Noche de antro, drogas y sexo desenfrenado -1

Un reencuentro con una vieja amiga me lleva a experimentar una salvaje noche de sexo donde el plato principal es un hombre al que acabamos de conocer. Una guerra sexual donde ambas buscamos el triunfo a como de lugar. Yo tratando de hacerle daño, ella descubriendo mi secreto. ¿Quién será la ganadora?

“¡Leticia!” grité fuertemente mientras levantaba mi mano tratando de llamar la atención de mi amiga. Después de un par de gritos más logré captar su atención y corriendo entre la gente llegué hasta donde ella y la abracé con gusto. Ella me miraba perpleja.

“H-hola...perdón, ¿te conozco?” me dijo Leticia claramente sorprendida.

“Si, tonta. Bueno, no. Si y no, pues. Somos amigas desde la secundaria” respondí.

“Perdona, es que no te recuerdo” dijo Lety visiblemente apenada.

“Bueno, es que cuando nos conocimos yo era diferente. Yo solía ser un chico, ahora soy una chica” le respondí, para luego decirle mi nombre anterior.

“¡Noooo! Con razón no te reconocí, eres toda una chica ahora... y te miras hermosa” dijo mi amiga mirándome y mordiéndose los labios.

“Ay, muchas gracias. Pensé que quizás no querías hablarme, por todo el tiempo que ha pasado desde la última vez que nos vimos. Y sobre todo por...pues ya ves, ahora soy diferente” dije un tanto apenada.

“Pero como crees? De hecho me sorprende aún más porque tu, bueno tu...eras mi crush en la escuela” dijo Leticia siendo su turno ahora de apenarse.

“Jaja no mientas! ¿Como podría ser yo tu crush si yo era super afeminado? Jaja, eso si es sorpresa. Pero bueno, ahora ya no soy ese chico que recuerdas. Ahora soy Silvia” dije sintiéndome feliz como cada vez que me presentaba con mi nueva personalidad.

“Bueno pues, Silvia...ahora eres hermosa” dijo mi vieja amiga.

Y sí, a pesar de haber nacido niño, ahora era yo una mujer hermosa tal y como lo dijo Lety.

Me describo para que se den una idea de como es mi nueva yo. Mi rostro tiene facciones muy femeninas, con una nariz afilada y linda.Tengo una boca carnosa y sexy que sé usar muy bien. Y unos ojos cafés oscuros, grandes y expresivos. Todo enmarcado en una sexy y larga cabellera negra.

Mi cuerpo es delgado, con pequeñas pero sexys caderas, piernas largas y un culito que aunque no es grande, si es lo bastante atractivo para hacer voltear a más de uno a mirarme. Mi piel es blanca, muy blanca. No puedo estar mucho en el sol porque siento que me quema de tan blanca que es mi piel. Adoro los tatuajes. Me fascinan. Tengo más de 20 tatuajes repartidos por todo mi cuerpo. La unica cosa que mas disfruto que hacerme un tatuaje es el sexo.

Mediante una costosa operación que me realicé hace tiempo es que ahora cuento con un voluminoso par de tetas que no pierdo la oportunidad de lucir descaradamente con amplios escotes. Mi forma de vestir siempre es casual, con playeras apretadas con logos de grupos de rock o mi equipo favorito de NFL. Los combino con jeans de mezclilla o pequeños shorts para lucir mis largas y blancas piernas. Y si de salir a un antro se trata, entonces opto por ponerme vestidos cortos de piel o de látex. Eso sí, siempre escotados para lucir mi par de tetas que bastante dinero me costó ponerme.

En conjunto soy toda una chica vampiresa a los ojos de todo mundo. Si me ven en persona o en foto es casi imposible pensar que detrás de esa chica sensual existió alguna vez un niño. Obvio hay cosas que poniendo suma atención aún pueden ser reconocibles en nosotras las chicas trans, como mi voz, mis manos, la manzana de Adán. Cosas que poco a poco he ido modificando a base de hormonas y tratamientos. En mi caso aún hay cierta partecita de mi cuerpo que sigue ahí abajo como recordatorio de lo que fui yo al nacer. Pero puedo jurarles que he tenido gran cantidad de pretendientes que por más que conviven conmigo no han llegado a darse cuenta de lo que soy, hasta el momento de llegar a la intimidad. Pero nunca he engañado a nadie, siempre he sido sincera con esa parte de mi vida. Ya es decisión de mis parejas si quieren seguir o no, sobre todo cuando de llegar a la cama se trata. Puedo asegurarles que soy una chica en el 99% de mi cuerpo.

