Noche de Bar II 01

Omar y Ludwika, Javier y Kika, Felicia y sus amigas Carla y Diana, y por último, yo... de esta mezcla de hormonas y ganas de sexo solo puede salir una orgía de proporciones épicas!!! (orgía biexual y transexual)

Noche de Bar II 01

Hola, nuevamente les saluda Laura Ovalle de Estrada y de Mayén, para continuar con mi historia. ¿Leyeron mi relato anterior, "Noche de Sexo, Sudor y Semen"? Con el llegué a los 100 relatos publicados. Pues si no la leyeron, les contaré a grandes rasgos lo que sucedió… me di cuenta que estaba embarazada y que era de Alberto. Claro, aquello significó un terremoto en mi familia, Kike se sentía morir, y lo peor es que no me podía reclamar nada. Y yo estuve a punto de caer en una nueva crisis como la que casi acaba con mi matrimonio. Fueron unos meses intensos, muy intensos, llenos de cambios en mi vida, pero también de grandes satisfacciones.

La oportuna intervención de Bianca me abrió los ojos, tenía que hacer algo, tomar las riendas de lo que me estaba pasando, no dejarme ir a la deriva. Y como primera decisión que tomé fue irme a vivir con mi mamá y mi hermano a la capital. Necesitaba estar sola, pues tanto Beto como Kike estaban constantemente detrás de mi, el primero para que me volviera su mujer, el segundo para que no lo hiciera.

Todas las personas importantes de mi vida que conocían mi forma de vida se enteraron de mi nueva gestación, las que no me conocen tanto les dije que era de Kike. A mamá la engañé diciéndole que Kike se había metido en un negocio que le obligaba a ausentarse hasta 2 semanas cada mes, y como no quería quedarme sola en la casa, me fui con ella. Creo que la logré engañar, aunque se quedó con algunas dudas… pero mami siempre fue crédula.

Sin embargo yo esperaba que ella me hiciera compañía en la casa, ninguna de las 2 trabajábamos, quería establecer vínculos más fuertes y duraderos con ella, pero justo 2 días después de mi llegada ocurrió algo que la acaparó por completo. A mi me dijo que estaba ayudando a vender comida a una vieja amiga suya por mañanas y que, como ya se había comprometido, no se podía echar para atrás. Claro, yo le creí, mama no solía decir mentiras, pero de todas maneras me molestó mucho que me dejara sola por las mañanas.

A la mañana siguiente, totalmente sola, acompañada solo por mis nenes, decidí ponerme a leer y a preparar el almuerzo, pues ambos iban a regresar para almorzar conmigo. Al medio día comimos y platicamos de varias cosas, podía ver a mama triste, pero solo me dijo que le dolía un poco la cabeza. Por su lado, Juanca, sin que mamá nos oyera, me invitó a salir de parranda por la noche con sus amigos. Me dijo que sería una salida "diferente". Le dije que si, no tenía nada más que hacer aunque tampoco andaba muy de humor para una parranda.

Kike me llamó como a la hora de que mi mamá y mi hermano salieran de nuevo… bueno la que me llamó fue Kika. Me dijo que andaba con Javier por la capital y que si yo no tenía nada más que hacer, podrían sacarme por la noche a cenar algo. Ese "si yo no tenía nada más que hacer", se refería específicamente si no andaba con Beto, je, je, je. Pero no, Beto me llamó para decirme que hasta el día siguiente se reuniría conmigo, pues tenía una cosa muy importante que hacer. Les dije que si, pero que después iría a bailar a un bar con mi hermano y algunas amigas de el. Me dijeron que no había problema, que ellos me llevaban a la noche. Así quedamos.

Llegó la noche, le dije a mamá que iba salir y me fui, esperé a Kike y a Javier en un conocido centro comercial, obviamente no quería que mamá viera a mi esposo convertido en una calenturienta mujer, no obstante el se vistiera de una manera muy convincente.

