Noche de Bar II 03

La fiesta sigue, Carla organiza un trencito en el que se coge a Kika, Felicia y Ludwika, mientras Omar y Javier me parten en 2 en la habitación.

Noche de Bar II 03

Aquella orgía parecía que no iba a tener un fin inmediato, parecía que se iba a extender por muchas horas más, especialmente luego de que Javier y Diana llegaron para unirse a la fiesta.

Vengan, vengan, vamos a hacer un trencito todos. – dijo Carla, inmediatamente yo protesté porque no quería quedarme afuera.

Bueno Laurita, su usted lo desea tiene a 2 caballeros dispuestos a hacerle compañía. – me contestó Javier tomando del hombro a Omar.

Ahorita regresamos… – dijo este último, tomándome cada uno de la cintura y llevándome a la habitación, mientras tanto, Carla organizó su trencito.

Bueno, perras, de pié, – Felicia y Kika obedecieron de inmediato – pónganse

Momento… – interrumpió Diana – ahora tenés aquí otras 2 perras que también podés usar Carlita. – se refería a ella y a Ludwika, que solo se sonrió.

Carla no consideró que ellas estuvieran adecuadamente ataviadas, así que, en lo que las otras 2 perras (Kika y Felicia) le mamaban la tremenda verga a Carla, 30 cm de carne dura y gruesa. Diana le puso a Ludwika un top de cuero grueso, aunque flexible, amarrado en la espalda con tiras entrelazadas como las de un corsé. Debajo nada ella iba completamente desnuda de la cintura para abajo. Pero le colocó un collar de cuero, muy ancho, que le ocupaba casi todo el cuello.

Diana ya no encontró más ropa bondage para ella, así que tuvo que improvisar. Tomó 2 cadenitas de oro y las puso en los piercings que atravesaban sus pezones, de las 5 chicos/chicas que habían en esa casa ese día, solo ella y Carla eran verdaderas transexuales, Kika, Felicia y Ludwika eran travestis.

Luego, Diana se puso una tanguita verde botella, divina, con encajes y todo. Terminó colocándose un pequeño aro metálico alrededor de sus testículos y pene, para así evitar perder la erección o acabar demasiado pronto. Se vio al espejo, con Ludwika a su lado, ambas se veían como verdaderas esclavas. Ludwika no podía creer que esa imagen fuera la suya, pasó de ser un muchachito de 16 años a convertirse en una puta completa, total, con la cara pintarrajeada, el maquillaje ya todo corrido y esa extraña ropa. Veía de reojo a Diana, su belleza, su cuerpo estilizado, ese par de senos, pequeños pero redondos, no podría decir si eran reales o artificiales. Luego, el cuerpo delgado, menudo, con su no más de 160 cm de estatura, su piel blanca y ese hermoso par de ojos azules, enmarcados por una melena rubia, Diana era bella de verdad.

Le colocó un candado especial en los genitales a Ludwika y salieron, las otras 3 les silbaron al verlas salir. Ya juntas las 5, Carla las colocó en posición. En la punta iría Diana, con Kika metiéndole la verga desde atrás, y el recibiendo la de Ludwika en el culo, dejando de último a Felicia, que era partida por la tremenda tranca de Carla, penetrando a su vez el culito de la lolita/o de Omar.

La cogida fue espectacular, el trencito se formó y comenzó cuando Felicia pegó un grito, era la verga de Carla abriéndola y cogiéndosela sin piedad, metiéndosela hasta el fondo con golpes de caderas rápidos y fuertes, tanto, que eran suficientes para que el resto de perras se moviera hacia adelante y atrás, penetrando a la que tenían enfrente.

Aquel era un concierto de gemidos, todas pedían por más, todas querían recibir más verga, más duro y más rápido. Las continuas arremetidas de Carla hacían que Felicia rebotara hacia delante, hundiéndose entre las entrañas de una extasiada Ludwika, que hacía lo mismo con el culo de Kika, que terminaba el rebote dentro del ano de Diana, que se abstenía de frotarse la verga para no acabar muy rápido.

¡Cambio! – bramó Carla, sacando la verga del interior de Felicia.

Jaló entonces a Diana, la última de la cola, y la colocó frente a si. Diana penetró con su pequeño pene el culito de mi hermano/hermana, el que encontró abierto como un caño. La verdad si había diferencia entre el pene de Carla y el suyo, así que aquello fue como una suave caricia dentro de las entrañas de la otra.

Se repitió la tónica, Carla penetrando como una loca el flexibilísimo culo de Diana, las que mejor sabía encajar y manejar objetos grandes, y esta gimiendo como una desesperada. Las otras 3 rebotando dentro del ano de su vecina de enfrente con los golpes de la primera.