Y en cuanto a mi forma de ser, soy bastante amiguera. Estoy agradecida con Dios por la vida que tengo y por lo mismo trato de llevar mi vida en paz y sin meterme en líos. Las personas que me conocen me quieren y me respetan sin importar ningún tipo de prejuicios. En cuanto a mis amigos hombres dicen que soy lo mejor de los dos mundos. Conmigo pueden conversar de películas de horror, música rock, o ver deportes como si fuera otro amigo hombre. Pero al mismo tiempo les encanta mi apariencia femenina y no pierden la oportunidad de decirme piropos o incluso hasta ligar sin importar el qué dirán. Me consideran amiga y amiga por igual. Es una relacion extraña la que llevo con mis amigos de sexo masculino, pero siempre todo con respeto.

Como dije antes, nací siendo niño. Pero desde pequeño supe que estaba en el cuerpo equivocado. No fué fácil vivir mi infancia con esa situación, sobre todo por estar en un país que es 100% machista. Afortunadamente crecí dentro de una amorosa familia que siempre me entendió y sobre todo me apoyó incondicionalmente. Y siempre conté con ellos para gradualmente hacer este cambio físico (y mental) para ahora poder decir que soy y me siento como una mujer normal. Tengo planes de hacerme una operacion total de cambio de sexo, pero eso lleva el ahorrar una buena cantidad de dinero y encontrar el cirujano correcto para lograr ese paso tan importante y esperado en mi vida. Por ahora disfruto mi vida de la manera en la que estoy ahora. Ya lo demás vendrá después, hay más tiempo que vida.

Y bueno, volviendo a los que les quiero relatar les cuento un poco de mi amiga Leticia.

Lety por su parte es un poco más bajita que yo de estatura, pero aunque es también más rellenita todo lo tiene bien acomodado en su lugar. Tiene cabello castaño, ojos café claro que combinan con su cabello. Un rostro de forma redonda, un poco cachetoncita. Una nariz no tan afilada pero tampoco chata. Su boca es pequeña a diferencia de la mía que la considero grande. Sus labios también son carnosos y por lo regular siempre está sonriendo y eso la hace verse más bonita. Sus senos fáciles son copa C y confieso que se los envidiaría si no fuera por mis enormes implantes de tetas. Sobre todo que sabe lucirlos la muy perra cuando se pone blusas escotadas. Y por una extraña razón casi siempre trae los pezones erectos, lo que uso siempre como motivo de burla hacia ella.

Como dije, es de complexión un poco robusta, pero tiene la cintura marcada y unas caderas bastante amplias que hacen conjunto con su robusto trasero. A pesar de la confianza que hemos logrado desde nuestro reencuentro, hasta ahora no nos hemos visto desnudas la una a la otra.

Desde ese día nos hicimos inseparables. Salimos cada fin de semana, y después de nuestros respectivos horarios de trabajo. Por alguna razón Leticia estaba fascinada conmigo. Me hacía infinidad de preguntas. Me preguntaba qué se sentía llevar implantes en los pechos, que cuántas parejas sexuales había tenido desde mi cambio, incluso que si mi órgano sexual masculino (que aún conservo) me funcionaba correctamente. Sus preguntas cada vez suben más de tono, y lejos de molestarme me parecían divertidas.

Habíamos quedado de salir el fin de semana, a un antro a tomar la copa y pasar un buen rato. Por indicaciones de Lety la esperaría en X cruce de calles y ella pasaría por mi.

Todo el trayecto hasta el punto donde mi amiga me levantaría, más los 15 minutos que la esperé en esa esquina tuve que “soportar” los piropos y acoso de gran cantidad de hombres a mi paso. Y lo pongo entre comillas porque no puedo negar que me encanta sentirme deseada. Y no era para menos, mi vestimenta fácilmente hacía que me confundieran por una puta callejera. A pedido de Lety mi look de ese día tenía que ser sexy. Para darle gusto a mi amiga había decidido usar un vestido tan pegado a mi en la parte de arriba que daba la impresión de tenerlo pintado a mi cuerpo. Era un vestido color negro por un lado y por el otro era una combinacion de pequeños cuadros negros y amarillos. Unos tirantes que se adherían al vestido con unos insertos de metal. Un amplio escote que mostraba mis hermosas tetas de silicón, y una cremallera por la mitad que seguramente quien me viera tendría el antojo de bajarlo y dejar escapar mis tetas que llevaba con un sexy sostén que solo alcanzaba a cubrir la mitad de mis globos de carne.

La parte de abajo terminaba en una cortísima minifalda que quedaba a solo unos pocos centímetros debajo de mi entrepierna. Tenía que cuidar mis movimientos o terminaría enseñando el culo sin hacer el menor esfuerzo. Mis larguísimas piernas las lucía sin medias y terminaban en unos hermosos zapatos dorados de tacón que me hacían lucir aún más alta. Completaba mi atuendo con un bolso tambien de color dorado que combinaba con mi calzado y por supuesto mi larga cabellera negra planchada.

