Noble plebeya ii

Alein se le ocurre cada idea para poder esos ojos que la hechizan

NOBLE PLEBEYA

Por Andre love

Pero como desde el primer día que había llegado a París, no dejaba de pensar en el chico de ojos verdes y ahora se había tropezado con él, y sintió algo más profundo de lo que había sentido la ves que lo vio en el Pavillon.

No supo porque le había dicho tal cosa, acaso deseaba topárselo de nuevo?, algo así le dio a entender sin querer.

-No sé porque me ha nacido ese sentimiento tan maternal, si creo que es eso, verdad? -Pensaba Alexandra tratando de concentrarse en lo que la rodeaba, pero era inútil.

En París vivían hacinados más habitantes que en cualquier otra ciudad del mundo, unos seiscientos cincuenta o setecientos cincuenta mil.

Era un momento en donde el hombre quería sobre salir ante todos, y el afán de novedad reinaba por doquier en todos los ámbitos, experimentos, megalomanía en el comercio, el tráfico y en las ciencias.

La gente leía libros, incluso las mujeres. Era un siglo de desmoralización, de caída en un pantano intelectual, político y religioso, creado por el hombre.

-Bonjour!!!

-Bonjour Nicolás, como te ha ido?

-De perros!!!

-Como así?

-Bueno, es que el patrón la tiene contra mí, todas las idioteces que cometen los demás me las echa en cara a mí, y todo porque soy el más joven, cree que me puede humillar por eso.

-Pero eso está mal Nicolás, no debes de permitirlo.

-Y qué puedo hacer?, estoy propenso a que me despida en cualquier momento...no puedo hacer nada.

Nicolás se encontraba con la cabeza baja, esto era difícil de contar, pero sentía mucha simpatía por Alein y una confianza muy grande.

-Tranquilo, vas a ver que todo se arregla, solo tienes que hacerte respetar un poco, si no es posible con tu patrón, hazlo con tus compañeros y verás que se harán cargo de sus propios errores.

-Eso espero, estoy harto de ser el hazme reír de toda la embarcación. Pero y dime, como te fue a ti en tu primer día?

-Para serte sincera, eh!!! digo sincero, jeje, pues me fue bastante bien, se trabaja en grupo, y creo que me respetan...un poco.

-Bueno paréese que te irá muy bien, espero que no te pase lo mismo que a mí.

-Eso espero.-Le indicó Alein.-Oye Nicolás...nunca te ha pasado que quieres que te pase algo...algo que deseas mucho, pero que tú sabes que es imposible que pase, pero pasa y no sabes qué hacer cuando pasa...y te ha pasado más de una vez y tienes como la sensación de que pasará otra y otra vez...te ha pasado?

-Ehhh... me lo repites otra vez?-Le propuso Nicolás que quedó con cara de no entender nada de nada.

-Es que me ha pasado algo muy curioso, ahora que venía para acá.

-Quieres decirlo de una vez?-Le decía Nicolás un poco desesperado para que prosiguiera de una vez por todas.

-Bueno, es que...Hace rato me he tropezado...no me lo vas a creer, jeje...

-Haber dale de una vez.

-...Me he tropezado con la Marquesa de Versalles...-Luego de decir eso, miró de reojo a Nicolás, para poder ver su reacción.

-Ajaaa???

-...Bien, umm...se ha dado un golpe de muerte, jajaja...igual que yo...jaja...

Nicolás estaba anonadado escuchando al loco de “Franco”, pensó que no debería de andar por las calles en ese estado.

-Bueno, Franco...esteee... porque no te llevo a tu casa y...

-No me crees verdad?

-Porque debería?

-Porque no?

-Está bien, está bien...te creo, pero dime una cosa, porque decidió la Marquesa de Versalles andar sola por estos confines, como si fuera una persona normal?...tú me entiendes.

-Qué se yo... bueno pues, eso me ha pasado y...fue increíble.

-Seguro que sí, es una delicia de mujer, todos los hombres se morirían por topársela como te ha pasado a vos. Eres un suertudo, sabes?

-Sí, creo que si.

De repente cambiaron de tema.

-Y dime tienes algo que hacer?

-Umm...no, no que yo sepa.

-Bien, tengo que ir a una reunión.

-No me digáis, opositores?

-Aja, te apetece ir?, es muy buena, además la gente es amigable, bueno ya conocéis a algunos.

-Esta bien, iré.

-Excelente!, vamos pues.

Simplemente se dirigieron hacia el Pont au Change, un puente que unía la orilla derecha del Sena con la Ile de la Cité que era el centro comercial más distinguido de la ciudad.

Alein iba absorta, ni siquiera se daba cuenta de donde estaban, solo seguía a Nicolás como perro con su dueño, una y otra y otra vez su mente difusa tan fugaz como un resplandor del sol al amanecer unos incansables ojos de cielo.

En eso algo llamó su atención, desde una vitrina de una ventana la joya más hermosa que sus verdes ojos hayan visto jamás.

-Es como...sus ojos!!!-Dijo esto en voz alta sin darse ni cuenta.

-Sus ojos?, cuáles ojos?, Franco?

-Oh!.. lo siento Nicolás, tuve curiosidad, solo quería ver.

-Y creo que eso es lo único que podrás hacer.-Le comunico este.

-Si claro, ya lo sé.-Le reveló Alein con una mueca de mal humor.

-Es un zafiro muy lindo.

-lindo?, es increíblemente hermoso, es intenso, profundo, es cálido y a la vez frío, suave y físicamente duro, penetrante, sensual, delicioso, es...es...

-Azul!!!, vamos Franco pareces un estúpido enamorado, o eres así de bobalicón?

-Claro que no!!!, es solo que...me gusta y ya...solo eso.-Dijo esto último casi en un susurro.

Pero bien sabia lo que le pasaba.

-“No puedo sentir esto, no puedo estar como una idiota todo el tiempo pensando en alguien que no conozco en absoluto, Dios....que me pasa???”-Se debatía a si misma.

