Noche de chicas 2
La noche con mi amiga iba de lo mejor, hasta que la puerta se abrió y nos encontramos con una inesperada visita...
Al público en general: Gracias por los comentarios, que si bien no fueron muchos, realmente son más de lo que esperaba. Es la primera vez que escribo relatos de éste tipo y me emociona saber que os está gustando mi trabajo.
Dejemos en claro que lo anterior fue una pequeña introducción. Y por supuesto, el erotismo no se dejará de lado en los escritos que a continuación presentaré. Os agradezco por infundirme el interés de seguir con esta historia.
Si su recepción es igual o mejor que en el capítulo anterior, tal vez haya una 3era parte.
II
El chirrido de la puerta fue un aviso más que claro, teníamos visitas en la habitación. Mi hermana dio un par de pasos dubitativa al interior del cuarto de Ana, mi mejor amiga. En un par de ocasiones abrió la boca como para decir algo, pero volvía a cerrarla sin lograr que una sola palabra saliera por el cerco que se le marcaba entre sus carnosos labios.
Me senté en la cama y bajé la mirada, no me atrevía a voltear a verla, se me caía la cara de vergüenza. Ana se tapó como pudo con la sabana de seda que había quedado hecha bola en el suelo. Si yo sentía pena no sabía lo que por la mente de ella estaba pasando. Manoseada y tocada por su mejor amiga y para colmo con una testigo.
-No hagan tanto ruido- Murmuró al fin Mirna, mi hermana mayor, luego quiso salir pero Ana saltó de la cama y la tomó del brazo.
-Quédate un ratito- Pidió con su voz inocente y la observó unos momentos las piernas le temblaban por el reciente orgasmo que le acababa de provocar los lametazos que le había brindado. Mirna puso cara de asco y negó con la cabeza, pero no se fue, se sentó en el borde de la cama. Yo no me atrevía a voltear a verlas, solo las oía y sentía sus presencias por el rabillo del ojo.
-Es raro sabéis?- Siguió hablando mi hermana, la conocía tan bien que no me costó trabajo imaginar que la mirada de la joven había llegado al suelo- Yo no soy como vosotras Ya sabéis, yo no - Las palabras de Mirna quedaron en el aire y yo tuve que girar la mirada para corroborar lo que ya me estaba imaginando. Ana besaba a Mirna y no solo eso, sino que mi hermana correspondía con caricias en sus piernas y senos a los besos de Ana.
Llevé mi mano a mi entrepierna y noté lo húmeda que estaba, me sentía asqueada, en mi vida sexual activa o en mis fantasías nocturnas, nunca había incluido a un miembro de mi familia. Doblé las piernas y suspiré observándolas, ahora Ana estaba sentada en las piernas de Mirna le había desprendido el sujetador y la playera había salido volando segundos antes, reían tontamente. Mi amiga lamía los pezones de mi hermana y ella solo gemía y seguía sonriendo, parecía una boba.
De repente, me sentí un poco celosa. Yo era la que estaba enamorada de Ana, no Mirna. Me desnudé completamente, aunque ellas ni siquiera lo notaron, estaban muy ocupadas tocándose. Caminé hasta la puerta y la cerré con llave por dentro. La mamá de Ana tomaba medicamentos, sabía que aunque gritáramos en su oído ella no se levantaría, pero nunca estaba de más prevenir. Volví a la cama, mi hermana y mi amiga seguían con lo suyo, y tampoco era que me hubiera tardado tanto. Le di una nalgada a Ana, quien se había colocado sobre Mirna y le lamía los pezones. Aquello no era justo, yo también quería participar. Al sentir mi palma en su trasero pequeño y redondo, Anita volteó a verme con el ceño medio fruncido, el golpecito no le había causado nada de gracia. Una vez que tuve la atención de ambas comencé a bailar sensualmente y me senté sobre el vientre de mi hermana, de espaldas a Ana. Mirna alzó las manos y se aferró a mis pechos, comenzó a masajearlos y yo me movía frotando mi concha con la de ella, la incestuosa acción excitó más a Ana, quien se sentó tras de mí, sobre las piernas extendidas de Mirna y comenzó a tocarme como podía. A los pocos minutos esta posición dejó de ser tan sensual como había pensado y la verdad es que ya ninguna estaba disfrutando tanto como en un principio.
Mi plan era bajarme de encima de mi hermana, me abrí de piernas y gatee por la cama, pero en cuanto estuve cerca del rostro de Mirna, ésta me lanzó un lametón a la entre pierna que me hizo estremecerme, pero seguí mi camino hasta el borde de la cama, donde me tendí boca arriba y me abrí de piernas, como invitándolas a venir a mí.
Ana comenzó a masturbarme con los dedos índice y medio, mientras Mirna me lamía los pezones y me los mordía con delicadeza. Yo correspondía a las caricias de ambas intermitentemente, aquella era toda una fantasía lésbica que nunca antes creí que se llevara a cabo.
Así seguimos, creo que por una media hora más, entre lamidas y chupetones, mordidas y caricias, llegó un punto en que las tres estábamos exhaustas Es lo último que recuerdo, luego todo fue como un velo de confusión, de algo gris, mezclado con negro.
Sentí como si el mundo se me viniera abajo, me había quedado dormida. La verdad es que sentía como si solo hubieran pasado un par de segundos entre ese momento y el siguiente, pero supongo que pasaron una buena cantidad de horas ya que al abrir mis enormes ojos la luz de la mañana logró encandilarme. Estaba casi completamente tapada por la sabana de seda blanca, sentí curiosidad, deslicé una de mis manos por mi cuerpo, en efecto, estaba vestida.
Eso había sido? Solo un sueño tonto de una noche de alcohol?, giré en la cama hacia un lado, vi la silueta de mi amiga, tal y como había estado la noche anterior, y de igual forma, coloqué mi mano sobre su cintura, la sabana se deslizó bajo las yemas de mis dedos, el bulto recostado junto a mí acababa de comenzar a moverse, ella se había despertado. Vi su seno asomándose, su pezón estaba duro y si, ella estaba desnuda. Mientras ella se desperezaba sentí un peso extra en mis piernas, bajé la mirada y vi a mi hermana ahí, acurrucada en la parte baja de la cama, profundamente dormida.
-Hola Sexy- Saludó Ana con una sonrisa pícara y me besó sin previo aviso, introduciendo su lengua de inmediato en el interior de mi boca, lo correspondí gustosa, como dije, esa chica era un sueño.