NOCHE BUENA con una vecina casada
La pandemia ha hecho cambiar nuestras vidas y por fortuna una mujer madura, que siempre me había atraído, madre de un amigo y antigua profesora, se pone a tiro
Siendo unas navidades tan atípicas y como la nochebuena la paso siempre con la familia, como tenía días de descanso acumulados, me marcharía al pueblo, la intención era irme temprano el 19 que era sábado y estar hasta el día 25 regresando a valencia o si se ponían muy pesados el 26. En el pueblo todos me saludaban como si fuera el hijo pródigo, en parte tenían razón, porque al principio iba mucho y luego por trabajo y por mis fiestas, la visitas las alargaba cada vez más y llevaba 309 días sin ir, este dato era de mi madre y una madre nunca se equivoca.
Las primeras personas que encontré se pusieron un poco pesaditas, pero normal en el pueblo, cotilleando sin cotillear. Del apuro en esos momentos me saco mi amigo José, que vivía en el pueblo y llevaba un negocio familiar con el padre. Me puso al día del pueblo, de alguna amiga que había vuelto por divorciarse y de la señora Paquita que se había quedado viuda y era una mujer 10, doña Paquita era de las fuerzas vivas del pueblo. Muy respetada y muchos del pueblo trabajaban para ella. Ni me había enterado de que su marido hubiese muerto y también me contó, que como su casa estaba en una finca inmensa, por miedo se había bajado al pueblo, había reformado una de las casa más grandes y que seguía tan estirada como siempre.
Como era sábado me dijo que al estar todo cerrado que me pasara por su casa y así lo acordamos. Después de comer se acercaron un matrimonio vecino, que eran como familia pero sin serlo, como pasaba con mi amigo José y su familia. Pascual de 60 años y Amparo de 49, las mismas edades que los padres de José. Amparo seguía estando muy buena, decía que por las caminatas que se daban todos los días un grupo de mujeres, que se hacían algunos días hasta 18, no estaba nada mal y por lo que me entere doña Paquita se había unido a ellas. En cuanto pude me marché a ver a José.
Me abre la puerta Pepe el padre, que siempre había estado mas o menos en forma y le encontré con un tripón que parecía de nueve meses, me dijo que el puto covid, el no salir. Sin embargo Silvia, la madre de José, no parecía que tuviera 49 años. Estaba para empotrarla, siempre me había gustado y fue la musa de mis primeras pajas. Se había puesto más buenorra, había cogido un poco de peso, pero le habían sentado los pocos kilos muy bien y sobre todo a sus tetas, que llevaba un escote para meter la cabeza y lo que no es la cabeza. Ver el escote electrizo mi rabo. Otra vez del momento de apuro mirando ese tetamen, me saco mi amigo y su madre se dio cuenta de que le hice un visionado de su escote. Silvia no era del pueblo, aprobó unas oposiciones de profesora y le tocó el pueblo. Luego, según he oído a mis padres, se hizo amiga de Amparo que es de la misma edad y se enrollaron con la pareja de amigos Pepe y Pascual, que en sus tiempos de juventud no se les escapaba ninguna y se casaron.
En el colegio nos traía a todos los chavales locos y eso que siempre iba discreta, guardando las formas, a pesar de ello todos pensábamos lo mismo y José se cabreaba cuando oía decir lo buena que estaba su madre. Nos subimos a su habitación y con acra de cabreo, “Joder tío córtate un poco, que si tardo mas en llegar le babeas en las tetas a mi madre” no quería que se enfadara y por eso no quise añadir nada a lo que me acababa de decir. La conversación principalmente fue sobre nuestro amado Valencia C.F., era menos crítico que yo. Describiré a la madre, no llegaba al 1,70, si la vieras por primera vez no te darías cuenta, pero había cogido un poco de kilos, no se le notaría porque antes estaba muy delgada y tanto su culo como sus tetas habían adquirido una mejor forma y tamaño. El tiempo pasó rápido y Silvia llama a la puerta de la habitación de su hijo, avisándonos que había preparado algo para tomar.