-Vamos Franco, llegaremos tarde.

-Si, al propósito en dónde estamos?

-Te estoy empezando a conocer y ya te tengo miedo.-Le informó Nicolás haciéndose el asustado para después echarse a reír.

-Ja ja ja, que gracioso que eres Nicolás.

-jajaja, verdad?, bueno perdóname, es que todo el tiempo estas volando a la luna.

-No es verdad!!!

-Si lo es, y no me contradigas que lo sabes.

-Lo siento, no me doy cuenta.-Le dijo Alein un poco triste.

-No te preocupes, de vez en cuando es bueno que tu mente vuele, pero no debes de ser tan despistado.

-Si lo sé.

-Pues, estamos en la Ile de la Cité.

-Si, ya me había dado cuenta de ello al ver el zafiro

-Bueno nos vamos o que!

-Vamos.

Al parecer se estaban dirigiendo hacia la Plaza de la Catedral de Saint-Pierre. Faltaba poco para que oscureciera, Alein sabía que su madre se preocuparía por ella, así que decidió quedarse un poco y después se iría.

Llegaron a la Plaza, al puro frente de la Gigantesca Catedral, ya casi no había gente por allí, se encaminaron hacia el final de esta y doblaron en la esquina, caminaron un poco más y finalmente se detuvieron en una de las grandes paredes de piedra de la Catedral.

Alein se quedó un poco intrigada, no parecía haber alguna puerta allí, Nicolás vio esto y le sonrió, luego se fue un poco más hacia la pared y empezó a quitar un gran puñado de hojas de un arbusto y de la pared surgió un agujero bastante grande para que una persona pudiera pasar por allí.

-Vamos, que esperáis?

-Um...no sé.

-No me digas que tienes miedo.

-No...no es eso, solo que no estoy muy seguro.

-Adentro están todos, vas a ver que estarás muy cómodo.

-Si tú lo dices...

-Tiene que ser así, no podemos hacer esto así no más, sabes lo que pueden hacerte si se dan cuenta?

-No no lo sé, y no me gustaría averiguarlo.

-Tranquilo es muy seguro, te va a gustar, confía en mí, todo esto lo hacemos porque queremos luchar por nuestros derechos, por nuestro pobre pueblo.

-Esta bien.

-Así me gusta.

No muy convencida que digamos, entro por el agujero seguida de Nicolás hacia al otro lado. Estaba oscuro y frío, estar dentro de una gigantesca Catedral a oscuras y tras de eso con el peligro que los descubrieran, si que era un poco aterrador, más para Alein que no estaba acostumbrada a este tipo de aventura por decirlo de alguna manera, pero confiaba en Nicolás, solo esperaba no estar equivocada sobre ello. Se dio cuenta que no estaban solos, escucho a Nicolás silbar para informar de su llegada, escuchó otro silbido igual y al segundo llegó una chica por ellos con un candelabro para poder iluminar el camino.

-Bonne nuit! Laure.

-Bonne nuit Nicolás, te esperábamos.

-Si, lo siento, tuve unos pequeños...contratiempos.-Le comunicó Nicolás a esta mirando de reojo a Alein, que estaba con un atisbo de fastidio en su rostro.

-No me vas a presentar a tu amigo?

-Si perdona... Laure, Franco; Franco, Laure.

-Mucho gusto Franco.-Le saludó Laure mirándolo muy detenidamente, más de lo necesario.

-Igualmente Laure.

-Bueno vamos ya.-Indicó Nicolás rompiendo el momento.

Llegaron a una pequeña sala, esta estaba iluminada, avían unas quince personas, igual como la vez pasada, todos jóvenes, la mayoría estaban sentados en unas sillas improvisadas, había un chico hablando de pié delante de todos los demás, Nicolás, Laure y Alein se dirigieron a unas de las sillas que estaban más atrás, Laure les ofreció un poco de agua, estos aceptaron su ofrecimiento y sin más se dispusieron a escuchar.

-...y así es, somos un país básicamente rural, de los veintiséis millones de habitantes que hay en todo el país, veinte somos campesinos, la cochina nobleza se muestra absolutamente contraria a contribuir con el déficit de nuestro pueblo. Es necesario que tomemos una iniciativa ante esto...

-Y como haremos eso?-Preguntó alguien.

-No contribuyendo con ellos, no pagando algunos de los impuestos establecidos, y lo más importante, quitándoles a ellos lo que por derecho es nuestro, toda su riqueza, hacerlos desesperar, el maldito Rey se va a dar cuenta de que aquí no hay imbéciles como él piensa.

Alein no compartía ese punto de vista, si empezaban a hacer todo eso, no iban a durar mucho con libertad, y seguramente las leyes se harían más fuertes y la opresión más dura, aunque fuera un grupo pequeño, era muy peligroso, y no solo ellos tendrían problemas, esto sería para todo el pueblo, no creía que la burguesía cambiara, siempre sería lo mismo y peor aún.

-Podemos hacerlo, tenemos que hacer algo. Como ya se habrán dado cuenta, hay extranjeros de otras ciudades en París, es lógico que han venido a tomar parte de los planes del Rey y de sus tontos seguidores, pero este a querido taparlo con el ya más que sabido aniversario de la ascensión al trono. Sabemos bien que ha invitado a la Marquesa de Versalles...

Al escuchar el cargo de esa persona, Alein afinó más su oído, y empezó a sentir como una masa de aves queriendo salir de su pecho.

-...Esta noble, es una clave importante para la monarquía, por ello la a convocado y no por lo que se dice, con la esperanza de ganarse su apoyo y con la ayuda de esta desea tener un mayor poder y poner en definitiva el fin del antiguo régimen...

Alein estaba sorprendida de escuchar tanta información tan, pero tan importante para que se dijera así como así, supuso que había una persona infiltrada en los dos bandos, esto parecía ser bastante importante, estos chicos no estaban jugando, de verdad deseaban hacer todo ello, era un grupo pequeño, pero también poderoso que conllevaba a un gran movimiento contra el absolutismo y la monarquía.

