No te Enamores de Mi

Capítulo 6 – Anhelada Cercanía

Es miércoles y estoy en el cafetín de la universidad desayunando. Camila se sienta en mi mesa y se acerca para besarme la mejilla.

  • Como está hoy mi amorcito

  • Hola Cami, todo bien y tú

  • Bien… Ren mi amiga más bella y generosa…

  • No – le digo, sé que quiere algo de mí

  • Renata…

  • Me vas a pedir algo y la respuesta es no.

Hace un puchero. No le gusta que le diga que no.

  • Anda no seas mala, tienes que ayudarme.

  • No – le digo lentamente, lo que hace que ella se indigne.

  • Ren, necesito verme con Juan y hoy tengo que cuidar a Andrea. Por favor, quédate con ella.

  • La respuesta sigue siendo no, además me estas utilizando para verte con el pingüino antipático de tu novio.

  • No le digas así… es que mi mama va a salir hoy y es la única oportunidad que tengo para estar con él.

  • Dile a Emma o no se a alguien más…

  • Nadie quiere, mi hermanita te adora y no deja de preguntar por ti. Por favor, por favor

Sé que no dará su brazo a torcer. Seguirá intentándolo hasta que mi respuesta sea un sí. Resoplo resignada, no quiero escuchar sus lloriqueos. Al final acepto cuidar a su hermana; que tan malo puede ser cuidar a la peque.

  • ¡Gracias! Eres lo máximo - me besa la mejilla y se cuelga de mi cuello

  • Me debes una – le sonrió – entonces, la busco o la llevas a mi casa.

  • Tienes que ir a buscarla a casa de mi mama.

  • ¡No! – me mira sorprendida

  • ¿Qué pasa? Le tienes miedo a mi mama – me rio nerviosamente.

  • Para nada… - trago saliva y trato de calmarme

  • No importa porque ella no está, así que ve tranquilamente, te la llevas a tu casa; yo en la noche paso por ella.

  • Ok, avisa a la casa que yo voy a ir a buscarla.

Ella llama y avisa para no tener problemas cuando vaya por Andrea. Me da la dirección de la casa, aunque no es necesario porque recuerdo muy bien el camino. Cuando termina nos vamos a clases. Estando en el salón, me remuevo en el asiento pensado solo el hecho de ir a su casa. Gracias a dios, terminan todos mis compromisos universitarios en el día. Me levanto de la silla, tomo mi bolso y camino por el pasillo para llegar a las escaleras.

Llego al estacionamiento y camino muy rápido para llegar a mi moto. Guardo mis cosas y la pongo en marcha para salir de la universidad hacia mi destino. Estos días que no la he visto me he vuelto loca pensado en ella. Y cuando mi día de estudio termina y regreso a casa, paso por el café donde charlamos y pasamos una agradable noche. Deseo mirar esos ojos verdes que pueden conmigo. Igualmente recuerdo sus acusaciones y como me trato, me duele recordar sus palabras. No me gusta sentirme así, no quiero ser vulnerable, estoy de lo peor.

Conduzco un poco más, hasta que entro en la calle donde la deje la noche del sábado. Bajo la velocidad y de pronto todos los recuerdos inundan mi mente. Pienso si estaré haciendo bien.

Miro la entrada de aquel lugar. La casa me resulta acogedora y me quedo ahí, pegada en mi asiento, observando la propiedad.

¿Qué coño me pasa? Estoy actuando como una verdadera cobarde. Lo que debo hacer es, bajarme de la moto, llegar hasta la puerta, tocar el timbre y cuando tenga a Andrea frente a mí, llevármela y cuidarla hasta que mi amiga la busque. Sí, eso es lo que debo hacer.

Me quito es casco, apago la moto y me bajo.

“todavía puedes correr mientras nadie te vea”

resuena en mi mente, no le hago caso a mi voz interna y me sitúo en la puerta de la casa y con mi dedo hundiendo el botón del timbre.

Me pongo nerviosa, tal vez ella está en su casa, tal vez se enoje al verme aquí y me manda a la mierda o tal vez… ¡Basta! Camila me dijo que no iba a estar y se acabó la paranoia.

Sigo en mi debate mental y no me doy cuenta cuando la puerta de la entrada se abre y me atiende una amable mujer y, luego de decirle que vengo por Andrea, ella desaparece en busca de la pequeña.

  • ¿Renata? – pregunta con la cara llena de asombro

  • Hola peque, tu hermana me pidió el favor que hoy cuidara de ti

  • ¡Si¡ - me salta y lo único que puedo hacer es cargarla

  • Ve a buscar tus cosas que nos tenemos que ir

  • ¿A dónde vamos?

