Noche de birras con un colega hetero, ii.

Segundo capítulo de una historia que viví hace poco más de año. Andrés y yo volvemos a disfutar de una noche de birras entre colegas. En esta ocasión el contenido ya es más guarro que en el relato previo aunque el cerdeo llegará en el tercer capítulo.

Segundo capítulo de una historia que viví hace poco más de año. Andrés y yo volvemos a disfutar de una noche de birras entre colegas.

Recomiendo leer la primera parte del relato para poneros en situación: https://www.todorelatos.com/relato/171519/

En esta ocasión el contenido ya es más guarro que en el relato previo aunque el cerdeo llegará en el tercer capítulo (que ya está casi finalizado)

Han pasado tres días desde la noche de cervezas con Andrés y recibo un mensaje proponiendo repetir. Justo esta noche Pablo trabaja y veo la oportunidad para pasar otro rato de cervezas, colegueo y charloteo de cerdadas (o al menos eso espero).

Andrés es puntual y a las ocho suena el timbre. El muy cabrón ha aparecido con una camiseta de tirantes ajustada que remarca sus brazos trabajados en el gimnasio. Su aspecto de macarra me pone enfermo pero, a pesar de las conversaciones de la noche pasada, soy consciente que Andrés no querría nunca lío con un tío.

Han caído varios pajotes estos días recordando lo ocurrido pero se que todo fue debido al alcohol y a la casualidad. Ni en mis mejores sueños hubiera imaginado lo que pasaría esta noche.

Volvemos a estar sentados en el sofá y con el paso de las horas la mesa del comedor va llenándose de botellines de cerveza. Entre recuerdos de anécdotas y risas volvemos a estar ciegos de birra y de algún que otro chupito de tequila.

El alcohol y la humedad de las noches veraniegas provocan un calor asfixiante y Andrés no tarda en quitarse la camiseta. Sin ser consciente, mis ojos repasan su anatomía y me vuelvo loco al observar esos finos pelillos que, desde su ombligo, bajan hasta esconderse en sus calzoncillos.

Mientras lía un canuto, los dos giramos hacia la televisión al escuchar a una pareja gemir en una escena subida de tono en una serie de esas que echan por las noches. Una joven rubia simula comerle el rabo a su pareja mientras él juega una partida con la videoconsola.

  • ¡Quita eso que ya sabes que estoy pasando hambre! Y no quiero volver a pajearme otra vez por ponerme cerdo contigo.
  • Río a carcajadas. ¿No jodas que la otra noche te pajeaste pensando en mí? Al final te cambias de acera.
  • Eso te gustaría a tí pero el pajote fue en honor a dos tías que encontré en una aplicación. También estaban borrachas y nos pasamos fotos guarras.

Estira su brazo hacia la mesa para coger el teléfono y me provoca un éxtasis cuando veo sus pelillos claros en su axila. Se arrima a mí y volvemos a rozar nuestras piernas de forma casual mientras comienza a enseñarme las fotos de la otra noche.

  • Mira tío, son estas dos, mira que cara de viciosillas. Y míralas aquí, tocándose las tetas la una a la otra.
  • Buf, Ła verdad es que están buenas.
  • Pues mira esta, besándose y acariciándose.

Cuando pasa a la siguiente foto la imagen me sorprende. En la pantalla aparece un vídeo de Andrés totalmente en bolas escupiéndose en la mano y restregando la saliva en la punta de su cipote.

  • ¡Joder, esta no tenías que verla!
  • A estas alturas no me vengas con vergüenzas, además, así me alegras la noche.
  • Vergüenza ninguna, en el fondo saber que alguien se la menea pensando en mí me mola, ¡eso sube la moral!.
  • Para cabrón, que a tí te sube la moral pero a mí me sube otra cosa.
  • ¡Pero si se te ha puesto dura cerdo!
  • Y a tí subnormal, que el chándal deja poco a la imaginación.

De nuevo me siento nervioso y para controlarme me levanto para abrir dos nuevos botellines y llenar los vasos con un poco de tequila.

Tras los tragos y el canuto Andrés se quita los pantalones excusándose en el calor sofocante. No me sorprende porque tiene por costumbre andar en calzoncillos cuando está en casa, recuerdo verle así en el pasado cuando teníamos más relación.

  • Tío, ¿qué cadena es esta? Parece un canal porno, ya vuelven a estar dándole.
  • Lo que pasa es que estás muy salido y te pone cerdo hasta una escena de película barata con una pareja follando donde sólo se les ven los pies.
  • Pues sí, no te lo niego. Esta noche peli guarra y zambomba, ya conozco todas las páginas X de internet.
  • Jajaja, pues recomiéndame alguna, que yo soy más de leer relatos que de películas.
  • ¿Cómo? ¿Te la meneas leyendo? Eres raro como un perro verde, mira esta página y verás como pasas de leer.