“¿A cuanto la hora, mamacita?” “En esa cola si me formo” “Grandotas pa' que me peguen” “Flaquitas como me gustan pa' quebrarlas a la mitad” “Traigo tanta leche que si no te hago un chamaco te hago una malteada” me llenaban de piropos groseros los hombres al verme en lo que parecía una competencia a ver quien decia el mas guarro.

Al principio me parecía divertido, después de estar por casi 15 minutos esperando a mi amiga me empezó a incomodar la situación. Mi vestimenta y el estar en esa esquina me estaba haciendo sentir de verdad como una puta esperando cliente. Si bien no soy de hacer caso de lo que la gente diga de mi, si me daba temor de encontrar a algún conocido y que deveras pensara que me dedicaba al oficio más antiguo del mundo.

Empezaba a desesperarme cuando finalmente llegó mi amiga a bordo de un auto Uber, haciéndome señas de que subiera, lo cual hice ni tarde ni perezosa.

“Mamita, ¿cuánto cobras? Jajaja” me dijo divertida Lety acompañando su comentario con un silbido.

“Te pasas Lety. Tardaste un putero de tiempo, en serio unos 5 minutos más y me subo al siguiente auto que se había parado a preguntar mi tarifa” le contesté olvidando un poco la molestia pasada.

“Pues no mames, también vienes como si andas buscando padrote. Te miras bien putona” respondió mi amiga para luego soltar la carcajada.

“Tu también no cantas mal las rancheras, te ves como toda una teibolera” le respondí a Lety para no quedarme atrás en los ataques que cariñosamente solíamos hacernos.Lety lucia un hermoso vestido de color negro que sus kilos de mas le hacian verse demasiado ajustado a su cuerpo. Sus robustas tetas luchaban por salir de su generoso escote. Y abajo terminaba en una cortísima minifalda que hacía lucir sus gordas piernas de manera sexy. La falta de sostén hacia más notorios sus eternos pezones erectos.

Mi amiga le dio al chofer un papel con la dirección adonde nos dirigimos, a lo cual él lo tomó sin decir palabra pero todo el trayecto pude ver como me miraba por el espejo retrovisor. Y no era para menos. Mi vestido era tan corto que si no me depilara por completo seguramente estaría viéndome los pelos de mi entrepierna. Traté de bajar mi vestido para cubrirme un poco pero sin éxito.

Llegamos al antro y aunque no estaba a reventar por las restricciones del Covid si había bastante gente. Por fortuna encontramos una mesa disponible. Ni bien tendríamos unos 10 minutos en el lugar cuando nos hicieron llegar un par de bebidas.

“Cortesia de un admirador” nos dijo el mesero mientras apuntaba a un chavo que estaba al extremo derecho de la barra, al cual le hicimos señas de agradecimiento. No habíamos terminado siquiera nuestras bebidas cuando nos envió otras más. Unos 10 minutos más y ya nos había enviado otro par de bebidas nuestro espléndido benefactor. Después de eso nos sentimos obligadas a invitarlo a nuestra mesa.

“Hola, me llamo César. Gracias por invitarme a su mesa” dijo el chavo con una amplia sonrisa y sentándose a nuestro lado.

“Al contrario, gracias a ti por las bebidas. Yo soy Lety y ella es mi amiga Chiva” dijo mi amiga presentándonos, a lo cual César respondió con una amplia sonrisa. ¡Oh Dios! La sonrisa más sexy que había visto en un hombre en mucho tiempo.

César usaba el cabello corto de los lados, pero largo en la parte de arriba. Su barba era una pequeña pero notoria matita de vello en su mentón, sin bigote, cejas pobladas y una quijada cuadrada que le daba aspecto de galancillo de novela. Usaba una camiseta negra ajustada de manga corta que hacía ver que era aficionado al gym. Sus brazos si bien no eran exageradamente gruesos si estaban bien formados y musculosos. Era guapísimo. Millones de años luz en comparación a todos los hombres tipo albañil que me piropean en aquella esquina. Estaba tan embobada con él que ni siquiera sentí que yo misma me mordía los labios ante la vista del adonis que tenía enfrente de mi.

“Que voy al baño, Chiva” alcancé a escuchar la voz de Lety sacándome de mi apendejamiento mental.

“Oh si, si. Ve, aquí te esperamos nosotros, ¿verdad César?” respondí un poco apenada de mi evidente lapsus.

