Noche de Bodas

Debía ser la noche más especial de mi vida y posiblemente lo fue.

Había sido un día agotador, desde que me desperté estuve en tensión, y no era para menos era el día de mi boda. Ahora llegaba lo bueno, la noche, la noche de bodas. No es que fuese mi primera vez, a mis 30 años ya estaba de vuelta de todo, pero era mi Noche de bodas.

-          Cariño ya estoy aquí – era mi marido Jordi, sonaba bien “ marido” .

Estaba al otro lado de la puerta de la habitación del hotel, yo había subido media hora antes me había preparado para recibirlo, me había puesto un camisón de seda casi trasparente, al principio me puse ropa interior pero me pareció mejor quitármela, cuando me mire al espejo y pensé si fuese hombre ya me estaría follando.

-          Te estoy esperando – dije impaciente por tenerlo entre mis piernas.

-          …

-          Cariño entra la puerta está abierta – dije ante la inactividad.

Jordi no entro, así que me levante y fui a la puerta, al intentar abrirla, se abrió de golpe cayendo el cuerpo de mi marido al suelo.

-          Jordi, te encuentras bien – intente reanimarlo sin conseguirlo, apestaba a alcohol.

Definitivamente estaba tan borracho que se había desplomado, pesaba demasiado para llevarlo yo sola a la cama. En un principio iba a llamar a uno de mis hermanos, pero era demasiado tarde, en ese momento apareció en el pasillo uno de los botones, lo llame.

-          Muchacho, puedes echarme una mano – dije poniéndome de pie.

Cuando, el joven botones, estuvo frente a mí, por su cara de asombro, recordé como iba vestida, era tarde para hacer alguna cosa solo podía comportarme con naturalidad.

-          Ayúdame no puedo con el – me agache.

El joven botones se quedo parado, mire hacia él, lo comprendí enseguida, al agacharme el escote de mi camisón había dejado ver mis pechos, con un gesto rápido cerré el escote.

-          Tenemos que llevarlo a la cama – dije.

-          Señora, déjeme cogerlo por los brazos y usted lo coge por los pies – recomendó el joven botones.

Me desplace para coger a mi marido por los pies, el joven se traslado hacia la cabeza, sin querer me fije en su paquete lo tenía muy abultado, aquella visión me excito más de lo que ya estaba.

El joven botones cogió a mi marido por debajo de los brazos y lo levanto, yo levante los pies y despacio llevamos a mi marido sobre la cama, con bastante dificultad lo dejamos sobre la cama.

-          Señora si no necesita nada mas,  mi turno ha terminado  y me voy a dormir – dijo el joven botones.

Claro que necesitaba algo, con el calentón que tenia necesita una polla que me calmara, y ya que mi marido no estaba en condiciones, aquel joven podía suplirlo.

-          No, no necesito nada… – dije - ¿Cómo te llamas?

-          Julio, buenas noches – dijo dando media vuelta para marcharse.

-           Julio espera, si que necesito algo, podrías ayudarme… a quitarle parte de la ropa, y darle la vuelta, por aquello de que si vomitaba estuviera boca abajo.

-          Si por supuesto.

Comenzamos a quitarle ropa, en un par de ocasiones me roce con él, mi excitación iba en aumento, al intentarle dar la vuelta, Julio se situó detrás de mí, sentí su paquete en mi trasero. Tenía que haberme separado, pero mi excitación estaba al máximo, pegue mi culo más a su paquete, su reacción fue cogerme por la cintura y apretarme contra él, se me escapo un gemido, el siguió apretando rozando su tranca contra mi culo. Perdí la noción del tiempo, me incorpore. Me cogió por los pechos por encima del camisón.

-          La tengo tan dura que me va a reventar.

Me gire quedando mi cara frente a la suya.

-          Espero que no sea antes de que me folles – no me reconocía, no era yo la que había dicho eso.

Sentí los labios del joven sobre los míos, sus manos se posaron sobre mis hombros, y con un movimiento rápido tiro de los tirantes del camisón a un lado haciendo que este cayera al suelo, quedando totalmente desnuda, entrelace mis brazos tras su nuca, el me agarro por el culo y lo apretó como si tuviera en vez de manos tuviera garras. Mi pecho quedo presionado sobre su cuerpo, nuestras bocas se juntaron, nuestras lenguas se buscaron, una de sus manos soltó mi culo y agarro una teta, pellizcando el pezón, mi cuerpo se estremeció ante aquel contacto.

En ese momento, mi marido se movió, pero siguió durmiendo.

-          Aquí no podemos hacerlo, se puede despertar – dije señalando a Jordi.

-          La habitación de al lado esta vacía, tengo la llave – dijo metiendo su mano en el bolsillo y sacando unas llaves.

Nos volvimos a besar, en esta ocasión puse mi mano sobre su paquete, confirmando la dureza de su polla.