Con toda naturalidad, coge el mando de la televisión, abre una página y en el buscador escribe “mamadas, fumando”.

En la pantalla aparece un tío con fumándose un piti y con una birra en la otra mano mientras una chavala arrodillada se acerca a él y le dice que tiene ganas de que le follen la boca.

Mi cabeza está fija en la televisión pero mis ojos se desvían encontrado a Andrés sobándose una polla que ya parece estar dura. Vuelvo a la escena e imitándole, me agarro las pelotas.

  • Tiene que ser una pasada que te la mamen mientras te fumas un canuto y te bebes una cerveza.
  • Sí, pero ya sabes, sólo si te la come un tío, que las tías no saben hacerlo bien.
  • Tú siempre con esa historia, al final me harás dudar. Flipa con el morbazo de la escena.
  • Seguro que me dabas la razón, un día conseguiré engañarte!
  • No flipes colega. Como mucho te dejo que mires si te animas a un pajote en compañía, pero cada cual a su faena.
  • Déjate, eso de “ver y no tocar” para cuando éramos chavales y nos pajeábamos entre los naranjos con las revistas de tu padre.
  • ¡Jajaja! ¡Qué grande aquella época!

El cabrón, sin ningún disimulo, está sobándose el paquete y, poco a poco, puede verse como su polla aumenta de tamaño

Es evidente que mi mirada deja de prestar atención a la televisión y queda fijada en los calzoncillos de Andrés.

  • Tendrías que verte la cara…
  • Joder, tu imagina que tienes a tu lado a una tía en bragas acariciándose el coño…
  • No aguantaría ahí quieto, me lanzaría a meterle mano.
  • ¡Pues eso querría hacer yo!

En la televisión una brutal corrida inunda la cara de una rubia arrodillada y el gemido que le provoca corta nuestra conversación y nos devuelve a mirar la pantalla.

  • Ahora si que no aguanto más, correrme en la cara de una tía es la cosa que más cerdo me pone… Mi ex nunca me dejó hacerlo.
  • Andrés, vete arriba y cascatela ya, así aprovecho y me la meneo yo también que entre la peli y tenerte así me he puesto todo cerdo…
  • Tío ¿sabes qué te digo? Si que voy a hacerme una paja pero aquí en el sofá viendo porno del bueno, tu haz lo que te de la gana.
  • Si me la casco aquí, te aviso que voy a estar más atento a tí que a la película.
  • Lo que tu quieras, mientras no me toques… Ya dije el otro día, que me pone saber que alguien se pone cerdo pensando en mí, es como un fetiche. Hombre o mujer, excitar a otros siempre me ha molado.

Antes de que termine la frase comienzo a bajar mis pantalones mostrando la marca que provoca mi rabo. Miro hacia la televisión y meto mi mano derecha por debajo de los calzoncillos para acariciarme mis pelotas provocando que media polla escape y quede al aire.

Siento que Andrés mira de reojo pero, rápidamente, se centra en la televisión y baja los calzoncillos hasta sus tobillos.

  • Si lo hacemos, lo hacemos bien y cómodos.

Y mientras digo esto me quito los calzoncillos y los tiro en mitad del comedor. Andrés hace lo mismo y se sienta en el sofá.

La imagen no puede ser más excitante:

Desliza los dedos de su mano derecha sobre su pecho acariciándose los pezones. Abre las piernas un poco y con su mano izquierda se recoloca las pelotas. Puedo ver un aparato de unos 18 centímetros que marca varias venas por todo su trayecto hasta terminar en un capullo sonrosado que ha sido humedecido por alguna gota de précum. Su mano derecha desciende de sus pezones a su ombligo y, posteriormente, sus dedos atrapan su polla. Cierra los ojos y extiende su cuello para acomodarse sobre el reposacabezas. Poco a poco, levanta su brazo izquierdo y flexiona el codo para dejar la mano de ese lado en su nuca y exponer su axila ante mí. Su respiración cada vez es más rápida, de forma similar a los movimientos de su mano sobre su polla. La compenetración de sus jadeos con el machaque sobre su polla me tienen hipnotizado.

Soy consciente que si comienzo a pajearme me correré en poco tiempo ya que el momento es uno de las situaciones más excitantes que he vivido. Acerco mis dedos a mi boca y los lleno de saliva para acariciarme el capullo con delicadeza.

Quiero disfrutar de la escena desde un ángulo que me permita observar cada detalle así que poco a poco me sitúo arrodillado entre él y la televisión. De esta forma puedo ver como sus pelotas rebotan entre su rabo y el sofá, como resopla, como tensa sus piernas y como pequeñas gotas de sudor brillan sobre su cuerpo.