Pepe estaba dormido resoplando y Silvia se había cambiado, estaba con unas mallas y un top escotado, porque iba a hacer bicicleta estática y había preparado todo donde lo iba a hacer, para que habláramos con ella y no estar sola, que si no se aburría y hacía menos bicicleta. Verla pedalear y el movimiento de sus tetas, era mejor que una peli de estreno, un concierto o lo que sea, como me embobada cada vez que la miraba, José me dio una patada en la pierna para que dejara de hacerlo. Cuando terminó se bajó y además de que los pezones estaban muy marcados, el coño se le notaba en toda su longitud. José se cabreó conmigo y no se pudo contener, me mandó a tomar por culo y me dijo que me fuera, Silvia quería saber el motivo del comportamiento de su hijo y este no respondió, pero me marché.
Silvia llamó a mi madre para contarle lo sucedido y para que me preguntara. Cuando lo hizo pase de hablarlo y le dije que habría pillado en un día malo a José. Mi madre tiene una mala costumbre y es hablar sin pegarse el móvil al oído, poniendo el altavoz. Escuché las explicaciones que le daba a Silvia y que ninguna se lo creía. Silvia: “Me vas a hacer un favor, el lunes que estaré por la mañana en casa, mandas a tu hijo para que traiga algo y así puedo hablar con él a solas” y eso era muy tentador y mi madre le dijo que sí, sin poner reparos. Me levanté temprano el lunes y cuando estaba desayunando mi madre me dijo de llevar una fuente de horno a Silvia, protesté un poco y me deje convencer. Al llamar a la casa no sabía cómo me iba a recibir y lo hizo llevando una falda negra prieta y una blusa de color rojo, con algunos botones a punto de salir disparados, pero sin ser algo escandaloso. Me hizo pasar y como se estaba preparando un café me invitó a tomar uno, de nuevo me hice de rogar y acepte.
--- Lo que pasó el otro día, no me gusto, no estuvo bien y aunque José tuviera razón, eso no se hace, te pido disculpas por parte de la familia.
--- Silvia de verdad, que no me tienes que pedir disculpas, son cosas entre José y yo, que no tienen importancia.
--- Le he preguntado y como un muerto, no me dice el motivo. Quiero que tú me lo digas.
--- Silvia va a ser que no, es cosa de tu hijo, es él quien tiene que decirlo.
--- Solo pueden ser dos cosas, quiero que me digas si es alguna de ellas. Si acierto solo me tienes que decir que lo he hecho. Vale?
--- Puedes decir lo que quieras, que no vas a acertar.
--- Eso lo veremos. Imagino que será por Ana María.
--- Ana María? Y que tiene que ver Ana María en todo esto?
--- No lo sabes?
--- El que, que tengo que saber?
--- Pues que se van a casar.
--- Primeras noticias.
--- Pues he metido la pata. No le digas que he dicho nada y deja que sea él quien te lo diga.
--- Pero es que se ha separado de su marido?
--- Sí y están esperando a firmar el divorcio y en cuanto lo hagan se casan. Y como tu tuviste un romance con ella, pues lo mismo José estaba mosqueado.
--- Yo no tuve un romance ni nada con ella, fueron habladurías.
--- Pues su marido nunca ha pensado lo mismo y es como con otras, tú siempre has tenido fama de calavera.
--- Fama injustificada. Ya te he dicho que no ibas a acertar y la otra cosa que puede ser, cuál es?
--- Que le haya salido el machito que lleva dentro y quiera defender el honor familiar, porque el muy tonto piense que te has fijado en su madre, cuando soy mayor y puedo ser tu madre.
--- No estoy de acuerdo en lo de que eres mayor y si ha sido por eso.
