Noche de carnaval

Tres amigas salen a divertirse disfrazadas. Una de ellas tiene un encuentro con su pasado.

NOCHE DE CARNAVAL

Eran casi las diez de la noche, se ajustó el escote de enfermera provocativa y salió al salón a despedirse de Luismi. Éste silbó a modo de piropo al verla:

-Anda guapa que esta noche te lo vas a comer todo -le dijo a su novia riéndose.

-Ya no tengo edad, tonto. No sé a que hora llegaré.

-Me encontrarás dormido. -Y se dieron un beso de despedida.

Luismi tenía que madrugar al día siguiente para viajar a Barcelona donde su empresa le enviaba junto con un compañero para una conferencia de tres días.

Cuando Silvia llegó al bar donde iban a cenar, ya sus amigas estaban allí. Las tres vestidas de enfermeras escotadas y con minifaldas. Habían sido objeto de múltiples piropos y alguna que otra barbaridad.

Decidieron ir a un bar de copas llamado CLICS, como los muñequitos infantiles, que se ponía muy bien de gente y se podía bailar música de los ochenta y noventa. Al ponerse de pie y empezar a andar se dieron cuenta de que estaban más afectadas de lo que creían. La noche prometía...

Llegaron al CLICS y como habían previsto no se cabía de gente. Todo el mundo disfrazado. No faltaban los grupos de toreros, de piratas, de payasos y algún que otro más original. Se echó en falta algún traje de superhéroe pero la temperatura era alta y proliferaban los disfraces que enseñaban carnes.

Como pudieron llegaron a la barra y pidieron sus copas antes de pasar a la zona más amplia para poder bailar.

Una vez en la pista, echaron un vistazo al personal. Había de todo, se fijaron en un par de tíos que estaban muy buenos, otros que daban mucho morbo vestidos con uniformes militares. Pero ellas no habían salido a ligar así que siguieron bailando y riendo.

Al poco rato se les acercó un grupo de tíos. Las amigas se miraron entre sí y decidieron que eran un blanco perfecto para pasar la noche.

El grupo lo componían cinco frikis de manual que habían venido de fuera para pasar el carnaval. Estaba el gordito tímido que no sabía que hacía allí y que hasta que no vio a los tres pibones tenía ganas de irse. El místico que iba de intelectual sobrado con sus gafas de pastas incluidas y que pese a presumir de pasar de las tías no dejaba de mirar los generosos escotes con que les obsequiaban las tres mujeres. El chulito cateto que contaba como mayor y única hazaña una increíble historia con una mujer casada. El empollón formalito que por primera vez en tres años había salido de su rutina de estudiante opositor y por último el líder, el único que no se mantenía virgen a los cuarenta.

Las chicas vieron enseguida que no pagarían ninguna copa más. Solo tendrían que hacer de calientapollas y hacerles creer que tenían posibilidades con ellas y los chicos pagarían las copas que hicieran falta.

Después de dos rondas ellas estaban borrachas y pasándoselo en grande y ellos habían picado y estaban convencidos de haber triunfado con tres tías espectaculares.

Silvia pasó a la barra para pedir otra copa:

-Gerardo ponme otra, guapo. Pagan los colegas.

-Joder, Silvia, que sangría les estáis haciendo -comenzó a reírse a carcajadas el barman.

-¿...y lo bien que se lo están pasando ellos? ¿cuando se han visto en otra igual? -justificaba ella riéndose.

Estaba totalmente desinhibida, con ese punto alcohólico en el que se pierde la vergüenza pero aún se tiene capacidad para razonar. Se encontraba muy a gusto. De repente, antes de moverse hacia su grupo, una voz que le sonaba lejanamente familiar, hizo que se detuviera:

-Hola Silvia.

Ella le miró fijamente durante unos segundos. La identificación fue instantánea. Las entradas habían sido agrandadas por un afeitado y tenía más peso. Estaba disfrazado de romano. Era Félix, su ex. El tío con el que lo había dejado hacía más de diez años y con quién no había vuelto a cruzar palabra desde entonces.

Silvia con menosprecio giró la cabeza hacia ambos lados para mirar hacia atrás:

-¿Es conmigo? -le preguntó sorprendida.

-Vamos Silvia, no seas así -dijo él riéndose.

-¿No sea cómo? ¿desagradable? ¿estúpida? ¿cabrona? -enumeró la chica una serie de insultos que le venían a la cabeza como definición de su interlocutor.