Mi cerebro hacía remolinos mentales tratando de encontrar un tema de conversación con César, pero me encontraba en blanco y no quería decir cualquier babosada y verme como una pendeja. Solo volteaba a verlo y le sonreía como tonta. Cuando finalmente creí encontrar que podría decir llegó Lety más risueña de lo normal y se lo llevó a bailar dejándome con un palmo de narices. Siempre que veía a Lety de esa manera, risueña o platicadora era porque ya se había dado una línea de sus “polvos mágicos”.

Por suerte casi inmediatamente llegó un chavo y me invitó a bailar también y aunque yo quería bailar con César accedi a bailar con este tipo solo para no quedar como tonta en la mesa. Al tiempo que me movía en la pista al ritmo de un reggeaton no perdía detalle de César y mi amiga, sintiendo punzadas de celos viendo como Lety se le pegaba al cuerpo poniendo todo su culo en la zona de la verga a nuestro nuevo amigo mutuo. Tan ensimismada estaba cuidando lo que hacía Lety que ni siquiera sentí que con los movimientos de baile mi vestido ya se había subido hasta más arriba de mi culo y mi pareja bailadora aprovechaba para sobarme y pasarme toda su verga por la raja de mis nalgas apenas separadas por el pequeño hilo de mi tanga. No fue hasta que sentí uno de sus dedos punteando la entrada de mi ano que desperté de mi apendejamiento.

“Oye, no te pases de lanza! Para esos son pero se piden” le dije a mi bailador y me dirigí a mi mesa dejándolo solo en la pista.

A los pocos minutos también llegaron César y Lety. Mi amiga tomó una de las bebidas de la mesa y se la acabó de un solo trago, para sorpresa y diversión tanto de César como mía.

“No mames Lety... ¿Te tenían amarrada o que? Te la chingaste toda y sin hacer pucheros jaja” dije aún sorprendida por lo que hizo mi amiga.

“Pues no me tenían amarrada pero si me quieren amarrar ustedes no me quejo” dijo Leticia mirándonos a ambos, en una clara sugerencia de lo que deseaba.

“Te vamos a amarrar pero a la silla para que no te caigas, mujer. Si sigues tomando así no creo llegues despierta a media noche” le dijo César mientras la ayudaba a sentarse.

“No te preocupes, tengo mi pócima secreta” contestó Lety soltando una ruidosa carcajada.

“Pues bueno, ahora me toca bailar con Chiva. Espera aquí, no te vayas a ir” respondió César al mismo tiempo que me tomaba de mi mano y me jalaba a la pista de baile.

Por suerte para mi había cambiado el reggaeton por música lenta, así que César pasó sus manos por mi cintura y empezamos a bailar pegaditos uno del otro. Yo subí mis brazos por su cuello y pegué mi mejilla a la de él. Dios, que rico olía este hombre. A pesar del sudor y los olores clásicos de un salón de baile, podía aspirar el olor de la loción que usaba mi nuevo amigo. Nunca me había sentido tan atraída por alguien así cómo me sentía con él. Sus fuertes brazos me apretaron mi cintura y por instinto hice lo mismo con su cuello, pegando mi rostro aún más al suyo.

“Y bien, supongo que tu nombre real no es Chiva ¿O si? “ me preguntó César mientras sentía como sus manos se apretaban a mi cintura.

“Jajaja, no, por supuesto que no ese no es mi nombre. Me llamo Silvia, pero hace tiempo me empezaron a llamar Chiva de cariño y ahora ya casi todos me conocen de esa manera. Pero tu dime como tu gustes” le dije con el tono de voz más sensual que pude encontrar en mi.

“Silvia...bonito nombre. Pero Chiva suena divertido también. Creo que me quedaré con Chiva jaja” dijo mi amigo mostrando su bella sonrisa.

“Bueno entonces para ti soy Chiva desde hoy” le respondí también con mi sexy sonrisa.

“Espero no te ofenda lo que voy a decir, pero me encanta tu cintura. Todo tu cuerpo, delgadito. Tu cuerpo, tu cara, toda la complexión de ti encaja muy bien. Te ves divina. Espero no incomodarte, Chiva” dijo César en mi oído.

“¿Pero porqué habría de incomodarme? Todo lo contrario, viniendo de alguien tan apuesto como tú me hace sentir halagada” dije sintiendo mis mejillas ruborizarse.

Estuvimos alternando los bailes con César por el resto de la noche, y cuando ya se acercaba la hora de cerrar el salón decidimos irnos para evitar la aglomeración. Intercambiamos números de teléfono y nos preguntó en que veníamos y le dijimos que en Uber, a lo cual César se ofreció a llevarnos a la casa en su auto lo cual yo misma de inmediato acepté. Lo que fuera con tal de seguir cerca de ese chico.

