Noche de carnaval

Una noche de carnaval en Venecia, un rencuentro muy esperado, dos amantes, y un teatro... ¿Serán suficientes para aplacar los deseos de ambos?

Buenas a todos los lectores de esta pagina, espero os guste este nuevo y breve relato. Y recordad que todo el que quiera contactarme para lo que sea tiene en mi perfil mi cuenta de correo y mi twitter, así que disfrutad del relato.

Noche de carnaval

Tardías eran las horas, de ese frío día de un aun temprano invierno y las gotas de lluvia cliqueaban sobre los suelos de piedra de la vieja Venecia junto al sonido de unos tacones que corrían a prisa para alcanzar la plaza principal, donde todos los mas conocidos burgueses y nobles, esperaban para el gran comienzo de lo que eran esas festividades que precedían a la cuaresma.

Corría sin descanso aferrando su pomposo vestido de un pulcro blanco que comenzaba a mancharse con el agua de las calles, la peluca de igual color que el vestido ondeaba al viento a causa de la carrera y en varias ocasiones debía aferrarse el sombrero que portaba pues amenazaba con caerse, aunque todo ello no le importaba solo quería alcanzar dicho lugar y encontrarse con aquel que tantos años había añorado ver, aquel joven que una vez conoció y ahora años pasados se había convertido en un digno hombre, que pretendía desposarla a pesar de conocer sus raíces y orígenes.

No tardo mucho en apreciar a las lejanías la muchedumbre que con coloridos trajes disfrutaban las fiestas y mostrando una sonrisa en ese blanquecino rostro que apenas se veía bajo su mascara, corrió mas si pudo para encontrarse con su bien amado.

Ahí estaba él, vistiendo aquel color igual al de el traje de ella esperándola impaciente, mirando de un lado a otro en busca de su rostro sin lograr hallarlo debido a todos los rostros ocultos, pero lo que el sabia es que por muy oculto que estuviera el suyo, esa esencia que desprendía seria conocida para la dama que esperaba. Hacia ya cerca de siete años que la esperaba, siete años desde que había prometido volver y casarse con ella cuando obtuviera los galardones necesarios para otorgarle una vida de lujos, que ella no ansiaba pero que en cambio él quería ofrecerle. Y fue esa espera la que por escasos momentos, hacia que sus nervios aumentaban constantemente.

En eso unos fuegos artificiales decoraron el cielo, llenando el lugar de colores rojos y verdes, que captaron la atención de todos los presentes incluso la suya propia, pero algo, lo distrajo de esa marea de gente que alzaba el rostro al cielo. Una mano en su hombro que lo hizo virar para mirar a la dueña de aquel guante que reposaba aun en su hombro.

No hubo palabra que escapara de sus labios al ver a la dama frente a el, no hubo gesto alguno por parte de ambos, tan solo el silencio y un cruce de miradas que consiguió que ambos se fundieran en momentos en un abrazo, tanto tiempo de espera merecería la pena y solo una frase pasados los momentos se escucho de sus bocas.

-Esperé demasiado por este momento.- Pudo decir la dama con una sonrisa, mientras alzaba sus manos para apartarle la mascara y poder ver esas facciones que conocía pero que habían variado con los años, logrando una madurez que antes no poseía, esos ojos castaños y esa piel tostada.

Tras despojarle de aquella prenda no dudo en apartarse la suya propia dejando ver sus ojos, oscuros como la noche de un negro intenso confudiendose con la propia pupila, llenos de ilusiones.

-No has cambiado en absoluto, sigues igual que hace tantos años atrás.- Bromeó el caballero mientras acariciaba la mejilla de la dama, obteniendo un gesto de cariño por parte de ella que le agarro la mano fuertemente cerrando los ojos para disfrutar de aquel roce. Aquello no quedo ahí, el hombre no pudo evitar sentir aquella tentación que en un pasado veía prohibida y que ahora, cumpliría y fue por ello que acerco su rostro al de la dama y salvando la escueta distancia degustó aquellos labios que tanto ansiaba en un tierno beso que ambos disfrutaron.

No pasó mucho tiempo cuando ambos amantes, se marcharían de aquel tumulto intentando buscar un poco de intimidad, que en el revuelo de la plaza principal jamas encontrarían. Sus pies los guiarían por recónditos callejones, apenas alumbrados por un par de faroles que mostraban orgullosos sus llamas incansables. Mas no tardaron en alcanzar su destino, aquel lugar, ambos lo miraron embelesados, ese teatro donde una vez se conocieron y en el lugar en el cual su momento de intimidad no seria roto por risas por doquier.