--- ¡Pero es que te has fijado en mí!? Porque no me lo puedo creer, habiendo chicas jóvenes que están muy bien.
--- Pues si me he fijado en ti, que desde siempre has estado espectacular.
--- Vale, vale, no te lances, que de pequeño entiendo que un alumno se pueda sentir atraído por su profesora pero a nuestras edades no.
--- Pues porque tú no quieres, que sino…
--- Que si no, que?
--- (Me acerque a besarla) Te haría una mujer muy feliz.
--- ¡PARA DESVERGONZADO! y sal de esta casa, no me esperaba esto de ti y no se lo contaré a nadie porque matarías de un disgusto a muchas personas, ¡FUERA!
Primero el hijo y luego la madre. En pocos días me han echado dos veces de la misma casa, eso ya me cansa. Lo mejor o lo peor según se mirara es que el 24 por la noche cenaríamos juntos. En el pueblo todo el mundo se conoce y no solo por los cotilleos, es más difícil ocultar las cosas. Silvia había tenido siempre fama de provocadora con los hombres pero fría como el témpano. Paquita fama de zorrón y en algunas cosas se veía que sí, pero se contenía por estar casada con un hombre mucho mayor y que se hubiera divorciado de ella si sospechara tan siquiera que hubiera podido tener algo con alguien y Amparo, que una vez siendo pequeño, su marido la cogió en una situación indecorosa, que era el término que usaban. Incluso se rumoreó que tuvo algo con mi padre. A partir de ese día me mantendría distanciado de José y su madre. Justo esa tarde Silvia junto a otra amiga vinieron de visita, al oírla me quedé un poco cortado y como tocaba pase a saludarlas. Mayúscula fue mi sorpresa al verla como si no hubiera pasado nada y darme dos besos, que me supieron distintos a los otros que me había dado siempre.
Llevaba bastantes días sin mojar, por culpa del trabajo y eché el ojo a Amparo que con mis bromas respondía siempre bien. Me fui a dar una vuelta por el pueblo y dar un paseo para desentumecer las piernas, me encuentro de sopetón a doña Paquita y que rica se había puesto la viuda. Iba vestida demasiado discreta y era una pena, porque la había visto en bikini y bañador y estaba de relamerse. Se interesó por mi vida en Valencia, me pregunto por dónde vivía, dónde trabajaba exactamente y me decía que ya no se me veía apenas por el pueblo, que mis padres siempre estaban hablando de mí, etc. y me pregunto por un fallo que tenía en su ordenador y no había manera de que el funcionara bien, de inmediato me ofrecí para vérselo, se quedó indecisa, “me parece bien, pero tiene que ser dentro de una hora, que ahora tengo que ir un momento a la finca y vuelvo”
Regrese a mi casa y busqué unos pd para poder solucionar algún problema que tuviera en su ordenador. Al oírme llegar mi madre vino a mi habitación, “llama a José y queda con él, que está muy arrepentido y le da vergüenza llamarte, olvida lo que haya pasado, que seguro que no es tan importante y llámale” a mi madre le dije que le llamaría pero que ahora mismo no podía quedar con él y le conté lo de la viuda, su reacción fue ponerse un poco leona, “cuidado, que no me fio de esa, como tampoco me fio de Amparo que son muy pelanduscas y si me apuras hasta Silvia” me hice el escandalizado y bajó el tono, “bueno lo mismo me he pasado que las quiero mucho, pero ve con cuidado” me eché a reír y le dije dándole un beso, que si me veía en peligro gritaría.
