Noche de Bodas en el Aire

Mi Noche de Bodas sucedió en un avión. esperaba pasar todo el vuelo durmiendo, pero sucedieron cosas que la harían inolvidable.

NOCHE DE BODAS EN EL AIRE

Hace 3 años decidí casarme con Javier. Mis suegros nos regalaron una luna de miel en Europa. El matrimonio se organizó al medio día de un sábado y el vuelo partía a las 8 de la noche. Terrible error.

La ceremonia, las fotografías, el vals, el saludo a amigos y familiares tomó más tiempo del que habíamos calculado, así las cosas, no disponía de tiempo suficiente para cambiar de vestuario y tenía que viajar con mi traje de novia.

En el aeropuerto todos miraban a la chica del traje de boda y el hombre del frac. Así llegó la hora del vuelo. Apenas había abordado el avión oí que alguien me llamaba "Maquis", como nadie lo hacía desde mis años del colegio. Efectivamente, tras de mi estaba una de mis mejores amigas de esa época, ahora era azafata de esta aerolínea y viajaría con nosotros. Me abrazó y, aprovechando que el vuelo no se había vendido completamente, se sentó a nuestro lado un rato al comienzo del vuelo. Consiguió vino para mi esposo y para mi, que ya habíamos tomado algo de Champan en la recepción posterior a la boda.

Antes de despedirse me llamó aparte, me contó que las azafatas harían turnos para atender a los pasajeros que les requirieran y ella había solicitado el turno de 1 a 3 am. Me ofrecía un regalo especial de bodas; cuando fuera su turno me llamaría, yo entraría en el baño sin asegurar la puerta y mi esposo entraría 2 minutos más tarde; así haríamos realidad la fantasía de muchos, tener sexo en un avión en pleno vuelo.

Todo se llevó a cabo de acuerdo al plan; a la 1:05 estaba yo metida en el baño. El espacio era muy pequeño y por tanto decidí tener todo listo, sacarme el panty y acomodarme de la forma en la que más me gusta que me hagan el amor; de pie con la cara hacia la pared, evitando así tener que hacer maniobras complicadas en un espacio tan pequeño. Para ser más impactante enrollé la falda de mi traje de novia por encima de la cintura. Me apoyé en la pared del avión y al instante oí que se abría la puerta, sentí a mi esposo dudar por un momento, y luego cerró. Yo estaba tan caliente que mis jugos rodaban por mis piernas, entonces empecé a sentir las yemas de los dedos acariciando suavemente mis nalgas y mis piernas. Luego oí que maniobraba para bajar su pantalón.

Yo sentía que nunca había estado tan caliente y mojada en mi vida, esta situación era muy excitante. Al momento sentí que esto también afectaba a mi esposo, al penetrarme sentí su pija más grande y dura que nunca, era evidente que también le excitaba especialmente esta situación. Sentí como entraba muy profundamente y tras unos pocos bombazos tuve mi primer orgasmo. Pero él no paraba, estaba increíblemente lleno de energía. Le sentí bajar la cremallera de la parte alta del vestido y agarrarme las tetas. Entonces fue evidente. Estas manos enormes no eran las de mi esposo. Otro hombre había despertado y al entrar al baño había encontrado mi cuerpo servido en traje de novia. Abierto a su placer.

Le ordené entonces, susurrando, que se detuviera.

  • Si me detengo saldré y haré un escándalo por lo que he encontrado en el baño. Antes de entrar te he tomado una fotografía con mi teléfono móvil y puedo demostrar lo que hacías. – contestó cínicamente.

Lo pensé un segundo. Este escándalo me avergonzaría, avergonzaría a mi esposo y, seguramente podía meter en problemas a mi amiga.

  • Hasta ahora has disfrutado lo que hemos hecho, por qué no lo terminas de disfrutar? Te preocupa tu esposo? Si no estuviera de acuerdo ya habría hecho algo para detenernos, no? - volvió a susurrar mientras reiniciaba sus movimientos dentro y fuera de mi.

De inmediato reinició también mi placer, que ahora se multiplicaba por la situación. Así que me doblé para sentirlo mejor y me dejé llevar. Este desconocido estuvo dentro de mí por diez minutos más, causándome una cadena de incontables orgasmos en los que tuve que morder mi propio antebrazo para no gritar. Finalmente eyaculó dentro de mí. La noche de mi boda terminaba con un extraño llenándome de su leche.

Nos arreglamos y salimos del servicio y fui a sentarme junto a mi esposo. Temía lo peor. Su comentario me sorprendió y me tranquilizó.

  • Al bajar del vuelo lo buscas y tomas sus datos – me dijo – quiero que repitan todo en el hotel y ver qué te hizo.