No te Enamores de Mi 9

Capítulo 9 – Seamos Locura

-          ¡Emi! – la llamo nada más entrando a la casa

Dejo las cosas en la encimera de la cocina, junto con las llaves. Homero, acostado sobre su cama, levanta la cabeza y al ver que soy yo, vuelve a echarse. En el salón no hay rastro de nadie, así que me dirijo a mi dormitorio.

-          Hola Ren – me asusta Nacho, se encuentra sentado en mi cama

-          ¡Por dios Martin Ignacio! Casi me da algo

-          ¿Qué tal tu noche con Lara?

-          Como lo…

-          Soy tu hermano Renata, no hace falta que me digas las cosas de forma explícita… te conozco como a nadie.

-          ¿Y qué es lo que conoces? – le pregunto

-          Pues, que te estas acostando con Lara

-          Si y que, no me importa cuánto me adviertas, voy a estar con ella

-          Ok, como quieras – esta resignado – solo que cuando salgas lastimada no me busques.

-          No digas eso, todo está saliendo bien y quiero contar con tu apoyo.

-          Solo cuídate y no seas tan caprichosa. Puedes contar conmigo, pero no estoy de acuerdo con lo que estás haciendo.

-          Lo sé, y perdóname por lo que te hago pasar, sé que no te gusta lo que estoy haciendo… pero es que lo que siento por ella es especial, ella definitivamente es especial.

-          Bueno hermana, habla conmigo si lo necesitas y como te dije cuenta conmigo.

-          Te lo prometo y gracias por preocuparte. Te quiero.

-          Yo más.

Nos quedamos en silencio, parados uno en frente del otro. No hay más que decir. Le sonrío tímidamente. Una parte de mi sabe que mi hermano tiene razón, estoy en una situación muy complicada y que compre todos los tickets para salir lastimada, pero por otra parte lo que siento por Lara es muy fuerte y aunque sufra, ella lo vale.

-          Bueno… - comienzo a decir -  te tengo que decir otra cosa.

-          A ver y ahora que paso.

-          Lara y Andrea van a venir a pasar el día y bañarse en la piscina.

-          Mmm… Está bien, en ese caso recogeré unas cosas y me iré – dice mientras sale del cuarto.

-          ¡Hey! No te tienes porque ir - lo detengo.

-          No te preocupes Renata, yo voy a salir con alguien hoy y ya tenía planeado irme.

-          ¿En serio? Wao, mi hermanito tiene una cita. Por favor, dime quien es la afortunada de pasar todo un día contigo – digo mientras bajamos las escaleras.

-          Ja Ja Ja Ren no me hace gracia; no la conoces, la conocí hace poco y nos caímos bien, que más te puedo decir – me dice sonriéndome

-          ¡No lo puedo creer! ¡Te gusta!

-          No te voy a mentir, es muy linda y me gusta, pero no quiero nada serio. Me conoces nada de novias.

-          Bueno pero que reconozcas que te gusta es un avance muy grande y si ella lo ha logrado vamos en buen camino. Ya muero por conocer a mi futura cuñada.

-          Deja de decir estupideces.

-          Como tú digas.

-          Bueno Ren te dejo para buscar mis cosas, que tengas un buen día.

-          Igual para ti Nacho – le sonrío.

Regreso a mi habitación sin poder dejar de pensar en todo lo que hable con mi hermano. Amor y Nacho son palabras que nunca pensé en utilizar en una oración; me siento muy feliz por él. Como que las cosas se están alineando a mi favor, Lara y yo estamos juntas, bueno en lo que podamos; Nacho enamorado y dejando de jugar a Sherlock Holmes. Creo que ahora el destino me está sonriendo.

Hace un día esplendido. El cielo está despejado, un sol radiante y una brisa cálida; un auténtico regalo.

Luego de tomar una ducha recibo una llamada.

-          ¡Hola Ren!

-          Emi ¿Cómo estás?

-          Todo bien, anoche no llegue a dormir…

-          Si ya me di cuenta ¿Le avisaste a Nacho?

-          Si… y tú tampoco llegaste

-          ¿Cómo lo sabes?

-          Porque cuando llame de madrugada para avisar que no llegaba, Nacho me lo dijo. Todavía estaba despierto.

-          Vaya…

-          ¿Con quién estuviste? ¿Es con quien te tiene este último tiempo tan extraña?

