Noche de chicas

Conitnuando el relato de Vanessa, tal y como prometí os cuento la divertida, y morbosa noche de chicas y un poquito más

Después de nuestro intensivo lésbico, Vanessa y yo nos fuimos a nuestras respectivas habitaciones para arreglarnos. La noche se presentaba divertida, y queríamos ponernos guapas para la ocasión.

Aunque ya refrescaba, me puse faldita y blusa de color negro. Vanessa me regaló uno de sus conjuntos de encaje, ligas, top y tanga de color negro.

Me miraba al espejo, y me excitaba yo sola.

Karlo entró justo en ese momento en la habitación, y casi me da algo, pués no lo había escuchado entrar en casa.

-impresionante Anna-me dijo medio tartamudeando, realmente estaba impresionado.

-ni que fuera la primera vez que me ves asi-le contesté yo sorprendida.

-no me canso nunca de verte asi.

Al mismo tiempo, me rodeaba con sus brazos, y me besaba el cuello.

Miré el reloj de la mesita, y vi que iba sobrada de tiempo, solo me faltaba maquillarme y vestirme.

Me di la vuelta, y le di un beso. El lo entendió todo perfectamente, y se abrió los pantalones. Le chupé un poquito la polla que no tardó en ponerse dura.

Para no despeinarme, me puse a cuatro patas encima de la cama. Karlo me apartó el hilo del tanga, y me mojó un poco el coñito poniendo saliba en su mano. Me separaba las nalgas y frotaba su pene con ellas. Eso me pone a mil, y el lo sabe....

Me la metió hasta dentro, con suavidad. Me cogió por los pechos y me beso el cuello, entonces, puse las manos contra la cama, y agarrándome por las caderas empezó a follarme duro. Me movía toda con sus embestidas.

El placer era extremo. Mi marido me agarraba fuerte y no paraba de empujarme. Mis nalgas chocaban con su piernas, y su pene no se salía de mi coñito, estaban perfectamente acoplados.

Aunque me estaba dando fuerte, aumento su ritmo más aún, hasta que se corrió en mi interior.

Me di la vuelta, me levanté de la cama, sentía una flaqueza extrema en mis piernas. Le di un beso, y volví a entrar al baño a limpiarme y maquillarme.

Me iba de cena bien folladita, eso me gusta.

Karlo nos llevó al restaurante en coche. Llegamos a la vez que Mireia, y Judith ya estaba senatada en la mesa. He de decir que íbamos las cuatro muy guapas. La que más resaltaba (en mi opinión) era Mireia, ya que solía ir vestida bastante más seria normalmente, por su trabajo. Llevaba un escote muy considerable.

Cenamos un menú degustación marca de la casa, y con el maridaje de vinos, cuando salímos, que eran más de las doce, íbamos un pelin tocadas.

Como nos apetecía bailar, fuimos al Luz de Gas, una sala de fiestas mítica de la ciudad.

Fuimos un momento al baño, Mireia y yo, a “empolvarnos” la nariz. Una vez dentro, sin decirle nada, le metí la mano en su entrepierna.

Primero puso cara de sorprendida, pero casi al mismo tiempo, puso una de sus piernas encima del váter. Le metí la mano dentro del tanga, y la masturbe con ganas. Estaba mojadísima. Nos besámos durante un buen rato, y cuando tuvo su orgasmo, salímos hacía fuera.

Cuando llegamos a la mesa donde estábamos sentadas, tres chicos hablaban con Judith y Vanessa.

Eran tres hombres altos, dos de ellos bastante guapos. De la edad de mi marido más o menos.

Al vernos llegar, se presentaron y se fueron.

-Santi, es cliente mio desde hace mucho tiempo. Viene a mi piso habitualmente, siempre le gustan mucho las chicas que hay allí-nos explicaba Judith-me ha ofrecido mucho dinero por irme con ellos tres esta noche.

-cuanto es “mucho dinero”?-intervino Vanessa.

Mireia y yo nos mirámos, como viéndolo venir.

-dos mil euros-dijo Judith.

Ella no se dedica a esto, desde hace mucho. Me consta que mi marido y Roger la ayudaron economicamente en su dia. Ella administra su piso, que habitualmente lo comparte con cuatro chicas, que si trabajan. Lo que pasa, es que un extra es un extra, y le ofrecían mucho dinero.

Los chicos parecían la mar de majos la verdad, y Judith nos instistió en que era buena gente.

-oye, por nostras no te cortes-le dijo Mireia-haz lo que tu creas. Ya sabes que aquí no te juzga nadie, ni mucho menos. Eres nuestra amiga y respetamos como haces las cosas para ganarte la vida.

-porqué no vamos las cuatro?-dijo Vanessa-són tres tios, guapos, con pinta de gente educada. Puede ser divertido.