Fui a casa de doña Paquita y no me abrían, me toco esperar y por fin vi llegar su gran coche. Paro el coche bajó la ventanilla del acompañante y me dijo que entrara detrás, por el garaje. Entre y el garaje era espacioso, había dos coches más. Subimos y lo primero que hizo fue ofrecerme algo que tomar y sin escuchar lo que le iba a responder solo me preguntó enseñándome una botella de whisky, con hielo o sin hielo. Le dije que con hielo y sirvió dos buenos vasos de bebida y después me llevó a un despacho muy bien montado, estiró el brazo señalando con el dedo hacia el ordenador, “ese es el culpable, te dejo con él y si no te importa voy a cambiarme” deje libre mi imaginación y pensaba que se vestiría casi en plan puta y vendría a echarse a mis brazos.
Encendí el ordenador y era un auténtico desastre. No había manera de ver nada y entro ella, me dirigí a ella, “doña Paquita, esto pinta mal, lo mismo tiene que comprarse uno nuevo” “no me digas eso por favor que tengo archivos importantes y no me trates de usted y menos con el doña, simplemente Paqui” no se había vestido nada especial, se había puesto un vestido sin forma, que le llegaba justo a las rodillas y llevaba unas zapatillas-cuñas. Mientras trabajaba con el ordenador ella se sentó en un sillón y al cruzar las piernas se le veían un poco más los muslos, nada exagerado pero para mí suficiente. Cuando lo veía imposible, se hizo el día, tenía la pantalla perfecta, no dije nada. El historial era de lo más entretenido, muchas páginas de gays, lesbianas, tríos, jovencitos, etc., visionaba todo tipo de porno. Me fije en una carpeta que ponía CHATS, era un histórico de conversaciones de todo tipo de alto voltaje. Tome nota del chat, de su alias y de las horas a la que se podía poner, eche un vistazo rápido y en todas se conecta un poco por la tarde y mucho a partir de las 11 de la noche. Cerré todo y le dije que ya estaba. Le recomendé un antivirus que compramos y se lo instale. No hubo nada significante, salvo alguna mirada especial, pero que me llamaron la atención. De ahí me fui a ver a mi amigo.
--- Sellemos la paz y discúlpame por mi salida de tono.
--- No pasó nada, olvidado.
--- Aunque seguro que tú te hubieras puesto igual en mi caso.
--- Pues te equivocas, mi madre sabe lo que quiere o no quiere hacer y no me va a consultarme nada.
--- Pareces mi madre, ni que os hayáis puesto de acuerdo.
--- Cómo?
--- Pues que se olió lo que había pasado y me dijo que eso era problema suyo y no mío, que me preocupara por mi vida y no por la suya. Ya de paso te voy a contar algo que tenía guardado, Ana maría y yo nos casamos, en el momento que podamos.
--- Que callado te lo tenías, pensaba que era nada más que un tonteo y veo que me he equivocado, sí que vais muy en serio.
--- Te quiero ser sincero, ella ya me ha confesado que tuvisteis un rollo estando casada y quiero pedirte que no lo intentes ahora que está conmigo y que olvides lo que tuvisteis.
--- Olvidar no se puede olvidar, pero lo que sí me comprometo es a respetarla como nunca y no intentar nada. Pero con tu madre no me comprometo a nada, jajajajajaja.
--- Que cabronazo que eres.
Coincidí con Silvia alguna vez y en un mismo día varias veces y estuve yo más tenso que ella. El día 24 por la mañana mi madre me pidió que la ayudara a montar las mesas para la noche. Una vez que termine de ayudarla, me puse la ropa adecuada y me fui a andar por el campo, regresé a la hora de comer, comí y me fui a mi habitación. A las 7,30 mi madre me avisó para que fuera bajando y cuando me vio, me mandó a cambiarme de ropa, quería que me vistiera más “elegante” y no tuve otra que irme a cambiar. Minutos antes de las nueve ya estaban todos en casa. Entre ellos José y su familia. Pascual y Amparo vinieron con su hija Lula de 18 años y un monumento de chiquilla, que todos me contaban maravillas de lo buena niña que era y en la cocina cogí a mi madre por banda, “mama, cortaros un poco tú y Amparo, no me va Lula, es muy joven para mí, nos llevamos muchos años” y mi madre con su contestación me demostró que no estaba equivocado y que me querían ver con ella, “hijo mío, Lula es una buena niña, lo de la edad no tiene nada que ver mira sus padres, se llevaran 11 años y mírales” era una pérdida de tiempo discutir con mi madre.