Pasaron puntualmente por mi, iban en el pick up de Javier, un enorme armatoste que no se como podía manejar bien. Me senté al lado de Kika, que me besó cariñosamente en los labios para recibirme. Javier, como todo un caballero, tomó mi mano y me dio un beso en ella, diciéndome "buenos días Laura, benditos sean los ojos que la miran". La verdad es que aun sentía sentimientos encontrados en cuanto a Javier. Es cierto, me caía muy bien y siempre estaba dispuesto a ayudarnos, pero en el fondo resentía como absorbía a mi marido.

Vamos a ir a un restaurante que le están ofreciendo a mi viejo – Kika le decía a Javier "mi viejo" – Es una parrillada muy buena

Bueno, eso dicen… en realidad vamos a irlo a comprobar. – dijo Javier.

¿Se va a lanzar al negocio de los restaurantes Javier? – pregunté.

Bueno, todavía no sé… Kikita me ha convencido de que lo mejor es la diversidad, que no ponga todos mis huevos en una sola canasta. Además, con lo loco que está el tiempo, nunca se sabe cuando puede bajar una sequía de la gran puta.

y con lo seco que es Zacapa. – terminó de decir Kika.

Llegamos al lugar, resultó ser un restaurante con apariencia de casa vieja, antigüeña (colonial), pero que a la vez daba la sensación de descuido, la verdad podía mejorarse un poco por fuera. Adentro mostraba que tenía mucho potencial, pues era un lugar amplio y con apariencia íntima y romántica, un lugar tranquilo para irse a relajar.

Pedimos la comida, el servicio era bueno, pero podía ser mejor, a la comida no había nada que objetar, le habían dicho a Javier que el cocinero jefe era muy bueno y tenían razón. Mientras tanto, Javier era todo atenciones con Kika, se notaba que la tenía muy mimada y consentida. Y ella lo veía constantemente con ese precioso par de ojitos celestes cautivantes. Cuando recordaba que se trataba de mi esposo Kike, me ponía celosa.

Terminamos la cena y salimos, Javier se le notaba pensativo. "Está haciendo números" me comentó Kika en voz baja, ya se estaba decidiendo a comprar el local. Subimos al carro y nos fuimos.

¿A dónde Laurita? – preguntó Javier.

A esta dirección porfa… – le dije, dándole un papelito.

¿Es el mismo al que íbamos antes? – preguntó Kika.

No, ese lo cerraron

¡No!… ¿qué pasó?

No sé, parece que el dueño tuvo problemas con la ley… además, había decaído mucho el nivel, según me contó Lucía.

¡Qué lástima!

Llegamos, al lugar, ya se iban empezábamos a despedirnos, cuando una hermosa muchacha se me acerca, estaba hablando por celular afuera, pero cuando me vio, se me lanzó para saludarme. La verdad no la reconocí, se me hacía familiar, pero no daba en dónde la había visto antes. Era rubia, con el cabello hasta los hombros, muy delgada y bajita, con ojos azules y una carita muy hermosa.

¡Lalita, qué gusto volver a verte! – mi rostro de interrogación le dio a entender que no sabía quien era ella – No te preocupés… no me molesta que no me reconozcás aunque en realidad si nos conocemos, yo soy Diana

¿La amiga de Juan Carlos?… mucho gusto.

El gusto es mío mujer… ¡qué linda te pusiste Lalita!… pero pasen, adentro están todos, solo voy a terminar esta llamada y los acompaño.

Javier y Kika pensaron que no sería malo que pasaran por una copa antes de regresar a su hotel, así que, después de estacionarse, entramos. Aquel día era un miércoles, y a pesar de eso el local estaba abarrotado. Lo que ocurre es que en la ciudad capital, los días entre semana que no sean viernes o jueves, la comunidad gay acostumbra salir a reunirse en los diversos bares y discotecas, al abrigo de que la mayoría de heterosexuales no acostumbran salir más que viernes y sábados, algunas veces los jueves.

Inmediatamente divisé la mesa de mi hermano… perdón, de Felicia, desde donde nos saludaba. Fuimos y se sorprendió de ver a Kika y a Javier, y de mi tolerancia a verlos juntos y en acción. Y luego, a lo lejos, una pesada, pero sonriente figura avanzó, era Omar, acompañado de Ludvin, su amor del momento. Más bien era Ludwika quien lo acompañaba, pues andaba como un hermoso Lady Boy. Se imaginarán que el escenario ya estaba puesto para una orgía histórica, ¿no picarones?