-...por ende, es muy peligrosa para todo nuestro pueblo, es una mujer sumamente poderosa, y si llega a tomar un mayor rango junto al Rey, sería el inicio de la hegemonía. La burguesía tiene en sus manos el mayor poder económico, en definitiva, desea acabar con los privilegios nobiliarios. Por eso compañeros, os ruego que no sean tontos, si dejamos que esto se desarrolle más de lo que ya esta, seremos sus víctimas, no seamos cobardes, aunque en estos momentos somos pocos, pronto se nos unirán más, alguien tiene que empezar por algo, y no hay mejores que nosotros para ello...

-Siii!!!-Evocaron todos excitados, deseaban pelear, en esos momentos se sentían más fuertes que nunca.

-...Pero... tenemos que empezar a hacerlo inteligentemente, poco a poco y con mucha sumisión, somos pocos y no queremos que en lugar de crecer, vayamos disminuyendo.

Alein también estaba emocionada, este ego elocuente era muy pegajoso, pero no dejaba aparte lo que esto significaba, no sabía si salir de ese lugar y seguir con su rutinaria vida, ahora como hombre que ya era muy difícil de hacer, o quedarse y ser partícipe de esto, no dejaban de tener razón ante todo, pero aún así era muy peligroso, y más para ella, si por alguna razón la detenían y se daban cuenta de que era mujer, sería su fin, y no solo ella sería la afectada, también su familia. Pero el hacer algo nuevo, algo por el que luchar, y hacer el bien a un pueblo reprimido, era algo muy tentativo par ella.

-Y dime, que te ha parecido?-Le indagó Nicolás junto a ella.

-Es bastante interesante y todo es verdad, tenéis un fuerte espíritu de lucha, pero también es demasiado peligro estar en contra de la burguesía, es demasiado poderosa y se atreven a hacer lo que sea con tal de destruir lo que se les atraviese en su camino.

-Si, tienes razón, pero como lo dijo Alphonse, nuestro líder, alguien tiene que empezar a luchar por nuestros derechos, por nuestra libertad, y estamos más que dispuestos a enfrentarnos a ellos.

-También tú tienes razón, luchar por la verdad es algo muy noble, y...estoy al igual que ustedes dispuesto a luchar por ello.

Nicolás se le quedó mirándolo muy seriamente, algo asombrado y a la vez orgulloso.

-Estas seguro de ello?, no quiero llevarte a algo muy difícil para ti.

-Estoy seguro, y tu no me llevarás a ningún lado, lo haré por la libertad de nuestro pueblo, lo haré por mi familia, por ti... y por mí.

-Compañeros y compañeras...poned atención.-Decía Alphonse que momentos atrás hablaba en el mismo lugar en el que está ahora.-Paréese que tenemos entre vosotros a un nuevo hermano, por favor Franco, queréis venid acá?

Alein al escuchar “su” nombre, algo recelada se dirigió hacia el hombre.

-Franco que bueno que estéis aquí, me dijeron que eres amigo de vuestro querido y respetado compañero Nicolás, y si eres amigo de él, también lo eres de vosotros.

-Gracias Alphonse, para mí es un honor estar aquí compartiendo con vosotros, espero serles de interés.

-Ya lo hacéis Franco, quiero que te sintáis a gusto, aquí todos somos hermanos, nos somos fieles entre sí, cada uno lucha por el futuro del pueblo, por nuestras familias y amigos. Espero que sintáis lo mismo.

-Así es Alphonse, así es.

-Bien, entonces seáis bienvenido.

-Gracias.-Le dijo Alein la cual era estrechada en un abrazo por parte de Alphonse.

Este muy contento le sonrió y sin más se fue dejándola sola en medio del gentío que le daba la bienvenida.

-“Alein en que te has metido?, ya es muy tarde para cambiar de idea, eres una tonta que se cree un héroe solo por haber aceptado tu muerte mas rápido de lo que debería”.-Se sermoneaba a si misma entre abrazos, saludos, besos, apretones, etc...

Todos se despedían quedándose de ver como siempre a la mima hora en ese lugar. Nicolás, Alphonse y Laure se le acercaron a Alein.

-Franco en dónde vives?-Le preguntó Laure muy cerca de ella.

-pues...vivo...en...por la Place de Gréve.-Le contestó Alein un poco nerviosa por el acercamiento de Laure.

-Bien, nosotros vamos por ahí también.

-Bueno, entonces vamos.-Propuso Nicolás dirigiéndose a la salida.

-Marquesa, deseáis algo más?

-No, así está bien.

-Bien, entonces os llamas si se os apetece algo.

-Si, claro.

-Bonne nuit!!!

La criada espero dos segundos su contestación, pero no se dio, así que a secas cerró la puerta tras de sí.

-Maldito día!!!

Después de haber exclamado esa palabra tan descriptiva se postró en su cama de sábanas de seda blanca, apagando un pequeño candelabro de una de las mesitas de los lados de la cama, y se acurrucó sin más. Estaba cansada, había sido un día de mil demonios.

Su intención era dormir, pero no pudo. Imágenes del día empezaron a hacer gala de presentación en su brillante mente.

Primero el bendito golpe, acordándose de ello se pasó la mano suavemente por uno de sus bien formados glúteos, y le brotó como agua en un manantial, una pequeña sonrisa en sus delicados labios.

Después la tediosa y gran parla que le había echado la rata del rey; le habló sobre lo impresionante del Sena, todo el dinero que se podía ganar con la exportación de los pescados a otras ciudades, los ingeniosos planes que tenía para construir más plazas de comercio para la clase social alta, y todo lo imaginable para la nobleza.