Silvia la madre de José iba que rompía, vestido corto, escotado y con una mirada de fiera. José me miró cuando me pilló mirando a su madre, movió la cabeza y creo que me dio por perdido. Ana María fue también muy provocativa. Me salí al patio a tomar un poco de aire y detrás vino Lula, que traía toda la cara roja. “Jajajajaja, seguro que prácticamente te han empujado hasta aquí” se echó a reír y me lo confirmo con un movimiento de cabeza. Estuvimos hablando un rato y nos lo pasamos riendo contándonos las “presiones” de su madre y la mía. José salió a decirme que se iban y me quede extrañado, solo habían venido a saludar, esa noche la pasarían con la familia de su mujer y la navidad con sus padres. Así que los más jóvenes seríamos Lula y yo. Entramos dentro de la casa y Pepe, Pascual y mi padre no paraban de darle al codo y ya estaban “guapos” de estar toda la tarde dándole. Estaban los tres demasiados graciosos.
El horno de casa sin saber por qué dejó de funcionar y el cordero que estaba dentro estaba sin hacer. Momento de pánico por parte de mi madre y Silvia tuvo la solución, que lo lleváramos a su casa y los 45 minutos que quedaban pues lo haríamos en su horno. Amparo dijo que mejor en su casa que estaba pegada a la nuestra y quedamos así, me tocaba llevar la bandeja con el cordero a casa de Amparo y mientras las demás acabarían de preparar lo demás. O estaba salido o no sabía lo que me pasaba, pero en ese momento me follaría a Amparo. Debía sacarlo de la cabeza. Metió en el horno la bandeja y dijo que mientras se hacía podíamos tomarnos algo y sacó un licor de hierbas casero preparado por ella misma. Pegaba muy fuerte y se notaba nada más probarlo. Quiso poner un poco de queso y se dio la vuelta, dándome la espalda, se agacho un poco sobre la mesa y se puso a cortar queso, me acerque a ella, le pegue lo que se dice la cebolleta en su culo y fue lo contrario que con Silvia.
“Jovencito, no sabes que la fruta no se toca si no vas a comerla, pues yo soy como la fruta” , me costó un poco levantar su vestido, pero deje su culo a mi vista y tacto. La acaricie por todos los sitios y ya había dejado de cortar queso, estaba apoyada en la mesa. Se asustó porque de pronto pito el horno, había llegado a la temperatura que había programado. Al tener esa reacción se bajó el vestido y a pesar de estar muy mojada, dijo que eso era un disparate y que era mejor que me fuera. Me fui a la puerta y ella vino detrás, no me dejo abrir y me dijo que nos teníamos que apresurar, se quitó el vestido para no arrugarlo ni mancharlo. Se quitó también el sujetador y aunque las tetas que eran grandes, las tenía bastante caídas las tenía muy bonitas, con unos pezones grandes y oscuros. No perdió el tiempo me desabrocho los pantalones y cuando me vio el rabo con una sonrisa pervertida me dijo, “mi niño, menuda vergota que tienes, me voy a poner morada” me empujó hacia un sillón grande y se quitó las bragas, sentándose sobre mi se metió mi rabo ella misma, ante mi cara, me dijo que no me preocupara que me podía venir dentro de ella sin problemas.
