NOCHE DE BODA 2 y final

Cuando las manos de Sam se posaron sobre los hombros de Pili, esta dio un pequeño suspiro y se abrazó con más fuerza a mi. Le dije que tranquila, no pasaría nada que ella no deseara, pero como regalo de bodas, la quería dar algo que ella había insinuado en alguna ocasión. -Déjate llevar, estar en buenas manos y yo estaré presente todo el tiempo que quieras.

Noche de boda 2ª parte

Cuando Pili despidió a Germán en la puerta de casa, vino directa a la habitación en la que yo estaba viendo y oyendo todo. Me dio un beso y con cara de pícara me dijo que había estado genial y que el hecho de mostrarse sumisa con él había sido algo espontáneo, no lo tenía en mente, pero tal como se fueron desarrollando las cosas, le pareció que era una buena idea y un buen aderezo para aquel primer encuentro entre ellos.

-Vaya, entonces estás segura que vas a volver a quedar con él.

-Siempre que a ti no te moleste hacerlo, puede ser. Me ha dejado buen cuerpo, aunque ahora tienes que revisar todo lo que hizo y vas a tener que dar unos retoques.

-¿No estas cansada?

-De Germán si, de ti no, aún no hemos empezado. Vamos a tomarnos un poco de descanso, quiero picar algo de comer y luego nos ponemos manos a la obra.

-Por cierto, menuda insistencia con irse a la cama de matrimonio.

-Si, pero yo lo entiendo. Sería follarte en el mismo sitio dónde te follo yo, sería como sentirse el dueño de la situación, el Amo verdadero, sería como ocupar mi sitio por un momento y tener el mismo poder sobre nuestro cama o sentir que su dominio sobre ti es total, al mismo tiempo que la humillación hacia mi es más grande.

-Ya, cosas de hombres.

-¿No me digas que a ti no te ha picado en gusanillo de que te follara en nuestra cama?

-Huy, pues ahora que lo dices, si, tuve ese morbo momentáneo de llevarlo allí, pero me di cuenta que no había cámaras y no podrías vernos.

-¿Quieres decir que la próxima si ponemos cámaras allí lo llevarás?

-No sé, pero puede ser, él tiene mucho interés y yo tengo el morbo de ver como se comporta en tú lugar de la cama, aunque estoy pensando que para eso, sería bueno ponerle un cebo mayo, tal vez toda un noche, diciendo que estarás de viaje un par de días.

-¡Huy que perversa eres!, lo quieres a tus pies toda una noche, lo quieres torturar o ¿te vas a dejar dominar como hoy?.

-¿Te ha molestado que me mostrara sumisa con Germán?.

-No, que va, me ha sorprendido, porque no lo habíamos hablado ni siquiera insinuado, pero me ha gustado mucho verte a ti y sobre todo verlo a él cuando se lo insinuaste. Parecía que se le salían los ojos de las órbitas.

Después de cenar, y como yo, oficialmente estaba de viaje, no podía salir de casa, por lo que pensamos que un rato de lectura para relajarse y luego a la cama, para terminar esa faena que Pili deseaba.

La idea de poner cámaras en la habitación de matrimonio que me había dado Pili no cayó en saco roto y le empecé a dar vueltas, podía ser una nueva experiencia, aunque no dejaba de ser un paso más adelante, teniendo en cuenta que siempre habíamos dicho que el dormitorio de matrimonio era un santuario y que bajo ningún concepto debería ser utilizado para juegos sexuales con terceros, pero el morbo empezaba a hacer mella en mi, al menos yo lo notaba. Una noche, cuando estábamos follando se lo pregunté, si de verdad quería que el siguiente encuentro con Germán quería que fuera en nuestro dormitorio. No se lo pensó mucho y dijo que lo había estado meditando y le parecía una buena idea. Al menos ella tendría un aliciente más y sentiría que de verdad me estaba engañando, aunque yo estuviera en la habitación de al lado viéndolo y escuchándolo. Sería más excitante. Fue ya un puntazo para el polvo que estábamos echando, tuvimos dos orgasmos de campeonato. Nos quedamos abrazados al tiempo que le decía que me iba a poner los cuernos.

