No te pongas mis calzones, cuatro
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No te pongas mis calzones cuatro
Pero la felicidad no dura mucho, y esos dias pasaron muy rapido sintiéndonos conectadas gozando de nuestros cuerpos y vidas, no podía ser cierto tanta belleza, solamente en casa era una nenita, y en la calle me volvía a poner mis ropas de varón, asistía al colegio pasaba las materias con soltura, pues era feliz, porque al regresar a casa sabía que debía esmerarme en tener todo listo la comida, la casa, las compras, lavar la ropa de las dos, y la tarde se me hacia nada esperando a Karen, que también feliz regresaba de su trabajo, y veía que su niña había preparado la comida y toda la casa relucía de limpieza y orden el cual me había inculcado ella en nuestra primera etapa de tía y sobrino, el orden en todo nos facilita la vida, todo se ubica mejor sobre todo ahora que nuestro cuarto era para las dos por lo que el amplio closet guardaba ahora ropas de las dos, primorosos vestidos y trajes sastre de ella y vestiditos vaporosos para mí , con faldas de todo tipo, en esa época las compras fueron casi exclusivamente de ropas para mí, calzones bellos con florcitas, sostenes a juego, calzas, de muchos colores, aros, pulseras, collares, en eso compartíamos muchos pues ella me pedía mi opinión, cuando se vestía para ir al trabajo y de paso me decía, esa que te gusto no me la pondré te la dejo para ti, y casi dejábamos lista la ropita mía que me pondría al llegar del colegio, ella tenia muy buen gusto y casi siempre hacia y me ponía lo que ella me sugería, sobre todo faldas, y top, zapatitos de taco alto no muy grandes, de jovencita, para estar como una princesita al llegar por la tarde noche, fueron dias hermosos, y sobre todo después de la cena nos sentábamos en la sala a ver la televisión tomadas de la mano o abrazados sintiendo sus caricias en mi cuerpo, y recorriéndola a ella por todas partes, casi siempre no terminábamos los programas, pues llenas de deseos, nos tirábamos a la cama, a seguir nuestros acariciándonos, por todos nuestros rincones, lo más rico era saber que me gozaba y que yo la gozaba, tanto cuando me penetraba, como cuando yo entraba en su vagina llena de jugos, que me recibía ansiosa, y nos fundíamos en besos intensos y llenos de deseo. Abrazadas satisfechas nos dormíamos hasta el siguiente día, en que despertábamos felices con nuestras dormilonas llenas de florecitas, y coquetas.
Pero como dije la felicidad nunca dura para siempre, y apareció en nuestras vidas Matilde, antiguo amor de Karen, se la encontró por casualidad en la calle al salir de su trabajo, llego con ella a casa, y desde que la vi supe que la vida de nosotras no seria igual, su mirada hacia mí no la sentí, nunca agradable, siempre con un reproche no expresado pero que sentía, en mi piel y en mis sentidos, sobre todo cuando Karen le conto, en ese mismo primer día mi verdadera condición, una cara no agradable apareció en sus rostro y aunque ella, muy bonita para mí se me antojo muy fea,. Esa primera visita fue corta, y dijo que volvería pues tenía muchas cosas que contar y quería saber todo de Karen, hacia unos 20 años que no se trataban, y dijo tengo muchas cosas lindas que contarte de nuestro tiempo juntas guardo lo mejores recuerdos de esos años, cada palabra que salía de su boca, muy bien pintada por cierto, y hermosa boca que hacía de su cara un conjunto hermoso, un cuerpo envidiable, y en todo era una fabulosa mujer en la plenitud de su vida, sentía que nuestra felicidad junto a Karen seria prontamente amenazada, no tenia en ese momento mayores razones para tener ese pensamiento, pero con el tiempo super que mi primera impresión de ella , fue la correcta, pero al ver que Karen se sentía tan bien con ella, no puse mayores objeciones cunado me dijeron que ella se vendría a vivir con nosotras, y ocupo el antiguo cuarto mío, donde tenia mis ropas de niño, las cuales tuvimos que traer al nuestro, pero no seria por mucho tiempo, pues antes de una semana, era yo quien volvía a mi antiguo cuarto, y quedaban en el dormitorio de Karen mi tesoros (toda mi ropita de princesa) que ya no podría usar pues mi tía me dijo perentoria, que esa etapa estaba cerrada, que debía volver a mi etapa de niño, pues era un error fomentar algo así. Llore desconsoladamente como una damisela abandonada.