Empezó muy suave pero cada vez se puso más belicosa. Me hacía comerle las tetas y se tocaba mientras me montaba, se corrió muy rápido y me decía que le faltaba algo. Me confesó que el gusta A4 y no me negué, me levante la hice ponerse sobre el sillón y me la folle en esa posición, ahora era mi ímpetu el que la follaba y ella lo pasaba bien, no pude aguantar y pasar de palmear su culo, por eso lo hice y ante sus insultos seguí haciéndolo. Me iba a correr y me pregunto si me faltaba mucho, al decirle que ya mismo, se quitó y se puso a hacerme una brutal mamada que no se sacó mi rabo hasta que no noto mi descarga dentro de su boca. Se vistió y le pregunté si me iba antes y quiso que me esperara. Me pregunto qué tal y le dije que me había sabido a poco, nos reímos y dijo que a ella le pasaba lo mismo, por eso me propuso que después de la cena, pasase a visitarla que su marido estaría durmiendo la mona.
Quería que se acabase la cena y poder ver a Amparo. En la cena la que estuvo especialmente atenta conmigo fue Silvia y si no me hubiera dado el corte que me dio, pensaría que quería algo conmigo. Terminamos la cena y se pusieron a jugar a las cartas, como era con dinero me excuse diciendo que no me apetecía y dije que me iba a mi habitación, Lula me pregunto por unos juegos de la consola y se vino conmigo. Me puse a buscar y ella me pidió permiso para entrar en mi baño, oigo la cisterna y cuando miro a la puerta sale completamente desnuda. Era como su madre pero estaba mucho mejor, tetas más grandes y con 18 años en su sitio, aunque sin nada se veían enormes, los pezones en vez de oscuro eran rosados, pero grandes también. Su madre tenía más vello en su coño, ella solo tenía una pequeña franja como una pista de aterrizaje.
Igual de impetuosa que su madre, nada de tonterías, al grano y con una frase graciosa, “te aviso que tu muñequito necesitará chubasquero” me desnude y saque del cajón unos condones. Lula cogió uno lo abrió, se lo colocó en la boca y así me lo coloco en el rabo, lo hizo perfectamente y a la primera, no recordaba nadie que me lo hubiera puesto así. Después de ponérmelo hizo como su madre, se fue sentando sobre mi rabo, lo hacía lentamente y encontraba su coño muy apretado y no es porque no estuviera mojada que lo estaba. Me miraba atentamente y me decía, “las otras pollas eran unas birrias al lado de esta, es un gustazo notarla dentro de mí” no fue tan impetuosa como su madre, tardó en sentarse del todo sobre mi rabo. Los siguientes movimientos, fueron lentos y muy precisos, se levantaba casi hasta dejar el rabo fuera y se lo volvía a meter todo, lo hacía cada vez más rápido, pero eso no quiere decir que fuese rápida en sus movimientos. Sus suspiros iban acompasados al mismo ritmo y así estuvo hasta que se agarró fuertemente a mi cuello, me beso y con ese beso noté como se corría, me hizo daño con sus movimientos.
La quite de encima la tumbe boca abajo sobre mi cama abrí sus piernas y le comí el culo y el coño, estaba rebosante, mi intención era follarme ese culo, que imaginaba que nunca se lo habían follado y cuando lo toque con mis dedos, me lo confirmó diciéndome que por ahí no, que nunca lo había hecho y le daba miedo. Me puse a follarla de nuevo y esta vez follaba su culo con dos dedos, se fue relajando y era el momento de intentarlo. Al sacar mi rabo de su culo esbozo una pequeña queja y no sabía lo que le venía. Puse la cabeza de mi rabo en la entrada de su pequeño ano, tuvo una pequeña sacudida y se quiso resistir, más fuerte de lo que fui con su madre lo fui con ella, le palmee con intensidad y fuerza sus nalgas, “estate quieta, ahora eres mía y vas a hacer lo que te diga, si quieres muerde la almohada, pero tu culo es mío desde ahora mismo” me desconcertó su sumisión, paro de decir nada, agarró la almohada con las dos manos, de un tirón la pudo debajo de su cara y vi con la fuerza y tensión que la agarraba.