Aquello era una locura, las 5 perras se restregaban entre ellas, se pellizcaban los pezones, lamían sus espaldas, besaban sus cuellos, se mordían y se penetraban. Y cada vez que su ama, Carla, decretaba el cambio, la primera corría a posicionarse frente a esta. La tercera víctima fue mi Kika, mi marido. Esta supo encajar bien el enorme fierro de esa mujer pues manejaba una semana al mes el de su padre, que tampoco se quedaba nada atrás.

El turno siguiente fue el de Ludwika, la chico/chica más nueva de ese harem, pero ni eso detuvo la tremenda estocada de la verguda ama. Ella si que gritó, vaya si berreó, su ano inmaduro no estaba acostumbrado a esas dimensiones, a pesar de que el mismo Omar no estaba mal dotado. Clavó las uñas en los hombros de Kika, se abrió lo más que pudo, y se resignó a ser partida en 2 por ese animal de mujer. Sus tremendos golpes de cadera la hacían ver estrellas, la enloquecían y la volvían completamente loca.

¡Bueno perras… ACABEN YA! – ordenó Carla, y todas empezaron a quitarse los aros alrededor de sus vergas.

Felicia, que era la que se encontraba en el frente, penetrada por Diana, se dejó masturbar por esta, que a su vez aceleraba sus movimientos de cogida dentro de su ano. Esta última fue la primera en acabar, pues no estaba acostumbrada a penetrar, solo a ser penetrada, viniéndose a chorros dentro del ano de mi hermano/a. claro, su semen quedó metido dentro de su condón, porque eso si, muy perras podían ser pero las 5 se cuidaban, todas tenían condones puestos.

La siguiente en acabar fue Ludwika, igual dentro del culo de Kika. Luego Felicia y Kika se quitaron los aros alrededor de sus genitales y terminaron a chorros, Felicia sobre el suelo, pues se quitó el condón, y Kika sobre su vientre. Finalmente Carla hizo que se arrodillaran frente a su poderoso palo y les regaló su semen a las 4, entre gritos y gemidos de placer, parecía una regadera vertiendo agua sobre 4 bellas florecitas.

Mientras ellas estaban en aquella tremenda cogida, Omar y Javier me tomaban como si yo fuese una muñequita de plástico. Claro, me tenían muchas consideraciones por mi condición de gravidez (aunque aun ni se notaba), además Omar me quería mucho y Javier sabía que yo era la mujer de su Kika, me tenía que cuidar mucho.

Cuando entramos a la habitación venían acariciándome y besándome, mimándome mucho. Caminaban tomándome de la cintura, en medio de ellos, apretándome suavemente. De vez en cuando sentía una mano traviesa llegar hasta mi colita, me sentía… no sé, imagínenme a mi, con mi metro y sesenta y piquito, caminando en medio de esos 2 garañones de más de 1.80.

Doñita, – me dijo Omar, sabiendo que no me gusta que me digan así – usted dirá

Pues no sé que querían ustedes que yo dijera… – les dije igualmente juguetona.

Pues eso depende de lo que usted desee. – agregó Javier.

¿Lo que yo desee?… Mmmm… mejor sorpréndanme… – les dije, abriendo mis brazos en el aire.

Inmediatamente se me fueron encima, yo ya estaba desnuda, por lo que mis senos lactantes e hinchados se mecían al compás de todos mis movimientos, como un reloj de péndulo. Javier fue directamente a ellos, acariciándomelos, tomándolos entre sus grandes y ásperas manos con una suavidad que no esperaba de el. Mientras, sentía la prominente barriga cervecera de Omar sobre mi espalda, acariciándome mi redondo y bonito trasero, pasándome su gorda verga en medio de mis nalgas.

De repente, luego de un apretón de Javier sobre mis mamas, un chorrito de leche se escapó de ellas y fue a parar sobre su pecho duro y marcado. Eso pareció sorprenderlo y llamarle poderosamente la atención, pues se detuvo, viéndome fijamente a mis nenas.

¡Estás lactando, es cierto, se me había olvidado!

Si, y al parecer no voy a dejar de producir leche en mucho tiempo. – le dije frotándome la pancita. – le noté una cara extraña, como que se le iluminó el rostro.

¿Y para cuando el nuevo nene? – pregunta Omar, restregándome la verga por todas la raja del culo.

Dentro de unos 7 meses más o menos

¡Qué rápido crece la familia! – terminó, Javier solo me veía el vientre.

Omar me empezó a besar y a lamer el cuello, luego bajó por mi espalda. Decidí hacer que las cosas comenzaran de una buena vez, estaba muy caliente, así que me volteé y me puse a lamerle el pecho peludo a Javier, besando sus tetillas y chupándolas como un chupete, para luego dibujar todo el contorno de su musculatura con la punta de la lengua.