Tal y como pasó en nuestra anterior quedada la función de ahorro energético de la televisión se activa y la habitación queda oscura y silenciosa.

  • ¡Joder! ¡Vaya corte de rollo!
  • Será por el caso que le estabas haciendo a la película.
  • El sonido daba ambiente y esa zorra gimiendo me estaba poniendo mucho.
  • Tú si que me has puesto guarro a mí cabrón.
  • Ya te veo, por cierto, pedazo rabo te gastas, ¿no?
  • ¿Estás mirándome la polla? Además, lo dices tú que tienes una herramienta de puta madre, anda que no lo pasaría bien ahí comiendo.
  • Cállate marica, que con los piropos me pongo más guarro. Por cierto, ¿qué haces ahí en medio arrodillado? Estás en posición mamada.
  • Estaba disfrutando de lo que veía, me dijiste que podía cascármela pensando en tí mientras no te tocase y eso he hecho. Verte y dejar volar la imaginación.
  • ¿Y en qué coño pensabas?
  • No se si contarte que es muy guarro…

Andrés llena los vasos de tequila y levanta el suyo para brindar. Me acerco para coger el mío pero sin levantar las rodillas del suelo y cuando ambos los tenemos Andrés dice: “brindemos por las guarradas entre colegas”.

  • Puta resaca voy a tener mañana.
  • Es que hemos bebido como cosacos… Pero no me cambies de tema, que los borrachos siempre dicen la verdad, ¿en qué pensabas?
  • Joder…¡allá voy! Antes comentaste que sería una pasada que te mamasen la polla mientras te fumas un piti y te bebes una birra, ¿no? Pues justo imaginaba eso. Ya sabes que con lo que más disfruto es con comerme un buen rabo así que me imaginaba lamiendo ese pedazo de polla, metiéndolo entero en mi boca y mirando mientras tu cara de salido mientras dabas un trago de cerveza para refrescar tu boca tras dar unas caladas.

Esto se lo cuento de forma pausada y con un tono de voz que tiene por objetivo aumentar su calentura. Mi táctica tiene efecto y Andrés agarra su polla pajeándose con suavidad mientras me escucha. Viendo que no le desagrada la situación comienzo a liar un canuto y continúo diciéndole:

  • No me digas que no te molaría sentir una lengua sobre tu rabo, una lengua que lamiese poco a poco tu cipote. Imaginátelo. No me digas que no te molaría sentir como tu polla entra en una boca, poco a poco. No me digas que no te molaría continuar follándote una boca como un cabronazo. Y, finalmente, no me digas que no te molaría correrte sobre la cara de quien te ha hecho disfrutar como hace tiempo que no haces…
  • Eres un hijo de puta… Te has puesto cerdo mientras lo contabas…
  • Y tu te estás pajeando mientras me escuchas…
  • Es que me has puesto muy cerdo.
  • Pues no seas gilipollas y disfruta, sabes que esto no saldrá de aquí…

Poco a poco me he acercado más a él hasta quedar mi cara a pocos centímetros de su cuerpo. Disfruto sintiendo el olor de su polla mientras mis ojos se dirigen hacía los suyos y nuestras miradas se cruzan. Arrimo el canuto a mis labios y lo enciendo, tiro el humo sobre su polla y se lo ofrezco. Andrés se sirve otro tequila, lo bebe sin pensarlo, da unas caladas al canuto y de un trago, se termina medio botellín de cerveza.

  • ¿Sabes qué? Mañana me arrepentiré pero ahora necesito que me coman la polla.
  • Disfruta del momento.

Yo también creo que cuando no quede alcohol en su sangre se arrepentirá de lo sucedido pero no puedo dejar pasar la situación.

Pongo mi cabeza justo delante de su polla y observo cada detalle de ella: un rabo de buen tamaño y grosor considerable, venas que palpitan recorriendo todo el tronco, un capullo ahora más que sonrosado, ahora rojo como consecuencia de estar pajeándose… Veo sus pelos recortados y los acaricio con mis dedos provocándole cosquillas y una sonrisa que consigue ponerme más cerdo. Finalmente le miro a la cara y olfateo su polla.

Andrés coloca sus brazos tras su cuello y se acomoda sobre el reposacabezas del sofá con la mirada hacia el techo.

Justo cuando él cierra los ojos la punta de mi lengua acaricia la base de rabo y asciende para lamer una gota de précum que asoma. Escuchar su primer gemido me da fuerzas para comenzar a darle una mamada a mi colega.

No es necesario avisar que la tercera parte será mucho más guarra…

Se que los dos primeros capítulos tiene poco contenido sexual pero como escribo una historia real, me era imposible no describir todo lo ocurrido.