Noche de Bar II 02
Salgo del bar a buscar a Javier y Diana y los encuentro cogiendo en el carro. Quedamos en ir a terminar la fiesta a la casa de ella, en donde Carla muestra su habilidad como domadora de perras, Kika y Felicia.
Noche de Bar II 02
Al regresar a nuestra mesa, luego de participar en el final de ese increíble trío que esas tres hacían en el baño, me encontré con la sorpresa de no hallar a nadie. Me imaginé que estarían bailando, así que tomé asiento y me puse a ver a la pista. De repente Omar y Ludwika se acercaron a la mesa.
¿Por qué tan solita Laurita?
Es que los demás se fueron a bailar en lo que yo estaba en el baño.
Pero ellos salieron. dijo Ludwika extrañada ¿Eran los señores con los que estaba platicando, verdad?
Si
Los 2 salieron hace como 15 minutos
¿A dónde?
No sé solo salieron
"Solo salieron", si, seguro salieron pero con "una gran idea entre los pantalones", je, je, je, je. Y yo, por supuesto, decidí salir a buscarlos, Carla, Felicia y Kika me dejaron con ganas de más. Lo malo es que no sabía hacia donde se habían ido, así que me detuve un momento para pensar. Decidí que el mejor lugar para una sesión rápida de sexo fugaz era el pick up de Javier, era un carro lo suficientemente amplio como para poder coger en el en relativa intimidad. Además, estaba parqueado cerca del bar.
Me fui rápidamente hacia ese estacionamiento, que, luego me enteraría, es de esos en donde, a cambio de una suma de dinero, el guardia permite la entrada de parejas para que hagas sus cosas en la intimidad de su auto de uno de ellos. No habían preguntas, ni identificaciones, y al otro día, si el guardián te mira, ni atención te pone. Tan solo estaba la consigna de no dañar otros carros.
Entré al estacionamiento como Juan por su casa, ni volteé a ver a los guardianes, ¿para qué? Además así pensaban que me dirigía hacia mi vehículo. Llegué hasta el pick up, y desde lejos pude ver los característicos movimientos de una pareja que cogía dentro de un carro.
Di un gran rodeo para posicionarme enfrente, a un costado. Pude ver claramente como Diana rebotaba bruscamente sobre la verga de Javier, con sus pequeños, pero perfectos senos meciéndose con violencia, mientras le mamaba la lengua a su macho. Los 2 estaban desnudos, Javier mostraba su pecho peludo y bien marcado, me pude dar cuenta que su vello estaba recortado muy estéticamente, seguro que Kika ya iba bien adelantada en el lento proceso de domesticar a un macho como ese.
Diana se dejaba hacer por Javier como una muñequita, a pesar de la rudeza con que la tomaba, se le notaba desde lejos una sonrisa casi enferma y los ojos perdidos en la nada. La cambió de posición varias veces, la sodomizaba con violencia, la zarandeaba como un objeto, y ya era obvio que la muchachita lo gozaba. Cuando los dejé solos en la mesa y me fui al baño en busca de las otras 3 putas, ellos ya sospechaban lo que estarían haciendo, las conocían bien. Diana, excitada por estar frente a ese soberbio macho humano, le comenzó a acariciar los muslos, poco a poco, mientras platicaban como que si nada, hasta llegar a rozarle el paquetes, que descubrió ya bastante gordo.
Una mujercita quiere verga dijo Javier.
¿Si, quién? Yo no veo ninguna mujercita por aquí. respondió Diana.
Bueno entonces es una mujer
Tampoco veo una mujer por aquí
¿Una putita entonces?
¡Ah, entonces estaba hablando de mi! le respondió la puta de Diana.
Se trenzaron en un beso largo y mojado, mientras le daba un vigoroso masaje en la entrepierna.
Vámonos a mi carro es muy espacioso.
Vamos. le respondió ella.