Pero a ella le importaba un comino, sabía lo patán que era el rey Luis XV, por lo menos ella en su ciudad hacia lo posible para que no solo la clase alta viviera bien, si no el pueblo en general, tratando de que el dinero llegara a cada rincón de la ciudad, por ello Versalles era una de las ciudades con mejores edificaciones, una ciudad muy limpia, y bastante desarrollada. No quería que solo parte de la ciudad tuviera buena impresión, quería que todo fuera por igual.

Después de esa hablada, Luis empezó a sacar un tema más profundo y conveniente para él.

Le hablo de la gran guerra que se avecinaba, sobre como hubieran podido lidiar contra el enemigo si estuvieran juntos y sacar provecho por partes iguales de ello, también sobre el comienzo de la revolución, el rey no era idiota, sabía que en cualquier momento el pueblo iba a alzarse contra él y la burguesía.

-“Es un miserable cobarde”-Hubo pensado Alexandra, cuando este le decía todo aquello.

No poder librarse de lo que él mimo sembró, pidiéndole que se uniera a él, que tomaría un rango más importante del que esta ahora, que sería más poderosa aún, que entre los dos podías llegar a ser indestructibles, que el régimen totalitario se iba a expandir por todo Europa y después hacia el mundo entero.

-“Un rey cobarde y tras de eso con ansias de poder y conquista...peligroso, muy peligroso”-Pensaba Alexandra.

Todo eso la había dejado muy agotada, era algo en lo que pensar muy pero muy bien.

Después de haber hecho el recorrido por el Sena en el lujoso barco, habían almorzado allí mismo, después de dirigió hacia el Hotel-Dieu, donde se había hospedado ella y todos los otros invitados, para poder descansar un rato, habló con su consejero sobre todo lo que le había dicho el rey, este solo le propuso esperar un poco y no precipitarse, pensar muy bien su propuesta, y darle una respuesta después del aniversario. El rey le había invitado a cenar en el palacio de las Tullerías, allí le habló otro poco más, pero este decidió no sacar más el tema. Después de la cena la Marquesa Alexandra se excusó anunciando que se encontraba cansada, y así llegó de nuevo al Hotel-Dieu.

No tenía ni una pizca de sueño, se levantó de la cama y se apresuró a colocarse un vestido, después se puso un abrigo de pieles encima, para luego salir lo más despacio y con todo el cuidado posible de su habitación, para no ser descubierta.

Deseaba salir de allí, tomar aire fresco y caminar un rato, se sentía ahogada y encerrada como siempre había vivido.

Sin ningún problema pudo salir, y al fin se encamino a paso lento por la calle vacía de la gran ciudad de París.

-Huy!!! Que frío hace, podemos ir un poco más rápido?-Proponía Alein a sus compañeros de camino.

Pero no era exactamente por el frío, estaba un poco preocupada por su madre, sabía que era muy tarde, no sabía que explicación podía darle ante esto.

Iban cruzando la calle del Hotel-Dieu, cuando ceca de allí vieron a alguien que caminaba hacia el lado contrario, no se figuraba muy bien, pero si sabían que era una mujer.

-Hey!!!, miren, que estará haciendo una mujer de la nobleza sola en este lugar?, el barrio de Sorbona no queda al otro lado del río?-Preguntó Laure a sus compañeros.

El barrio de Sorbona junto con el Faubourg Saint-Germain, eran los lugares donde los ricos vivían.

-Como sabes que es de la clase alta?-Le pregunta Nicolás a Laure.

-Desde aquí se ven sus ropas, ese abrigo que usa paréese de un material muy costoso.

-Si es verdad, desde aquí puedo oler su despreciable aroma a ricachona.-Comunicó Alphonse haciendo un mueca de asco.

Alein se le quedó mirando, vio el odio que a este le empezó a nacer, se preguntó por qué era así, si esta mujer nunca le había hecho nada y solo por su clase social no quiere decir que fuera buena o mala persona, sintió que el problema era únicamente de él.

-Vamos.-Dijo este solamente.

-Que?-Contestaron todos al mismo tiempo, mirándolo desconcertados, para después seguirlo.

Se dirigían hacia aquella mujer, la cual caminaba muy despacio y pensativa.

Pararon a una distancia prudencial de esta.

-Que haces?-Le preguntó Nicolás algo nervioso a Alphonse que miraba a la mujer.

-Franco...-Dirigiendo su mirada hacia él.-...Sabes?, para poder ser parte de vuestro grupo, tienes que demostrar varios aspectos, como por ejemplo... lealtad, compañerismo, respeto, carisma, sinceridad, entre otros, pero lo más importante es pasar una prueba, todos vosotros tuvimos que hacerlo, no es así?-Dirigiéndose hacia sus otros dos compañeros.

-Sí, claro...aja, todos...tuvimos que hacerlo....si.-Dijeron estos mirándose entre sí.

-Ves?...bien, por eso ahora os toca a vos.

-Y qué clase de prueba tengo que hacer?-Le preguntó Alein nada confiada y muy seria.

-Bueno, lo único que tenéis que hacer es demostrarnos tu valor.-Le contestó Alphonse muy serio también.

-Repito, que clase de prueba tengo que hacer?-Le recalcó de nuevo Alein aún más desconfiada.

-Vaya!!!, mira tú, tenemos carácter, otro punto para vos.

Alein se estaba impacientando un poco, sabía que no le iba a gustar lo que tenía que hacer, y pensaba que seguro había sido un error haberse metido en todo esto, pero no iba a dejar que la humillara así por así.

-Bien, a lo que iba, lo que tienes que hacer es simplemente tomar alguna pertenencia de ella.

-Quieres que robe para poder demostrar mi valor?-Le preguntó Alein con cara de desprecio a Alphonse, el cual ya empezaba a disgustarle.

-No robar, a tomar algo, después se lo puedes devolver si gustas.

-No lo creo Alphonse, eso no va con migo y no tengo porque demostrar nada.-Alein estaba furiosa, no sabía que pensar, este hombre estaba totalmente loco.

Nicolás y Laure estaban absortos, solo prestaban atención a lo que sucedía entre esos dos.

