar a mi mujer, sin perder detalle de la expresión excitada y calenturienta de su cara. Cuando sacando mi mano de sus zonas erótico-festivas le di a chupar mis dedos para que se saboreara a si misma, el pobre por poco se ahoga con la copa que bebía. Entre risas la besé profunda y húmedamente, le lamí las orejas, le chupé el cuello y le metí los dedos en el coño más profundamente que antes iniciando un movimiento continuo siguiendo la música.

Mientras que las luces jugaban con nuestros cuerpos dibujando colores sobre ellos y el humo cargaba el ambiente yo besaba su boca con sabor a coño mientras mis dedos llevaban el sabor de su boca cada vez más adentro de ella. De esta forma, bailoteando al compás de la música, la estuve masturbando mientras la gordita apretaba su culo contra mi otra mano, la tetona me las refregaba en la espalda, el rubito la miraba con la boca abierta, el tipo que iba con él se quemaba los dedos con el cigarrillo que había olvidado que fumaba, una camarera de entretenía más, mucho más de lo normal, en recoger los vasos vacíos de nuestra barra, ... mientras todo eso pasaba mi Tigresa acompañaba mi mano con el movimiento de su cuerpo y se corría en un orgasmo inacabable que la voz de Ricky Martín apenas conseguía acallar y que dejaba el taburete encharcado y ardiendo.

Como para mí la cosa iba a ser más complicada decidimos largarnos rápidamente porque sino lo hacíamos así me la iba a follar allí mismo delante de todos y eso podía ser un poquito "peligroso". Nos dirigimos a la calle con cuidado de no rozar a nadie con el durísimo bulto que apenas contenían mis pantalones. Más aún cuando ella, para provocarme, se levantó la falda al subir las escaleras mostrándome lo que no tardaría en comerme. ¡Menos mal que el coche estaba cerca!

Mientras ella conducía, había bebido menos, yo me acariciaba la polla ya liberada de los pantalones y buscaba con la vista algún lugar en el que pararnos. Pero las calles estaban demasiado concurridas así que llegamos hasta nuestra casa y, nada más bajarnos del coche, en el garaje, empecé a meterle mano desabrochándole la blusa para pellizcar sus pezones y levantándole la falda la tumbé sobre el capó del coche. Allí, sobre el metal caliente por el motor y húmedo por el rocío, la follé con las ganas acumuladas de toda la noche. Sin terminar de quitarnos la ropa, solo la blusa abierta para comerme sus pezones y la falda a medio levantar, con la polla liberada de la bragueta ¡menos mal que eran botones y no cremallera! empecé a entrar y salir de ella. Era como sumergirme en un océano ardiente, se derramaba a borbotones empapándose la falda, el coche, mis pantalones, ... gritó de placer al volver a correrse y me arrastró con ella, me dejé ir y me corrí yo también entre espasmos incontrolados. Poco faltó para que termináramos cayendo al suelo entre risas y besos que mezclaban su ron y mi ginebra.

Nos quitamos la ropa y, dejándola en el primer lugar que se nos ocurrió, subimos desnudos en un intento de dejar atrás el olor a tabaco. Buscamos la cama con avidez y lujuria ... aunque ahora solo para dormir. Había que reponer fuerzas. Mañana será otro día.