  • A mi casa

  • Está bien, ya vengo

La peque, se va y yo ingreso a la casa. Es una casa grande y muy acogedora; la casa donde vive Lara y su marido… Doy vueltas por la sala esperando que regrese Andrea con sus cosas, no me gusta estar aquí. En ese momento diviso a un torbellino de alegría que corre hacia mi dirección.

  • ¿Nos vamos? – dice exasperada

  • Si – agarro su pequeño bolso y tomo su mano, dirigiéndonos a la salida.

Conduzco lentamente en dirección a mi casa, evitando cualquier posibilidad de algún accidente. No puedo creer que una niña tan pequeña esta tan tranquila en una moto, es extrema.

  • ¿Esta es tu casa? – pregunta Andrea mientras nos bajamos de la moto quitándole el casco y entregándole su bolso

  • Sí, es mi casa.

  • Wow, es enorme. ¿Vives tu sola?

  • No. Vivo con mi hermana.

  • Que genial.

Espero que mis hermanos no estén, porque me van a acribillar de preguntas. Abro la puerta y entramos, no escucho nada, tal vez no haya nadie en casa.

Andrea mira todo con los ojos abiertos y sonrío al ver la curiosidad en su rostro. Asoma su cara por la ventana que da hacia el jardín trasero, se sorprende y suelta un suspiro.

  • Genial, tienes piscina – dice gritando

  • Si y es grande

  • ¿Podemos nadar?

  • Hoy no, pero le dices a tu hermana que te traiga otro día, y te bañas.

  • ¡Yupi!

Su alegría es contagiosa y no puedo evitar sonreír con su entusiasmo.

  • Quieres verla de cerca

  • ¡Sí!

  • Ven – le extiendo la mano y ella me la estrecha con seguridad.

Salimos y nos acercamos para que pueda ver la piscina. En ese momento sale corriendo Homero en nuestra dirección. Ella se asusta por el perro y se sube a mi regazo.

  • Hey calma - trato de tranquilizarla – él es Homero y no te va a hacer nada

  • ¿Segura? Es muy grande y si me muerde.

  • No te va a morder, es tu amigo – digo intentando que me crea – te voy a bajar y vas a ver que no te pasara nada.

  • No, tengo miedo

  • Ok, quieres regresar a la casa

  • Si vamos

Entramos nuevamente a la casa.

  • ¿Y esta niña, quién es? - mi hermana entra en la cocina y al escuchar la pregunta Andrea y yo giramos la cabeza para mirarla.

  • Hermanita – digo bajando a la peque de mis brazos, quien mira a mi hermana con detenimiento – ella es Andrea, la hermana de Camila

Emilia abre los ojos sorprendida por lo que escucha.

  • No sabía que Camila tuviera hermanas.

  • Sí, mi hermana es su amiga – responde la niña

  • Ah – dice mi hermana y se acerca más a la pequeña – bueno, entonces eres bienvenida Andrea

Le extiende la mano y Andrea se la estrecha. Mi hermana sonríe, pero al mirarme de vuelta, en sus ojos puedo ver las interrogantes que tienen en este momento. Mi teléfono vibra en el bolsillo del pantalón. Veo que es Camila y atiendo de inmediato.

  • Hola Hormiga

  • Hola Amorcito. ¿ya buscaste a Andrea? ¿todo bien? ¿se está portando bien?

  • Tranquila. Todo está bien, estamos en mi casa y vamos a merendar. Tú, ¿Cómo estás?

  • Qué bueno, ya puedo estar tranquila. Excelente, Juan me trajo a la Colonia Tovar a pasar la tarde, es todo muy romántico.

  • ¡Tan lejos! ¿Vas a venir a buscar a tu hermanita, o no?

  • Si calma. Cualquier cosa te aviso

  • No me dejes mal, por favor. ¿Quieres hablar con ella?

  • Si, por favor

Me acerco a Andrea, quien está muy animada conversando con mi hermana. Le extiendo el teléfono y le digo:

  • Es Camila, quiere hablar contigo – toma el teléfono de prisa y contesta la llamada.

Andrea le cuenta a su hermana todo lo que ha visto de la casa. Mi hermana aprovecha el momento y me increpa.

  • Tu cuidando niños, estas muy extraña

  • Es un favor. Camila iba a salir con su novio y no tenía con quien dejar a su hermana.

  • Y te ofreciste…

  • No, después de un rato de suplicas y lloriqueo, acepte. Es mi amiga.

Emilia me mira incrédula. Esto es una gran novedad. Sabe que no me gustan los niños y que cuide a una, es todo una revolución.