-          Son muchas preguntas, no seas entrometida. ¿A qué hora vienes?

-          Al final de la tarde, estoy en la playa con unas compañeras.

-          ¡Qué bien! Disfruta mucho y me avisas cualquier cosa.

-          Ok, hermanita. Sabes que te adoro y si estuvieras saliendo con alguien…

-          Emilia… ¿Ya vas a empezar? No crees que cosas como esas se deben hablar personalmente.

-          Está bien… no quiero incomodarte pero… quiero que sepas que te quiero mucho y no me gustaría que cometieras una locura…

-          Deja de insinuar cosas que no sabes, Emilia. Besos y cuando llegues hablamos.

Y sin esperar una respuesta, cuelgo el teléfono. ¡No me jodan más! Dejo el teléfono en la encimera y me sirvo el desayuno. Desayuno sin ninguna prisa, tranquila, mientras observo a Homero, que juega con un zapato de plástico. Una vez termino de desayunar, recojo los platos y limpio la cocina. Cuando me dirijo a mi habitación, escucho el timbre sonar.

Lara y Andrea

Reviso la hora en mi teléfono. Diez y treinta de la mañana. Temprano, pensé que llegarían más tarde.

Bajo las escaleras y camino hasta la puerta.

No puede ser… tan bien que había empezado mi día y cada vez se pone peor.

-          ¡Hola Ren! ¿No piensas abrirme? – Emma tan inoportuno

-          ¿Qué haces aquí?

-          Te quise venir a saludar, no te veo desde el viernes y me haces falta.

-          No trates de engañarme, justo hoy yo no te quiero acá.

-          ¡Auch! Eso dolió, y yo que te quiero tanto. ¿Me abres? – dice haciendo pucheros, suspiro resignada, no se va a ir sin joderme el día.

-          Me voy a arrepentir – le digo abriendo la puerta – yo también te quiero, pero lejos de mi casa – digo abrazándolo.

-          ¿Es que tienes planes? Sabes que tienes que invitarme.

-          Eso no hace falta, tu igual vienes así no te invite.

Nos adentramos en la casa. Llegamos a mi habitación y se recuesta sobre mi cama sin quitarme la vista de encima.

-          ¿Te vas a quedar? – le pregunto

-          Oh si… sospecho que tienes algo que contarme - tan mala soy tratando de ocultar algo - Tú a mí no me engañas. Nos conocemos y se perfectamente que me estas ocultando algo.

-          ¡Que no!

-          Renata, mírame a los ojos.

-          ¡Qué pesado eres!

-          Renata……….

Emma era como un perro, cuando le llegaba el olor de alguna noticia o de algún chisme seguía la pista hasta averiguarlo todo. Como que se tomó muy en serio su papel de Watson.

-          Si te lo cuento prométeme que no vas a abrir la boca, ni opinar, ni meterte en mis cosas.

-          Te lo prometo.

-          Anoche… ¡Uf! Anoche…

-          Dios mío, dilo ya…

-          Anoche me acosté con Lara

-          ¡¿Cómo?!

-          ¿Te lo tengo que repetir?

-          ¡Oh, dios mío! Necesito detalles.

-          ¿Estás preparado para lo que tengo que contarte? – El asiente

Menos mal que hoy no hay nadie en casa. Termino de contarle mi historia y la cara de Emma esta para un cuadro. No parpadea, sé que lo he dejado atónito.

-          ¡No me jodas! ¿Esta tan buena como se ve?

-          No, si ya sabía yo que no ibas a poder quedarte calladito y sin preguntar.

-          Te juro que he aguantado todo lo que he podido, le he intentado, pero no puedo. Por favor, Ren, cuéntame detalles… un poquito. Porfa, porfa, porfa… - hace pucheros.

-          Eres un chismoso.

-          Un poquito, solo un poquito.

-          ¡No! Deja de pensar en eso, no me has escuchado, te acabo de decir que estoy en una relación con Lara.

-          No Ren, tú no estás en una relación; ella te va a utilizar para quitarse las ganas. Eres una tonta.

-          ¿Tonta? ¿Por qué soy tonta?

-          Te coges a la mama de tu amiga, disfrutas como nunca. Pero ella va a seguir casada y va a seguir siendo mama de Camila. Creer que lo de ustedes tiene futuro, eso es una tontería.

