Noche común de sábado a los 17
Una salida a bailar con unos amigos y mi hermano con su novia termina como suelen terminar, abierta.
Bueno, voy a seguir contando mis historias, en el orden que las recuerde o me llamen más la atención.
Hay algo en mi actitud, mi cara o mi cuerpo que parece producir un morbo extremo en aquellos que me cogen. No sé si seré demasiado caliente, muy sumisa, o parezco muy indefensa, el caso es que generalmente mis polvos no son precisamente románticos ni mucho menos. Pero no tengo ninguna queja, obtengo lo que me busco, y me gusta.
Cuando tenía 17 años ya salía mucho de noche. Un sábado vinieron dos amigos a casa, un chico y una chica, y cuando estábamos por ir a bailar, mi hermano y su novia de turno quisieron acompañarnos. Hacía algo de calor, las dos nenas teníamos puestas minifaldas y blusas algo escotadas, bastante normales, nada exagerado. Mi minifalda era de tela ligera, negra, y mi blusa blanca.
Estuvimos bebiendo y riéndonos mucho, en un momento mis amigos fueron a bailar entre ellos, y yo pensé en dejar a mi hermano con su novia un rato tranquilos, así que me fui a asomar por la baranda (estábamos en un segundo piso) a mirar la pista de baile, cuando se me acercó un man bastante mayor, debe haber rondado los 28 años supongo. Estaba bastante borracho, me hablaba muy cerca de mi cara con una sonrisa burlona y con esa actitud de macho conquistador del que se sabe atractivo, muy seguro de sí.
Claramente me tenía ganas, y cuando le conté que estaba con mi hermano, y se lo señalé, pareció calentarse más todavía. Sin decirme nada me tomó de la mano y de la cintura, y me llevó, bajando las escaleras, a la pista de baile. La música no era lenta, pero el tipo insistía en abrazarme y pegarme a su cuerpo, y me pasaba las manos por la espalda con bastante fuerza. En eso vi a mis amigos entre la gente que bailaba, ambos me miraban con cara de asombro y preocupación, luego se me perdieron entre los demás.
La verdad tenía una mezcla de miedo, rechazo, y calentura, y claro, eso se nota. No pasaron ni tres minutos cuando el tipo me estaba metiendo la lengua en la boca, con su fuerte olor a licor, y manoseándome el comienzo de las tetas y el culo. Luego, directamente me tomó la mano nuevamente y me comenzó a llevar hacia la puerta. Entonces traté de zafarme para decirle que no podía irme, que estaban mis amigos y mi hermano y cuñada allí, y solo me siguió tirando y diciéndome que en menos de 20 minutos estaríamos de vuelta.
El tipo ni siquiera me había preguntado mi nombre, solo mi edad y un par de cosas sin relevancia. Caminamos un par de minutos hasta llegar a su carro, me subí, arrancó y lo primero que hizo fue poner su mano en mis piernas y subirme la minifalda, luego me metió la mano entre las piernas y la abría, para que yo las separara. De vez en cuando me miraba los calzones y se mordía el labio inferior. Los recuerdo perfectamente, eran blancos y muy pequeños, como siempre.
Luego, como no tenía bien abiertas las piernas, me empujó hacia el lado una y luego la otra, y yo muy tranquila me dejé hacer y me deslicé un poco hacia delante por el asiento del carro para que pudiera manosear bien mi concha.
Me corrió los calzones y me enterró dos dedos juntos, hasta el fondo, sin ninguna delicadeza. Los metía y sacaba rápido, como cogiéndome con ellos, y en eso me dice "esta concha está bastante usada verdad?". Yo solo asentí y murmuré un débil "ahá", y en eso estacionó el carro al costado de un parque, en un lugar relativamente oscuro. Apagó el carro con la mano izquierda, y luego sacó sus dedos de mi concha y me los metió en la boca.
Luego se desabrochó los pantalones y sacó su verga, muy tiesa, de tamaño respetable, algo gorda y con la punta muy mojada y brillante, me tomó por detrás del cuello y me empujó hasta ponerme a mamársela.
Mientras trataba de tragármela toda, me tomaba de la cabeza y me empujaba hacia su tranca, y al mismo tiempo se movía como si estuviera cogiendo, y me decía "mámala toda perra, trágate toda la verga puta" y ese tipo de cosas, que me ponen a chorrear. Con la otra mano me manoseaba la concha y el culo. Se mojaba un dedo en mi concha y me lo hundía en el culo, hasta que decidió que era el momento de cogerme, me levantó del pelo, echó el asiento hacia atrás y me montó. Con sus rodillas me separó bien las piernas, con su mano me corrió los calzones con violencia, y luego tomó su verga y derechamente me la hundió.
Cuando ya me tenía bien perforada, tomó mis manos con las suyas y me las sujetó por encima de mi cabeza, y me empezó a coger durísimo insultándome y diciéndome que me iba a reventar la concha por puta. Así me tuvo un rato, hasta que me soltó las manos, solo para poder levantarme las piernas hasta ponerlas en sus hombros. Entonces si que me dolió de verdad, sentí su verga perforarme más allá de la profundidad natural de mi concha, y entendí su amenaza. Pero bueno, en realidad me pasaba por puta, por no saber ni querer decir que no. Me la sacó de pronto y me sentí algo aliviada. Me dijo "voltéate perra", y me puse en cuatro patas en la medida de lo posible, me dijo "levanta el culo" y volvió al ataque sobre mi adolorida concha. Estaba montado sobre mi, en cuatro patas sobre su perra de turno.
De pronto sacó su verga y empezó a presionar la punta sobre mi culo. Eso si me asustó, y aunque mi culo no tenía nada de virgen a esas alturas, estaba poco dilatada, algo preocupada por la hora, y no quería tener esa verga gorda en mis intestinos, así que me negué y el tipo, lógicamente, no me hizo ningún caso y siguió empujando, pero al final logré zafarme y casi llorando le dije que por el culo no. Se molestó y me hizo callar. Casi como si no tuviera otra alternativa me volvió a perforar la concha, ahora con más rabia incluso, cada vez que me la hundía me decía "toma puta", y me decía que seguramente muchos me la habían metido por el culo (y era verdad) y que ahora me hacía la inocente, y yo sentí que se iba envalentonando y que eso podía terminar mal para mi culito. Además con sus manos seguía sosteniendo las mías por las muñecas, con mucha fuerza. De pronto sacó una de sus manos y me sujetó las mías solo con su mano izquierda. Me sacó la verga y sentí como la volvía a poner apresuradamente sobre el agujero de mi culo, y cuando pensé que me iba a reventar sin remedio, sentí los chorros de leche caliente golpeándome y corriendo por mi raja hasta mi concha abierta y mis piernas. Seguramente por que no ensuciara su carro, con sus manos recogió su leche y se la limpió luego con mi minifalda.
No dijo nada, se guardó su verga y arrancó el carro, se detuvo a la entrada del estacionamiento de la disco, como a 500 metros de la puerta, y me dijo que me podía dejar ahí, que tenía que irse, mirándome con cara de ganas de que me bajara luego. Así lo hice, y cuando estaba bajando me agarró el culo con fuerza y me dijo "saludos a tu hermano".