Salieron del local varios minutos antes de que yo volviera y se dirigieron al estacionamiento. Llegaron al carro, pero no entraron, se quedaron afuera, besándose, lamiéndose los cuellos y acariciándose paquetes y nalgas. Pronto Javier tenía amontonada a la pequeña Dianita contra la puerta del piloto, manoseándola por todos lados, metiéndole las manos bajo su diminuta falda y tanga, subiéndole el top y aprisionando sus pezones con sus labios hambrientos. A Diana le agradó mucho aquel hombre maduro, con experiencia y peludo, pero aun vigoroso y fuerte. Su barba y bigote le hacían cosquillas sobre la piel, suave y tersa.
Después de desnudarla por completo, Javier metió su ropa dentro del carro y le preguntó:
¿Qué querés hacer primero?
No sé y solo soy su perra, puede hacerme lo que quiera papito usted decida todo, solo soy su esclava esta noche
Javier ante este ofrecimiento, no iba a perder ni un minuto. La tomó en sus brazos y la subió a la palangana de su vehículo, luego el. Se recostó en el fondo, contra la cabina, ella, como toda una gata en celo, se le acercó y lo comenzó a desvestir despacio. Primero las botas (el siempre usaba botas), luego el pantalón y de último el calzoncillo, quedó gratamente sorprendida al ver las medidas de la masculinidad del marido de mi esposo. Se lanzó con fuerza sobre ese falo duro, largo, venoso, lo lamió con fuerza por unos momentos antes de metérselo casi entero a la boca. Diana tenía mucha experiencia mamando vergas y lo demostraba, a pesar del tremendo grosor, conseguía metérsela hasta la garganta, masturbándolo literalmente con ella.
Javier alucinaba, Kika muy pocas veces había podido mamársela así, definitivamente la alentaría a juntarse más con Diana, pensaba. Y mientras lo hacía, jugaba con el anito de ella, el cual pronto comprobó lo elástico que era, seguramente por el uso prolongado.
La jaló con fuerza y la puso de costado, levantó un poco una de sus piernas y le ensartó la verga con una facilidad que no esperaba, claro, ya se había puesto un condón antes. Pasó un brazo por debajo de su tórax, aprisionándole los brazos, el otro lo pasó por su cintura, inmovilizándola por completo para la mayor satisfacción de esta. Miren, si Kika es una puta sumisa, Diana le gana por mucho.
¡Sos una puta! ¡Sos una puta! le decía Javier.
¡¡¡SIIIII!!! ¡DELE DURO! ¡DELE DURO! ¡ME GUSTA DURO!
Javier le dio duro por un buen rato, taladró sin compasión ese ano dilatado y distendido, apretó su diminuto cuerpo contra el suyo, haciéndola sentir en la espalda su poderosos musculatura. Decidió cambiarla de posición, moviéndola como a una muñeca de trapo inerte. La colocó boca arriba, con la pierna izquierda sobre hombro y luego se echó sobre ella, dejándola totalmente abierta. Se la volvió a meter de un solo golpe, aprovechando la dilatación que ya le había dejado. Arremetió contra ella con fuertes golpes de caderas, hincándole hasta el fondo su hermoso falo. Diana solo podía aferrarse a su jinete, sujetándolo del cuello, tratando de ahogar fuertes gemidos de placer.
La diminuta chicho/chica se estremecía cada vez que sentía como el invasor distendía con ferocidad sus entrañas, cada vez que los gordos y leudos testículos de Javier chocaban con sus redondas y pequeñas nalguitas. Ella se sentía completamente abierta, con la pierna estirada y completamente desgonzada, se sentía a total merced de su captor.
Javier, lejos de tener en mente toda medida de precaución para no ser visto, empezó a jadear roncamente a medida que el orgasmo se acercaba.
¡¡¡AGH!!! ¡¡¡AGH!!! ¡¡¡AGH!!! ¡¡¡AGH!!! ¡¡¡AGH!!! ¡¡¡DIAAAANAAAAAAGGGHHHH!!! ¡¡¡QUE PUTAAAAAA EEEESSSS!!! ¡¡¡AAAAAGGGGGGHHHHHHH!!!
Como un rayo se salió de su interior y se arrancó el condón. Inmediatamente su talega comenzó a escupir con furia todo el contenido de sus huevos y de su próstata. Eyaculó una cantidad bárbara de semen sobre el cuerpecito empapado de la putilla, que se afanaba con la boca abierta en recibir tanta leche como podía sobre su lengüita.