El primer día que dormí en mi antiguo dormitorio, sin tener mis lindas ropitas de dormir de niñita, que tango me gustaban, pero así llorosa me dormí, intranquila toda la noche, dormía y despertaba, no entendiendo porque tenia que volver a esta condición que no me gustaba para nada, no podía entender que algo así me sucediera, después de tantos dias felices siendo pareja en todo de Karen, ahora me cambiaba por Matilde, con la cual se entendía a las mil maravillas, hacían todo juntas mis labores eran solo asistir al colegio, y ver televisión solo en mi cuarto cuando no tenia tareas que realizar, mis notas bajaron ostensiblemente, pues no tenía ningún interés en los estudios, y eso se reflejó en toda mi persona, volvieron a salirme pelos por todos lados los cuales había en la etapa con Karen, depilados varias veces y ahora me resonaban a cada paso mi nueva condición, y como mis deseos de ser mujer no se terminaban con una orden, volví a la etapa de vestirme a escondidas, como tenia las tardes para mi solita, recorría toda la casa vestida linda incluso me puse los vestidos de Matilde, que me sentaban de maravilla, tratando siempre de dejar todo ordenado como estaba, el orden inculcado por Karen me sirvió mucho en esta etapa, yo disimulaba, que había aceptado el no usar ropas de niña, y cada tarde al llegar del colegio preparaba con mucho cuidado mi ajuar para ese día, me encantan las faldas, los top, los cuales rellenaba con algodones para simular unas lindas tetitas, que lucía con mis ropas hermosas recorriendo la casa y haciendo las tareas del hogar que retome tan pronto como volví a usar ropitas de hembrita, y los tacos me hacían mucha ilusión, ponérmelos y que sonara por toda la casa mis pasos de damisela, como nada es totalmente malo, un día Karen me dijo que iríamos un fin de semana solas las dos, así mismo me dijo enfatizando mi condición de mujer, pues Matilde iría con sus padres y nosotras aprovecharíamos de ir a la playa, por lo que debía juntar mis ropitas de niña, pues desde el viaje seriamos otra vez dos mujeres, en todo.
Por lo que me esmere en mis atuendos, y lleve mi traje de baño de una pieza rosado que me gustaba mucho, y en él podía pasar como niña, con mayor propiedad y contenta me dispuse a prepararme para ese viaje que nuevamente nos juntaría a las dos, y podríamos ser nuevamente felices disfrutando del sol de la playa y de nuestros cuerpos unidos por el deseo. Pasaron lentamente para mí los dias que faltaban para ese fin de semana, pero al fin llego el día, muy temprano salimos de casa rumbo al mar, en el camino nos compramos unos hermosos sobreros para el sol, así tendríamos mas privacidad en nuestro encuentro, en el camino le acariciaba las piernas pues su vestido veraniego cortito permitía esas libertades, y su mano recorría mi cuerpo yo estaba en la gloria con ese solo viaje me sentía en el cielo, poder disfrutar de mi Karen nuevamente me parecía un regalo de la vida, debo decir que esos dias fueron fabulosos, cada día bajábamos a la playa, contentas y dichosas de ver el mar bañarnos y tirarnos a la arena, luciendo ambas nuestras mejores ropas, yo trataba de pasar lo mas desapercibida posible, rellenando mis tetitas con algodones, y usaba un pareo, para que no hubiera nada que delatara mi verdades condición. Esas horas de solo estar y disfrutar del sol fueron impagables, para mí, sentía que nuevamente tenia a Karen solo para mí. Y sobre todo poder pasar todo el tiempo de nenita, con lentes de sol y nuestros sombreros, escondidas con besábamos con mucho deseo, de forma de ser discretas. No queríamos llamar la atención de la gente, pero parecía que nadie se fijaba en nosotras. Por lo que no se presentaron dificultades y solo fue descansar y gozar, yo le cocinaba en el departamento, algo ligero que nos encantaba a las dos. Solo se ensombreció un día que llamo Matilde, y fue muy inquisitiva, de que hacíamos, pero discretamente Karen me hacía señas de complicidad, que yo disfrutaba como una pequeña venganza hacia mi rival.
Pero nada dura para siempre y el regreso llego mas rapido de lo que yo hubiera deseado, y nuevamente acariciándonos por debajo de nuestros vestidos hicimos el camino de regreso, al llegar a casa estaba esperándonos Matilde con no muy buena cara al verme con ropitas de nena, no dijo nada pero se noto en su semblante que no le hacia ninguna gracia la situación, me dirigí a mi dormitorio, donde guarde muy bien todas mis ropitas, que ahora podría usar con mayor libertad, al Karan estar de mi lado pero nuestros encuentros amorosos casi no se sucedían como yo quisiera, porque Matilde, estaba presente todo el tiempo, poniendo mala cara cuando me veía, de nenita, por lo que trataba de no hacerlo para no producir mayores problemas al precario equilibrio entre las tres. Así me lo había pedido mi Karen, que fuera prudente, para no dar pie a discusiones y peleas.
Por este tiempo me encontré en un parque con Cecilia, mi antiguo amor de colegio, y las dos sentimos que aún había fuego de aquel romance de colegialas, quedamos de vernos nuevamente lo que me hico muy feliz, le conté todo lo que había sucedido en el tiempo que estuvimos separadas, y me dijo que no me entendía como podía soportar esa situación, a lo cual el indiqué que, dada mi condición, no podía ser muy exigente porque podía ser muy malo para mí.
Nuestro encuentro derivó en otro mas intimo pues nos citamos en una casa de una pariente de ella que se lo presto para el encuentro. Este amerita todo un capítulo de esta historia.