-          No bueno… Gracias. Si querías matar todas mis ilusiones, te informo que lo hiciste.

-          Mira, cariño, he aprendido algo en esta mierda de vida: disfruta todo lo que puedas, porque un buen día te vas al otro lado todo lo que tu cuerpo se lleve, será lo que quede. No te quise decir que me opongo a tu “pseudo-relación”, disfruta y espero que salga bien.

-          Ok...

-          La verdad es que es una mierda… - se queda pensativo - ¿Puedo preguntarte algo?

-          Si te digo que no, ¿serviría de algo?

-          No.

-          Dispara, entonces.

Su mirada picara, me hace sospechar de que va a tratar esa pregunta.

-          ¿Tiene el culo tan duro como parece?

-          ¡Es que eres un animal! – me levanto de la silla y comienzo a caminar a la salida. Le lanzo una sonrisa enorme – Tan solo te diré una cosa – suspiro y cierro los ojos para recordar con más claridad -  Está mucho mejor de lo que parece y de lo que yo esperaba. Buena no, buenísima – ambos nos reímos y me sigue a la cocina.

-          Entonces todo vale la pena.

La afirmación de mi amigo, me hace pensar lo que no haría por ella. Lo que pasó, paso y ya no tiene remedio. Emma tiene un don especial, consigue alegrarme la vida y ayudarme, sin siquiera proponérselo. Como siempre, había conseguido sacarme una sonrisa.

-          Gracias – le digo dándole un abrazo

-          ¿Por qué?

-          Porque no sé cómo lo haces, pero contigo los problemas parecen menos problemáticos.

-          ¡Qué dices, tontita! No te pongas sentimental, que sabes que soy de lágrima fácil. Mejor vamos a comprar unas cervezas.

-          Borracho.

Salimos de la casa. Entramos en una tienda de licores cerca de casa. Emma y yo nos encaminamos de regreso a mi casa y vemos un carro estacionado en la entrada.

-          Esperabas a alguien – pregunta Emma.

-          Si… se me había olvidado contarte un pequeño detalle.

-          ¿Cuál?

-          Hoy vienen a piscina Andrea y Lara.

-          No pierdes tiempo.

-          Tú no entiendes nada. Tú no sabes nada del amor.

-          Ni falta que me hace. Antes me meto a cura que estar en tu estado.

-          No voy a decirte nada, serían palabras al viento, pero ya te quiero ver cuando…

-          Ni se te ocurra decir lo que estás pensando.

Llegamos a la entrada, Andrea se baja corriendo del carro para saludarnos.

-          ¡Renataaaaa! – oigo la voz de Andrea y pocos segundos después la tengo agarrada a mi cintura

-          Hola peque.

-          Vine a bañarme en la piscina – dice mirándome con los ojos muy abiertos mientras me agarra de la mano.

-          Me alegro que estén aquí – le contesto con una sonrisa

-          Mi mami me trajo ven…

Tira de mi hacia al carro. Y entonces la veo. No puede estar más hermosa. Viene vestida con unos shorts de jeans y una camiseta negra, su larga cabellera oscura, ahora está aprisionada en una trenza que baja por uno de sus hombros. Se ve tan fresca e igual de atractiva y sexy.

-          ¡Mama! – empieza a llamarla Andrea

Cuando se acerca a nosotras, me ve y agacha la cabeza tímidamente. Emma empieza a caminar rápidamente hacia mí y, muy hábilmente, se agacha delante de Andrea y se la lleva dentro de la casa, dejándonos a Lara y a mi sola, una frente a la otra. El nerviosismo se apodera de mí.

-          Hola… - digo sonriendo

-          Hola…

-          Ven - agarro su mano mientras caminamos.

Nos dirigimos al interior de la casa. Quiero acercarme a ella, abrazarla y besarla, y creo que ella quiere lo mismo, pero no puedo abrumarla.

-          ¿Quieres algo de tomar? – ella asiente

-          Tienes una casa muy bonita, se me olvido decirte

-          Bueno, técnicamente no es mía, pero gracias – sonrío – pasemos a la cocina

Lara se sienta en un taburete.

-          Perdón por venir tan temprano, es que Andrea estaba muy emocionada… no sabía que tenías compañía.