Mientras preparo una chocolatada y sirvo galletas en un plato, veo como mi hermano va bajando las escaleras hasta llegar a nosotras.

Nacho mira a Andrea, sin entender que hace una niña en la casa. Luego me mira a mí y luego a nuestra hermana, hasta que por fin habla.

  • Hola – le dice a Andrea y se agacha para quedar a la altura de la niña – soy Nacho, el hermano de Renata.

  • Hola, soy Andrea, amiga de Renata – Nacho sonríe y le acaricia la cara a Andrea.

  • Eres muy linda

  • Tú también eres muy guapo

Creo que mi hermano acaba de obtener una nueva fan.

La merienda fue de lo más entretenida. Mi hermana se ha reído más de lo normal con las locuras de la pequeña castaña. Al terminar, Emilia lleva a Andrea hasta su habitación.

Me quedo en la sala con Nacho. Sé que me quiere preguntar por la niña y que hace aquí. Le explico que es la hermana de Camila y que me pidió el favor de cuidarla. Al escuchar eso, automáticamente asocia que ella es hija de Lara. Apenas cuando llego hace dos semanas le tuve que contar todo, el me conoce mejor que nadie y no podía ocultarle lo que me pasaba.

  • Tú estás loca – dice aumentando el tono de voz

  • Ya lo sé, pero...- me interrumpe

  • ¡Pero nada! Me prometiste que ibas a olvidar a esa mujer, y ahora traes a su hija a nuestra casa.

  • Nacho, es un favor. Tampoco es que estoy cuidando a Lara.

  • Es su hija, lo que implica que la tendrás que ver cuando venga a buscarla o cuando tú vayas a llevarla a su casa. Te conozco vas a caer como una gafa.

  • Primero, no la voy a ver, Camila viene a buscarla; segundo, ella no quiere nada conmigo; y por ultimo no te metas más en mi vida, estoy harta que todo el mundo opine sobre mis acciones y decisiones.

  • Lo único que quiero es cuidarte. Me duele verte sufrir

  • Yo sé que me quieres proteger, pero de los golpes se aprende. Lo que tiene que ser, será. Si voy a sufrir quizás no sea hoy, y no será Lara; pero habrá más personas y es algo inevitable.

  • Cuando te volviste tan poética.

  • No seas bobo – le digo golpeándole el brazo

  • Ven y dame un abrazo

  • Renata ¿Por qué peleas con tu hermano? – ambos giramos la cabeza a la vez y vemos a Emilia quien ha llegado a la sala junto a Andrea.

  • No estábamos peleando – ella se acerca hasta mi hermano y lo mira con el ceño fruncido

  • ¿Renata se portó mal? – Nacho no puede creer lo que dice y luego de unos segundos se empieza a reír.

  • Digamos que sí, pero no la regañe mucho – intenta quedar bien con la peque

Andrea asiente con la cabeza y luego posa su mirada en mí, como pidiéndome explicaciones.

  • Tú no te portes mal, después no voy a poder venir más y no podre bañarme en la piscina – me dice muy ofuscada

Al escuchar eso todos estallamos de risa. Que niña tan inteligente y ocurrente.

  • Está bien lo prometo – levanto mi mano en juramento

Nos pasamos toda la tarde y la noche viendo películas y riéndonos. Mis hermanos adoran a Andrea, no pensé que se iban a llevar tan bien. Camila no me ha vuelto a llamar y no quiero llamarla para interrumpir lo que está haciendo con su novio. Me voy a la cocina, mi hermana y la peque están viendo películas en mi cuarto; Nacho salió. Miro mi reloj y ya son pasadas las diez de la noche.

Subo hasta mi habitación. Asomo la cabeza y miro hacia la cama, donde se encuentra Andrea profundamente dormida.

  • La pobre tenia sueño. Le puse una de tus pijamas y se durmió profundamente.

Veo a la peque dormir de lado y con la boca entre abierta, abrazando una almohada.

  • ¿La llevo al otro cuarto?

  • No, déjala aquí. A mí no me molesta.

  • ¿Segura?

  • Si

  • Está bien

Mi hermana me mira y me sonríe. Se muere por preguntar algo, pero me desea buenas noches y sale del cuarto.

Decido llamar a Camila para informarle que Andrea está dormida y lo mejor es que se quede en la casa. Mi teléfono vibra y veo que es ella la que llama. Es como si estuviéramos en la misma sintonía…

  • ¡Hormiga! ¿todo bien?

  • Hola, Ren – se queda callada, señal que va algo mal

  • ¿Qué pasa?

  • Nos van a matar – solloza – Me van a matar

  • Hey calma – trato de tranquilizarla – dime que pasa y deja de llorar.