El gran macho semental quedó acostado sobre la fría superficie de la palangana de su pick up, forrada de un resistente plástico negro. Jadeante y sudoroso, respiraba profundamente y tenía clavados los ojos sobre el negro del cielo nocturno feliz, satisfecho. Y a su lado Dianita, quien estaba hecha un poema de sexo y fluidos: su carita estaba brillante, llena del semen que Javier le obsequió y de su propio sudor. Sus pechos pequeños, pero paraditos, aun mostraban los pezones erectos, llenos de manchas blancas esparcidas por toda la superficie, más semen de Javier.
Viéndola así, el hombre decidió que aquello todavía no podía acabar, así que, jaloneándola, la bajó del vehículo y la metió dentro, reiniciando nuevamente el proceso de cogérsela. Como a los 5 minutos fue que yo llegué y lo encontré cogiéndose a su amante. Y, como naturalmente se imaginan, yo no paré de hacerme la paja mientras los veía cogiendo de esa forma tan salvaje, alcancé un sabrosísimo orgasmo.
En un momento dado, pasó a Diana al asiento de atrás (era un pick up de doble cabina) y se dispuso a continuar consumiendo ese manjar, pero como otras personas estaba llegando, yo ya no pude continuar masturbándose. Opté mejor por acercarme a ellos, quería que nos fuéramos a otro sitio para seguir con la fiesta de la noche. Cuando me vieron llegar se sobresaltaron.
No se asusten, que no muerdo. Miren estoy calentísima, les dije roja como un tomate quiero irme a coger, pero aquí no
¿Y por qué no mejor les decís a los demás que se vayan a mi casa, allá podemos continuar, porque me imagino que todos esos han de estar cogiendo como unos desquiciados. me dijo Diana.
¡Me parece muy buena idea! dije Dame tu dirección. le pasé un papelito y allí la escribió Bueno, mientras, yo voy a avisarles a los demás, nos vemos en tu casa.
Mirá Lalita si en caso no hemos llegado, no hay problema, pues Carla bueno, yo vivo con ella solo por si no hemos llegado todavía. dijo, muy roja también.
Bueno, no hay problema, que la pasen bien Diana, buen provecho, je, je, je
Gracias Lala
Me di la vuelta y me dirigí de regreso al bar para avisarles a los demás, estaba segura de que aquella noche no dormiría ni un minuto. Cuando regresé a la mesa, ya estaban allí Carla y Kika, acompañadas de Omar y Ludwika, platicando muy acarameladamente. Felicia se hallaba bailando con un caballero.
Lalita, ¿no has visto a mi viejito? me preguntó Kika muy melosa y como una niña abandonada.
Si, ya vi dónde está
¿Y qué está haciendo?
¿Vos qué creés?
¡Y no me invitó! Bueno, voy a tener que llegar por mi cuenta
Ya no los vas a encontrar, se van a ir a la casa de Diana todos estamos invitados a seguir con la fiesta allá.
¿Ahorita? preguntó Carla.
Si ahorita
No perdimos el tiempo, Kika fue a llamar a Felicia y todos nos dirigimos hacia nuestros vehículos. Carla insistió en que Kika y Felicia se fueran con ella, naturalmente yo me fui con Omar y Ludwika.
Laurita, ¿no le molesta que pasemos a mi casa por ropa para Ludvin?
¡Ludwika amor, ahora soy Ludwika? lo corrigió tiernamente la muchachita.
Bueno por Ludwika, es que mañana tiene que irse a otro sitio temprano y no puede regresar a su casa.
Bueno, por mi no hay problema.
Pasamos por la casa de Omar, allí Ludvin tenía ropa para los días en que no dormía en su casa. ¿Cómo hacía un jovencito de 17 años para no regresar a dormir a su casa y que sus padres no se molestaran? Simple, aquel día era fin de semana, simplemente les dijo que iría a una fiesta con sus amigos y que se quedaría a dormir en la casa de uno de ellos. Y como el siempre fue un muchacho responsable, no habría ningún problema por parte de sus papás.