Pronto regresó de la pista Carla, a la que ya conocen, que en cuanto vio a Kika se le iluminaron los ojos y a ella también. Todos estaban dispuestos a pasar la mejor de las noches. Yo vestía una falda negra corta, hasta medio muslo, blusa blanca escotada, que por el tamaño de mis pechos lactantes se veía muy sensual, chaqueta negra y maquillaje a juego. Kika iba con un vestido amplio y flojo, azul pastel, con sandalias rosas y collar de conchas y caracoles. Asimismo llevaba una peluca rubia y un maquillaje liviano, se veía muy hermosa. Javier andaba con pantalón gris de algodón, camisa de mangas largas color crema y chaqueta gris, se veía muy atractivo.

Por su parte, Felicia vestía un vestido blanco ceñido al cuerpo, resaltándole el culo redondo y mostrando sus largas piernas morenas. Diana y Carla si andaban como unas putas, la primera con una faldita blanca que parecía un pañuelo, elástica y que apenas lograba cubrir lo estrictamente necesario. Arriba un top verde, bajo una chaqueta blanca. Carla traía un pantalón negro de tela elástica, ceñida a su curvilíneo cuerpo. Arriba, una blusa de espalda descubierta, sujeta al cuello, pero resaltando su enorme par de chiches duras.

Omar iba de pantalón de lona, camisa normal y chumpa de cuero negro, muy Omar. Ludwika llevaba un pantalón de lona, celeste de cintura blanca, blusa rosa de tirantes dejando su ombliguito al descubierto, y un maquillaje discreto y muy femenino, se veía preciosa.

Inmediatamente todas las parejas saltaron a la pista, Kika y Javier, Omar y Ludwika, y Felicia y Carla, Diana y yo nos quedamos platicando en la mesa.

Pues sí, Lala, ¿todavía no me has reconocido?

No, disculpá, pero no doy quién sos… sé que te conozco de algún lado, pero no te ubico.

¿De parte de Juan Carlos, tal vez?

Pues… no, no sé

Francisco

¿Francisco?

El Piojo

¡El Piojo! ¡Sos Francisco, el amigo de mi hermano!

Si, pero ahora soy amiga… – no lo podía creer, Francisco era uno de los mejores amigos de mi hermano en su niñez y adolescencia, pero, luego de meterse muy adentro de la vida de una puta transexual, abandonó su casa (leer Esclavo de la Carne).

Me agradó que no me reconocieras… eso quiere decir que parezco una auténtica mujer.

¡Pues claro, estás irreconocible! ¡Pero contame, ¿cómo pasó, qué te hiciste?!

Bueno, anduve rodando mucho por allí… la verdad no fue fácil. Pero al final, creo que logré regresar bien… claro, bien convertido en una mujer

¡Estás preciosa!

Aquí les traigo a este viejo… – dijo Kika, interrumpiéndonos y llevando de la mano a Javier, que ya no quería seguir bailando, se le daba muy poco.

Es que yo para el baile soy más tieso que una tabla

¡Y re-huevón! – agregó Kika, alejándose en dirección al grupo de Felicia y Carla; Omar y Ludwika bailaban por otro lado, muy acaramelados, por cierto.

Con Diana, nos pusimos a platicar con Javier, esta se quedó boquiabierta cuando le confesé que Kika era mi esposo Kike, pero que ahora era la mujer de Javier. No podía creer nuestra actitud tan abierta y liberal, a veces hasta a mi me cuesta creerla.

Continuamos platicando un poco más, de diversas cosas. Javier le comentó su intención de comprar un restaurante en la ciudad, de las ventajas que aquello le podría traer. Pensé que sería bonito tener un negocio propio, y recordé entonces las palabras de Bianca, "hacete cargo de tu propia vida".