Lety ya venía muy pasada de copas, pero aun consciente solo que en plan de “borracha platicadora”. Así como cuando una persona se pone ebria y no para de hablar y de reirse por cualquier pendejada. Optamos que lo más seguro era ir mejor a su departamento, y yo me quedaría ahí con ella para cuidarla. Al llegar César tuvo que ayudarme a meterla a su departamento, cargándola entre los dos. Soy sincera, por mi mente paso la idea de que si mi amiga se quedaba dormida tendría yo tiempo de, no se, quizas llegar a algo intimo con mi nuevo y apuesto amigo.

Tratamos de dejar a Lety en su cama, pero la muy necia quiso quedarse en el sofá de la sala para acompañarnos. Ella también tenía el plan de acostarse con César y por nada del mundo me iba a dejar carta abierta a que yo le hiciera baje con el galán. Le ofrecí algo de beber a mi amigo y él dijo que solo quería agua. Nos movimos a la pequeña cocina pero sin apartar de nuestra vista a Lety por miedo a que se fuera a caer o algo. Pero la muy desgraciada abrió su bolso de mano y después de hacer unos movimientos, formó una línea de cocaína en la mesita de centro para después aspirar casi frente a nosotros sin pena alguna. Tengo entendido que el polvo te ayuda a mantenerte despierto y supongo que esa era la intención de mi gordita amiga.

Yo sabía de la afición que Lety tenía por esa droga, y aunque ella sabía que no era un secreto para mi siempre trataba de hacerlo fuera de mi vista. Sentí un golpe de vergüenza por la situación. Y no es que yo fuera una santa. Para nada, de hecho yo misma había probado unas líneas en algunas ocasiones en mi pasado. Pero en este momento no era la impresión que yo quería que César se tuviera de nosotras. El y yo solo nos volteamos a ver y sonreímos sin saber qué decir, mientras Lety se recargaba al respaldo del sofá supongo a esperar a que la línea le hiciera efecto.

“¿Quieres que me vaya? Digo, por si tu amiga va a estar bien”

“Pienso que Lety va a estar bien, no te preocupes. Pero...no me gustaría que te vayas aun” le respondi a César con toda mi actitud de vampiresa esperando que capte el mensaje.

“Si me lo pides de esa manera entonces me quedo” fue ahora el turno de mi amigo para responderme, acercándose hacia mi y con su rostro a unos pocos centímetros del mío.

Les confieso que este es el momento que suele darme pavor siempre. Ese momento en que las cartas ya están echadas y sólo es cosa de que uno de los dos de el primer paso. Y me da pavor porque es cuando tengo que sincerarme y decir la verdad. Soy una chica. La chica mas pinche sexy y cogible que puedas imaginar. Pero con un pequeño secreto entre mis piernas que no sé si todos están dispuestos a pasar por alto. He sabido de chicas trans que han sido golpeadas después de que sus conquistas descubren “el detalle”. No quiero exponerme a eso y aparte siempre me ha gustado hablar con la verdad. Es el momento en que mi calentura entra en guerra con mis nervios.

“César, primero hay algo importante que necesitas saber. Yo soy...” no termino de hablar. César me plantó tremendo beso que tardó un segundo para asimilarlo y otro segundo más para responder.

César parece no escucharme, me toma por la cintura y continuó besándome. De mis labios pasa a mi cuello y luego a darme pequeños mordiscos en el lóbulo de mi oreja. Por mi parte paso mis manos por su fuerte espalda, para luego pasar mis manos por sus brazos sintiendo sus músculos. Escucho un ruido y alcanzó a ver con mis ojos entreabiertos como Lety se levanta del sofá para lentamente dirigirse hacia nosotros. Si tan solo se hubiera quedado dormida no tendría que tenerla aquí como testigo de lo que se está dando entre César y yo. Veo como sigue acercándose a donde estamos mientras mi amigo sigue comiéndome, ahora ya con sus manos en mis tetas las cuales aprieta con fuerza.

A la verga el miedo y la vergüenza, los tiro por la ventana. Quiero coger con este macho y si lo tengo que hacer enfrente de mi amiga así será. Bajo mi mano para agarrar su miembro que ya se siente erecto. Lo aprieto así como él me aprieta las tetas, como tratando de adivinar su grosor y longitud. Se siente fuerte, igual que todo su cuerpo. Volvemos a unir nuestros labios en otro beso, pero ahora mas violento, mas sensual. Con las lenguas jugando dentro de nuestras bocas e intercambiando salivas. Quiero coger con César, y ni mi amiga ahí presente, ni el miedo a que César sepa lo que soy realmente y ni siquiera el temor a un contagio del maldito Covid me van a detener. Esta es mi noche.