Pasaron lo meses y los encuentros en casa con Germán y algún otro amigo se fueron sucediendo. Bien es cierto que en nuestra cama, solo fueron dos ocasiones, una con el susodicho y otra con un alemán, pasajero de un velero que estuvo anclado en el puerto casi tres meses y con el que cogimos una gran amistad.

A todo fuimos organizando nuestra boda, la gran sorpresa entre los amigos y familiares, ¿cómo es que decidíamos casarnos después de nueve años de relaciones y siete de convivencia. No había una explicación, solo era que nos apetecía hacerlo, formar una familia de verdad y ser marido y mujer y no novios que comparten piso o pareja de hecho, no, deseábamos ser marido y mujer.

Llegó el día de la boda, tal como habíamos decidido con poca gente, la familia directa y los amigos más íntimos. En total 40 personas a la mesa y por supuesto unos días de descanso, tanto Pili como yo, juntamos parte de nuestras vacaciones con los días de permiso por casarse y nos organizamos un viaje por Europa, incluso estuvimos pensando en pasar por Alemania, a ver si veíamos a nuestro amigo marinero, pero se nos complicaban mucho las fechas para poder coincidir. Él fue el que se prometió a visitarnos al verano siguiente, nuevamente en su barco y nos llevaría a recorrer la costa gallega. Eso si, vendría con un par de amigos y que Pili se preparara para darles la bienvenida a todos. Jejejejeje, ¡qué capullo!

Para la noche de bodas, antes de salir de viaje, habíamos decidido pasarla en un hotel de Santiago de Compostela, cerca ya del aeropuerto, así saldríamos al día siguiente directos a Bruselas, dónde empezaríamos el viaje de verdad.

La boda transcurrió tal como estaba prevista, el acto en el juzgado, los vinos previos a la comida en una de las calles más típicas, la comida, como buena comida gallega, abundante. El ambiente alegre, distendido y muy ameno. Al ser un grupo pequeño todos se conocían y había buenas relaciones entre ellos. La tarta, los postres, el champán y después una buena sobremesa en la que se habló mucho, se contaron chistes, anécdotas, historias, en fin, una maravillosa tarde para celebrar nuestra “unión” con papeles, porque de convivencia ya llevábamos unos años.

A las 12 de la noche dimos por terminada la reunión y aunque algunos continuaron con la fiesta nosotros nos fuimos a casa, nos cambiamos y cogimos el coche para irnos al hotel a Compostela, tal como estaba previsto. Las maletas habían quedado hechas de la mañana y solo eran unos minutos y camino del hotel. A la 1,15 estábamos en la recepción y nos dieron la llave al tiempo que les decíamos nos despertaran al día siguiente a las 11 para dejar la habitación vacía antes de las 12,00 de la mañana. El recepcionista nos indicó que tampoco había problema en salir un poco más tarde. Los ocupantes de esa habitación no llegarían hasta media tarde, por lo que por un par de horas no pasaría nada.

Subimos a la habitación y lo primero que me dijo Pili es lo extraño que la nuestra tuviera comunicación interior con la de al lado. Le dije que seguro sería por ser fin de semana y estarían todas ocupadas y tendrían que darnos una de ese tipo, pero no se preocupara porque las cerraduras de esas puertas tenían doble condena, desde las dos habitaciones, por lo tanto, con cerrar por nuestro lado ya quedaba la puerta bloqueada. Además eran macizas y solían ser de un ancho doble para evitar ruidos de una a otra parte. Esto la tranquilizó y nos dimos el primer beso en nuestro nido por una noche.

Le dije que tenía que ir al aseo y no tardaría, mientras si quería podía ponerse cómoda. Una vez dentro envié un mensaje de wats para ver si el encargo que había hecho estaba listo. La respuesta llegó a los pocos segundos: todo estaba preparado, tal como habíamos hablado hacía unos días. Le dije que en un ratito tendría noticias nuestras.