-Como quieras, pero te digo, que si lo haces, no solo te ganaras el respeto de vosotros, y no solo vas a demostrarnos tu valor, también te demostraras a ti mismo que puedes hacer cualquier cosa, ahora es solo esto, solo esta pequeña tontería, pero después me vas a dar la razón, cuando no le vallas a temer a nada... ni a nadie.

Alein se lo pensó, sabía que estaba mal, pero también sabía lo importante que era para el líder del grupo y ahora también para sus compañeros que afirmaban con sus cabezas. Que podía pasar?, lo único era que la mujer empezara a chillar, o que se desmayara, después se lo devolvería.

No muy convencida, se volvió hacia sus compañeros.

-Esa bien, lo aré.

-Excelente Franco.-Le animó el líder del grupo.

-Franco, no tienes que hacerlo si no quieres.-Le advirtió Nicolás, encarándolo muy quedamente.

-Esta bien Nicolás, no hay problema...creo.

-Bueno, entonces que empiece la función.-Proclamó Alphonse.

Instintivamente, Alein se puso en posición como si fuera a emprender una carrera, su corazón le palpitaba rápidamente, su cuerpo temblaba y su cabeza empezó a dolerle.

Se dio cuenta que la mujer se había quitado su abrigo de pieles y puesto en uno de sus hombros. Ese era ahora su objetivo.

Y sin más empezó a correr, primero como trotando, después aumento un poco la velocidad, mientras se le iba acercando, iba más rápido, y así hasta llegar a su víctima por detrás y como un rayo quitarle del hombro izquierdo su objetivo.

Esta quedó inmóvil por un segundo y al otro echó a correr detrás del ladrón.

Alein nunca se imaginó esta posibilidad, y empezó a correr lo más rápido que pudo, pero la otra le iba pisando los talones, gritándole quien sabe que palabras, trató de llevarla a unas callejuelas lo bastante oscuras para poder tomar un poco de ventaja, se dirigía a la Rue des Petits Augustins, trataba de pasar por tantas curvas que podía para que pudiera perderla de vista, pensó que ya la había perdido, y empezó a disminuir la velocidad, mirando tantas veces podía hacia atrás, sí, parecía que efectivamente se había dado por vencida y ya la había dejado mucho más atrás.

Empezó a caminar tratando de tomar todo el aire que le faltaba, en eso lo único que pudo sentir fue a un elefante caerle encima y extirparla contra la calle, dándose un tremendo golpe en la cabeza, y desde entonces no volvió a ver ni a sentir nada más.

-Alexandra, queréis repetirme otra vez todo por favor?-Le propuso Dominique.

Este que no dejaba de mirar al muchacho rubio que se encontraba dormitando en la cama de la habitación de Alexandra.

-Hay te va otra vez...-Le indicó Alexandra toda ofuscada a su consejero, y se preparó para contarle la historia de nuevo.-...Salí a dar un corto paseo por la ciudad...

-Como se te ha ocurrido hacer eso???, Dios mío Alexandra, y a esas horas, te pudo pasar algo, mira hasta te robaron!!!-Le regañaba Dominique, sin creérselo todavía.-Oh, lo siento, prosigue por favor.

-Bien, como decía...salí a dar un paseo, para tomar un poco de aire, me sentía asfixiada, así que empecé a caminar, despacio, pensando en todo lo que me ha pasado desde que llegué acá...bueno pues, en eso estaba cuando sentí que me arrebataban mi abrigo, me costó reaccionar, no me lo esperaba, pensé que no había nadie a tres cuadras a la redonda, después empezó a hervirme mi piel y no dudé en seguir al bandidillo este, me hizo correr como nunca.-Le dijo esto mirando al que creía era un chico y la persona que la había estado haciendo divagar en todo el maldito día.

-Hayyy...Alexandra solo a vos te pasan esas cosas, y porque las andáis buscando, es tu culpa.

-Si si, ya no me sigas regañando por favor.-Esta hizo rodar sus ojos desesperadamente y prosiguió.-Después...lo pude alcanzar, pensó que ya no le seguía, y tuve la oportunidad de caerle encima y sostenerlo contra la calle, pero no me di cuenta que se había golpeado la cabeza, me levanté lo más rápido que pude, vi que estaba inconsciente, después le examiné su cabeza para ver el golpe, le sangraba un poco y decidí traerlo, lo acosté en mi cama, le limpié la sangre y lo vendé con uno de mis pañuelos...después te llamé y fin de la historia.

-Umm...ya veo, no es el mismo chico que visteis el otro día en las afueras del Pavillon de flore?

-Sí, eso paréese.

-Ehhh....no será el chico que me contasteis que se había tropezado contigo esta mañana?

-Este...sí, creo que sí.

-Interesante...

Su consejero, posó uno de sus dedos índices en su mentón escondido y empezó a estirarse la barba una y otra vez, como pensando, miraba de nuevo hacia la cama donde se encontraba un pequeño bulto totalmente desparramado, después dirigió su mirada hacia la Marquesa, la cual estaba absorta mirando también hacia el pequeño bulto, le pareció a él ver una pequeñísima, casi imperceptible sonrisilla en esos labios angelicales.

-Bueeeno....que sueño tengo... haaayyyy, sí, creo que mejor me voy a dormir.-Decía esto, levantando las manos y estirándolas.-Alexandra, veo que tienes todo controlado, me llamas cualquier cosa, sabes que estoy en la otra habitación.

-Está bien Dominique, perdón que te haya hecho alarmarte, buenas noches!!!

-Buenas noches y...Bonne chance!!! Mi Marquesa.

Dominique se dirigía hacia la puerta, con una sonrisa de oreja a oreja.

-“Pobre muchacho, no sabe en lo que se ha metido, más bien suerte para él”.-Iba pensando el consejero, al fin salió de la habitación real de la Marquesa y se fue a la suya propia.