-          No hay problema, además no tenías cómo saberlo ―respondo encogiendo los hombros – y por Emma no te preocupes, vino de sorpresa.

-          Gracias – dice recibiendo el jugo que le extiendo.

-          ¿Es un poco raro, no?

-          ¿Un poco? Bastante. Me recuerda lo vieja que soy. Nunca he compartido tanto con los amigos de mi hija.

-          ¿Te complica tu edad?

-          No es eso… Lo que sucede es que yo voy de vuelta y tú tienes tanto por vivir aún. ―Respira profundamente mientras me siento frente a ella.

-          No pienses en eso… yo estoy contigo y me encantas.

-          Lo sé, lo se… perdona – dice poniendo su mano encima de la mía.

-          Me parece a mí que aún no eres muy consciente de lo maravilloso que esto puede llegar a ser… —la abrazo y apoya su cabeza en mi pecho, cierro los ojos inspirando con fuerza el olor de su pelo – Mejor vamos a darnos un chapuzón.

Ambas caminamos hacia el patio trasero. Vemos a Emma y Andrea discutiendo. Cuando se percatan que estamos allí, mi mirada se encuentra con la de Emma, que me sonríe abiertamente durante unos segundos, para luego posarse en Lara descaradamente.

Afortunadamente Andrea llega a nosotras con rapidez y se tira a mis brazos, haciendo centrar mi atención en ella.

-          Andrea, ¿no te has bañado aun? – le pregunto al notarla completamente seca

-          No, te estaba esperando, además – dice señalando a Emma – él no se quiere meter conmigo y yo no sé nadar.

-          Es que él no tiene traje de baño, pero eso lo solucionamos ahorita. Y, como es eso que no sabes nadar.

-          Mis papas no me han enseñado – dice agachando la cabeza

-          Hey no te pongas triste, nosotros te vamos a enseñar.

-          ¡Sí!

-          Pero te tienes que colocar los flotadores.

Andrea arruga la nariz y tuerce la boca mientras se lo piensa. Me mira a mí, después a Lara y luego a Emma.

-          Yo creo que es un trato justo – dice Lara

-          Además, la piscina es honda y te puedes ahogar, si no sabes nadar.

-          Ok. Trato hecho – y me plata la mano para estrecharla

-          Perfecto, dile a tu mama para que te los ponga.

-          Vamos mami – dice

-          Ok, vamos a buscarlos – dice Lara

Emma y nos vamos a cambiar. Le busco un short de mi hermano y yo me coloco el traje de baño. Cuando regresamos vemos a Andrea con los flotadores y extendiendo los brazos, esperando por nosotros para ducharse. Le tomo la mano y nos dirigimos a la ducha.

Cuando estamos debajo del chorro de agua, desvío la mirada hacia donde esta Lara. Me permito unos segundos para admirarla con detenimiento. Trago en seco al verla vestida solo con un biquini azul que contrasta sobre su piel. De pronto nuestras miradas se encuentran y noto que ella se sonroja.

-          Cierra la boca que empiezas a babear – oigo que Emma susurra en mi oído

Lo miro mientras se me escapa una risa tonta. Intento disimular colocándome varios mechones de pelo en su sitio, pero él me busca la mirada.

-          Tenías razón, esta buenísima.

Le lanzo una mirada de reprobación. Nos lanzamos a la piscina y empezamos a enseñarle a Andrea. Es una niña muy lista.

Después de un rato Lara se levanta de la silla y se dirige a la ducha. Lara se sumerge en el chorro de agua y luego sale, mojada y tentadora. Mi pulso se acelera. Miro a Lara y tengo en tensión cada parte de mi cuerpo. Quisiera que todos desaparecieran y nos dejara la piscina solo para las dos. Escucho que Emma me pregunta algo, pero no sé qué fue lo que dijo. Todos mis sentidos están pendientes de ella.

-          ¡Toma mamá! —le grita Andrea cogido al borde de la piscina mientras le lanza el otro—. Guárdalos que voy a intentarlo sin ellos.

Nos sonríe mientras levanta los pulgares para animarla. Guarda los flotadores en el bolso y se acerca hasta sentarse en el borde y así observarnos más de cerca.

-          Agárrate ahí al lado de mamá y cuando estés preparada, vienes hacia mí —le digo con el agua a la altura de la cintura.