-Ha pasado demasiado tiempo, ¿no? -preguntó Félix queriendo apaciguar su cabreo.

-Fuiste un hijo de puta -sentenció Silvia con locuacidad alcohólica.

-Tú tampoco te portaste bien... -trató de justificarse Félix.

-¿Eh? ¿cómo dices? Fuiste tú quién empezó nuestra guerra.

El hombre la miró a los ojos y le sonrió sabiendo que eso siempre le había podido a ella. Silvia empezó a relajar su cara. Ya no era de cabreo:

-Silvia, no te pido que me perdones solo que normalicemos la relación. Que podamos saludarnos cuando nos veamos. Al fin y al cabo todo no fue malo. Tuvimos nuestros momentos buenos.

Ella terminó de relajarse y se planteó la posibilidad de normalizar la situación como proponía él. Era verdad que habían tenido buenos momentos.

Al cabo de un rato y sin saber muy bien como los dos estaban riéndose al recordar anécdotas comunes. Llevaban más de una hora cuando Silvia empezó a notar una sensación muy agradable que a la vez le daba un vértigo casi temeroso.

Ella empezó a sentirse excitada al recordar algunas historias entre ellos. La situación le producía mucho morbo. Había salido de soltera con sus amigas, estaba hablando con un ex que además tenía una buena polla, demasiado alcohol en su organismo para razonar con lógica...

En esto vio que se acercaba Pili, Silvia le hizo señas para que la dejara sola. Pili lo entendió y se fue:

-¿Has bajado en coche? -preguntó el hombre a modo de ofrecimiento.

-No, sabes que no me gusta conducir cuando bebo.

-Entonces... ¿me dejas que te lleve?

-¿...donde? -preguntó ella desafiándole.

-Al huerto... -le susurró su ex al oído y le besó el cuello.

-Ufff... vamos -dijo la ex novia muy excitada.

Pasaron entre la gente y como pudieron llegaron a la puerta. Una vez fuera, ella le siguió hasta su coche, un Punto azul marino que estaba aparcado un par de calles más arriba. Alejado del bar en un lugar oscuro y solitario que se prestaba para cualquier historia... entraron en el coche y...

Aquello no podía terminar de otra manera. Se miraron y comenzaron a morrearse apasionadamente. Él le metía mano a ella, le cogía las tetas y las piernas. Silvia, no se quedaba atrás, metió su mano bajo el disfraz de romano de Félix y le cogió el paquete. La mujer se separó, le miró a los ojos y le dijo:

-Quiero comerte la polla.

El hombre se acomodó en el asiento, se subió el disfraz y se bajó su bóxer negro. Su polla saltó con una tremenda erección. Silvia suspiró hondo y agarró aquellos veinticinco centímetros de carne con la mano derecha. Se agachó y se fue introduciendo cada centímetro poco a poco como hacía diez años atrás cuando eran pareja.

Envolvió la polla con sus labios notando así todas las venas de aquella durísima verga. Estaba caliente, siempre le había gustado comerle la polla a un tío. Le producía un morbo especial. Comenzó a mover la cabeza de arriba a abajo de una manera frenética, oyendo a Félix jadear y suspirar de placer. Éste le agarró de la cabeza y la obligó a que mantuviera aquel ritmo:

-Que bien la comes joder... -decía él extasiado.

Con la mano izquierda Silvia comenzó a masajearle los cojones, mientras él no paraba de insultarla como a ella le gustaba:

-Traga, puta, traga...

La mujer sabía que esto significaba que él estaba a punto de correrse, así que se preparó para tragar lo que pudiera ya que recordaba que él eyaculaba abundantemente:

-Aaaggg... -gritaba él.

El primer chorro fue directo a la garganta y ya no pudo tragar más, así que se sacó la polla y apuntó hacia su cara donde su ex terminó de descargar tres chorros más:

-Que polla tienes cabrón -dijo ella antes de coger un kleenex para limpiarse.

-Y tú que boca para mamar... ¿y ahora qué? -preguntó él pasándole la decisión a ella.

-¿Como que ahora qué? -dijo ella haciéndose la ofendida -yo quiero mi parte.

-Bueno pero vamos a otro sitio mejor...