Fui hundiendo mi rabo, no lo hice de forma salvaje lo hice de forma pausada. Estaba tan prieta como follándola su coño. Apagaba su susto con la almohada, la estaba mordiendo bien. Tarde un buen rato, hasta que ella sintió el contacto de mi cuerpo. En ese momento levantó la cabeza y se le oyó algo parecido a “AAAAOOOOUUUUGGGG” respiro fuerte y se quedó más quieta, recibía mis suaves movimientos sin apenas queja, hasta que empezó a mover sus caderas, a levantar el culo. Le aconsejé que se tocara y no lo pensó, metió su mano derecha por debajo de su cuerpo y la cosa empezó a coger un buen ritmo. Nos corrimos juntos y me puso muy cachondo haber estrenado ese culo tan jovencito. Cuando terminamos me decía que le quemaba un poco y le hice sentarse en el bidé que abriera el agua fría y así dándose un chorro, se le relajaría un poco y me dijo algo que no me esperaba.
--- Que, quien folla mejor mi madre o yo?
--- Pues no lo sé, tu follas muy bien, le pones mucha pasión.
--- Oye que no me chupo el dedo. Que conozco a la puta de mi madre y cuando te llevo a nuestra casa, sabía que te iba a follar, por eso fui detrás y os vi follando en el salón, jajajajajaja, que cara se te ha quedado, si casi me pilláis. Cuando te ibas y te agarro para llevarte al salón.
--- Pues sois distintas, cada una es especial.
--- Ya, eres un queda bien. Pues quien es mas puta de las dos?
--- Eso no se sabe por un polvo, lo que tienes bueno, es que eres sumisa y eso es difícil de encontrar.
--- Eso lo dices tú y no se en que te basas para decirlo.
La agarré del pelo con fuerza, le di un tirón y le dije que me volviera a poner el rabo tieso. Como esperaba fue obediente y lo hizo, ahora le folle la boca, hasta producirle alguna arcada y me senté en la taza del water y así pude cogerle sus voluminosas tetas, quería saber cómo de sumisa era, lo supe cogiéndole los pezones, le hice de todo en ellos, sabiendo que le estaba ocasionando dolor, lo disfrutaba y me hacía mejor la mamada. Impedí que siguiera y me di una ducha ante su atenta mirada. Cuando salí de dármela le dije que me hiciera el beso negro, ni dijo sí ni no, se quedó en blanco, me di la vuelta me apoye en el mueble de baño. Sentí su cara y su lengua comiéndome el culo, mientras me hacía una paja. Paró para decirme que la perdonara si no lo hacía bien, que era su primera vez. Mi respuesta fue tajante, “puta no hables y sigue” lo hizo tan bien que para no correrme sobre el lavabo, me di la vuelta y le llene la cara y las tetas con mi corrida. Quise bajar con los demás para que no se llegasen a mosquear y a Lula le dije que se aseara para bajar después, que si la preguntaban que se había quedado terminando uno de los juegos.
Estaban todos demasiado despejados y de juerga metiéndose unos con otros, no había trazas de que Pascual estuviera bebido y encima le veía bebiendo café tras café. Amparo miraba con tristeza, le hice un gesto para indicarle que fuera a la cocina, “lo veo complicado esta noche, el tonto de mi marido siempre se emborracha en estas cenas y hoy el cabronazo va y dice que no bebe mas, que luego le sienta mal” quise tranquilizarla y le dije que lo mismo mañana había una oportunidad, esperaba un tal vez y me salió con, “que te has follado a la zorrita de mi hija?” puse cara de extrañeza por la pregunta y mentí. Me miró no creyéndoselo mucho, “que me da igual, si Lula y yo nos contamos todo, fíjate, me dijo que si podía se lo iba a montar contigo, que desde pequeña te tenía ganas y la anime a ello” como no sabía si era una trampa seguí negándolo. Antes de irse todos, como la navidad nos volvíamos a reunir, para comer los restos de la exagerada cena, le dije a Lula, “mañana quiero que vengas con faldas y sin bragas, quiero meterte mano donde y cuando quiera” la contestación de ella fue de plena sumisión con su mirada.