Ludwika entró corriendo a la casa, en parte para darse prisa, en parte para no ser vista por algún vecino metiche, Omar se quedó haciéndome compañía en el carro. Me notó pensativa, con una muy especial sonrisita en mi rostro.
Laura, ¿a usted no le molesta que Kika ande con Javier?
Bueno a veces extraño las cosas como eran antes, pero eso no sirve de nada porque el tiempo no puede ser regresado. Y las cosas, ahora, ya no pueden echarse para atrás. Supongo que me he acostumbrado. Además, Javier es una buena persona, me trata bastante bien y me ayuda cada vez que lo necesito y yo estoy en pos de una nueva relación.
¿Un amante permanente?
Bueno solo pongámosle "otro marido"
¡Ja, ja, ja, ja!
Ludwika salió de la casa con una mochila y nos fuimos hacia la dirección que Diana me había dado. Su casa quedaba en una zona residencial de clase media, era de 2 pisos y con una decoración bastante elegante, de muy buen gusto. No tuve que buscar la llave en el lugar donde me había dicho, pues la puerta se abrió en cuando alguien, en el interior, se percató que un carro se había parqueado enfrente.
¡Bienvenidos! nos dijo Carla, saliendo ataviada con un baby doll verde menta, de encajes, casi transparente, con una bata de seda blanca encima Javier y Dianita se van a tardar un poco más, pues pasaron por comida para todos. Nosotras nos adelantamos, aprovechando que yo tengo llave de la casa.
Entramos y ella nos guío hasta la sala, nos sirvió unos tragos (a mi jugo de naranja, por mi embarazo) y nos dijo que nos acomodáramos, que mientras venían los demás nos iba a dar un "pequeño espectáculo", se dio la vuelta y subió al segundo piso.
Nos quedamos platicando, preguntándonos de qué se trataría el espectáculo, pero seguro que era bueno, conociendo a esa mujer
Como a los 2 minutos, bajó, Felicia y Kika venían adelante, gateando, conducidas por Carla con cadenas de perro perras en este caso. Ambas llevaban un collar de cuero negro y ropa de bondage, que pudimos ver con claridad cuando se pusieron de pié.
Kika iba a la derecha, levaba una especie de calzón de cuero negro, apretado por medio de una hebilla. Al frente se habría y separaba en 2 tiras delgadas, que pasaban a los lados de sus genitales para volverse a unir en el centro de sus carnosas nalgas. Mostraba un anillo metálico alrededor de sus testículos y base de la verga, que ya estaba erecta, esto, seguramente, para mantener su erección en pié y evitar que alcanzara el orgasmo rápidamente. Calzaba botas negras de tacón (no de aguja, algo más gruesos) que le llegaban hasta debajo de las rodillas. En su pecho llevaba una especie de sostén de cuero negro y tachas plateadas, sin copas, que dejabas ver perfectamente bien sus pezones duritos, que llevaban sendas cadenitas de oro, de unos 10 cm de largo, pegadas a unos ganchos que aprisionaban esas sensibles zonas. Como conozco a Kike muy bien, pude haber dicho sin equivocarme que se estaba volviendo loco de placer.
Felicia vestía un apretado corsé de cuero negro (aparentemente el negro es el color favorito de Carla) que le llegaba apenas al borde del pecho. Por atrás de la prenda, salía una delgada tira negra, que pasaba por en medio de las gorditas nalgas morenas de mi hermano y se amarraba alrededor de sus genitales, como Kika. Luego, del frente del corsé salía otra tira que se unía a la anterior, manteniendo apretados sus huevos y su pene. De la parte superior de la prenda, tanto por el frente como por detrás, salían otras 2 tiritas negras que se anudaban en el collar de perra que Felicia llevaba, apretando más el corsé y manteniéndolo alto. Sus pezones también llevaba ganchos apretados, pero los de ella exhibiendo aretes de piedras preciosas. Y en sus pies, zapatillas de tiras y tacó de aguja, muy altos, amarradas en sus tobillos y pantorrillas.