Pensaba que César sería el sorprendido de la noche pero la sorprendida fui yo. Siento como Lety llega hasta nosotros y repegandose a mi, me empieza a besar la espalda. La sorpresa me hace tensar mi cuerpo y Lety sintiendo mi reacción solo me dice “Dejate llevar”. César igual se muestra sorprendido pero no deja de besarme y acariciar mi cuerpo. Su noche con la chica sexy de los tatuajes acaba de convertirse en un trío, y no creo exista hombre en el mundo que le diga NO a esa oportunidad que pocas veces la vida les ofrece.

Siento como su mano peligrosamente se mueve hacia abajo buscando mi entrepierna, pero lo detengo. El lo toma como si fuera por miedo al posible trío que está por suceder. Y en parte tiene razón, nunca he estado con una mujer y aunque la idea de hacerlo no me disgusta si me pone nerviosa. Sobre todo que es Lety, mi amiga. ¿Que pasa si esto sale mal? ¿Podremos seguir siendo amigas? ¿Echara a perder nuestra relación?

Mi mano sigue sosteniendo la mano de César, impidiendo que llegue a mi entrepierna. Se ve sorprendido de cómo una chica sea lo suficientemente fuerte como para poder detener su mano. A él, que está acostumbrado a levantar gran peso en el gimnasio, una delgada chica logra detener su manos. Se ha convertido en una lucha de fuerzas, y en el fondo me divierte. Por fuera soy una frágil chica delgada pero por dentro mis fuerzas siguen siendo las de un chico. Empiezo a perder la pelea y le susurro al oído “Agarrame el culo” para detenerlo. Lo consigo. Sus manos ahora van a mi pequeño pero firme culo. Ahora es el turno de mis nalgas ser apretadas.

Lety continúa besando mi espalda y la parte trasera de mi cuello. Echo mi cabeza hacia atrás y no niego que me está gustando la sensación de sus labios en mi. Lety pasa sus manos adelante y es su turno de apoderarse de mis senos. Los aprieta aún con más fuerza que César. Sabe que mis tetas son artificiales y las aprieta como queriendo reventarlas. Mi boca deja escapar un gemido de dolor, pero me gusta. César sigue acariciando mi culo, y yo en medio de los dos en ese improvisado sandwich sexual.

Repentinamente y como poniéndose de acuerdo, Lety y César estiraron sus cabezas por encima de mi hombro y empezaron a besarse en frente de mí. ¡No podía creerlo! La muy puta estaba fajando con el chico que me había robado la atención desde que lo vi. Apenas y rompieron su beso, Lety llevó sus manos al frente de mi vestido y hábilmente tomó el cierre de la cremallera y lo bajó dejando al aire mis hermosas tetas de silicón. En cuanto sentí el aire acondicionado de la habitación en mi expuestos pechos, mis pezones se pusieron duros como queriendo traspasar mi sexy brassier de media copa. César se mordió los labios al ver como la mitad de mis rosadas aureolas lograban asomarse a la orilla de la tela. Finalmente siendo capaz de moverme tomé a mi chico por su cabeza y empujándolo hacia mí lo metí en medio de mi par de globos mientras Lety terminaba de quitar mi vestido.

Las cosas se estaban dando tan rápido que no había tiempo de sentir vergüenza ni pudor. Lety se deshizo de mi vestido dejándome solo en mi ropa interior y mis tacones dorados. Instintivamente bajé mi mano para cubrir mi entrepierna, mientras Lety y César se apartaban un poco de mi para también desnudarse de forma rápida y atropellada.

Por fin pude ver a mi amigo tal y como quería. Sus brazos fue lo primero que me llamó la atención. Eran anchos y gruesas venas los recorrían de arriba a abajo, para terminar en un par de manos que por alguna razón ahora me parecían más grandes. Su pecho también era hermoso, con una ligera capa de vellos que le daban un aire de clásico macho de pelo en pecho. Su abdomen era un poema. Tenía marcado lo que le llamamos el “six pack”. Un par de piernas fuertes y musculosas y encima de todo su rostro mitad niño y mitad hombre. Pero más allá de su cara y cuerpo de Adonis mi mirada cayó en su ya erecto pene. No voy a mentir, no era el más grande que había visto en mi vida pero sí el más hermoso. Era largo, curvado hacia arriba y con gruesas venas casi del mismo grosor de las de sus brazos. Y una enorme cabeza con forma de hongo que me hizo sentir como se mojaba mi cola, si eso acaso es posible. Y su verga la coronaba una espesa mata de vello púbico de un color oscuro como la noche.