Día 25 de diciembre, me levanto y no hay ni un ruido en toda la casa. Desayuno y salgo, el pueblo, parece un pueblo desierto, me cruzo con un abuelito y después con la viuda, que me dice que ahora le va todo muy bien, al final de la corta conversación, le doy mi móvil por si tiene cualquier otro problema que me llame. Su despedida parecía una invitación a otra cosa, pero no lo tuve del todo claro y preferí esperarme y poner en práctica mi plan. Llegando a mi casa veo el todoterreno de mi padre en la misma puerta y está esperando a Pepe, Pascual y Eusebio. No me dice si voy con ellos, se van y que volverá a la hora de comer. Veo a Amparo que me hace una seña desde su casa. La entiendo perfectamente y hago un poco de tiempo.
Me acerco a la casa pasado un tiempo prudencial y me abre la puerta cuando llamo y con cara de mala leche. Entiendo su cara cuando sin verla, oigo el saludo de Lula. Me invitan a un café y cuando nos quedamos solos Lula y yo, con voz de enfadado le digo que desaparezca que me quiero follar a su madre. Ella me mira con enojo y cuando su madre trae mi café, nos dice que va a bañarse y a su madre que no la meta prisa. Eso no convence a su madre, que ante mis “ataques” me rechaza en todos ellos. No se fía de que su hija pueda aparecer, “no me gustaría que mi hija nos descubriera en plena faena, no por nada, porque me daría corte, pero que lo mismo me pasaría si estuviera con su padre” seguí y una vez que logre tocarle el coño, porque no llevaba bragas, ese fue mi momento de victoria. Le di la vuelta, ella misma se apoyó en un mueble y le levante del todo el camisón. Me coloque detrás de ella y la penetré sin preámbulos, tuvo un gemido intenso de placer e inicie mis penetraciones a un ritmo veloz. En cuanto me di cuenta de que Lula nos observaba, me eché sobre su madre, agarré el escote del camisón con mis dos manos, dando un fuerte tirón rompiéndolo y sus tetas saltaron libres. Quería que viera las tetas de su madre de un lado para otro con mis penetraciones.
A Amparo ya no le preocupaba nada, ni de que su hija pudiese bajar o que su marido pudiese llegar antes de lo previsto. Porque sus gemidos y sus palabras soeces respondiendo a las que yo le decía, no eran en tono bajo, estaba desenfrenada. En ningún momento paró de pedirme más y tampoco paro de decir que le gustaba el rabo que tenía y que llevaba mucho sin estar bien follada. Todo eso Lula lo podía oír y me ponía mas cachondo. Lo que me hizo después fue una faena en toda regla. La muy cabrona se corrió formidablemente, pienso que hasta se corrió dos veces seguidas, pareció daba un pequeño traspiés, se quitó, me quede con el rabo tieso y de pronto, diciéndome que estábamos locos, se fue como si llevara una antorcha encendida en el culo, me dejo de esa guisa. En esa huida inesperada, pude oír como se encontró con sus hija y como decía, “TU AQUÍ, QUE HACÍAS AQUÍ? Qué vergüenza” y ya no la oí más. Me asomé y no había rastro ni de madre ni de hija.
Me desquitaré después de comer con su hija. A la comida llegaron los últimos y nada más comer, Lula se despidió de todos, a mí me echó una mirada de rabia y como si me dijera “JODETE” porque se fue con unas amigas. Esas fueron mis vacaciones de nochebuena.
--xxXxx—
Debido a que alguien, que pensaba que teníamos buena sintonía, se ha sentido molesto por algo que había escrito, decidí borrar y subsanado el malentendido, no deseado, lo he vuelto a publicar.