Félix arrancó el coche y condujo hasta el almacén donde trabajaba, en un polígono. Allí era donde iban ellos. Por un momento ella recordó eso con cierta nostalgia.

Aparcaron el coche junto a una puerta metálica verde. El hombre abrió una pequeña puerta en el centro de la grande y entraron. Encendió la luz cuyo interruptor estaba junto a la entrada. Cuando los tubos fluorescentes iluminaron toda la estancia ella pudo ver que todo permanecía igual que como lo recordaba.

Abajo un pequeño camión para el transporte de fruta, justo detrás la cámara frigorífica, a la derecha una escalera metálica que subía hasta una oficina de estructura de aluminio con cristaleras. Subieron de la mano. Félix iba delante. Al entrar a Silvia todo le sonaba familiar.

El asiento donde tantas veces habían follado y el olor de la oficina, una mezcla entre papel y el dulzor de la fruta trajo a la memoria de la chica recuerdos olvidados de una juventud juntos.

El hombre se sentó en el sofá y se tiró hacia atrás. La miraba fijamente, ella fue andando lenta hacia él con cara de vicio. Se subió al sofá apoyando una rodilla a cada lado de él  y se sentó en su regazo notando como su paquete crecía. Silvia le agarró la cabeza y comenzó a morrearlo mientras él metía las manos en su minifalda y le masajeaba el culo. La mujer empezaba a estar muy caliente notando como la polla de su ex luchaba por saltar y penetrarla:

-Fóllame, cabrón, fóllame. Métemela.

Se incorporó un poco para permitir que él pudiera sacársela. Se quitó el bóxer y su impresionante miembro quedó libre.

Ella se lamió los dedos y se los pasó por el capullo:

-Para que me entre mejor.

No hacía falta puesto que hacía tiempo que su coño estaba inundado de flujo vaginal. Se retiró el tanga a un lado y comenzó a bajar lentamente, clavándose la polla poco a poco. Sintiendo como aquel capullo rojo se abría paso hasta lo más profundo de su vagina:

-Aaahhh -suspiró fuerte Silvia satisfecha.

-¿Te entra bien?

-Siii.... joder... aaggg... -solo le salía un hilo de voz.

Con un último empujón de él se la clavó más profunda, llegando a provocarle dolor:

-Aaaayyy -se quejó Silvia y le volvió a besar muy fuerte.

La mujer empezó a moverse de arriba a abajo disfrutando de la tremenda verga de su ex novio.

Realmente lo mejor de su relación con Félix siempre había sido el sexo. Él había sido su primer novio, no fue su primer polvo aunque sí había sido la primera polla enorme que se había tirado. Luego vinieron otras que mantenía perfectamente en su memoria.

Después de un rato de estar botando sobre Félix como una bestia, él la cogió y la tumbó en el sofá. Ella abrió las piernas dejando ver su coño rasurado y abierto. Se puso sobre ella quién le cogió la polla y la puso en la entrada de su vagina:

-La tienes muy grande, cabrón. -Decía ella excitadísima.

Félix le dio otro empujón muy fuerte y se la volvió a clavar violentamente hasta las entrañas:

-Aaayy, joder, que me partes.

Así empezó un bombeo incesante y que fue aumentando el ritmo entre gemidos de Félix y gritos de Silvia. Ella le rodeo con sus piernas mientras él le comía el cuello, hasta que explotó en una tremenda corrida dentro de la novia de Luismi:

-Ahhh, dios que polvazo... -decía ella con satisfacción. La morbosa idea de haberse follado a su ex la había llevado al éxtasis provocándole un magnifico orgasmo.

Tras unos minutos de relajación, Silvia se levantó y pasó al pequeño aseo.

Al salir, Félix estaba tumbado con la cabeza apoyada en el brazo del sofá y las piernas, una sobre el respaldo y otra sobre el asiento de manera que quedaba la tercera plaza del sofá libre para que se sentara Silvia. Los dos estaban desnudos en aquella pequeña oficina, como cuando eran pareja. La mujer le miraba, estaba más gordo que cuando salían en contraste con ella que se mantenía con un cuerpo precioso. Aún tumbado como estaba se le marcaba una barriga que sin ser excesiva no le convertía en el prototipo de tío bueno. Tampoco seguía los cánones del metrosexual depilado. Pero la naturaleza le había dotado muy bien y cualquier mujer fantasearía con un miembro de esas dimensiones.

