Noche a ciegas
Jorge me dijo entonces: Cariño, esta noche no vas a ver nada, sólo disfruta. Vamos a las camas.
Diez años, diez años practicando sexo duro en casi todas sus modalidades, y nada, ni un solo orgasmo vaginal. La desesperación llegaba a su límite. Para los médicos, ginecólogos, psicólogos, psiquiatras... todo estaba en orden, no había motivo aparente para mi anorgasmia. Obviamente mis parejas no lo entendían, ni lo entienden, no comprenden que yo tampoco, que es a MI a la primera que me afecta y a la que más frustrante le parece.
Al final, después de muchas relaciones, experiencias, tríos, parejas liberales, sexo en grupo... debo conformarme, hasta que llegue algo mejor, con lo que hay: orgasmos clitorianos y fingir todo lo demás.
Llevo 2 años viviendo con mi pareja, una de las más liberales que he tenido. Era sábado por la noche y habíamos quedado con una pareja de amigos a cenar en una cafetería, para después ir los cuatro a un pub liberal.
Yo, que solía desayunar a diario en susodicha cafetería, ya llevaba tiempo fijándome en el camarero, siempre con camiseta blanca ajustada, marcando pectorales y tableta. Puedo jurar que lo que más me atraía era su intensa mirada, su sonrisa y su abdomen, hasta que un día decidí mirar más hacia abajo. Dioooossss!!!!..... ¿Este hombre era de plastilina o qué? Estaba como un tren!!!, lo tenía todo perfecto, en su sitio y en las dimensiones adecuadas!. Noté un pequeño "clap" en mi coño ¡¡¡Se había abierto él solito!!! como si se hubiese descorchado una botella de cava, incluidas las burbujas, que me recorrían el cuerpo. Ante mi cara de imbécil (supongo) él me regaló su mejor sonrisa. Pasaban los meses y yo me dedicaba sólo a tomar café y a deleitarme con su figura y amabilidad.
Terminamos de cenar entre risas y cachondeo. Decidimos tomarnos una copa allí mismo, pues era más barato y aún era pronto para ir al otro local. Yo andaba "contentilla" por el alcohol cuando decidí ir al baño y a mitad de camino, resbalé. Alberto, que así se llama el camarero, no dejó que llegase al suelo, quedando casi en cuclillas abrazándome desde atrás con ambos brazos, uno por debajo de mis pechos y otro por el reverso de mis rodillas. Me quedé mirándolo fijamente, nuestras caras enfrentadas no estaban a más de 2cms y me dijo:
¿Estás bien? ¿Te has...
Podría permanecer así toda la noche - le dije, sin dejarle terminar la pregunta.
Soltó una gran carcajada al tiempo que hacía que me incorporase y me rozaba los labios en un pequeño pico.
Sonrojada seguí mi camino.
El resto del tiempo pasó entre miraditas y sonrisas cómplices.
Nos fuimos al pub. Este local me encanta, pero si he de escoger una estancia, me quedo con "La zona oscura", morbosa donde las haya, porque no sabes quién te está acariciando, abrazando, besando... donde se entremezclan pollas, manos, bocas, que salen de todas partes como si tuvieran vida propia y no pertenecieran a ningún cuerpo en concreto, sin que tu veas nada de nada, se van adueñando de tu desnudez.
Entramos pues en esta zona, los 4 a la vez, Jorge (mi pareja) Juanjo, mi amiga y yo.
Empecé a besar apasionadamente a Jorge, metiéndole la lengua hasta las amígdalas mientras intentaba hacer ventosa con nuestros labios, cuando noté que alguien me hacía una coleta en mi melena dejándome la nuca despejada y empezando a besarla humedecida y sensualmente. Un tacto rugoso y otro más sedoso se deslizaban por cada milímetro de mi espalda erizándome la piel, al tiempo que mis pechos eran succionados con diferente intensidad, ninguno de ellos era Jorge, ni Juanjo, ni mi amiga, conocía a la perfección sus bocas y sus manos.
Mis piernas se iban abriendo de manera inconsciente, me moría porque alguien pasara sus deditos por mi coño, pero nadie se dignaba. Cuando decidí hacerlo yo misma, me levantaron los brazos acariándomelos con el reverso de la mano desde las axilas hasta las muñecas. Sentía como unas 10 manos entre mi espalda, mi vientre, mis pechos, mis brazos... cada una provocándome sensaciones diferentes, alguna se acercaba de vez en cuando a mi pelvis, pero ninguna profundizaba en ella.
...Clítoris....- musité.
...Nooooooooo......... - me susurró Jorge al oído mientras se lo comía.- Aguanta mi amor.
Entre varios me cogieron en brazos a horcajadas abriendo mis piernas al máximo y exponiendo mi coño que estaba chorreante. Varias lenguas empezaron a acariciarme las ingles acercándose cada vez más a mis labios vaginales, uno de los dedos se deslizó tímidamente por toda mi humedad, recorriéndome desde el ano hasta el clítoris, como una pluma, apenas rozando.
- Joder nena! Cómo estaaaaássss....!!!! - dijo entre dientes.
Yo ya no podía más, necesitaba ser follada, penetrada, masturbada, ¡algo!
¡Silvia! ¡Ayúdame!!! - le dije a mi amiga.
Jajajaja... - Ya lo estoy haciendo guarrilla! - me dijo.
Cogí la primera mano que pillé y me la acerqué a mi caldera, pero antes de que llegase al lugar deseado, ya tenía una polla restregándose en óvalos por todo mi coñete, a la que se le sucedieron otras varias que cada vez lo hacían con más ímpetu, entremezclándose con bocas que me comían a lengüetazos.