Salí del aseo y mi querida esposa me esperaba en la cama, se había puesto un sugerente conjunto de sujetador rojo con transparencias y un minitanga del mismo color. Estaba para morirse solo con mirarla. Puse música, por supuesto lenta y muy melódica, me acerqué a la cama y la invité a bailar. Su cara era un poema, yo nunca bailaba y precisamente la noche de bodas, los dos solos en el hotel y le proponía un baile, por supuesto que dijo SI, casi con un grito, al tiempo que saltaba de la cama y me abrazaba. Non fundimos en un beso, nos acariciamos y poco a poco fuimos cogiendo el ritmo y aproximando los pasos de ella a los míos más patosos. Le dije que cerrara los ojos para sentir mejor aquel baile y por supuesto no supiera que nos acercábamos a la puerta que separa las dos habitaciones. Puerta que precisamente cuando dije que la condena estaba pasada, la verdad era al contrario, la había desbloqueado. Le di una vueltas para hacerle perder el sentido de la orientación, la insistía en seguir con los ojos cerrados y mi mano accionó la manilla y abrí la puerta. Pili se dio cuenta, pero le pedí siguiera con los ojos tal como los tenía. Solo me dijo al oído: ¿Cuál es la sorpresa que me espera?.

Al abrirse la puerta, al otro lado estaba la sorpresa de la cual no sabía nada ni por supuesto se la esperaba. Un hombre de unos 40 años, 1,85 de altura y 90 kgs de peso, bien formado por hacer algo de deporte, con una sonrisa de unos dientes blancos, blancos, sobre un color negro de piel. Sam es de Guinea, es un guineano residente en España y habla perfectamente el castellano y es un conocido por motivos de trabajo, hace unos años trabajaba en una empresa con la que tuvimos relaciones comerciales y nos habíamos dado los números de teléfono por si algún día nos necesitábamos el uno al otro.

Cuando las manos de Sam se posaron sobre los hombros de Pili, esta dio un pequeño suspiro y se abrazó con más fuerza a mi. Le dije que tranquila, no pasaría nada que ella no deseara, pero como regalo de bodas, la quería dar algo que ella había insinuado en alguna ocasión.

-Déjate llevar, estar en buenas manos y yo estaré presente todo el tiempo que quieras.

-Es nuestra noche de bodas, ¿seguro qué es lo que quieres?

-Cariño, vamos a tener muchas noches, esta misma, dentro de un rato. Esto es un regalo, te quiero y deseo que esta sea un noche especial en todos los sentidos.

-Vale pero ¿cuánto tiempo tengo que tener los ojos cerrados?

_En un momento los puedes abrir. Te aviso.

Le di la vuelta y la puse frente a Sam, me pegué a su espalda para que notara mi presencia y al mismo tiempo la erección que llevaba, la acaricié los pecho y puse mis labios en su cuello, al tiempo que le decía que ya podía abrir los ojos.

Yo no vi su cara de sorpresa al abrirlos, Sam si, porque estaba de frente, pero si escuché su exclamación.

-¡¡Hoooooooooo!!, ¿y este Adonis??

-Para ti mi amor, para que lo disfrutes esta noche. Para que los disfrutéis los dos y por supuesto yo, la parte que me toca.

-¿Como se te ocurrió esto?

-Hace tiempo, hablando, me dijiste que nunca habías estado con un hombre de otra raza, ni negro, ni árabe, ni asiático, pero sobre todo te ponía la idea de un negro.

-Dios, te quiero con locura. Y has pensado que este podía ser el mejor regalo. Me has dejado sin palabras.

-Bueno, palabras las que quieras, pero sobre todo disfrútalo. Él va a disfrutar de ti todo lo que pueda. Se lama Sam, es un conocido y desde luego buena persona, espero que buen follador y te deje bien llena de sexo.

Sam cogiendo a mi esposa por la cintura, la acercó a su cuerpo, subió una mano por su espalda y le dio un beso en la mejilla ala tiempo que le decía que tenían toda la noche para ellos, por supuesto, con mi presencia, mi participación si lo considerábamos oportuno o para los dos solos si yo me ausentaba. Pero lo mejor era sentarse un rato, tomar una copa de champán y conocerse un poco, para luego ir entrando en acción según fuera surgiendo.

Sam y Pili se sentaron en el borde de la cama, mientras yo abría una botella y llenaba las tres copas de cava. Sam le explicaba que era guineano, que nos conocíamos desde hacía unos años, por trabajo, que yo le parecía un tío muy serio. Que estaba casado, pero su mujer estaba en Guinea, vendría para España en un año o dos, mientras él se las iba arreglando como podía. Mi esposa le comentaba que con la buena pantalla que tenía, no debía tener muchos problemas en encontrar mujeres dispuestas a ayudarle a superar la ausencia de su esposa, además si todo era en la misma proporción, desde luego debía ser muy interesante. Sam le dijo que cuando quisiera lo comprobara, que de momento estaba en semireposo, pero en cuanto ella se lo propusiera se pondría a tamaño completo.

