Noche de Bar II 04

Antes de retirarme con mi hermano, vi como Carla y Omar partían en 2 a Diana, como Felicia pasaba sobre Ludwika y como Javier cogía brutalmente a Kika.

Noche de Bar II 04

¡Qué feo es amanecer de goma! Los ojos se le quieren cerrar a una cuando trata de abrirlos, las piernas le tiemblas y el estómago despierta revuelto… y peor cuando se está embarazada como yo lo estaba. Quiero aclarar que no tomé ni una gota de alcohol, soy traviesa pero no imprudente, pero la orgía que hicimos nos dejó molidos a casi todos.

Y claro, yo tuve que oír la regañada que mi madre nos metió, a Juanca y a mi, por haber llegado tan tarde, pero principalmente por mi condición de gravidez. A mi me regañó por lo irresponsable que fui, a el por no haberme cuidado. Nosotros tuvimos que escuchar estoicamente sus regaños, que la verdad no era injustificados, yo habría hecho lo mismo.

Todavía tenía en mi cuerpo la sensación de las barbas punzantes de Omar y de Javier, sus pechos peludos sobre mi espalda o pecho, y el dulce sabor de sus semen derramado sobre mi cara, cuello, boca y senos.

Aquella fiesta fue de todos contra todos, claro, algunos solo daban (Javier, Omar y Carla), otros solo recibían (Ludwika, Diana y yo) y otros daban y recibían (Kika y Felicia). Kika y Felicia se dejaron someter toda la noche, nunca me imaginé que les fuera tanto el dominio sexual, Carla, Javier y Omar hicieron con ellas lo que se les dio la gana. Y luego Ludwika y Diana se unieron como otras 2 perras más en la manada de Carla.

Después de que pasaron sobre mi (Omar y Javier), supongo que me quedé dormida como 10 0 15 minutos, cuando unos fuertes gritos me despertaron. Me levanté de la cama y salí a ver qué estaba pasando, y nunca pensé ver aquello, Diana estaba cabalgando sobre los penes de Omar y Carla, en una doble penetración que nunca pensé posible. Su rictus totalmente tensado, sus gritos despavoridos y las lágrimas de dolor que brotaban de sus ojos contrastaban con sus voz estridente que les pedía más y más duro.

¡¡¡¡AAAAAARRRRTGGGGHHHHHH!!!!

¡¡NO LO PUEDO CREER, NO ES POSIBLE!! – exclamaba Omar, sintiendo como su pene se movía dentro del cuerpo de la puta, junto al de Carla, tan apretadamente que sentía que se lo cortaba.

¡¡ESA ES MI PERRITA!! ¡¡DIANA ES LA MEJOR PERRA DEL MUNDO, LA MEJOR!!

¡¡¡¡AAYYYY!!!! ¡¡¡¡AAYYYY!!!! ¡¡¡¡DENME MAAASSSSSSGGGG!!!! ¡¡¡¡AAYYYY!!!! ¡¡¡¡AAYYYY!!!! ¡¡¡¡RÓMPANMEEEEEEERRRRFGGFGGGGG!!!!

No podía creer que ella pudiera soportar eso, mucho menos que su ano se pudiera abrir tanto como para albergas ese par de tremendas talegas, una de 18 cm (la de Omar) y otra de 30. Su cuerpecito delgado y menudo se estremecía, completamente tensado, cada vez que bajaba sobre ese par de vergas.

Mientras tanto, a la izquierda de esa escena, Felicia penetraba a Ludwika, ambas de costado y con la nena dándole la espalda a mi hermano/a, que le mantenía la pierna derecha en el aire. Ludwika no perdía detalle de lo que le hacían a Diana, sorprendidísima y súper caliente. Estaba cubierta de sudor, su piel morena clara brillaba empapada, gruesas gotas resbalaban por su frente, que, al pasar sobre su rostro, le corrieron el maquillaje, dejándola como un extraño híbrido entre puta callejera y niño de casa.