Bordearon el edificio en pos de encontrar la entrada de atrás, lo cual no tardaron y con un silencio que pocos serian capaces de reproducir, se adentraron en ese espectacular lugar, donde todo era posible, el ladrón podía ser un príncipe, los amados buscaban la aprobación del mundo y asta dioses se mostraban ante los espectadores haciendo gala de su conocimiento. Pero no era ello lo que buscaban, se movieron entre los cortinajes, buscando aquel lugar, su lugar, en el que una vez, de jóvenes jugaban mientras los adultos representaban. Ese hueco bajo las tablas del escenario, aquel lugar entre vigas de madera que los había acogido por tanto tiempo.

Se dejaron llevar por todo el lugar, lo conocían de sobra, no había madero que no supieran su situación, así pues se escabullían entre ellos, sin rozar el mas mínimo y tras alcanzar el centro de ese nido de tablones unos sacos hicieron su función como cubierta para dejarse caer en ellos, mientras sus bocas comenzaban de nuevo a fusionarse en múltiples besos.

Habían esperado por tanto tiempo y esa noche ya no habría ningún impedimento, esa noche era suya, de los dos, los amantes que en poco tiempo se desposarían tras años de espera se contemplaban el uno al otro sin decir palabras, sus miradas ya hablaban por si solas. Una escueta sonrisa apareció en el rostro de ella y como si el disparo de salida de una carrera se tratase él se abalanzo a apoderarse de los labios rojizos de la joven, le apasionaban y por tanto no dejaría que fueran de otro, serian suyos y mas aun esa noche. Las manos de ambos comenzaron a moverse libremente pero un poco torpes, se dirigían hacia las caderas de ella y hacia el cuello de él, pero no pasaban de eso.

Fue al rato cuando sus respiraciones algo acaloradas daban paso a que esas manos comenzaran a explorar por el resto del cuerpo, subían y bajaban, rozando todo, las telas, el cabello, hasta alcanzar la piel.

La joven decidió deshacerse de esa incomoda peluca que todo el día había portado sobre ella y dejando ver una melena ondulada de color negro azabache, capturo la atención del muchacho, que ante ese gesto no pudo mas que tocar con sutileza los rizos de la morena. Eran preciosos y le gustaban, aun recordaba el tiempo en que esos rizos aun mas cortos revoloteaban mientas una pequeña muchacha corría por doquier siempre sonriendo.

Pero el tiempo fue corto y la joven comenzaba a impacientarse, por lo cual se lanzo a robarle besos, a la par que sus manos se colaban por el cuello de la blusa del joven, notaba esos hombros fuertes, curtidos por el trabajo y a ella eso le excitaba, un pequeño mordisco en su labio lo delato. Y en respuesta el joven, desvió sus manos a su trasera, pomposa por las ropas, no era capaz de notar su piel, así no tardo en alzar los ropajes mostrando esas dulces y delgadas piernas, sin imperfecciones.

Las recorrió con las manos en un acto lascivo, mientras sus labios seguían sus pasos. El tiempo pasaba y las prendas iban cediendo, el corsé era desabrochado, las mascaras habían caído a un lado al igual que la chaqueta y la blusona del joven, ambos prácticamente en cueros se besaban y acariciaban sin pudor, el ambiente se comenzaba a cargar y ambos clamaban deseosos pasar a algo mas de lo que ocurría. Y esto no tardo en llegar cuando ambos se unieron en uno solo. Las caderas del joven comenzaron a mecerse en un ritmo lento y sin cese, los suspiros salían de los labios de la joven, mientras su agarre se afianzaba en el cuello del joven, no se escuchaba mas sonido que el suyo, pequeños quejidos de placer y suspiros que aumentaban el ritmo y volumen en cuanto el joven apretaba el paso. Jadeaban, gemían y en ocasiones un suave susurro de -no pares- se escuchaba por todo el local.

Paso rato cuando el agotamiento se hacia presente en el joven y ante esto, la joven, se mostró divertida y con gráciles movimientos se coloco encima del joven posicionándose frente a frente, volviendo a comenzar los movimientos ahora mas profundos, el muchacho, por su parte aprovechaba la ocasión amasando y besando los pechos de la joven, devorándolos gustoso, pero ese placer era en ocasiones interrumpido por quejidos de placer que salían de su boca cuando la joven hacia algún movimiento mas brusco o a mayor velocidad, cosa que parecía divertirla. Pero todo ello no duro mucho ya que tras un rato ambos agotados llegaron al clímax, dejándose caer en los sacos, sudorosos y satisfechos. Un beso tierno y casto por parte de él, anuncio el fin de la noche y al poco quedaron ambos dormidos, disfrutando de la compañía del otro, como ocurriría a partir de ahora, hasta que el fin de los días.