Seguíamos hablando, Javier y Diana ya iban por la tercer cerveza, pero no parecía hacerles mella, cuando volteo a ver a la pista y veo a Carla, Felicia y Kika encaminarse al baño de damas. No le quise dar mayor importancia a eso, era normal que un grupo de féminas, aunque estas ocultaran grandes vergas bajo la falda, entraran juntas al baño… aun cuando Carla llevaba a las otras agarradas de las nalgas. Pero yo, que por naturaleza soy curiosa, y ahora algo malpensada, supuse rápidamente que no irían solamente a hacer sus necesidades y a platicar. Esperé unos minutos, y cuando se me hizo demasiado el tiempo, me disculpé con mis compañeros de mesa y me dirigí a los baños.

No las encontré en el baño, pues, tal y como lo esperaba, las 3 estaban metidas en uno de los cubículos. Me acerqué a uno de ellos, del que salían calientes gemiditos que infructuosamente trataban de apagar. Me agaché y vi las piernas de Carla, sentada sobre el excusado y con el pantalón en sus tobillos, con alguien encima de ella, que reconocí como Kika.

Me metí al cubículo posterior y me subí al excusado, apenas logré llegar hasta arriba para ver lo que hacían (como sabrán, soy mera chaparra). Las 3 perras estaban gozando como dementes. Carla estaba sentada, como ya les dije, su diminuta blusa estaba abierta por delante, dejando sus enormes tetas colgando. Kika se hallaba ensartada sobre su gigantesca verga, frente a Carla, desnuda con el vestido en el suelo, subiendo y bajando con fuerza, ayudada por las manos de esa poderosa vestal. Y encima de Kika, sentada sobre su pene y dándole la espalda, Felicia, que tenía el vestido enrollado en la cintura, luchando por sostenerse de la parte superior del cubículo para que la verga de Kika se le enterrara cada vez que esta subiera para tomar un nuevo impulso sobre la de Carla. Esta última se hallaba mamándole la ver a mi hermano/hermana, pues le quedaba justo a la altura de la cara.

Yo me excité muchísimo, mientras esas 3 perras gemían como locas y desesperadas. Llevé mi mano a mi vulva y me puse a acariciarla por encima de mi calzoncito. Ellas se habían calentado mientras bailaban en la pista, las 3 se contoneaban al ritmo de la música electrónica y se restregaban entre ellas. No pudieron evitar querer desahogarse en ese instante, así que, mediante miraditas, decidieron meterse a los baños.

En cuanto entraron, Felicia y Kika se trenzaron en un largo y húmedo beso, gozando del morbo de saberse cuñados que en ese momento iban totalmente como mujeres. Carla las veía desde atrás, saboreándose de antemano la gran cogida que iban a tener y despertando su instinto de dominio.

Se les acerca por atrás, las agarra del pelo con fuerza y las obliga a hacer más profundo su beso. Baja las manos y les agarra el culo a las 2, restregándolos, pellizcándolos y estrujándolos. Luego vuelve a tomarlas del pelo y las separa, haciendo que la besen cada una por turnos. Estas aceptan gustosas su legua, mientras la abraza y acarician su espalda y culo.

Carla las llevó al cubículo, en donde tomó asiento.

Kika, calentame perra… – ordenó, y mi Kika obedeció de inmediato, arrodillándose frente a ella mientras Felicia vigilaba la puerta.

Kika besó apasionadamente a Carla, lamiéndole los labios y las mejillas, jugueteando son su lengua entre su boca, pasándola luego por el cuello hasta perderse entre su revelador escote. Con cuidado lo abrió y dejó caer la blusa sobre su vientre, liberando esas 2 preciosas tetas que, a pesar de ser de silicón, se veían muy reales. Kika se prendió a sus pezones ya erectos, lamiéndolos y jugando con ellos, jaloneándolos, mientras comenzaba un vigoroso frote sobre los gruesos muslos de Carla, que la sujetaba fuertemente de la cabeza y la enterraba contra su frondoso pecho.

Felicia, venía acá. – dijo.

¿Si? – atendió solícita mi hermanita.

Preparale el culo que voy a partir en 2 a esta perra

Felicia, totalmente desentendida de la puerta, se pone de rodillas detrás de Kika y le empieza a levantar la falda, rozando y acariciando suavemente sus sensibles muslos, hasta llegar a su trasero, cubierto por una breve tanga celeste que se pierde en medio de sus 2 carnosas nalgas. Felicia empieza a dar de besos a aquella parte privilegiada de la anatomía de mi marido, mientras Kika termina de bajarle el pantalón a Carla, mostrando una enorme verga de 12 pulgadas que tantos recuerdos le traían.

