Noche de bodas
Ella acababa de contraer matrimonio con William, un joven apuesto que despertaba su interés. No era la primera vez que compartía cama con un hombre, pero aún así no podía evitar sentir nervios...
La costumbre era que nos separaran tras el banquete, y que los hombres me acompañaran a mí y las damas a él a la habitación donde nuestro matrimonio se consumaría. En aquel trayecto era usual que más de uno se sobrepasara entre risas y bromas con alguno de los novios o que se quedasen a escuchar tras las puertas, pero al menos para mí, esa noche no sería mi caso, teniendo la posición que yo tenía no muchos se atreverían a manosearme demasiado y despertar mi ira o la de mi padre. Caminé al lado de aquellos hombres que se reían discretamente y bromeaban por lo bajo mientras yo trataba de contener mis nervios, tenía la suerte de que William me gustana realmente, pero me hubiera sentido más cómoda si nuestro primer encuentro intimo hubiera sido de otra manera.
Nuestro grupo llegó primero a la habitación que nos habían preparado. Había una cama enorme con dosel en el centro de la habitación, que estaba llena de pétalos de flores, velas e incienso. Traté de respirar hondo, pero los nervios no me dejaban. Al oír al otro grupo acercarse me recosté en un lado de la cama. Irrumpieron en la habitación con risas y gritos y pude ver que William había perdido la camisa por el camino. Rápidamente giré la cabeza antes de que alguien me viera sonrojarme. No me podía creer habiendo visto tantos torsos desnudos me sonrojase al ver uno más. William se recostó en el lado opuesto de la cama mientras los que nos habían traído salían de la habitación entre risas y cuchicheos. Cuando por fin se cerró la puerta y se hizo el silencio me sentí aún más nerviosa e incómoda.
Me giré levemente para mirarle y él estaba allí, recostado, mirándome a los ojos. Rápidamente giré la cabeza y mire hacia el frente tratando de calmarme. No sabía que me ponía más nerviosa, si hacerlo por primera vez con William o que la situación me hiciera actuar como una niña idiota y asustadiza. Noté como William se movía hasta estar a mi lado y como yo comenzaba a sonrojarme de nuevo. Llevo su mano a mi cara y yo cerré los ojos mientras él suavemente giraba mi cabeza. Noté sus labios sobre los míos. Pronto note su lengua buscando la mía, que instintivamente también busco la suya. Noté el sabor del vino especiado de la cena en nuestras bocas. Se me estaban agolpando las sensaciones y ya no podía pensar. Gire levemente mi cuerpo hacia William para estar más cómoda, cosa que él aprovecho para , sin dejar de besarme, abrazarme y apretar mi cuerpo contra el suyo. A través del vestido notaba el calor que emanaba su piel y su pecho desnudo. Volví a sentir una parte de mi cuerpo acalorada, aunque esta vez no era la cara. Puse mis manos y mis brazos en su pecho para poder sentir su piel con mi piel, notando los músculos de su torso. Finalmente él se separó de mis labios y yo abrí los ojos. Él me miraba a los ojos, me sonrojé levemente al ver cómo me miraba, nunca le había visto esa mirada ni ese brillo en los ojos. Mis nervios habían sido reemplazado por un calor que se apoderaba de todo mi cuerpo. Suavemente me incorporé sobre la cama y sin dejar de mirarle me levanté. Él me observo atento sin decir nada. Me lleve la mano al hombro, donde estaba uno de los broches que sujetaba mi vestido y lo solté, dejando al descubierto uno de mis pechos. Puse la mano en mi otro hombro y solté el otro broche. Se oyó un sonido metálico al caer el vestido al suelo provocado por los broches y las joyas que iban en el. Noté que William exhaló entrecortadamente y yo volví a recostarme junto a él. Sus brazos me atrajeron de nuevo hacia él rápidamente, y pude notar su pecho junto al mío y su miembro a través del pantalón.
William no perdió un instante, mientras comenzó a besarme y a jugar con su lengua en mi cuello, una de sus manos recorría mi espalda y nalgas y la otra se deslizo suavemente entre mis piernas. Ahogué un gemido cuando noté sus dedos acariciándome suavemente en mi sexo. Yo aflojé su pantalón y deslicé por dentro de este la mano que no tenía posada en su hombro. Comencé a acariciar su miembro mientras el soltó un leve gemido. Mi cuerpo se tensó cuando noté que me introducía con suavidad uno de sus dedos dentro de mí y yo intensifiqué mis caricias. Él paro de acariciarme y me alejó suavemente de él. Yo me giré más y le miré expectante mientras él se ponía de pie y se deshacía de los pantalones. Sin dejar de mirarle y admirar todo su cuerpo vi como se ponía de rodillas en la cama y me tendía su brazo. Agarré su mano y con un movimiento suave y firme me incorporo en la cama. Estábamos ambos desnudos, de rodillas en la cama, uno enfrente del otro. William volvió a atraerme hacía sí, me excitaba enormemente la fuerza y la suavidad con las que lo hacía. Rocé mis labios con los suyos y los mordí suavemente. Él me besó intensamente mientras sus brazos rodeaban mi cuerpo. Me embriagaban todas las sensaciones que estaba teniendo, notaba la piel y el sexo de William apretados contra mi cuerpo, el calor y la humedad que cada vez era mayor entre mis piernas, la lengua de William en mis labios y en mi boca, mis brazos rodeando su espalda, notando sus músculos tensos... Sin soltar sus brazos de mi cintura ni separar su boca de la mía comenzó a arrodillarse aún más, tirando de mí. Para no caerme sobre él, separé las rodillas y me senté sobre él. Suspire al notar su sexo apretado contra el mío.