Para completa el atuendo de ese par de putas, iban meticulosa y excesivamente maquilladas, justo como un par de rameras callejeras. Felicia en tono rojos, que resaltaban el moreno de su piel y hacía contraste la piel blanca de Kike. Esta llevaba tonos verdes, que resaltaban sus ojos azules y su piel clara. Las 2 se veían como verdaderas mujeres, ambas se veían como grandes putas, preciosas.
Laurita, Omar, Ludwika, estas perras están aquí para servirlos ¿verdad mis perritas lindas?
"Guau, guau" respondieron las 2, según su papel de perras.
Omar, he observado a tu preciosa Ludwika creo que yo podría hacer cosas increíbles con ella. dijo, tendiendo su mano al tímido y sorprendido Lady Boy, que se fue con Carla luego de que Omar lo empujara un poco por la espalda.
La verdad es que Ludwika no quería ir con Carla, aun no se hallaba en confianza, pero Omar quería verla hecha toda una puta y ella le tenía dar gusto. Ustedes ya saben que estimo y aprecio mucho a Omar, pero a veces es tan bruto, tosco y egoísta que me gustaría dejar de hablarle. Carla desapareció por las gradas con Ludwika de la mano, luego de dejar a Kika y Felicia esposadas a su espalda para nuestro placer.
Inmediatamente Omar tomó a Felicia de la correa y la hizo dar vueltas por toda la habitación, divirtiéndose con aquello. Kika se acercó a mi, despacio, viéndome con ojos llenos de amor y de cariño, además de una gran excitación. Dejé que se sentara a mi lado y nos comenzamos a besar, me llenaba la cara de su labial y de su maquillaje, que para eso era, para dejar huellas y marcas. Poco a poco fue bajando hasta mis senos enormes, lamiendo mi cuello hasta llegar a su destino. En el camino le repetí una y otra vez que la amaba, ella me respondía en voz baja también.
La ayudé liberando una chiche, que rápidamente capturó con sus labios y me empezó a succionar. Yo la abracé del cuello para ayudarla a sostenerse, además de pegarla más a mi mama, me encanta que me las mamen. Mientras tanto, acariciaba su espalda con los dedos, con las yemas y las uñas.
Por su parte, Omar se cansó de pasear por la sala a mi hermano/hermana, y, poniéndola de rodillas, le ensartó la verga en la boca, manejándola a su total antojo por medio de su cabello. Felicia mamaba tan bien como podía, pero su boca y garganta, más que tales, parecían una húmeda y cálida vagina que el otro podía utilizar a su total antojo. Apenas lograba tomar aire para respirar, apenas podía mantener sus ojos abiertos, Omar se la estaba cogiendo por la boca como un loco.
Kika se arrodilló frente a mi, yo me quité la falda y las bragas para que ella pudiera zambullirse allí dentro sin problema alguno. Una fuerte sacudida estremeció mi cuerpo cuando sentí su suave, mojada y deliciosa lengua recorrer mi raja por todo lo largo. ¡Cómo adoro esa lengua, mi marido si que sabe como lamer a una mujer! Realizó varios recorridos antes de detenerse sobre mi clítoris erecto, para ponerse a lamerlo y chuparlo. Era increíble, al tener las manos esposadas a su espalda, Kika no podía guardar bien el equilibrio, por lo que estaba, literalmente, ensartada en mi sexo chorreante, podía sentir hasta su nariz en mi interior a veces. Y claro, esto se tradujo en un fuerte orgasmo que le empapó toda la cara e hizo que su maquillaje se corriese todo.
Simultáneamente, frente a nosotros, Omar ya había ensartado a mi hermano. Colocó a Felicia inclinada sobre la mesa de centro, piernas separadas y culito expuesto, se colocó un condón y procedió a encularla con furia, tratándola como un animal. No había duda que a Omar le excitaba ver un cuerpo hermosos completamente inválido y a su total merced, su carácter dominante se le salía, volviéndolo una especie de bestia sin freno.