  • Mi mama sabe que Andrea no está conmigo

  • Me estas mintiendo

  • ¡No!, ella llamo a la casa del abuelo para saber si estábamos allí, el nono no sabía mis planes y le conto todo.

  • No puede ser… sabía que esto era mala idea.

  • Perdón Ren, yo no sabía que mi mama se iba a pelear con Santiago.

  • Te mato, si no lo hace ella, ten plena seguridad que lo voy a hacer yo – le grito y salgo del cuarto para no despertar a la peque

  • Lo siento – dice llorando

  • ¡Deja de llorar! Con eso no solucionamos nada; pudiste hablar con tu mama.

  • Si… - dice vuelve a hacer silencio

  • Bueno y que te dijo.

  • Después de gritarme y decirme que estaba castigada hasta que me gradúe… me pidió la dirección de tu casa para ir buscar a Andrea.

  • ¡Que! Dime que no hiciste eso.

  • Que más podía hacer, no podía seguir mintiéndole.

  • Lo sé… y ahora con qué cara voy a ver a tu mama

  • Pues con la tuya o tienes otra – se ríe y yo solo quiero estar con ella para matarla

  • ¡Cállate! No dices nada bueno

  • Perdón…

  • ¿Tú dónde estás? Vas a venir a dar la cara también o me vas a dejar sola.

  • No puedo está lloviendo y la vía no es buena con estas condiciones.

  • Que mierda – suspiro tratando de calmarme – y tu mama, ¿dónde está?

  • Ella está vía a Caracas

  • ¿Y dónde estaba?

  • En Valencia, ya va de regreso, cuando me llamo me dijo que en dos horas estaba en Caracas.

  • Está bien, te aviso cuando llegue a la casa; cualquier cosa dale mi número de teléfono.

  • Ok, hablamos. Lo siento, no quería meterte en este lio.

  • No me lo recuerdes. Adiós.

  • Adiós.

Respiro hondo cerrando los ojos y la cara de Lara aparece ante mí. No sé qué decirle cuando la tenga frente a mí, no soy buena en estas situaciones.

No sé cuánto tiempo pase sentada en la entrada de la casa, viendo las gotas caer furiosamente contra la grama. Estaba lloviendo muy fuerte y ella seguramente estaba manejando a toda velocidad para buscar a su hija y quizás matarme.

Miro el teléfono, veo que son las once y cuarenta y cinco de la noche. Y si le paso algo. Camila no me escribe y Lara no me llama. Me siento tan angustiada por toda la situación.

Creo que ya llevo la gota mil que cuento en todo el tiempo que he estado esperando; cuando oigo el sonido de una corneta y un carro acercándose. Veo que es Lara que ha llegado.

Salgo rápidamente a recibirla. Ella baja y veo que está agotada. En sus ojos noto que quiere matarme.

  • Hola – dice mirándome muy molesta

  • Hola – trago saliva, apenas puedo hablar – quieres pasar

Ella asiente y comenzamos a caminar hacia la casa. Ya adentro me empieza a preguntar por Andrea.

  • Está dormida

  • No importa, mañana tiene colegio y yo tengo…

  • Lara – la interrumpo – ya es tarde, está lloviendo y te ves muy cansada. Lo mejor es que te quedes aquí.

  • ¡Estás loca! Como se te ocurre que me voy a quedar en tu casa. Ya es suficiente que cuidaste a Andrea. No. Voy a buscar a Andrea y me iré.

  • Es tarde, además está dormida tranquilamente ¿no es una maldad despertarla a estas horas? Por un día de clases que se pierda no pasa nada.

Nada, ella no dice nada. Se queda callada en un largo silencio, demasiado para mi gusto.

  • Dale. No lo pienses tanto. Es lo mejor y lo más cómodo – sigue callada. ¿Qué carajo debo decir para que se quede?

  • Ok, tienes razón

Sonrío al escuchar su respuesta. Sé que desconfía de mí y mis intenciones.

Comenzamos a subir las escaleras en dirección a mi cuarto. Una vez ahí me dice que no quiere que yo este incomoda y que prefiere dormir con Andrea en otro cuarto.

  • Eso no va a pasar, quédate aquí con ella. Yo duermo en el cuarto de invitados. Me da cosa despertarla.

  • Si… es un angelito cuando duerme

  • Es hermosa – le digo viendo a la peque - ¿Quieres una pijama o una camisa? No puedes dormir con ese vestido

  • Si no es mucha molestia – dice algo incomoda

  • No para nada

Abro el closet, busco un mono y una camisa. Se lo entrego.