Él sostenía un cenicero redondo de cristal sobre el pecho y estaba fumando. Le dio una calada al Chester y se lo ofreció a ella. Silvia dudó por un momento si cogerlo ya que había dejado de fumar. Al final lo hizo, en parte porque lo deseaba y en parte porque no deseaba darle explicaciones de que ya no fumaba.

Inspiró fuerte, sintiendo como el humo le penetraba hasta los pulmones. Pensó que aquella noche todo lo de él le penetraba hasta lo más hondo. Cerró los ojos y expulsó el humo poco a poco:

-Ha estado bien la reconciliación, ¿no? -preguntó él

-El sexo contigo siempre estuvo bien, ese no fue nuestro problema.

-Bueno ya... pero habrás probado otras cosas también, ¿no? -volvió a preguntar él.

-Uf, si tú supieras lo que hay por ahí -contestó ella con desdén.

-¿Más grande? -preguntó Félix haciéndose el incrédulo.

Silvia rió socarronamente y girándose hacia él, mirándole la polla que empezaba a reaccionar de nuevo:

-Hay de todo. -Le miró con media sonrisa y levantando su ceja izquierda.

Y comenzó a cogérsela y masajearla. Notando como iba creciendo en su mano y haciendose más dura. Descubriendo el capullo en forma de bola de color casi morado.

Félix apagó el cigarro que ella le había pasado y apartó el cenicero. Silvia se acomodó y mordiéndose el labio inferior se agachó hasta que su boca rozó el glande. Sacó la lengua y comenzó a dar lengüetazos antes de introducírsela poco a poco en la boca. Estuvo unos pocos segundos y luego paró. Levantó la cabeza y siguió pajeándolo:

-Cómeme el coño -le pidió.

-Umm... que puta eres...

-Lo sé...

Félix se levantó y se puso de rodillas delante de ella, quién se tiró hacia atrás y abrió las piernas. El hombre tiró de ella hasta que estuvo con la espalda en el asiento. Levantó las piernas y él metió la cabeza entre ellas pasando los brazos por debajo de éstas. Le encantaba el olor a coño excitado y mucho más el de su ex, Silvia. Aquel coño rasurado era un auténtico manjar así que mordió el interior de los muslos, luego los labios para después pasar la lengua desde la entrada de la vagina hacia arriba notando el calor y el sabor tan característico del flujo vaginal. Introdujo la lengua todo lo que pudo en el interior del sexo y la fue sacando a medida que subía en busca del clítoris. Una vez allí dio un par de pasadas rozándolo nada más. Ella sintió un escalofrío y no pudo evitar soltar un par de gemidos. No hay nada como una buena comida de coño, pensó para sus adentros.

Félix comenzó a comer más a fondo el clítoris. Lo cogía con los labios, lo succionaba, pasaba rápido la lengua. Silvia estaba en éxtasis, le tiraba del pelo luego le apretaba contra su pubis, se pellizcaba los pezones:

-Aaahhh, joder, muérdeme la pipa. Así, así, no pares cabrón. Dios que comida... -Estaba deleitándose con el espectacular sexo oral que le proporcionaba su ex al tiempo que se amasaba sus pequeñas tetas.

El hombre se había centrado por completo en hacer que llegara al orgasmo. Le tenía trillado el clítoris con los labios mientras movía la lengua todo lo rápido que podía sobre él.

Silvia notó que le venía, un calambre recorrió su columna desde su nuca hasta su pipa. Ya todo era placer concentrado en ese punto a punto de estallar. De repente notó que desde lo más profundo venía hacia arriba un estallido de placer:

-Aaaahhh, aaahhh.

Ella se quería incorporar, tenía la respiración entrecortada, la cara toda roja y espasmos en todo el cuerpo. Su coño era un volcán en erupción caliente y empapado que latía de placer:

-Que comida, joder -gritó por fin -ya no me acordaba lo bien que lo hacías.

Félix se incorporó y acercó su polla hasta su coño. Se la fue metiendo lentamente:

-Mmmm... que bien me entra ahora -dijo ella cerrando los ojos.

Mientras él empezaba a entrar y salir despacio. De repente el hombre le metió un puntazo muy fuerte y se la dejó dentro unos segundos. Barrenando aquella zona más sensible tras el orgasmo:

-Ayyy, cabrón que me la sacas por la boca. -Decía Silvia apoyando su mano sobre la barriga de su amante.