Él paso de besarme la boca a besarme el cuello y los pechos. Cuando él empezó a lamer suavemente uno de mis pezones yo ya no podía más y movía suavemente mi cadera restregándola contra su miembro. Dejó de besarme y me miró a los ojos y yo contemplé los suyos incapaz de apartar la mirada. Mientras tanto levante suavemente la cadera y con una mano busque su miembro. Ambos gemimos cuando él entro en mí. Rápidamente llevé la mano con la que había introducido su sexo en el mío a su cuello, mientras que con la otra seguía agarrando su espalda. Él dejó de rodear mi cintura con sus brazos y con una de sus manos agarró mi cadera, mientras que la otra la posó en mi pierna. Yo comencé a moverme suavemente mientras hundía mi cabeza en su hombro, notando el olor y el calor de su piel. Pronto aceleré el ritmo y él volvió a rodearme y a pegarme contra él. Notaba sus jadeos y su respiración en mi cuello y yo continué moviéndome con rapidez. No podía aguantar más y estallé en un orgasmo mientras trataba de contener mis gemidos y le arañaba la espalda. Nada más terminar él me empujó bruscamente y caí con la espalda sobre la cama. No pude ni tratar de incorporarme puesto que al instante le tenía encima mía. Puso sus manos en mi cuello y recorrió mi cuerpo hasta las piernas, a las que levanto suavemente. No pude reprimir el grito de placer que me salió cuando él volvió a introducirse en mí. Pego su cuerpo al mío, paso los brazos por debajo de mí y me agarró por los hombros mientras me embestía lenta pero fuertemente. Yo entrelacé una de mis piernas con la suya y alcé la otra, pegándola a su cadera mientras volvía a abrazarle. Sentía tanto placer que no era capaz de nada, salvo de sentir su piel, su miembro moviéndose fieramente dentro de mí, y de oír los gemidos que se le escapaban. Justo cuando estaba a punto de estallar de nuevo William se paró estando enteramente dentro de mí y yo exhalé un gemido de protesta. El trató de ahogar una risa en mi pecho mientras yo trataba de mover inútilmente la cadera, puesto que no podía bajo su peso. Le mordí el lóbulo de la oreja mientras le arañaba la espalda. El soltó mis hombros y separo su pecho del mío apoyándose sobre sus brazos. Comenzó a sacar y meter su miembro de nuevo mientras me miraba y me sonreía con picardía. Me daba algo de vergüenza que me viera gemir, morderme los labios y la cara que pusiera cuando terminase, pero aún así no moví mi cabeza y seguí mirándole yo también. Agarré sus brazos con mis manos, y cuanto más deprisa y fuerte iba él, más le apretaba yo. Notaba como estaba a punto de tener de nuevo un orgasmo y mirándole le susurré entre gemidos.
-Por favor... no pares...
Apenas pude ver como una sonrisa lujuriosa cruzo su rostro, puesto que rápidamente volvió a pegarse a mí, a agarrarme de los hombros para embestirme más intensamente de lo que lo había hecho hasta ahora. Yo le abracé con fuerza mientras oía como él gemía cada vez más. No pude reprimir el grito de placer que sentí al poder tener el orgasmo al fin, y mi grito fue acompañado por el suyo al terminar también. Separó su pecho del mío mientras jadeaba, sin salir de mí. Contemplé su rostro perlado en sudor y sus ojos que se clavaban en mi. Finalmente salió de mi y se tumbó a mi lado, apoyando la cabeza en mi pecho. Comencé a acariciarle el pelo mientras trataba que mi respiración volviese a la normalidad. Miré al techo y todos los pensamientos que habían desaparecido se agolparon en mi cabeza junto con todo lo que había sentido. Había esperado que todo saliera mal y si embargo había sido... increíble. Si William sabía o si le había molestado que yo no fuera virgen, no lo había dicho. Él había sido mejor de lo que yo hubiera podido imaginar, él sabía perfectamente lo que quería y sabía moverme suavemente para ello. Había llevado un control firme y seguro y aquello me había vuelto loca. Traté de no pensar en ello para no volver a excitarme. Notaba a William adormecido sobre mi pecho. Que durmiera, esta noche los nervios me habían cohibido, pero mañana sería otro día e iba a necesitar estar descansado, pensé mientras sonreía y cerraba los ojos.