Les ofrecí las copas, pidiendo disculpas por estropear la conversación que mantenían, a lo que me respondieron que primero la copa, luego ya pasarían a la acción, que la noche estaba empezando para nosotros tres.

Los dejé sentados en la orilla de la cama y me fui a acomodas en una butaca situada al lado dela puerta de comunicación entre las dos habitaciones. Sam empezó acariciando un muslo de Pili, al tiempo que le decía cosas al oído, cosas que yo no podía oír, claro que tampoco me interesarían, ya me las contaría mi querida esposa cuando se cerrara la puerta entre las dos habitaciones, si es que se cerraba, antes de irnos por la mañana. La mano de Sam fue subiendo y subiendo, hasta situarse a escasos centímetros del sexo de Pili. La mano de esta tampoco estaba en descanso, porque se posó en su vientre, pero en pocos segundos estaba sobre el sexo de su chico, acariciándolo por fuera del pantalón, notando como aquello empezaba a ponerse duro y crecía y crecía.

Me miró de reojo y me guiñó un ojo, al tiempo que me hacía una señal de aprobación, parece que le estaba gustando lo que palpaba. Mientras sus bocas se unieron por primera vez, un beso corto, una mirada a los ojos por ambas partes, un nuevo beso, pero ya con la mano en la nuca para que ninguno pudiera dar marcha atrás, la mano de Sam subió hasta los pechos de su pareja, buscó la caricia directa por debajo del sujetador y encontró un pezón, al cual le dio un ligero roce y lo apretó ligeramente con dos dedos, esto hizo que ella soltara el primer suspiro. Movió la mano de un pecho al otro y esta vez fue directo a por el pezón y dio un pellizco más fuerte en él, lo que hizo que Pili se apretara con fuerza contra él, al tiempo que soltaba un suspiro prolongado y cerraba los ojos, dejando de acariciar la polla, apretó la mano con fuerza contra su pecho para que no aflojara la caricia sobre su pezón.

Sam notó aquel gesto de entrega y tirando del pelo para atrás, deshizo el beso y le dijo que iba a ser una noche estupenda, que le gustaban la mujeres que se entregaban desde el primer momento y además sabían pedir las caricias como les gustaban. Le dijo que se desnudara del todo, incluso los zapatos y las medias, que la quería ver en medio de la habitación tal como era. Una vez que estuvo desnuda, le mandó dar un par de vueltas y le dijo que era una hembra estupenda, viciosa, muy puta y hambrienta de una polla como la suya.

Se desnudó también él y pude ver en aquel momento la herramienta que usaba. Cuando menos unos cuatro o cinco centímetros más que la mía de largo y al menos uno de diámetro, es decir, una polla de unos 225 cms, la mía 184 cms. Parece que la diferencia no es mucha, pero en volumen es casi el doble la una de la otra. Pili también se quedó boquiabierta, miró aquello sorprendida, me miró a mi, miró a su propietario y se relamió los labios. Creo que su sexo debió de aplaudir con los labios, aquello nunca lo había visto ni probado, iba a ser una noche maravillosa.

A una señal de su chico, ella se acercó, se puso de rodillas entre sus piernas y empezó a lamerle la polla, con la intención de empezar una mamada. Sam le dijo que se tomara su tiempo, la noche era larga, que le gustaban las cosas bien hechas. Pili empezó por lamer desde la base hasta el capullo, metiendo un huevo en la boca de vez en cuando. En un momento dado, cogió la polla con las dos manos y empezó a lamer el capullo y meterlo en la boca, rodearlo con la lengua y otra vez a dentro. Sam le puso una mano en la nuca y le dijo suavemente que ya era hora de ir metiendo en la boca todo lo que cupiera, no entraba más de la mitad, por más que lo intentara, cuando la mano empujó un poco más, vinieron las arcadas. No insistió en obligarla a tragar más, simplemente la mantuvo quieta con media polla dentro, al tiempo que le decía que ya habría ocasión de ir mejorando esa capacidad bucal.