De inmediato le volvió a meter cuatro empujones más:

-Si, si, dame fuerte, joder -pedía ella

-Que te gusta una polla...

-Sobretodo si es grande como la tuya.

Félix se puso de pie y pasó al baño mientras Silvia seguía en el sofá con las piernas en el suelo y acariciándose con la mano derecha su sexo.

El hombre salió con un pequeño bote de gel de manos SANEX. Silvia le miró y se le escapó media sonrisa:

-¿Y eso? -preguntó irónicamente.

-¿Tú que crees?

-¿Me vas a dar por culo? -preguntó ella desafiante.

-Esto hay que terminarlo a lo grande -dijo él con satisfacción.

No era la primera vez que tenían sexo anal entre ellos. En sus años de pareja Félix la inició en ésta práctica:

-Siempre has hecho conmigo lo que has querido. -Dijo rendida a la propuesta Silvia.

-No, siempre he hecho lo que a ti te ha gustado. -Se justificó Félix.

El hombre se arrodilló y se puso jabón en los dedos. La mujer levantó las piernas y pasando las manos por debajo se separó los glúteos dejando totalmente expuesto su agujero trasero. Su ex novio empezó a untarle jabón y aprovechar para meterle un par de dedos e ir dilatándoselo. Por la facilidad con la que le entraban se notaba que había mantenido su afición a la sodomía. Luego se untó la cabeza de la polla y se la acercó justo hasta la entrada:

-Con cuidado que hace mucho que no me meto algo tan grande.

Félix empezó a empujar el capullo contra el ano de su ex novia. Ésta le miraba entre las piernas:

-Ay, ay, ay, despacio cabrón que me lo abres.

Él logró penetrarla mientras ella seguía quejándose por el daño que le producía. Una vez se la metió entera paró unos segundos. Silvia respiraba de manera forzada y se excitaba al pensar que tenía veinticinco centímetros de polla metidos por el culo. Empezó entonces un mete-saca muy lento para que el ano recordara el tamaño. Notaba como su polla casi no cabía en aquel estrecho hueco y su sensación de placer iba en aumento. Silvia sentía la polla de su ex novio muy dentro. A cada empujón de él tenía la sensación de que le llegaba más arriba y cada vez que salía sentía un vacío por dentro:

-Ponme a cuatro patas.

Félix salió por completo del culo dejándole el ano totalmente dilatado y rojo.

La mujer se puso a cuatro patas con la cabeza apoyada en el asiento y ofreciéndole su culito respingón. El hombre se puso en cuclillas para atacar desde más arriba. Ahora la penetró casi sin esfuerzo:

-Aaagggg, joderrrr.... -gritaba Silvia sintiéndose toda ocupada.

-Te gusta, ¿eh? -preguntaba excitado él.

-Siiii, diossss mi culo -ella respondía con un hilo de voz.

El hombre ya no tuvo miramientos y empezó a darle fuerte:

-Toma, toma joder.

-Aaaayyy, aaayyy, mi culo cabrón  que me duele -casi llorando.

Félix apoyó la mano derecha sobre la nuca de la novia de Luismi y se la metió tan rápido y fuerte como pudo:

-Eres una puta y te voy a reventar el culo. -Sabiendo lo que le gusta a su ex novia el sexo duro.

-Dame fuerte, cabrón, dame más fuerte -le provocaba ella mientras la presión en la nuca de la mano de él le impedía cualquier movimiento.

-Me corro, puta, me corro... aaggg.

-Así así, lléname el culo de leche.

Félix no pudo más y se dejó caer con todas sus fuerzas sobre el culo descargando una gran corrida en los intestinos de Silvia:

-Joder, me has roto el culo, cabrón.

Los dos cayeron rendidos sobre el sofá. Él salió poco a poco de dentro de ella. Silvia permanecía con la cabeza apoyada. Le dolían las rodillas y el culo del que salía semen. Apenas podía moverse. Pero sentía en un estado de satisfacción muy placentero. Acababa de tirarse a su ex.

Al cabo de un rato de relax Silvia le comentó a Félix:

-Me tienes que llevar a casa.

Eran las cuatro y media de la madrugada y Silvia comenzó a recoger su disfraz que estaba tirado por el suelo.

Cuando llegó a su casa Lusimi dormía ya que al día siguiente tenían que viajar.