-Porque me has robado?-Le decía Alexandra casi en un susurro al dormido chico, acercándose para verlo mejor.

-Qué cara de angelito tienes...-Decía muy quedamente.-Me has hecho pensar mucho en ti, sabes?.-Le pasó el dorso de la mano suavemente por su lindo rostro.-Me haces sentir cosas...te veo y deseo ser alguien para ti, como tu hermana mayor o algo así, cuidarte, protegerte...y si me dices por qué?...no sabría responderte.

Alein empezó a moverse muy despacio, Alexandra le quitó la mano rápidamente, como si fuera a morderla, despacio Alein se empezó a desperezar y junto a un gran bostezo, el cual Alexandra pensó iba a tragarse todo el cuarto y a ella misma, abrió sus pequeños ojos verdes poco a poco, se quedó un segundo mirando a Alexandra la cual estaba viéndola muy, pero que muy cerca, parpadeó como cien veces en menos de un segundo y...

...Se estremeció, dando un sobresalto tan grande que hizo a la Marquesa darse un golpe en la frente con la suya propia, esto hizo retroceder a Alexandra, la cual se frotaba con su mano tratando de disminuir la intensidad del dolor, mientras refunfuñaba y apretaba los dientes para poder mantener el poco control que tenía y el cual estaba a punto de salírsele de las manos. Alein confusa y muy asustada, se acurrucó más en la cama, tapando su dolida cabeza con la sábana, la cual en ese momento era su único escondite y su única salvación.

-Sal de ahí!-Le ordenaba Alexandra, tratando de volver a su compostura normal.-Sal te he dicho.

Al minuto Alein bajo poco a poco la sábana, pero solo dejó ver sus ojos tremendamente temerosos.

Alexandra suspiró y se acercó al atemorizado “chico” que no dejaba de temblar y de agarrar la sábana como si esta fuera a escapársele. Alexandra empezó a abrirle las manos con mucho cuidado para que esta pudiera soltar la sábana que estaba toda arrugada por la fuerza con la que la agarraba, Alein empezó a desistirse y abrió por completo sus manos para que la mujer mayor pudiera librarla de la blanca seda.

-Tranquilo muchacho, no te voy a hacer nada.-Le decía Alexandra, para tranquilizar al supuesto chico.-Déjame ver cómo anda tu cabeza.

Alexandra le empezó a quitar el improvisado vendaje, para poder verle la herida.

-Umm, que rápido te curas muchacho, veo que tienes una cabeza muy fuerte...y dura.

Dijo esto sonriéndole y frotándose la frente donde ya se le veía un pequeño círculo rojo. Esto hizo que Alein le devolviera una sonrisa tímida, y empezó a relajarse un poco.

-Bueno, paréese que puedo dejarte sin el vendaje, te duele mucho?

-Eh...no, un poco solamente, esta bien...gracias.

-No es nada.

Alexandra se fue hacia el lavado para lavar el pañuelo manchado de la sangre de Alein, Alein solo la miraba muy curiosamente, nunca pensó que la Marquesa fuera a actuar así con ella, se merecía que la llevara ante unos oficiales y después a la prisión, para por último ser azotada con un látigo en la plaza central, como castigo por lo que le había hecho a tan importante dama.

-Siento lo que os he hecho, Marquesa, es imperdonable...-Le decía Alein con voz quebrada.- ...Solo os ruego que llameéis a los oficiales lo más rápido que podáis, para así acabar con la cobarde fechoría que os he causado.- Le decía Alein cabizbaja y con sus ojos a punto de estallar en lágrimas.

Alexandra dejo de lavar, para mirar “al joven”, que empezó a bajarse de la cama y a acomodar como podía la sábana de seda blanca, para después volverse y quedar de pie todavía con la cabeza baja, esperando la decisión de la Marquesa.

-Te diré... no sabes cuánto odio a la gente que hace cosas como la que me acabáis de hacer...-Le informaba Alexandra, acercándose muy despacio a la apenada joven.-...las personas que prefieren coger el camino fácil, tomando lo que no les pertenece...-Cada vez se le iba acercando, más y más, haciendo que Alein se inquietara y se pusiera más nerviosa de lo que estaba, con cada paso que daba la Marquesa hacia ella hacía que Alein retrocediera.-...Las personas que hurtan, quitan, despojan, roban, como quieras llamarlo, a otras personas...-Decía está profundamente, ya Alein no podía retroceder, la tenía contra la pared, veía todo menos esos ojos ahora más azules que el azul, sintió que una mano muy delicada, se posaba en su barbilla , levantándole la cabeza, para que la mirase a los ojos, se sentía tan pequeña, tan insignificante, tan nadie, en otras palabras, peor que la misma mierda.-...pero...por alguna razón, no te odio a ti.

Alein solo la miraba, no entendía lo que quería decir, pero estas últimas palabras, hicieron que se le escapara todo el aire que había comprimido en todo ese tiempo.

De golpe, Alexandra se alejó, sintiéndose de repente un poco mareada, se sentó en la cama, sin decir más.

-“Que estoy haciendo?, porque no solamente llamo a alguien para que se lo lleve y reciba su merecido?, pero como pudo hacer algo así, paréese que no matara ni una mosca, seguramente es por pura necesidad”-Pensaba Alexandra mirando hacia el “chico”, que estaba esperando sin saber qué hacer.

-Te perdono.-Dijo la Marquesa secamente.

Alein la miró incrédula, nunca pensó escuchar esa palabra de alguien a quien le había hecho lo que le hizo, menos a alguien como ella, que perfectamente podía hasta hacer que le mataran si quisiera.

-Gracias...yo...-Le decía Alein, la cual no pudo terminar la frase.

-Con una condición...-Le propuso Alexandra, que la miraba muy seriamente.-Quiero que trabajes para mí.

Alein creyó estar soñando, no podía asimilar nada, todo era muy confuso, y con el miedo de despertar del sueño, le pregunto.