Llevándose esa verga a la boca, Kika rememoraba su sabor, su textura, su aroma. Aquel glande grueso y con forma de hongo, que chupaba como si fuera un helado, aquel par de huevos gordos, que tomaba con una mano y lamía con pasión. Y mientras tanto, ella sentía la cálida lengua de su cuñada repasándole toda la raya del culo, intentando hurgar adentro de su ano, que latía en espera de un deseado miembro. Mientras tanto, acariciaba suavemente su miembro, despacio, arrancándole espasmos a Kika, pero sin llevarla al clímax.

Felicia, ponele esto. – le dijo Carla, dándole una cinta negra.

Felicia la amarró alrededor de los huevos y verga de Kika, así mantenía erecto ese pene y evitaba que llegara al orgasmo con demasiada facilidad.

Kika, no traemos condón, pero te aseguro que con nosotras no tenés nada que temer, todas estamos sanas

¡Será que no nos metemos con cualquier hijo de puta! – agregó Carla.

Felicia levantó a Kika, poniéndola de pié pero agachada, y la penetró, entrando dentro de ese fogueadísimo ano como cuchillo en la mantequilla. Ambas compartían penes de dimensiones similares, 16 cm de largo, 17 a lo mucho, nada del otro mundo pero tampoco poco. Mi hermano/hermana se puso a penetrar a mi esposo/esposa con fuerza, sujetándola de las caderas, dándole nalgadas, mientras Carla mantenía su boca pegada a su poderosa tranca, Kika mamada sin parar, recibiendo por ambos lados y con la incapacidad de acabar por tener huevos y verga amarrados, algo que la volvía loca.

¡Te voy a partir en 2 perra! – exclamó Carla, sacándole la verga a Kika de la boca y jalándola del pelo para besarla con fuerza.

Sin perder tiempo Kika se trepó sobre el fuerte cuerpo de la dominatriz, guiando su poderoso mástil, con ayuda de Felicia, hacia la abertura ya dilatada por esta última. No era la primera vez que tenía algo así adentro, pero igual una nunca se acostumbraba del todo. Sintió que se partía en 2 pedazos cuando la gruesa cabezota de hongo comenzaba a separar el esfínter de su ano, distendiéndolo por la fuerza, abriéndolo hasta el límite. Y luego, cuando fue bajando, Kika juraba que podía sentir cada vena de esa enorme verga.

Apiadándose de esa su perra de turno, Carla se quedó quieta por unos minutos para que el culo de Kika se acostumbrara al invasor. Mientras tanto, Felicia desató la cinta de los genitales de ella y se trepó encima de las 2 mujeres, ensartándose en el más que caliente falo de mi esposo/esposa de frente a Carla, que sin perder tiempo capturó su pene moreno entre sus labios.

Así fue como las fui a encontrar yo, Felicia colgada de los bordes superiores del cubículo, para quedar más o menos en el aire y permitirle la penetración a su ser al falo de Kika, cuando esta subía y bajaba. Kika penetraba a Felicia al subir con las caderas, sacándose un poco el largo y gordo tronco de Carla, el que se ensartaba hasta las bolas cuando se dejaba caer. Y mientras tanto, Carla mamaba como una niña golosa el pene de mi hermano/hermana, succionándolo casi hasta la base, para sacárselo poco a poco hasta quedar tan solo con la punta adentro, para volverlo a meter hasta el fondo.

Las 3 mujeres gemían como posesas, ya no les importaba ser encontradas. Yo tampoco, mi mano estaba empapada entre mis piernas y me había desentendido por completo de lo que ocurriera afuera, en medio de un creciente placer que cada vez me llevaba más cerca del clímax.

¡¡¡¡UUUGGGHHH!!!! ¡¡¡¡UUUGGGHHH!!!! ¡¡¡¡UUUGGGHHH!!!! – gemía Kika, que, por la intensidad de sus quejidos, estaba a punto de llegar al orgasmo.