Le metió casi ambas manos a Felicia entre la boca y así se la cogió, agarrándola de allí como si fuesen riendas. Sus poderosos golpes de caderas sonaban como aplausos, la mesita cada vez se iba corriendo más y más, y amenazaba con romperse. Total, aquella era una cogida brutal, yo creí que estaría lastimando mucho a mi hermano, pero no, si el no pudiera soportar el castigo trataría de zafarse pero no lo hacía.
¡Ya sé! bufó, saliéndose de Felicia y jalando a Kika hacia atrás Laurita, siéntese encima de Kika, que Felicia la penetre por el culo mientras yo me las cojo a ellas.
Aquella me pareció una buena idea y me dispuse a ayudar. Ayudé a sentar a Kika sobre el sillón, con las piernas apoyadas en el suelo y el culito casi en el aire. Despacio, sin prisas, me monté sobre ella, dejando que su delicioso falo se deslizara suavemente en mi interior mojado y deseoso. Empecé a moverse de adelanta hacia atrás, un movimiento que me encanta pues hace que la totalidad del falo metido en mi roce las paredes de mi vagina, además del vigoroso frote que se produce en un clítoris.
Con ayuda de Omar, Felicia colocó su pene sobre mi culito, luego de ponerle un condón, y comenzó a empujar. Despacio, mi anito dio de si, aunque tampoco era que no tuviera experiencia de uso, ustedes saben que si, que yo ya solo soy virgen del bueno, ¡ni del pelo, je, je!
Así, mi marido por abajo y mi hermano por arriba, empezaron a cogerme de una forme delicioso. Omar esperó solo a que sus movimientos se hubieran coordinado, antes de proceder a participar. Apunto al culito aun abierto de Felicia, y de un rápido movimiento la volvió a penetrar. La tomó con fuerza del pecho y de la cabeza, y le empezó a dar durísimo, asegurándose que sus embestidas las sintiera yo, pues hacían que el pene de mi hermano se incrustara violentamente dentro de mi.
Le dio duro por unos 5 minutos, tiempo que me tomó a mi alcanzar un nuevo orgasmo. Luego se la sacó y se dirigió al culito de Kika. La tomó de las piernas y se las levantó, separándolas. Puso la cabeza de su gordo falo en la entrada y, de un sólido empujón, la penetró. Kika pegó un respingo y se aferró a mi espalda, poniéndose a gemir con fuerza mientras era taladrada sin piedad. Ya no necesitaba mover las caderas para penetrarme, la fuerza de los golpes de Omar bastaba.
¡¡¡AAGGGHHH!!! ¡¡¡AAGGGHHH!!! ¡¡¡AAGGGHHH!!! gemía ella, incapaz de acabar por tener los genitales amarrados.
Nuestro amigo se dio gusto con los 2, se los cogió como quiso, se tomó su tiempo y yo feliz, pues mientras el los machacaba con furia, yo me enloquecía en un orgasmo tras otro. Tuve en total 3, con las vergas de mi esposo y de mi hermano entre mi sexo y mi culo respectivamente.
Omar tardó como 15 minutos en la cogida, y al final, agotado, desensartó a Felicia y la bajó de encima mío. A mi me jaló del pelo y me arrodilló a sus pies, con la boca abierta esperé a que me lanzase el primer chorro de su espesa y caliente esperma. Este fue a dar directamente a mi paladar, inmediatamente lo empujé hacia fuera con la lengua dejándolo correr por mis mejillas y cuello para el deleite de las otras 2 perras, que se hallaban a mi lado listas para tomar su parte del botín. Los demás chorros cayeron sobre mi frente y cara, Kika y Felicia no desperdiciaron nada.
Justo en ese momento bajó Carla, trayendo a Ludwika con un nuevo atuendo, muy al tono de la celebración. Ambas se quedaron paradas viéndonos, Carla con una sonrisa de satisfacción y morbo, Ludwika con una de sorpresa y algo de celos. Y casi al mismo tiempo llegaron Javier con Diana, cuyas caras hablaban del ejercicio que ambos habían tenido pero iban a tener mucho más.
Continuará
Garganta de Cuero. (pueden mandarme sus comentarios, opiniones y sugerencias a mi correo electrónico, besos y abrazos).