Mis gemidos empezaron a elevarse de tono y continuidad, y una de las pollas me penetró con una lentitud jamás imaginable por mí, mientras que el que me sostenía por detrás metía uno de sus dedos en mi ano.
Me soltaron sin sacarme el dedo del culo, que en esos momentos ya empezaba a moverse de forma vibratoria y sin dejar de comerme el coño, me vendaron los ojos.
Jorge me dijo entonces: Cariño, esta noche no vas a ver nada, sólo disfruta. Vamos a las camas.
Pero me engañaron, pues de repente volví a sentir como me elevaban de piernas y brazos sumergiéndome en el jacuzzi. Allí hicieron que me arrodillara y me metieron una polla enorme en la boca. Empecé a comerla como si jamás me hubiese comido ninguna. Aquel falo parecía no tener final, además, estaba riquísimo, no podía parar de masturbarlo, de recorrerlo con mi boca de arriba a abajo, en círculos, de agarrarlo fuerte con mis manos y moverlo inversamente al movimiento de mi boca.
Oía voces que me brindaban bonitos piropos y susurros guarros que me ponían a mil. No cesaban de acariciarme. Noté como aquel cuerpo se iba desvaneciendo y quedando cada vez más bajito, yo seguía su movimiento.
Aprovecharon entonces que mi culo estaba en pompa y mi vagina libre para masajearme el clítoris mientras intentaban encularme. Y yo sin dejar de comerme aquella polla, no podía!, estaba como "enganchada" a ella. Me senté sobre uno de los cuerpos y empecé a cabalgarlo de manera bastante salvaje, era la fuerza que me producía mi cachondez con aquel aparato en mi boca.
Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaah........ ¡¡¡Que bestias!!! me encularon de una sola embestida ¿Fue dolor ó susto? Creo que una mezcla de ambos.
Necesité entonces apoyarme en algo e hice gestos con mis manos por ver si alcanzaba el borde la piscina, pero lo que me pusieron en cada una de las manos fueron sendas pollas a las que me agarré fuertemente. Después de un par de sacudidas y ante el asombro (supongo) de los presentes y el mío propio, me quedé "parada", sin moverme, ni chupar, ni hacer nada. Me paré a pensar: A ver..... tengo una deliciosa polla en mi boca de la que no me puedo desenganchar, otra dándome por el culo, me estoy cabalgando otra y tengo dos más en las manos...... ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡Guuuuuaaaaaauuuuuuu!!!!!!!!! mi pose era un poco incómoda pero no iba a desaprovechar esta oportunidad. La madre que me hizo! Qué a gusto me sentía! Intentaba acompasar mis movimientos pero era inútil, tenía que estar pendiente de demasiadas cosas a la vez, así que me dejé llevar por todos aquellos cuerpos sintiendo como entraban y salían sin pausa de cada uno de mis orificios. No sé ni el rato que permanecimos así, pero era genial!. Estaba disfrutando como nunca. Sabía que posteriormente me iba a arrepentir por el escaldado y la irritación, pero en aquellos momentos quería más y más. Estaba que me salía. Estaba siendo, sin duda, mi mejor experiencia, aún así no había conseguido correrme vaginalmente, aunque sí tuve varios clitorianos.
En ese momento cambiaron la música de fondo, pasando del Jazz al Country y elevando ligeramente el sonido del mismo. Eso significaba que eran las 5 y que en una hora aproximadamente cerrarían el local.
La noche terminó en las camas, intenté quitarme la venda de los ojos, pero Jorge no me dejó. Allí me pusieron a cuatro patas y me estuvieron dando sin cesar por delante y por detrás, al mismo tiempo, no sabía hacia donde mover el cuerpo, mis ojos se me salían de las órbitas, aún así deseaba continuar, quería correrme vaginalmente. Por fin paró la música, eran las 6, me quitaron la venda de los ojos y nos dirigimos a las duchas.
¡Que alucine de noche! No podía parar de sonreír, de besar y de darle las gracias a mi chico, que sin duda se había conchovado con algunos de los chicos asiduos al local para regalarme todo aquel placer. Lo único que no entendía muy bien era porque no me había dejado quitarme el pañuelo de los ojos en toda la noche. Me dijo que había estado con alguien que ni me imaginaba y que a esta persona en concreto, dado que era su primera vez en un local de éstos, le da mucha vergüenza ser vista por mí. (¡Vaya tontería! - pensé). El resto del finde trascurrió con total normalidad. Toda la mañana durmiendo y por la tarde salimos un ratillo de cañas y tapas.
El lunes, como era lo habitual, volví a desayunar en la cafetería de Alberto. Y después de un "buenos días" no demasiado efusivo, al ponerme el café en la barra, me preguntó:
- ¿Que tal terminó el sábado?
Ya veis! ¡Que inocente pregunta, ¿verdad? Pues derramé el sorbo que acababa de beber y supongo que me sonrojaría.
- Bi...en, no estuvo mal - contesté entrecortada y tartamudeando.
¿No sería Alberto quien no quiso ser descubierto y por el que estuve toda la noche con los ojos vendados?
-No podía quedarme con la duda, pero tampoco me atrevía a preguntárselo directamente. ¡Qué fuerte!
Lo peor es que me pasé el día pensando en quien sería, todo y todos me parecían "sospechosos": mi Jefe, mi subordinado, mi secretaria, el chico del correo...
Al final llamé a Jorge al trabajo y me dijo que le había prometido a esa persona no desvelar su identidad, que ella misma se daría a conocer en cuánto reuniese el suficiente valor. Me olvidé del tema y me concentré en mi trabajo, aunque de vez en cuando se me iba la mente.
Era Alberto fijo, o al menos eso era lo que yo deseaba.