¡¡¡DALE KIKA, DALE!!!… ¡¡¡¡AY!!!! ¡¡¡¡AY!!!! ¡¡¡¡AY!!!! ¡¡¡¡AY!!!!… ¡¡¡PARTIME EN 2, PEGAME DURO!!!… ¡¡¡¡AY!!!! ¡¡¡¡AY!!!!… – exclamaba Felicia, que ya andaba por las mismas - ¡¡¡CARLA, CHUPAME LAS ENTRAÑAS, SACAME EL ALMA POR LA VERGGAAAAAA!!!

La sensación de ser ensartada por atrás y mamada por adelante precipitó el clímax de Felicia, que, en medio de convulsiones y frenéticas sentadillas sobre el falo de Kika, descargaba toda su leche dentro de la boca de la otra, de Carla, que no perdió un una sola gota. Luego le llegó el turno a Kika, que sujetándose fuertemente del pecho de Felicia, descargó casi con furia dentro de su ano, todo el contenido de sus testículos.

Me bajé del inodoro, sintiendo como el orgasmo me llegaba también, pero como no quería ser vista (y hasta el momento lo había conseguido), me tapé la boca con una mano, mientras la otra no paraba de pellizcarme el clítoris hasta que este me regaló un rico y largo orgasmo que empapó mi calzoncito. Tuve que limpiarme con un poco papel higiénico para evitar que se notara.

Al salir, vi a Kika y Felicia arrodilladas, adorando el imponente falo de Carla. Para poder acabar, esta las bajó de encima suyo y les ordenó que se la chuparan. Yo me asomé y aun pude verles los culitos a las otras 2, redondos y gorditos, uno moreno y el otro blanco, con un par de nalgas carnosas y jugosas cada uno.

Felicia estaba pegada del lado izquierdo, de su ano salían gotas de semen, una tras otra a cada movimiento que daba, sentí deseos de arrodillarme y lamerlas y lo hice, asustando a las 3 amantes, pero tranquilizándose cuando vieron de quien se trataba. Al mismo tiempo le lamí sobre los genitales de mi hermana, acariciaba su pene y el de Kika, cuyo ano estaba abierto como un reposadera. También allí metí mi lengua y acaricié con suavidad.

Carla no tardó mucho más en acabar, apartó las cabezas de las otras 2 y apuntó hacia mi pecho, yo la ayudé abriéndome más el escote hasta que mis senos hinchados casi se me salieron, para recibir las largas y abundantes descargas de la enorme verga de Carla. 4 grandes chorros fueron a dar de lleno sobre mis lactantes chichotas morenas, el quito fue capturado antes de salir por la ávida boca de Felicia, que se bebió el resto de ese delicioso semen.

Kika me tomó de la cintura y me jaló hacia ella, hundió la cara en medio de mis tetas y se dedicó a lamer con frenesí cada gota de esperma que encontraba en el camino. Luego la tomé de la cabeza y se la eché hacia atrás, besándola profundamente, recogiendo del interior de su boca toda la leche que podía tomar, lamiéndole los labios y las mejillas, llenas de semen también. En voz baja, le susurraba "te amo, te amo", y ella me respondía con lo mismo.

Sentí que alguien me jalaba el pelo por atrás, obligándome a ver hacia arriba. Era Felicia, que con la boca rebosante de esperma de Carla, empezó a escupirlo despacio dentro de mi boca abierta, y yo saboreándolo como el mejor de los manjares.

Me puse de pié y me alejé un poco, me extrañaba que nadie hubiese entrado. Las vi allí, a las 2 tiradas a los pies de Carla, agotadas, sudadas. Felicia tenía el vestido enrollado en su cintura y Carla el pantalón en los tobillos y la blusa en su vientre. Tan solo Kika, dado el tipo de ropa que llevaba, estaba aun vestida.

Me limpié el escote, arreglé un poco mi cabello y retoqué mi maquillaje.

Todavía me deben una buena cogida las 3, ¿oyeron? – les dije y salí del baño, en dirección a la mesa.

Al llegar a ella, la encontré vacía, ya no estaban Javier y Diana. ¿A dónde habrán ido y qué estarían haciendo?

Continuará

Garganta de Cuero.