-          Está bien, pero ponte más cerca.

Le obedezco y me acerco un paso más mientras Andrea me hace señas con la mano para que siga avanzando. Entonces aprieta los labios, se suelta, dándose impulso con los pies y, nadando como un perrito, haciendo verdaderos esfuerzos por mantener la cabeza a flote, se dirige hacia mí.

-          ¡Vamos cariño! —le anima Lara, tan emocionada que se tapa la cara con las manos.

-          Eso es —le digo estirando los brazos alrededor de Andrea —. Un poquito más.

-          ¡Sí! —grita una vez se coge a mi cuello—. ¡Lo conseguí! ¿Lo has visto mamá? ¿Emma me has visto?

-          Estupendo cariño —le dice mientras aplaude con los ojos empeñados por las lágrimas.

-          Yo creo que ese esfuerzo, se merece un helado —dice Emma agachándose en el borde mientras le coge en brazos para sacarle del agua —. ¿Qué te parece?

-          ¿Puedo mami?

-          ¡Claro que puedes! —le dice Emma sin esperar mi respuesta mientras me guiña un ojo.

Observo cómo le seca un poco con la toalla y enseguida se van los dos cogidos de la mano hacia la cocina. Cuando vuelvo a mirar al agua, me sumerjo hasta la nariz y se acerca a ella como si acechara a una presa. Cuando llega hasta ella, emerjo salpicándola un poco y el agua fría la hace encogerse, a pesar de que hace mucho calor.

-          ¿No te metes? —le pregunto apoyando ambas manos en el borde de la piscina a los lados de sus piernas.

-          Es que está un poco fría… —contesta arrugando la nariz.

-          Tonterías —Y sin darle tiempo para protestar, la tomo de la cintura y la meto dentro del agua con toda la delicadeza del mundo.

Suelta un pequeño grito por la impresión debido al cambio de temperatura, pero enseguida la rodeo con mi cuerpo y empieza a sentirme más a gusto.

-          ¿Mejor? —pregunto con su cara a escasos centímetros de la mía.

-          Mucho mejor —responde mientras intenta peinarme el pelo mojado.

-          Me gusta que lleves… —digo mientras la miro de arriba abajo sin despegarme de ella ni un centímetro— tan poca ropa.

-          Lo mismo digo - Pone sus piernas alrededor de mi cintura mientras atrapa mi labio inferior con sus dientes. Suelto un jadeo que acojo en mi boca y noto como sus brazos me aprietan con más fuerza.

-          Ojalá solo estuviéramos tú y yo – dice contra mis labios.

Ojalá, pienso yo.

-          Te quiero, Renata.

Abro la boca para contestarle, pero ella aprovecha ese momento para invadirme con su lengua. Sin despegar su boca de la mía. Toma mi cara entre sus manos y siento sus dedos en mi nuca. Un calor abrasador invade todo mi cuerpo y se empieza a concentrar peligrosamente en la parte baja de mi estómago. Me agarro con fuerza de su cintura cuando su boca empieza a descender por mi cuello. Apoya la frente en mi pecho y su aliento se cuela por mi nuca. Oigo nuestras respiraciones agitadas. Entonces Lara levanta la vista hacia mí y veo sus ojos llenos de deseo mientras su pecho sube y baja con rapidez.

-          Necesitamos parar…

-          ¿Estás bien? —pregunta apoyando las palmas mis hombros.

-          Sí —contesto riendo—. Pero si no paro ahora… no respondo de mis actos…

-          Ok —acaricia mi cara con mis dedos.

-          Me gustas demasiado Lara…

-          ¿Y eso es malo? —Apoya su frente en la mía mientras nos miramos a los ojos.

-          Eres el remedio de mi enfermedad y la causa de mi locura.

-          Lo sé —responde con una sonrisa preciosa en la cara—. Te quiero

-          Y yo —digo sin poderme creer aún lo afortunada que soy.

Ella sale de la piscina y se va a secar para entrar a la casa. Yo la miro embelesada, el biquini que lleva puesto me mata.

-          Voy por algo de beber… ¿Vienes?

-          Claro – respondo saliendo rápidamente de la piscina

Voy tras ella. Entramos en la casa. Entonces me fijo en la encimera de la cocina. Veo una nota escrita a mano. Achino los ojos y me levanto a leer el papel, presa de la curiosidad.