-yo me apunto-contesté yo-la pasta par Judith, pero nos divertimos las cuatro.

Lo de la pasta para Judith lo dije para mantener mi conciéncia tranquila, nunca he cobrado por tener sexo (si por enseñar mi cuerpo teniendo sexo, en otra ocasión os lo cuento).

Judith se levantó y se fue hacía ellos. Vanessa la acompaño.

No se que habláron, aunque me hago una idea, pero vi como se daban la mano, Santi y las dos chicas, con una sonrisa de oreja a oreja.

Volvíeron a nuestra mesa, visiblemente contentas.

-Le pagarán cuatro mil-dijo Vanessa-pero tenemos que ser las cuatro.

Yo lo vi divertido y morboso, a la que más costó de convencer fue a Mireia, que trabajando con mi marido, de problemas económicos, no tiene ninguno, más bien al contrario.

Recuerdo que le envié un whatsapp a Karlo contándoselo, y me dijo que estábamos locas, y que tuviesemos cuidado.

Al final, Mireia aceptó el plan, con la condición que ella no quería ni ver el dinero. Igual que yo, lo hacíamos más por morbo que por placer.

De haber querido, no nos hubiese costado mucho encontrar unos cuantos chicos con los que hacer una orgía.

Pero si la hacíamos igualmente, y ayudábamos a nuestra amiga a sacarse un buen extra, pues mejor que mejor.

Llamé a Karlo por teléfono para asegurarme que no le molestaba el tema.

Entendió que yo lo encontraba divertido, y lo único que me pidió fue que no aceptara invitaciones de drogas ni de bebidas. No lo había pensado, y me pareció un buen consejo. Mi marido, tuvo la precaución de enviarme al Pizzero a la puerta de la discoteca, para que llevarámos nuestro propio “surtido”.

Nosotras cuatro, fuimos en Taxi, y ellos en su coche. Santi vivía cerca nuestro, como cinco calles más arriba.

Al entrar en el piso, todas sentíamos algo de nervios, inevitables supongo, pues no sabíamos donde nos metiamos, y aunque no tenía porqué, algo podía salir mal.

Santí nos abrió la puerta de su casa. El tio esta casado y tiene cuatro hijos. El piso estaba lleno de fotos familiares. Su mujer, era una rubia un pelin artificial, pero preciosa.

-no vendrá nadie verdad?-preguntó Mireia al ver que estábamos en un piso familiar.

-mi mujer está con los niños en Vielha, tranquilas.

Nos sentamos en el salón que era enorme. Abrieron, delante nuestro, dos botellas de cava, y bebímos durante un rato. La verdad es que eran majos los tres, muy educados. Supongo que al verse allí con cuatro pivones, también hizo que se pusieran algo “nerviosos”.

Como la experta era Judith, se levantó, y puso algo de música.

Busco un tema bien sensual, y nos dedicó a los seis que la mirábamos atónitos, un espectacular streptease. Como se mueve la tia petarda, con lo menudita que és...tiene una grácia innata para estas cosas.

Acabo el numerito quedándose completamente desnuda, tumbada encima de la alfombra, abriendo su coñito con sus dedos, para nosotras.

Los chicos continuaban inmóbiles.

Judith se acercó a Vanessa, y la levantó. Ante la atenta mirada de todos, la desnudó, mientras se besaban. Llevaba un corpiño y un tanga de color rosa oscuro, precioso. Cuando se quedó semi desnuda, se dirigió a uno de los chicos, lo cogió de la mano, y se lo llevo a un sillón. Se sentó en él, y abrió bien sus piernas. El mozo, se arrodilló en el suelo, y hundió su cabeza en su entrepierna.

Judith se fue por Mireia, y repitió la operación. La dejo desnuda, a ella en tanga, y ya con el sujetador fuera. Mireia es preciosa también, con su piel morena y un cuerpo impecable, es pura sensualidad.

Mireia fue más por faena, y como el chico se había bajado los pantalones, se fue directa a su polla.

Viendo el panorama, me levanté, y me fui desnudando, quedando sólo en ropa interior. Junto con Judith, nos acercamos a Santi, que tenía una mirada lasciva que daba miedo.

Le bajámos los pantalones y los calzoncillos de una vez. Le cogí la polla con la mano, y me la llevé a la boca. Justo antes de lamerla, Judith me la quitó, y guiñándome un ojo le enfundo un condón con la boca.

Me encanta hacer el francés, pero con preservativo pierde un montón. Los condones tienen un sabor horrible. Asi que una vez estuvo bien dura, fui la primera en ser follada. Me senté encima suyo, de espaldas a él. Me agarro fuerte las tetas, impidiéndome que me moviera muy rápido.

Judith lamía mi coñito y la polla de Santi a la vez.