Me acerco a ella. Tengo unas enormes ganas de besarla. Pero, en vez de eso, beso su mejilla y le deseo una buena noche.

Salgo de la habitación y me voy a toda velocidad a la de invitados. Me tiro en la cama y cierro los ojos. Ella está aquí, en mi casa, a solo unos metros de mí. La deseo enormemente, con todo mi cuerpo y mis sentimientos. Estar cerca de ella y no poder tocarla es una penitencia horrorosa.

Tomo una ducha para aplacar todo lo que estoy sintiendo. Voy al cuarto de lavado a ver si encuentro un pijama limpio, no quiero volver entrar a mi cuarto.

Mi hermano llego y no se ha dado cuenta de nada. Menos mal que esta algo pasadito de copas. Pero mañana me tocara explicar la presencia de Lara.

Camino sigilosamente hacia la habitación de invitados. Me visto y comienzo a caminar de un lado a otro por el cuarto.

Ya no aguanto más, salgo de la habitación. Me detengo en la puerta de mi cuarto y giro la manilla de la puerta, agradezco que no esté con seguro. Las veo durmiendo plácidamente. Me siento una intrusa. Cierro la puerta sigilosamente y me voy a la cocina por agua.

Cuando voy caminando de regreso al cuarto, tropiezo con alguien.

  • Mierda – grito asustada

  • Lo siento, no quería asustarte

  • No hay problema.

  • ¿No puedes dormir?

  • Solo tenía un poco de sed, ya me regresaba al cuarto

Sin contestarme, se dirige a una pared con fotos colgadas. Se queda concentrada mirando las imágenes. Me acerco hasta a su lado y observo con detenimiento la pared.

  • Son preciosas – dice entonces - ¿Esta eres tú? Ahí deberías de tener más o menos la edad de Andrea.

  • Si – rio ante la comparación – tenía 6 años.

Ubico la foto en cuestión. Es una donde salgo toda llena de barro y riéndome.

  • Te ves muy graciosa – me dice sonriéndome

  • La situación fue muy graciosa – digo acordándome de ese día

  • Imagino… gracias por lo de hoy – me volteo al escuchar esa frase – lo que has hecho por Andrea… no tengo palabras

  • No ha sido nada. Me encanta verla feliz. Además Camila me pidió el favor y ella es mi amiga.

Agacha la vista hacia mí y eso deja su cara a escasos centímetros de la mía.

  • Fui una estúpida… te debo una disculpa, no debí decirte que te alejaras de mi hija, se te nota que la quieres mucho y ella le pasa lo mismo contigo.

Suspiro al recodar ese momento.

  • Déjalo así, pasado pisado y olvidado.

  • No puedo, sabes, te portas tan bien con ellas, eres maravillosa.

  • Las quiero, aunque Camila me meta en problemas y Andrea me vuelve loca.

  • Estoy segura que ellas también a ti.

Me pierdo en el abismo de sus ojos verdes. Y ahí nos quedamos. Mirándonos sin decir nada, en un silencio tenso. Tomo sus brazos entre mis manos. Estoy sedienta en el desierto y ella es el agua que necesito. Lara trata de zafarse de mí, pero mientras más se remueve, más la aferro a mí.

  • Renata… no… esto no… - balbucea

  • Lo sé, pero no puedo más… es algo que no puedo evitar.

Apoyo mis labios en los suyos durante unos segundos y siento una corriente recorre todo mi cuerpo. Abre los ojos levemente y estoy segura que ella también ha notado su cuerpo reaccionar ante nuestro contacto. Su boca se abre y suelta un gemido que acallo con mis labios y mis manos se hunden en su pelo a ambos lado de su cabeza. Succiono su labio inferior y tiro de el mientras su espalda se arquea. Su lengua se introduce en mi boca. Es un beso cálido y suave, aunque a ratos se acelera y se vuelve anhelante, y su lengua ataca sin piedad a la mía.

  • ¿Mami?

Como un resorte me separo de Lara dando un salto. Miramos con cara de susto hacia la escalera y vemos que Andrea la llama desde el piso de arriba y menos mal que no ha llegado abajo.

  • Dime mi amor – dice mientras me sonríe aliviada

  • ¿Por qué no sigues durmiendo? – pregunta la peque asomada por las escaleras

  • Ya voy cariño – contesta Lara – Adiós

Se da vuelta rápidamente y sube los escalones. La sigo con la mirada.

Llego a la habitación. Me lanzo en el colchón, cierro los ojos y lo primero que veo es a Lara, comienzo a recordar nuestro encuentro en la sala.

Aun puedo sentir su boca en mi boca. Quiero dormir, pero sé que será una larga noche pensando en ella.