-          ¿Qué es eso? —me pregunta cuando lo tengo en la mano.

-          Una nota de Emmanuel. “ Me he permitido la libertad de amenizar su tarde con algo privacidad, por eso me llevo a la pequeña diablilla por dos horas…”

-          No creo que dure ni una hora con Andrea, créeme… —me interrumpe ella.

-          Bueno entonces tenemos que aprovechar el tiempo.

Agarra una cerveza de la nevera y yo lo único que puedo hacer es mirarla como un tonta. La miro de arriba abajo, me fijo en sus largas piernas y una imagen de esas piernas enrolladas en mi cintura pasa por mi mete como un flash. Regreso la vista a la nota de mi amigo.

“Renata, amiga, se nota tanto que — carraspeo para intentar quitarme el nudo que se me ha formado en la garganta, esquivo la mirada de Lara y sigo leyendo —, que estás enamorada de ella…”

Doblo la nota sin acabar de leerla y me la guardo en un libro que está en la mesa. No me pide que le cuente que más decía la nota, ni me dice nada, tan solo se pone delante del reproductor, lo enciende y le da al play. Tomo una cerveza. Miro al techo cuando la canción empieza a sonar.

Laura comienza a moverse, siguiendo el ritmo de la y sin pensar le hago una invitación:

-          ¿Quieres bailar? ―le pregunto. Ella me mira como pensando si aceptar o no mi invitación. Puedo ver la duda en sus ojos, pero también puedo ver el deseo.

-          Claro ― responde acercándose a mí.

Me acerco más a ella y la tomo por la cintura, ella se deja, no me rechaza y eso me da alas para avanzar más allá. Lara se contonea al ritmo de la música y yo tarto de seguirle el ritmo, pero me he convertido en una torpe a su lado, sumando el hecho que soy muy mala bailando. Nos acercamos más y yo hundo mi nariz en su cabello. Cierro los ojos y aspiro su olor. Estoy loca por esta mujer que me calienta hasta el último de los poros de mi piel. Paseo mi nariz por su cuello y le deposito un suave beso en la clavícula y puedo notar que su piel se eriza.

-          Me gusta todo de ti… Me estás matando Lara - confieso paseando mi vista por cada centímetro de su piel.

Me escucha con la boca medio abierta y un pequeño jadeo escapa entre sus labios. En cuanto se da cuenta de ello, vuelve a esquivar mis ojos y se coloca el pelo detrás de las orejas con ambas manos. Sin pensarlo dos veces, avanzo el pequeño paso que nos separaba y la agarro por la cintura. Espero su reacción con el corazón a punto de estallar dentro de mi pecho. Lentamente, baja sus manos desde su cabeza hasta dejarlas apoyadas en mis brazos. Al menos no me ha apartado de ella y eso me da fuerzas para continuar mi pequeño ataque.

—Lara, mírame…

Me obedece lentamente. Nos miramos a los ojos durante varios segundos, hasta que me desvío hasta sus labios. Acerco mi boca a la suya y me detengo a escasos centímetros, cuando mi aliento cosquillea en su piel.

Levanto de nuevo la vista y entonces es cuando ya puedo leer el deseo reflejado en sus ojos. Se lanza a mi boca, apretándome contra ella. Respondo a su beso con anhelo, hundiendo mi lengua en su boca sin ninguna delicadeza. Muerde mi labio inferior y tira de él con. Caminamos hasta que su espalda choca contra la pared y entonces aprieto mi cuerpo contra el suyo. Mis manos recorren su cuerpo semidesnudo. Ella se deja hacer. Paso mis manos a su espalda y con un rápido movimiento de los dedos, le desato la parte superior del bikini. Cuando ya está desnuda de cintura para arriba, me detengo a observarla durante unos segundos.

-          Eres preciosa —digo mientras repaso su piel blanca y perfecta.

Sonríe y acerca su boca a mi oreja.

-          Te deseo —me susurra.

Me dirijo hasta su mandíbula, repartiéndole besos hasta llegar a su oído, le tiro el lóbulo de la oreja y ella aprieta sus manos que tiene posadas sobre mis hombros. Aunque no quiero, me separo de ella, la miro a la cara y luego la tomo de la mano para llevarla a mi cuarto.