Levantó a Pili y la sentó en sus piernas, mientras le acariciaba los pechos, apretándolos y pellizcando sus pezones. Sus bocas se unieron nuevamente, besos apasionados, en los que cada uno se comía la lengua del otro, mientras ella seguía manoseando la polla, como se le hiciera una lenta masturbación. Sin parar, Sam acostó a Pili en el borde de la cama, con las piernas colgando, empezó a lamer sus pechos, bajando a su vientre, su ombligo, los muslos y por fin su sexo, lamió los labios exteriores, el monte de venus, en el cual solo había un ligero mechón en forma de triángulo. Buscó el botón dorado y empezó a lamerlo y chuparlo, mientras sus manos se apoderaron nuevamente de los pechos y de los pezones, combinando lamidas, chupadas y apretones de los pechos y pezones. Pili empezó a jadear con fuerza, suspiros cada vez más profundos y más largos, sus manos se crisparon sobre la sábana y sus piernas empezaron a temblar, señal inequívoca de que se acercaba el primer orgasmo. Sam se dio cuenta y en el momento que se producía la explosión de sensaciones placenteras, apretó con fuerza los pezones. El chillido de Pili se debió de sentir en medio hotel, un SIIIIIIIIIIIIIIIII, enorme de largo y fuerte. El sudor apareció sobre su frente, se incorporó y presionó la cabeza de su amante contra su sexo, al tiempo que le decía que parara un minuto.

No hubo tregua por parte de la legua de su amante y un segundo orgasmo se acercaba a toda prisa dentro del cuerpo de Pili, abrió la boca para dar un grito, pero en este caso, actué con pericia y le puse un almohadón en la boca, el grito salió ahogado, y sus dientes atenazaron la tela y el relleno como si fueran tenazas, de nuevo sus manos apretaron la cabeza de Sam sobre sus sexo, pero en breves instantes la separó de su cuerpo al tiempo que librándose del almohadón le decía que no más, por favor, no más. Sam la miró con una sonrisa de ganador y le dijo que ya sabía como llevarla al séptimo cielo. Un pequeño descanso, un sorbo de champán unas caricias suaves y poco más hasta que de nuevo sus bocas se unieron en un nuevo beso apasionado y caliente. De nuevo abrazados se recostaron, esta vez las intenciones estaban claras, por parte de los dos. Pili me hizo una señal, que ya teníamos convenida de otros encuentros y saqué de su bolso un preservativo, lo abrí y se lo acerqué. Se lo puso en la boca y bajando hasta la polla de su amante se lo colocó al menos hasta la mitad, lo que le entraba en la boca, el resto se lo estiró con las manos.

Se acostó en la cama, abrió las piernas e invitó a Sam a que la penetrara, en la posición del misionero. De esa forma quería tener controlada la acción, mediante el cierre o la apertura de sus piernas. Le pidió que lo hiciera con calma, despacio, porque no estaba acostumbrada a tamaño similar. Le contó que la mía era de unos 18 cms de largo por unos 4 de diámetro, pero la que portaba Sam era cuando menos de 22 o 23 cms, a lo que este le aclaró que le iba a meter una de 22*5 y a veces, en el momento de correrse podía llegar a los 23 cms. Él le prometió que sería cuidadoso, poco a poco, con tranquilidad para que pudiera irse dilatando para adaptarse a su medida. Era normal y era algo que ya sabía de otras mujeres blancas a las que se había follado. Así lo hizo, poco a poco se la fue metiendo hasta el fondo, cuando la tuvo toda dentro se quedó un ratito sin moverse, solo presionado su pelvis contra la de ella, para que la polla hiciera sitio. Me pidió dos o tres cojines, los cuales puso debajo del culo de mi esposa, haciendo que levantara la pelvis un poco más y en esa posición empezó un frenético movimiento de mete saca, sin compasión para su chica, sin compasión para aquel coño recién dilatado. Pili no paraba de suspirar, de gozar de aquella máquina de taladrar, de aquella enfurecida acometida. Cruzó las piernas sobre la cadera de Sam, sus brazos al cuello en un intento por llevarlo sobre ella, lo hizo, pero eso no hizo que la fiereza de las envestidas cambiara ni un ápice. Vi como se iba debilitando su resistencia y como un nuevo orgasmo se aproximaba a ritmo galopante. Sabía que si se fijara en su cara, Sam vería que sus ojos se estaban poniendo en blanco, señal inequívoca de que iba a sucumbir ante el placer. Así fue, sus manos se crisparon sobre la espalda negra y perlada de gotitas de sudor, sus uñas dedos se crisparon sobre la piel a su grito fue apagado por la mano de Sam, que sabiendo como chillaba le tapó la boca en el momento justo del grito.