¡¡¡AAAHHH, AAAHHH, AAAHHH!!!… ¡¡MÁS!! ¡¡MÁS DURO!! – le pedía la nena a mi hermano/a, que se aferraba a ella con fuerza, dispuesto a metérsela hasta el alma.

Javier ya se las había se cogido, les dio duro, con ellas en 4, aferrándose de sus cinturas. Parecía taladro, según me contó mi hermano, pero no acabó con ellas, había alguien sobre quien también quería pasar. De hecho, en ese preciso momento se hallaba quemando sus últimos cartuchos rabiosamente en el ano de su señora, o sea mi marido, Kika.

A Kika ya se la había cogido junto con Carla (un momento, tuvo que ser por lo menos una media hora la que pasé dormida), dieron buena cuenta de ella. Teniéndola en 4, con los codos y el rostro pegados al suelo, los 2 vergones se besaban apasionadamente mientras le daban una estocada uno, luego otra el otro. Mientras el cuerpo delgado y blanco de mi amado les pedía más, más duro, más fuerza. Me dio miedo pensar que luego podrían intentar una penetración doble como le estaban dando a Diana.

Vi el reloj y ya eran casi la 1 de la mañana. Mamá seguramente se iba a preocupar, así que, muy a mi pesar pues no me gusta ser el aguafiestas, me acerqué a mi hermano/a, en medio del griterío que todos tenían allí, y le señalé el reloj. El comprendió, y con un además me pidió un ratito más.

Aceleró entonces las embestidas en el ano de Ludwika, tomándola del pelo y poniéndola en 4 sobre el suelo. Ella se separaba las nalgas mientras masturbaba con fuerza su pene parado y duro, acabando en instantes, era como el cuarto o quinto orgasmo que ella tenía esa noche, jamás pensó que podría tener tantos y sobrevivir para contarlos… novata, je, je, je.

Felicia le sacó la verga y se puso de pié, quitándose el condón y pajeándose con fuerza. Yo corrí y me puse detrás de ella, aparté sus manos y tomé su pene para continuar con la paja. Un minuto después eyaculó sobre la carita de bebé de Ludwika, con su boquita abierta pidiendo ser alimentada de leche de macho.

¡¡¡UUUUAAAAAGGHHHH!!! – gimió mi hermano/a.

Felicia se sentó sobre el sillón, descansando unos 3 minutos. Ludwika se aferró a su pene, lamiéndoselo y mamándoselo con mirada tierna. Luego entró al baño a asearse un poco y salió convertido en Juan Carlos. Mientras tanto yo ya me había vestido y estaba lista para salir con el. Antes me acerqué al oído de Kika, que estaba siendo ferozmente cogida por Carla, con Javier dándole por la boca (Diana había quedado ya tirada en el suelo, con el ano abierto como una flor), y le dije que lo amaba y que me llamara cuando estuviera de regreso en Zacapa, el se sacó la verga de su otro marido de la boca y me besó (un beso salado claro, pero que a mi me gustó muchísimo por venir de el), luego nos despedimos de todos con mi hermano y nos fuimos.

Camino a casa me fui pensando en lo que acababa de pasar. Pensaba en lo que era mi vida, en el futuro… el futuro. No obstante para mi era incierto, no le tenía miedo, aparentemente nada nuevo podía pasar en mi vida que me la alterara más de lo que ya estaba… ¡es más, la alteración es parte de mi vida, la normalidad es entonces anormalidad!

Cuán equivocada estaba. Todo aquel que piense que lo ha visto todo, se llevará inevitablemente una sorpresa, la vida tiene una infinita capacidad de sorprendernos, de sacudirnos de raíz. Y si no puede, es que ya no estamos vivos… y yo cada día que pasaba me sentía más viva que nunca.

FIN.

Garganta de Cuero (pueden enviarme sus comentarios a mi correo, besos y abrazos).