Antes de darme cuenta ya me encontraba yo agachada hacia delante, con las piernas separadas y parando la colita. Le mamaba la verga al marido de mi esposo, ensalivándola bien, lamiéndola por todo lo largo, acariciándola y pajeándola al mismo tiempo que lo hacía con sus huevos. Mientras tanto, Omar se hallaba arrodillado detrás de mi, lamiéndome los genitales enteros, de arriba abajo y de abajo hacia arriba, pasándome su caliente y húmeda lengua desde mi clítoris hasta mi ano, haciendo círculos donde encontraba las partes más profundas, provocando raudales de fluidos lubricantes que bajaban por mis muslos.

Aquello era increíble y delicioso, me hallaba en medio de esos 2 sementales vergudos, lamiendo y chupando y siendo lamida y chupada… ¡y uno de ellos era el marido de mi esposo (¡qué extraño e ilógico se escucha eso, ¿verdad?!).

De repente sentí como la gorda cabeza del pene de Omar empezaba a abrirse paso por los pliegues suaves de mi vagina, abriéndome y distendiéndome mucho, pero dándome un gran placer de paso. Y cuando comenzó a entrar y salir, primero despacio pero sin parar, el placer se intensificó muchísimo.

¡¡¡OOOOHHHHHH!!!… ¡¡QUÉ RICO OMAR, SEGUÍ ASÍ!! – dije con los ojos en blanco.

Javier se recostó boca arriba sobre la cama, yo seguía agachada, comiéndome su talega mientras era penetrada por atrás por otro igualmente vergudo. Poco a poco Omar aceleraba el ritmo, mis paredes vaginales daban más de si y la lubricación aumentaba, llegando al punto que a ese hombre le gusta, darle duro, con fuerza y rápido.

Cambiaron, Omar se acostó boca arriba sobre la cama, mientras yo, puesta en 4 sobre esta, le mamaba la verga y era empalada desde atrás por Javier, echado por completo sobre mi. La ventaja de coger con bisexuales es que una puede compartirlo casi todo con ellos, así que mientras yo le mamaba la gruesa vara a Omar, Javier me ayudaba. Estando echado sobre mi cuerpo y siendo mucho más alto que yo, no tenía que hacer grandes esfuerzos para llegar con su boca a esa hermosa verga, para lamerla y mamarla como hacía yo.

Aquella era una mamada doble y húmeda, a veces nos besábamos con Javier teniendo la verga de Omar en medio. O yo me ponía a lamerle los huevos peludos a mi barrigón amigo, dejándole su falo a Javier.

Lo mismo hicimos Omar y yo cuando le mamábamos la verga a Javier y el primero me perforaba a mi, pero esta vez fue en medio de un 69. En 4, encima de Javier, le mamaba la verga mientras Omar me taladraba desde atrás. Este a su vez me ayudaba con largas lamidas y fuertes succiones sobre el miembro viril del otro. Y Javier, por su parte, me lamía el sexo mientras Omar me daba con fuerza, sacando de vez en cuando la gorda verga del otro para saborearla mientras chorreaba fluidos míos. Eso me arrancó un delicioso orgasmo.

¡¡¡OOOHHH… DIOS MÍO!!! ¡¡¡VOY A ACABR, VOY A ACABAAAARRRRRR!!!

¡Déle Laurita, déle, déme a probar sus jugos! – me pedía Javier, mientras yo me convulsionaba en medio de los 2 machos.

¡¡¡¡¡AAAAAAAAUUUUUUGGGHGHHHHHHHH!!!!!… ¡¡¡¡QUÉ RICOOOOO!!!! ¡¡¡¡QUÉ RICOOO!!!! – Javier se bebió todos mis jugos, lamiendo con fuerza mientras mordisqueaba suavemente mi clítoris.

Se turnaron para cogerme uno, mientras le mamaba la verga al otro. Me daban con todo, viendo como mi cuerpo moreno se estremecía de placer y por sus poderosos embates. Me colocaron como se les dio la gana, yo me dejaba mansamente, sometiéndome como una mansa perrita al rigor de sus machos.

Terminaron conmigo luego de una penetración doble, Omar por mi ano y Javier por mi vagina, y pasados unos 5 minutos cambiaron. Les juro que me sentía abierta como un caño, esos 2 tiene unas vergas bárbaras. Tuve 4 orgasmos antes de que ellos eyacularan a chorros sobre mis pechos lactantes, bañándome en semen los 2 machos esos.

Yo quedé deshecha, ya no daba para más, pero la fistes estaba aun lejos de terminar

CONTINUARÁ

Garganta de Cuero.