Julio salió de la habitación. Lo que iba hacer sabía que no estaba bien, pero aquella noche necesitaba sentirme mujer. Julio estaba en la puerta haciéndome señas, iba a ir hacia la puerta y recordé que estaba desnuda, entre en el baño y cogí el albornoz, me lo puse y fui a la habitación de al lado, allí me espera Julio, estaba semi desnudo, me acerque a Julio y nos fundimos en un abrazo, me quito el albornoz y como anteriormente sucediera con el camisón quedo en el suelo, le acaricie el paquete, me arrodille y le quite el slip, su polla no era muy grande incluso la de Jordi era mayor que la suya, pero era lo que había, acaricie su polla, y acerque mi boca a ella, el me cogió del pelo y me obligo a metérmela en la boca.

En ese momento se abrió la puerta, mi sorpresa fue ver a otro joven, también botones.

-          Ya estoy aquí – dijo el nuevo joven.

-          Es un compañero, Ernesto, le he llamado lo pasaremos mejor – dijo Julio.

Pero que se había creído ese jovenzuelo que era yo una puta, no iba a consentir aquello. El llamado Ernesto se desnudo, dejando a la vista un pedazo de tranca impresionante, la más grande que yo había visto hasta entonces, debía pasar de los 25 centímetros, como yo seguía de rodillas se acerco a mi agarrándose la polla, poniéndola a la altura de mi boca, no solo era larga sino también gorda me costó metérmela en la boca, ante aquel colosal pollón había dejado de lado a Julio. Este se arrodillo detrás de mí, metió su mano en mi entrepierna y comenzó a acariciarme, mi excitación iba en aumento, no era la noche de bodas soñada, pero la realidad superaba a los sueños.

Ernesto se sentó en la cama, Julio me obligo a levantarme, pero yo seguí comiéndole la polla a Ernesto, mi coño estaba muy húmedo, Julio se situó tras de mí, puso su polla en los labios vaginales y me la metió, mi cuerpo se estremeció, grite al sentirla dentro, una de sus manos estaba en mi cintura marcando el ritmo de la penetración, con la otra acariciaba mi trasero, iba lubricando mi ano, introducía sus dedos por él, al principio era algo doloroso, pero a medida que el ano se fue dilatando el dolor dio paso al placer, alcance un primer orgasmo.

Ernesto se tumbo en la cama, Julio saco su polla de mi vagina, para que me pudiera colocar encima de Ernesto y que me pudiera meter su pollón en mi vagina, empecé a cabalgar, sentí la mano de Julio en mi espalda obligándome a tumbarme sobre Ernesto, y como sus dedos acariciaban el esfínter anal ya dilatado. De pronto sentí como su polla entraba lentamente, era muy excitante, no era la primera vez que me la metían por el culo, pero si la primera vez que lo hacían por la vagina y por el culo, una doble penetración, el orgasmo que sentí fue explosivo como nunca lo había sentido, no pararon siguieron follándome, de uno en uno o los dos a la vez, cambiando la posición, no sé si fue un orgasmo constante o varios seguidos, primero fue Ernesto el que eyaculo su semen en mi vagina, y después tras sacarla Ernesto fue Julio el que soltó su leche en mi vagina.

Fue una gran follada, termine exhausta, me quede dormida sobre la cama, cuando por la mañana me desperté sobresaltada estaba desnuda junto a Julio, me levante me puse el albornoz, fui a mi habitación. Me di cuenta que la puerta estaba cerrada y yo no tenía la llave, volví junto a Julio.

-          Despierta – zarandee a Julio.

-          ¿Qué sucede? – dijo despertándose Julio.

-          Tengo que volver a mi habitación, y no tengo la llave.

-          Ni yo tampoco – dijo Julio sentado en la cama.

-          ¡Dios! Como voy a entrar.

-          No te preocupes yo lo soluciono.

Julio cogió el teléfono.

-          Ernesto sube la llave de la habitación de la señora – colgó el teléfono – ahora la trae Ernesto.

-          Gracias.

Unos minutos después apareció Ernesto con la llave, por primera vez me pregunte qué edad tendrían, Julio no debía de pasar de los 22 años, mientras que Ernesto seguro que pasaba de los 26 años. Cuando fui a entrar a la habitación Ernesto me dio un palmotazo en el trasero.

-            Nena cuando quieras guerra ya sabes dónde encontrarnos.

Sonreí, fue una sonrisa forzada, entre en la habitación y justo cuando entraba en el baño Jordi se despertaba.

-          Cariño ¿Donde estas?

-          En el baño – dije, me di una buena ducha y salí.

-          No recuerdo nada de lo que sucedió anoche – dijo Jordi.

-          Pues no veas lo que te has perdido – dije.

-          ¿Tan bien lo hice?

-          Hiciste lo que tenías que hacer, fue genial.

Realmente al emborracharse hizo lo mejor que podia hacer pues noches con el tuve muchas, pero como la de aquella noche muy pocas.

No volví a ver ni a Julio ni a Ernesto, pero en mi vida ha habido muchos Ernestos y Julios, pues si algo aprendí aquella noche es que las oportunidades hay que aprovecharlas.