Lety ya había terminado de sacarse su vestido también. Sabía que no llevaba sostén por debajo, pero la muy puta tampoco tenía calzones. Fue solo cosa de subir su vestido por encima de su cabeza para quedar totalmente desnuda. Aunque yo nunca me había desnudado frente a ella, Lety sí lo había hecho delante de mi infinidad de veces así que verla así no era nuevo para mí. En ocasiones llegué a pensar que lo hacía a propósito. Lo primero que llamaba la atención eran sus gordas tetas. Ya sin nada que las sostuviera estas caían hacia abajo víctimas de la fuerza de gravedad y su peso. Se miraban grandes, pesadas y con los pezones duros como balas y con una oscura aureola alrededor de ellos. Su cuerpo de igual manera estaba lleno de rollitos de carne que se amontonaban en su cintura y bajo vientre. Su vagina lucía una espesa mata de pelos oscuros que le cubrían por completo el área del pubis llegando casi hasta el ombligo y por anteriores veces que se había exhibido frente a mí sabía que también llegaban hasta su culo perdiéndose en medio de la raya de sus gordas nalgas. Si algo le tenía que reconocer era su enorme confianza y amor propio que la hacía lucirse frente a nosotros y quien sea con esa desfachatez y sin pena alguna.

Estaba tan absorta paseando mi mirada de César a Lety y viceversa, que no supe lo que pasó enseguida hasta que lo sentí. Mi rostro recibió una fuerte bofetada que hizo que mi cabeza girara con violencia hacia un lado. Fue tan fuerte el golpe que tal como si fuera una caricatura animada me pareció ver estrellas girar alrededor mío. Miré el rostro de César y su expresión era de sorpresa total, justo como quizás era también la mía. De la nada Lety me había cruzado el rostro con una fuerte bofetada que me había dejado en shock e impedida para hablar. Y también sin decir palabra mi gorda amiga se abalanzó hacía mí y me besó de manera salvaje, como con coraje. Ya en el pasado he experimentado el sexo con violencia como forma alterna para buscar placer, pero el golpe de mi amiga habia sido lo mismo repentino que brutal. En cuanto recobré poco la conciencia, le devolví el beso de manera impúdica. Era el beso más obsceno que recuerdo haberle dado a alguien. Y apenas separamos nuestros labios le regresé la bofetada también de forma violenta, con la diferencia que mis fuerzas son mayores a las de ella. Sentí un enfermizo placer al ver como su cabeza giraba hacia un lado a causa de mi golpe de la misma forma que había hecho girar la mía. Pasados un par de segundos Lety volteo su rostro hacia mí y pude ver como un pequeño hilo de sangre escurría de su reventados labios.

No hubo palabras, no hubo disculpas de ninguna de las dos. Lety se limitó a estirar su mano a su bolso que había dejado en la cocineta y tomando un pequeño puño de su polvo mágico se lo ofreció a mi y a nuestro nuevo amigo. César se negó a probarla. En cambio yo metí mi rostro en la palma de la mano de mi robusta amiga y olvidando la pena que había sentido anteriormente aspiré como desesperada el veneno de color blanco.

Tomamos a César cada una por sus brazos y nos encaminamos los tres a la recamara. Nos acostamos en la cama y Lety quizás con todavía un poco de coraje tomó mi sostén y con fuerza lo jaló tratando de arrancarlo y provocándome un poco de dolor en mis esferas de carne. Levanté mis brazos para facilitarle la tarea, quedándome solo con mi pequeña tanga que apenas cubría mi secreto. Lo que siguió fue un festival de manoseos y besos donde a nuestro guapo amigo le faltaban manos para agarrar tanta carne. Jalando a Lety hacía él miré como su boca abarcaba el prieto pezón de mi amiga y empezaba a chupar como desesperado. Lo chupaba con fuerza y pasaba de un pezón al otro. Lety soltó un grito a causa de un fuerte mordisco que le propinó César en su duro pezón. Cuando mi amigo separó su boca pude ver que incluso se lo había dejado marcado. Fue entonces el turno de César voltear hacía mí y tomando con sus manos mis tetas y sin perder tiempo se prendió de uno de mis también duros pezones y empezó a mamarlo como si fuera un becerro. Lo hacía tan fuerte que me provocaba daño pero mi orgullo me decía que tenía que aguantar. Después de las bofetadas esto se había convertido en una guerra en la cual la ganadora sería quien soportara más castigo. Fué poco lo que pude aguantar pues una fuerte mordida en mis tetas me obligó a gritar al sentir como César casi arrancaba mi pezón de un fuerte mordisco.

La puta de Lety se puso en posición de perrito y ofreciendo su robusto culo invitó a nuestro mutuo amigo a montarla, cosa que él no tardó en hacer. Tan rápido como se acomodó detrás de ella así mismo fue la fuerte estocada que le dió a mi redonda amiga, metiéndole su garrote seguramente hasta el fondo de su peluda panocha. De nuevo Lety se vio forzada a soltar un grito y sin pensarlo mucho me acerqué a ella y le dí lo que fué mi segundo beso lésbico en mi vida. Nos besabamos y nos magreabamos las tetas una a la otra mientras César arremetía con más fuerza contra el agujero de mi amiga totalmente excitado de ver frente a él a dos amigas ahora convertidas en perras en celo.