Un para, para, para por favor, dame un respiro, por favor, fue atendido por aquella máquina de empujar. Se separó de ella, que recostó a su lado y le hizo unas caricias en la cara, el pelo, el cuello y se acercó a sus pechos. Ella respiraba con fuerza, cogiendo aire hasta llenar una y otra vez los pulmones. Consiguió incorporarse un poco sobre uno de sus codos, me miró me sonrió y me dijo que era el más bestia que la había follado. Pero poco duró el descanso, tal como estaban recostados de lado los dos, Sam fue buscando la posición adecuada para ponerle desde atrás la polla en la entrada del coño y con pequeños empujones de cadera la volvió a tener toda dentro, estaban sobre su costado izquierdo, pasó su mano derecha por encima del hombro y llegó a sus pechos, los cuales empezó de nuevo a acariciar, manosear e ir apretando poco a poco, pero cada vez con más intensidad, de nuevo los suspiros y jadeos empezaron a salir por la boca de mi esposa. Los movimiento de mete saca eran cada vez más intensos, cada vez más rápidos y la intensidad de las emociones se acumulaban en el coño de ella.

Sam, muy hábil, la fue colocando boca abajo, sin sacar la polla, le fue levantando el culo, hasta quedar ella apoyada en sus rodillas y sus codos. Las manos de él se aferraron a las caderas de su hembra y los empujones eran cada vez más intensos, la penetración era total, hasta el fondo de la vagina y Pili solo tomaba aire, gemía, suspiraba, cerraba los puños en señal de placer. De pronto una palmada en la nalga izquierda, otra en la derecha, otro par igualmente repartidos y una orden tajante: “no te corras, ni se te ocurra, ya te daré yo permiso”, la respuesta fue un gesto afirmativo con la cabeza. Cuando el macho notaba que el orgasmos se aproximaba, zas, un par de nalgadas en condiciones hacían que el placer se contuviera, otras veces paraba de ponto el movimiento de mete saca. Así la tuvo varios minutos, En algún momento ella pidió por favor la dejara correrse, a lo que él le contestó que ni se le ocurriera si no quería tener que estar sin sentarse una semana. Pero todo tiene su fin y en un momento dado llegó el permiso o más bien la orden de correrse. Fue tajante, “ahora zorra, ahora córrete” Fue una explosión de placer lo que debió sentir Pili, porque empezó a soltar gritos contenidos, suspiros largos, agarrar la sábana de forma convulsiva, apretaba y soltaba, una y otra vez. Las piernas le fallaron y cayó tal cual, estirada en la cama, las piernas estirada y un poco abiertas porque en medio tenía las de su follador, los brazos en cruz y un “dios, dios, esto es increíble”, una sonrisa, una mirada buscándome y un “gracias por este regalo, el mejor de mi vida”.

Una vez recuperada, Sam no se había corrido todavía, vaya máquina, les ofrecí una nueva copa de champán, la cual aceptaron los dos de buena gana. Miré el reloj y eran las 4,00 de la madrugada, me tomé una con ellos, me senté en la cama al lado de mi querida esposa y consideré que debería dejarles un tiempo solos, por lo que les propuse irme a nuestra habitación a dormir un rato, mientras ellos seguían con la juerga. Si me necesitaban estaba en la puerta de al lado, pero creí que debía dejarles solos, sobre todo a Sam, que lo empezaba a ver un poco cohibido sobre todo al hablar con Pili. Los dos aceptaron la propuesta, aunque habitualmente cuando quedábamos con alguien por primera vez, yo me quedaba toda la noche, en este caso, Sam era conocido mío y estaba en la habitación de al lado, con la puerta sin cerrojo, si algo pasaba podía entrar en dos segundos, pero estaba seguro que no pasaría nada y los dos deseaban tener un tiempo a solas.