Me quedé quieta unos instantes, para mirar a mi alrededor.

Vanessa y Mireia estaban a cuatro patas encima de la alfombra, besándose como locas, mientras los dos chicos las follaban por detrás. Aquello era un jaleo de jemidos tremendo.

Judith me pidió cambio, y accedí. Ella se sentó de cara a Santi, y empezo a cabalgarlo duro. Yo le sobaba la espalda con mis manos, y jugaba con su culo.

Fue una lástima no llevar ningún vibrador.

Santi fue el primero en acabar, y la verdad es que los otros dos chicos no tardaron mucho más.

Se quedaron los tres tirados bastante rápido, y nosotras cuatro, con ganas de más.

Vanessa se me acercó, y empezó a jugar con mi coñito. Los chicos no perdian detalle. Me puse de rodillas en el sofá, y por detrás pasaba su lengua por mi sexo y mi culete. Con sus manos castigaba mi clitoris de forma salvaje.

Entre jadeos gire la cabeza y vi a Judith y Mireia que se tocaban entre ellas.

Cuando tuve mi orgasmo, Vanessa y yo cambiamos posturas. Yo le dediqué una comida de coño, que estaba super mojado.

Dos de los chicos volvían a tener el pene duro.

Judith se acercó a ellos, y sentándose encima de uno, le pidió al otro que la follara por detrás.

Nosotras tres, cogimos a Santi y lo tumbamos en el suelo. Mireia se sento en su cara y el chico con su lengua le comia el coño. Nosotras dos, le chupámos la polla a dos bocas. Vanessa se la metía hasta la garganta, y yo me dedicaba a pasar mis pechos por su cuerpo.

Ahora si estuvieron bastante rato.

Mireia al final se animo a cabalgar a Santi, y yo ocupé su sitio.

Vanessa, que no es de las que se queda mirando, se puso de pie delante mio, dándome la espalda, con las piernas abiertas. Mientras Santi lamía mi coño, yo lamía el de mi querida Vanessa.

Cuando acabámos, eran las cinco de la mañana. Santi se ofreció a llevernos en coche, pero como estábamos cerca de mi casa, preferimos irnos caminando.

Entre la harina, el vino y el cava, nos convenía un poco de aire a las cuatro.

El tema del dinero, que no era lo importante, fue para Judith. Las tres lo teniamos clarísimo.

Al llegar a casa, en el portal, las invité a subir.

-que os parece si subimos las cuatro y violamos a Karlo?-dije casi sin pensar en la hora que era.

-estará solo?-preguntó Mireia.

-no lo se, subamos a comprobarlo.

Cuando entramos en casa, fuimos sin hacer ruido a nuestra habitación. Karlo estaba dormido completamente.

Vanessa se sentó al pie de la cama, y lo destapó. Le apartó los calzoncillos, y se metió su polla en la boca.

En dos segundos estaba despierto.

Nos desnudamos las cuatro, y Vanessa trajo su maletin. Mientras mi marido se daba una ducha para despejarse, nosotras empezamos a jugar con los vibradores.

Fui la primera en ponerme un arnés, y darle duro a Mireia.

Mi marido se tumbó en la cama, y Judith puso su coñito en su cara. Yo le abrí las piernas, y lo penetré, no sin antes jugar un rato con su cerrado culo.

Al tiempo que yo lo follaba, Vanessa le chupaba la polla, y Mireia, que se había puesto otro arnés, le daba por detrás a nuestra joven amiga.

Karlo se corrió en la boca de Vanessa, que dejó caer el semen en su barriga. Las otras tres, acudímos como hienas sedientas.

Al final se quedaron todas a dormir en casa, y al dia siguiente, nos levantamos a la hora de comer.

Fui la primera en despertarme, y cuando me levanté, Karlo estaba en la cocina preparando el almuerzo.

-como esta mi putita?-me dijo entre risas.

-bien, fue divertido, pero aguantaban poco...como pudiste comprobar llegamos a casa con ganas de más.

Mi marido se me acercó, mientras yo ponía una cápsula en la cafetera. Me abrazó por detrás, y me susurró al oido:

-ten cuidado donde te metes, hay gente muy enferma. Si no es con alguien de absoluta confianza como Judith, no aceptes nunca propuestas asi.

Los hombres cuando pagamos nos creemos con el derecho de hacer lo que queramos.

Después del sermón, me beso el cuello, y metiéndo sus manos por debajo de mi (su) camiseta, empezó a jugar con mis tetas. Dejé caer mis braguitas al suelo, y girando la cabeza busqué su boca.

-dame fuerte-le susurré.

Puso dos dedos en mi culo, y con su salíba lo humedeció un poco.

Me separó las nalgas, y clavó su estaca en mi culito.

Al principio dolía un poco, pero mi ano se dilató rapidamente, y empecé a gozar como una loca.