-Marquesa, está usted segura de lo que me estáis diciendo?, mira lo que os acabo de hacer, y no he sido más que un estorbo para vos, las pocas veces que nos hemos...umm, tropezado, ha sido frustrante para usted...yo...-Y fue callada por la mano alzada de Alexandra.

-Vas a hacerlo, sí o no?

Alein se dio cuenta que a esta mujer no le gustaban mucho las conversaciones, así que sin más asintió.

-Sí, Madeimoselle, me encantaría trabajar para usted...

-Bien...ahora quiero que os vayáis para tu casa, necesitáis descansar, tu cabeza está un poco maltratada, mañana quiero que vengáis en la tarde, ya hablaremos de vuestro nuevo trabajo.

Alein asintió con una sonrisa tan grande que casi no le cabía en el rostro, Alexandra se dirigió a la puerta y llamó a una de sus criadas, a los pocos segundos llegó.

-Deseáis algo mi señora?-Preguntó la criada, la cal tenía unas increíbles ojeras que le llegaban a sus grandes cachetes.

-Si, eh...acompaña a este caballero afuera, y dile a uno de mis lacayos que lo lleve a su casa en mi carruaje.

La criada no sabía de quien estaba hablando la Marquesa, hasta que de la puerta se asomó un cabecita rubia sonriéndole y saludándola.

-Como gustes Marquesa.-Le dijo la criada sin ninguna expresión en su rostro cachetón.

Alein salió de atrás de Alexandra.

-Gracias Marquesa, ha sido usted muy amable, y perdone de nuevo mi intención de robarle, estoy sumamente arrepentido.

-Está bien chico...cómo te llamas?

-Franco, contestó Alein emocionada.

-Nos vemos mañana Franco.

-Si señorita, Buenas noches.

-Buenas noches.

La criada solo miraba y escuchaba, incrédula de verle devolver el saludo al chico, y con algo animada la criada trató de que le hiciera lo mismo.

-Bonne nuit, Marquesa.

Y sin otra cosa, Alexandra le cerró la puerta en la cara.

-Maldita.-Refunfuño la criada por lo bajo, girándose para encontrar la sonrisa de Alein la cual ya no soportaba.-Vamos!-Dijo esta.

Alein la siguió, pensando en todo lo que había pasado minutos atrás, y con la imagen angelical de la Marquesa que se le había clavado en su mente...y en su corazón.

Alexandra del otro lado, se quedó un momento pensativa, le rondaba por toda su mente la sonrisa del chico, cuando le dijo aquello que se le había salido como si nada.

-“Quiero que trabajes para mí?...como he dicho tal cosa?, si es un ladronzuelo.”-Se advertía así misma.

Y sin más se desvistió, quedando solamente con un pequeño camisón se seda, se dirigió a su cama acostándose en ella, al segundo le llegó un aroma tan delicado y suave que le provocó inhalar profundamente cerrando sus ojos para percibirlo mejor y llenarla totalmente.

-Umm, que aroma tan exquisito tiene...-Decía Alexandra en vos alta.

Y de golpe abrió sus ojos, como acordándose de algo muy importante.

-Un hombre no huele así!!!...-Informó esta a los cuatro vientos.

Y definitivamente sabía cómo olía un hombre, toda su vida había estado rodeada de ellos, hombres por allá, hombres por aquí. Y ahora era la soltera más cotizada del momento, bueno desde que había nacido había sido exhibida como una joya muy valiosa a cientos de cientos de caballeros, pero su padre nunca quiso separarse de ella, la amaba con todo su corazón y decidió mejor esperar a que por ella mima decidiera… cuando llegara el momento.

Alein había llegado a su casa, apenas entró fue recibida por Mari, su madre, la cual estaba muy preocupada, Alein estaba sumamente cansada, pero hizo un esfuerzo para lanzarse a contar su historia, su madre solo asentía con la cabeza incrédula de lo que escuchaba, pero no le sorprendía, conocía a su hija y todo lo que esta podía hacer…y deshacer.

-…Y eso es todo.-Finalizó Alein con una Mari perpleja al lado.

-Biennn…parece que has tenido un día tremendo hija.

-Así es madre, me ha dicho que me quiere ver mañana para hablar sobre…mi nuevo trabajo.

-Y estas segura de eso?, quiero decir, así nada más?, lo que le hicisteis no fue muy grato que digamos; Alein hija, porque te metes en problemas?, ya tenéis mucho con hacerte pasar por hombre para que puedas trabajar, porque meterse en algo tan peligroso?, no quiero que te pase nada malo hija, por favor!, sal de eso antes de que sea tarde.-Le rogaba una Mari preocupada.

  • Madre, sé que lo que hice estuvo mal, tú me conoces, yo nunca hubiera hecho algo así, aunque nos estuviéramos muriendo de hambre…bueno ya hemos sentido eso antes, siempre buscamos una salida, pero…no sé, Alphonse hizo que me cegara en ese momento y solo me deje llevar, no quise salir corriendo como una cobarde, de verdad deseo ayudar en lo que puedo para que se haga justicia, tu sabes que no podemos vivir así, además no es muy peligroso, lo único que se hace es hablar sobre esto y aquello...

Mari no estaba muy convencida, pero sabia lo inteligente que era su hija, y si esta quería hacer algo lo hacía, aunque se le prohibiera, siempre fue así, así que no dijo más.

-… Pero por dicha no ha pasado nada madre, la Marquesa fue muy amable con migo, le debo eso.

-Está bien Alein, como quieras, ya eres muy grande para tomar tus propias decisiones, siempre lo has hecho, desde que murió tu padre.

Alein era muy feliz por como era su madre, más que una madre para ella, era su amiga, y podía decirle todo lo que quisiera, nunca se pondría a regañarle o a prohibirle, pero tampoco deseaba preocuparle, así que no dijo más despidiéndose de su madre, para irse con su hermana que minutos antes se había despertado de un sueño profundo y se había aferrado al abrazo de su hermana mayor, para estar así mientras Alein le hablaba a su madre.