Le di un beso a mi esposa, un hasta luego a Sam y que nos veríamos los tres para desayunar a las 11,00 en la cafetería del hotel. Salí y cerré la puerta solo con el picaporte. Fui al aseo, cepillé los dientes y a la cama a dormir si es que podía. Pensé en poner una alarma para las 6,00 por si acaso, pero tampoco era cuestión de fiscalizar lo que hacían y el tiempo que estarían juntos. Yo tenía claro que habría más noches de encuentro entre los tres o ellos dos solos, porque veía a Pili con una entrega que no era la habitual y además con una compenetración entre los dos fenomenal, habría mas encuentros y mas polvos, seguro, seguro.

Escuché abrir la puerta, un hasta luego y la puerta otra vez que se cerraba, Pili había vuelto. Esperé un momento para ver que hacía y la sentí subir a la cama y darme un beso en la frente al tiempo que me decía:

-¿Estas dormidito?

-No acabo de despertarme con el ruido de la puerta.

-Lo siento, no quería despertarte.

-No pasa nada, al contrario, quería estar despierto cuando volvieras. ¿Cerraste la puerta?

-Si, esta cerrada y le he puesto la condena por nuestro lado.

-¿Qué tal la noche?, a parte de intensa y larga.

-Maravillosa, ha sido una velada estupenda y muy muy placentera.

-¿Con ganas de repetir?.

-Eso lo hablamos mañana, cuando estemos de viaje, ahora solo quiero acabar esta noche. Por cierto, ¿te has hecho una paja?

-Lo pensé, pero al final no. Quería esperar a que vinieras y ya veríamos.

-Ufffffff, cielo, estoy cansada, muy cansada, pero también muy caliente, sobre todo tal como me ha dejado este macho que me has regalado. Gracias, gracias por esta maravillosa noche.

-Suponía que te iba a gustar. En las últimas conversaciones sobre un encuentro con un macho de otra raza comentabas la preferencia de un negro. Me acordé de este chico y pensé en esta noche como algo especial y a recordar. Nosotros vamos a tener cientos de noches, pero esta es algo que me apetecía fuera especial.

-A mi también, pero tengo una duda sobre el final, no sé si lo habías hablado con él o si fue improvisación suya, fue un final inesperado para mi y sobre todo la frase final, cuando se corrió por segunda vez: “tu marido te esta esperando”.

-¿Cómo que te estoy esperando?, ¿acaso hubo un final inesperado?

-Jejejeje eso tendrás que descubrirlo tú solo.

Aquel misterio me hizo pensar en algo no hablado entre Sam y yo o entre Pili y yo, no sabía muy bien que podía ser, pero me estaba poniendo a cien y sobre todo verla a ella sudada, con el pelo revuelto, los pechos rojos, las nalgas con signos de haber sido palmeadas no hacía mucho tiempo. Ella estaba de rodillas en la cama, yo me incorporé y me puse en la misma posición, nos abrazamos, nos besamos con pasión. Me empezó a acariciar la espalda, el cuello, fue bajando su mano hasta mi culo, rodeó hasta alcanzar mi polla y me dijo que tendría que esperar a mañana para poder metérsela porque tenía el coño y la vagina muy doloridas, pero había otros métodos para ambos. Aquello era un invitación a una comida de polla o de coño, le pregunté por cuál empezábamos, si por el mío o el suyo. Con suavidad me empujó la cabeza hacia abajo, como signo de que por ella primero. Un nuevo beso con pasión, lengua y magreo, se fue dando vuelta para ponerse de espalda a mi, fui bajando hasta besar sus nalgas, sus piernas y me acosté pasando mi cabeza entre sus piernas. Desde abajo la miré a los ojos, empecé besando su pubis, sus labios mayores y su clítoris, lo rodeé con mi lengua, varias veces, su gesto era de placer e inquietud. Bajé mi lengua y la metí en su coño, la metí todo lo dentro que pude. Algo empezó a deslizarse en mi boca, algo que no era solo el fluido de susorgasmo, algo más abundante.

En ese momento me di cuenta del remate especial que le había dado Sam. Apreté su culo contra mi cara, la miré a los ojos muy fijamente y ella con una sonrisa de zorra dijo:

-¡¡Bien venido cornudo!!. ¡¡Cuánto vamos a disfrutar a partir de ahora mi cornudito!!.