Me follaba sin soltar mis tetas, y pellizcando mis pezones que estaban duros como el hierro.

Apoyé todo mi cuerpo encima del frio mármol, y continuó follándome duro.

Cuando me dijo que se iba a correr, me di la vuelta rapidamente, y me metió su bonita polla entre los labios.

Me moría por su leche, para mi sola. Apreté bien su miembro entre mis labios sin dejar de mirarlo a los ojos, mientras el seguía empujando, me lleno la boca de leche, que tragué sin dudarlo ni un segundo.

Me encanta mirarlo a los ojos cuando me da su leche. Me da la sensación que es una unión única entre él y yo. Mas allá del morbo, siento auténtico placer.

Mireia entró en la cocina, justo cuando me ponía en pie.

Karlo guardó su pene en sus pantalones, y nuestra amiga esbozó una sonrisa, consciente de lo que acababa de pasar.

Judith vino vestida y se despidió, pues tenía un compromiso, y Vanessa también nos dijo que se iba a comer con sus padres.

Nos quedámos en casa con Mireia, que si se quedo a comer con nosotros dos.

La verdad es que las dos parecíamos zombis andando por casa. No me sienta bien trasnochar...a pesar de que la noche había sido movidita.

Después de comer, nos quedámos fritas en el sofá.

Me desperté a media tarde, y Karlo no estaba. Le envié un whatsapp, y me contestó que estaba viniendo para casa, con una sorpresa.

Sin entender nada, me estuve unos segundos mirando a Mireia, que estaba tumbada en el sofá del al lado. Llevaba unos pelos de mil demonios, una camiseta grande, y un pantalón de mi marido (en mi casa, todas acabámos llevando ropa de mi marido). Todo y con eso, la encontraba preciosa.

Me acerqué y me arrodillé en el suelo. Karlo nos había puesto la calefacción, y se estaba calentito. Me la miré detenidamente, y busqué la manera de bajarle los pantalones sin que se diese cuenta.

Con mucho tacto, se los quité del todo. Se removió un poco, pero estaba dormida del todo.

Separé un poco sus piernas, y le aparté el tanguita. Empecé pasando mi lengua, con mucha suavidad. Ni se enteraba. Separé sus labios con dos deditos, e insistí en su clitoris. Su coñito se humedeció rapidamente, pero ella continuaba durmiendo.

Fue cuando empecé a lamer con más ganas, cuando empezó a murmurar.

Sin ser consciente del todo, abrió sus piernas completamente. Pasados unos segundos, puso sus manos en mi cabeza, como impidiendo que parara de comérmela.

Pasados unos segundos ya se despertó, me dijo que estaba loca, y empezó a gemir.

Continué sin soltar aquel coñito que me tiene loca, y ayudándome por dos dedos, Mireia tuvo su primer orgasmo.

No contenta con uno, continué deleitándome con sus sabores más internos, y masturbándola con dos dedos de forma mas rápida, y sin dejar de lamer su precioso clitoris, tuvo un segundo orgasmo.

-te estaria comiendo toda la tarde tía-le dije mientras se levantaba del sofá.

-tranquila, aún no hemos terminado.

Como ella siempre tiene que ir a más, después de su homenaje se fue a “su” habitación (es como si lo fuera, en nuestra actual casa, incluso participó en la decoración de la habitación donde duerme cuando se queda).

Volvió pasados dos minutos, con un vibrador doble en la mano.

-tumbate bonita-me dijo.

Me desnudé del todo, y me tumbé en el sofá. Ella se puso encima de mi cara, con las piernas abiertas, me ofrecía su coñito, recién lavado, para que volviera a lamerlo. Accedí gustosa.

Mireia me introdujo en vibrador en mi coñito, y a la vez que me follaba con él, me lamía el clitoris con su lengua.

Me corrí pasados pocos minutos, el gustazo era tremendo.

Continué lamiendo a mi querida amiga, hasta que le di un tercer orgasmo. Su coñito se pone mojadísimo cuando se corre, és increible.

Descansámos un ratito, y Mireia volvió a la carga. Esta vez, yo me puse encima y la follé con el vibrador, además, abriendo bien sus piernas, lo doble por la mitad y le metí una puntita en el culete, y el resto por delante.

Nos volvímos a correr, y justo en ese momento llegó Karlo, con una gran sorpresa: Tete estaba venía unos días a la ciudad por trabajo.

Saludamos a mi marido y al cubano, completamente desnudas, y sudadas.

La cara de mi amigo cubano y mi marido, era un poema:

-aqui no cambia nada-dijo Tete, al tiempo que nos daba dos besos. A la vez que pasaba una de sus manos por mis pechos-lo vamos a pasar bien chicas...tengo ganas de ustedes....

Pues estábamos de suerte, sin duda.