-Bonne nuit!!! Madre, vamos Ani.

-Buenas noches hija, que descanses.

Mari se quedó un segundo mirándolas mientras estas se iban, y con una sonrisa se fue a su cama la cual no quedaba muy lejos del pequeño comedor, donde habían estado conversando.

-Ani… no sabes cuan feliz me siento…-Decía Alein entre suspiros, mientras se quitaba los zapatos, pantalones, la camisa, el chaleco, bueno toda la vestimenta de hombre, quedándose solamente en interiores, para posteriormente lanzarse en la pequeña cama junto a su hermana, la cual solo la veía divertida por lo que hacía.

-Es demasiado para mí..., con solo poder tenerla tan cerca me basta y sobra…

-Te gusta mucho verdad?-Le preguntaba su hermana menor.

  • No te voy a mentir, así es…bueno a quien no?, es una mujer magnífica.

-Creo que a las mujeres no-Le informaba Anabella.-Creo que esto de ser hombre te ha afectado un poco hermana.

-Si, seguro, quien sabe, puede ser, no lo sé…

-Ya, bueno buenas noches, que ni mamá ni yo hemos podido dormir por culpa tuya, “caballero tonto”.

-Alein se volvió a su hermana y las dos cómplices se sonrieron, para después girar hacia el otro lado y apagar el candelabro dispuestas a dormir, cada una con sus respectivos sueños.

Otra mañana, ahora como era ya su costumbre, de pié ante la puerta de su casa Alein se arreglaba su boina, poniéndosela de lado, para después partir hacia su trabajo.

Antes de que el primer gallo quiquiriquí ara, antes de que el primer pájaro cantara, antes de que el panadero pusiera a hornear el primer bollo de pan fresco y el lechero repartiera sus primeras botellas de leche recién ordeñada, antes de que el primer rayo de sol cayera sobre las casas desgastadas y el borracho callejero se perdiera al final de una de las tantas callejuelas, se empezó a propagar por cada rincón de la gran ciudad de París, una de las noticias más aborrecidas por toda persona viviente de ese lugar, más bien de toda Francia.

Los ingleses habían declarado la guerra a Francia, esto no era en sí, y de por sí, nada alarmante, ya que Francia mandaría sus tropas hacia aquellos países que se habían lanzado contra ellos en un principio, la cuestión era, como terminaría todo aquello, como llegaría la decadencia a ser partícipe y todas las consecuencias que la maldita guerra podría llegar a tener para todo un gran imperio, pero peor aún, para todo el pueblo agrario.

En el gran palacio se respiraba una tensión obvia, el rey había citado a una reunión con todos los miembros del gabinete y con sus invitados de honor, los líderes de cada ciudad de Francia empezaban a jugar un papel muy importante, aunque solo fuera por que en esos momentos se encontraban allí, ya que al rey le gustaba tomar sus propias decisiones sin ninguna ayuda, la única que para él importante era la Marquesa de Versalles, ningún otro le era significativo, pero dado el caso…no podía hacer menos.

No había ninguno que no se hubiera enterado, desde ese momento sería el tema principal de cada día.

Alein solo deseaba que llegara la tarde y el instante para ir a ver a la Marquesa, no cabía en su mente más que eso, se había enterado de la noticia, pero no le importaba, no en ese momento. Como fue en su primer día, se pulió para hacer un buen trabajo, ya era su segundo día, pero sentía como si toda la vida hubiera sido pescadora, lo llevaba en la sangre, su padre se lo había heredado como muchas otras cosas, era la viva imagen de él, su madre siempre se lo vivía recordando y a ella le encantaba que la comparara con su padre, con su amado padre…su héroe.

-Hasta mañana señor Franco!!!-Le despedía un sonriente señor Mirror.

-Hasta Mañana!!!

Alein sentía que desde un principio se había ganado la amistad del señor Mirror, era un hombre muy amigable y amable, trataba muy bien a sus trabajadores, tanto así, que la mayoría de los pescaderos deseaban trabajar para él, y si en alguna oportunidad lo habían hecho, lo harían de nuevo.

Alein estaba muy, pero que muy contenta, se le notaba mientras pasaba en medio de la gente, la cual la mayoría tenía caras de mal humor, otros muy pensativos, otros que iban hablando solos, viejas chismeando por ahí, caras largas y amargadas, de todo un poco. Pero ella era la única que generaba felicidad, se salía hasta de sus poros, toda radiante, sin importarle nada ni nadie, bueno excepto una persona.

-Franco???, heee, Franco!!!-Le gritaba una chica de cabello rubio muy largo, ojos color miel, delgada, de la misma altura que Alein y muy atractiva, que se iba aproximando a esta con un andar muy sexy.

-Laure?, hola que tal, como estáis?

-En este momento estoy más que bien-Le respondía Laure algo provocativa.

-Eh, bueno… jeje, me alegro…creo.

-Y dime tenéis algo que hacer?

-Sí, me tengo que ver con alguien.

-Oh, qué mal, me hubiera gustado ir a charlar un rato contigo, no sé.-Decía Laure algo decepcionada.

-Lo siento, es algo muy importante y no puedo aplazarlo, que pena.

-No hay problema, será en otra ocasión.

-Claro, bueno si me disculpáis me tengo que ir.

-Queréis que te acompañe?-Le preguntaba Laure de repente esperanzada.

-No!!!...eh, lo siento, tengo que ir solo, pero gracias.

-Está bien, de todos modos me acordé que tengo que hacer algo.-Le informaba Laure forzando una sonrisilla.

-Bueno, nos vemos entonces.

-Sí, esta noche, vas verdad?

-Sí, hay estaré.

-Está bien, que te valla bien en…tu cita.

-Sí, gracias.

Y sin otra cosa, Alein se encaminó de nuevo hacia su destino, pero unos pensativos ojos color miel la seguían desde lejos, para después retirarse y seguir su propio camino.