Apartándome de la boca de mi amiga me moví rápido y recargando mi cara contra su culo posicioné mi rostro a unos centímetros de donde la dura verga de nuestro macho entraba y salía de la cueva de Lety. Era tanta mi calentura que empecé a sacar mi lengua para lamer el apestoso y ya muy sudado ano de mi amiga al mismo tiempo que sentía como el abdomen de César golpeaba mi cara en cada embestida que daba. No me importó y seguí con mi tarea de querer meter mi lengua en ese peludo culo.

“Abrele el culo con tus manos” me ordenó nuestro hombre y no terminaba de decirmelo cuando ya mis manos tomaban los cachetes del culo de Lety abriéndolos en su totalidad. Sabía bien lo que seguía y no solo quería verlo, quería también formar parte de la enculada que mi amiga estaba a punto de recibir. La guerra continuaba entre las dos y moría de ganas de ver como le reventaban el culo, como le hacían daño. Lety sabía también lo que estaba por suceder y ella misma también cooperó con sus manos para tratar de abrirse aún más sus nalgas.

No hubo compasión ni piedad alguna de parte de César. Sacó su verga de la pucha de Lety y usando los jugos vaginales como lubricante sin perder tiempo ensartó su dura barra de carne en el culo de mi amiga de un solo golpe. El berrido que lanzó Lety debió escucharse en toda la cuadra. Fué un grito de dolor, como si le hubieran encajado una daga ardiendo. A César eso pareció excitarlo más y con renovadas fuerzas inició otro furioso mete y saca mientras Lety seguía gritando.

“Ya,ya, yaaa. Para, para, para” escuchaba decir a Lety en medio de quejidos. Me siento culpable de decirlo ahora en este relato, pero en ese momento gocé de ver cómo ese hombre destrozaba el culo de mi querida amiga. Quizás ambas estábamos bajo el influjo de la droga, pero yo también estaba bajo los efectos de la excitación y las ganas de coger que mi mente se sentía nublada. De forma repentina César sacó su verga del reventado culo de Lety y la ofreció a mi. Sin pensarlo abrí mi boca y la engullí lo más que pude. Ni siquiera la capa de jugos vaginales, sangre y heces fecales que cubrían su verga fué impedimento para meterme su rabo en mi hambrienta boca y darle una mamada de campeonato. Esa verga era de mi propiedad y nadie me la iba a quitar.

Lety al verse abandonada por la verga de César se dejó caer en la cama con el culo reventado. De reojo pude ver como el ano de mi amiga era ahora un grotesco hoyo totalmente abierto del cual emanaba una mezcla de fluidos de color rojizo marrón. Yo seguía con mi tarea de querer sacar la leche de esa dura verga. Eso sería mi alimento de esta noche. César me tenía sujeta por mi cabeza y penetraba mi boca con fuerza intentando llegar más adentro con cada estocada. Literalmente estaba cogiendome por mi boca, haciendo que mi cabellera volara por todos lados como si estuviera poseída por un demonio infernal. No me importó, pues al mismo tiempo podía escuchar los quejidos de Lety. Yo había ganado. Esa verga me pertenecía ahora.

Tan engolosinada estaba yo disfrutando de esa verga y de lo que creía era mi triunfo que no pude evitar lo que sucedió a continuación. En un rápido movimiento, Lety tomó mi tanga por uno de los hilos laterales y con violencia la arrancó de mi cuerpo dejando al descubierto mi pequeño penecito a la vista de César.

“NOOOOOOOOOOO!” lancé un fuerte grito apenas y mi boca abandonó la verga de César, el cual al voltear hacía él se miraba impactado por el repentino e inesperado descubrimiento que mi traicionera amiga acababa de abrir ante sus ojos.

Lety por su parte mantenía entre sus manos mi rota tanga como un trofeo, orgullosa de haber dado el que parecía el golpe final en esta estúpida guerra sexual que habíamos decidido mantener ella y yo por un hombre.

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Me extendí demasiado en este primer relato por lo que he tomado la decisión de convertirlo en dos partes para no aburrirlos con tanto texto. El desenlace lo subiré en los próximos días. Espero hayan disfrutado de este mi primer intento de relato.

Agradezco a todos esos autores que sin saberlo han sido mi inspiración para contar mis propias anécdotas.

De igual manera si alguien se ofrece a darme algún consejo o ayuda para mejorar mis escritos, se los agradeceré infinitamente. Hasta la próxima.