Entramos en la habitación. Nos quedamos mirando por un momento, excitados, con nuestras respiraciones entrecortadas y el pulso a mil.

-          Lara ―le digo mientras que con mi pulgar voy acariciándole el labio inferior.

-          Renata ―me responde con un susurro que me eriza la piel y ya estoy completamente perdida.

Me abalanzo sobre ella para besarla y mientras lo hago la voy dirigiendo hasta la cama. Cuando llegamos la tiro sobre ella y la miro ahí. Ella está esperándome deseosa y excitada, cierro los ojos y suelto una maldición y me lanzo sobre ella.

Estoy besando a Laura con desesperación. Ella me devuelve el beso de igual forma, con la misma entrega con que yo lo hago. Noto que su respiración es entrecortada, agitada y debo reconocer que la mía está de igual forma.

Le acaricio las piernas, de arriba a abajo y voy repartiendo besos en ellas. Laura sonríe y veo que sus ojos brillan. Acerco mi nariz a la tela e inspiro con fuerza, poniendo mis manos en sus nalgas y apretándola contra mí. Ella hunde sus dedos en mi pelo y su estómago se encoge mientras mi lengua recorre la tela húmeda.

Me pongo en pie con una sonrisa de medio lado. Entonces ella me da la vuelta y me empuja contra el colchón con rudeza. Aparta mis manos y deja que las suyas continúen con la faena. Introduce una mano en mi entrepierna sin haberme quitado nada. Cierro los ojos y echo la cabeza hacia atrás.

-          Mírame… —dice haciendo que su aliento haga cosquillas en mis labios.

Obedezco y abro los ojos, aunque tengo que hacer verdaderos esfuerzos por mantenerlos así. Intento concentrarme en mi respiración, que es ruidosa e irregular. No puedo cerrar la boca y mantengo todos los músculos de mi cuerpo en tensión.

Entonces me mira directamente a los ojos y me da una sonrisa arrebatadora, como si hubiese encontrado lo que quería. Automáticamente me relajo y le dejo hacer. Ella continua el sendero de besos desde mi cuello hasta mi pecho y con los dientes retira la copa del sujetador. Gimo cuando siento el efímero contacto de sus dientes en mi piel. Rodea mi pezón con sus labios y tira suavemente de él. Sus manos van a su encuentro y me acarician. Arqueo mi espalda contra su boca buscando más placer. Ella sonríe pero continúa sin aumentar el ritmo. Alza su mirada y sus ojos verdes llenos de provocación sin límites se posan en los míos.

-          ¿Más? – susurra.

Lo hace sexy y arrogante.

-          Más – respondo sin apartar mi mirada de la suya.

Vuelve a sonreír y rodea de nuevo  mi pezón entre sus labios, pero esta vez tira de el con sus dientes, más fuerte, a la vez que sus dedos imitan su gesto en el otro pezón. Gimo y me revuelvo bajo de ella.

-          ¿Más? – pregunta sensual sobre mi piel

-          Más – respondo en un susurro casi inaudible.

Lleva su mano hasta el vértice de mis muslos y, casi sin rozarme, las desliza baja la ropa interior. Me acaricia suave.  Gimo otra vez.

-          ¿Más? – pregunta torturadora

-          Más – musito jadeante

Rodea mi pezón con los dientes, pero esta vez, cuando tira de él, introduce al mismo tiempo dos dedos en mi interior. Gimo alto, a punto de gritar. Retira sus dedos definitivamente y se incorpora. Se coloca de rodillas entre mis piernas y tira de tela hasta quitarla completamente. Me apoyo sobre los codos para observarla. Mi respiración esta convulsa y tengo la boca seca de pura expectación.

Toma una de mis piernas y comienza a besarme desde el tobillo hasta el mundo. Cuando está a punto de llegar a mi sexo, salta a la otra pierna y baja de nuevo hasta el tobillo, donde me muerde suavemente. Cierro los ojos y echo la cabeza hacia atrás.

-          ¿Más?

-          Si, más – murmuro

La noto sonreír antes de inclinarse y comenzar a besarme el vientre. Como lo hizo con mi cuello, se demora hasta el extremo, dejando que su cálido aliento electrifique mi piel. Se mueve de nuevo, pasea su nariz por mi ombligo y continúa bajando. Su aliento ya me inunda. Suspiro presa de placer, mientras ella comienza a besarme lentamente. Gimo acompañando cada uno de sus movimientos. Empieza lentamente pero poco a poco va aumentando el ritmo. Rodea mi húmedo clítoris con sus labios y tira de él. Todo mi cuerpo convulsiona. Sus besos son cada vez más intensos y entonces vuelve a introducir dos de sus dedos dentro de mí mientras que con el otro brazo me inmoviliza las caderas. Jadeo con la respiración descontrolada. Continúa besándome, moviéndose. Sus dedos se mueven despacio pero muy profundo, haciendo que todo mi interior estremecer. Se deja caer sobre mí hasta que sus labios están cerca, muy cerca de los míos.

-          ¿Más? –susurra

Hago un esfuerzo sobrehumano por abrir los ojos y allí están los suyos, verdes y salvajes, esperando una respuesta.

-          Mas – gimo

Me dedica una sonrisa sexy. Sus embestidas se vuelven exigentes, implacables, deliciosas. Me agarro de las sabanas de la cama. Mi mente flota en un limbo de placer y mi cuerpo sudoroso y lleno de euforia hasta casi explotar, le pertenece por completo.

-          Dios – gimo llena de placer.

Mi cuerpo se tensa bajo de ella y alcanzo un espectacular orgasmo, que me sacude por dentro y por fuera hasta hacerme vibrar en todos los sentidos. Nos quedamos tumbadas en la cama intentando recuperarnos. Mantengo la cabeza apoyada en su hombro mientras sus dedos acarician mi pelo y me besa la mejilla con dulzura.

-          No dejes de abrazarme —me dice al oído.

-          Nunca… Pero me estoy quedando sin fuerzas.

Me toma la cara entre las manos y me sonríe con dulzura.

-          No has dormido mucho últimamente, ¿no?

-         No mucho —le confieso – Pero me estoy resistiendo a cerrar los ojos porque tengo la sensación de que debería aprovechar este día hasta el último minuto

-          ¿Qué quieres decir? ¿Que en cuanto acabe el día, se romperá el hechizo?

-          Espero que no, pero tenía tantas ganas de volver a besarte y abrazarte que me sabe a poco…

-          Bueno, yo espero que mañana me vuelvas a besar y a abrazar y ya recuperadas…

-          Insaciable —le digo acariciando su piel con mi nariz.

Lara ríe a carcajadas y yo no puedo hacer otra cosa que admirarla. Me tiene totalmente hechizada.

-          Me gusta cuando me miras así —me dice entonces.

-          ¿Así cómo?

-          Como si fuera el centro de tu universo.

-          Lo eres —le digo.

Ella sonríe agachando la mirada y apretando los labios en una mueca que me dice que no acaba de creérselo del todo.

-          No me digas eso… ―suplica con pena ― Por favor, no lo digas…

Me acercó despacio, vuelvo a mirarla sin apartar a vista de sus labios, y con ambas manos tomo sus mejillas. Siento la resistencia de ella.

-           ¿A qué le temes? ―susurró a centímetros de su boca.

-          Es una locura…

-          Seamos locura, entonces.

Varias horas más tarde, estamos sentadas en la mesa con los platos ya vacíos y nuestros estómagos llenos. Andrea se está acabando su helado sentada a mi lado.

-          ¡Mami! ¡Mira que grande helado que tengo!

-          ¡Muy bien cariño! —le responde sin siquiera mirarla.

-          ¡Pero si no lo has mirado! —insiste Andrea.

-          Oh, por Dios —dice exasperada mientras la mira—. ¡Qué rico se ve, cariño!

-          Lo hace para que no te olvides de que está ahí…

-          Eso es imposible. No se calla nunca.

La conversación es amena, Lara sonríe a algo que le dice Emma y que yo no he escuchado por estar al pendiente de ella. De pronto el sonido de un móvil se escucha y veo que es el de Lara. Ella mira la pantalla y abre los ojos con preocupación.

-          Disculpen, debo contestar ―dice y se levanta de su silla y se aleja.

Ella comienza a hablar y veo que comienza a discutir con su interlocutor, hasta aquí puedo sentir su rabia. ¿Con quién estará hablando? Me siento intrigado por saber con quién habla. ¿Será su esposo? Vaya, ni siquiera había pensado en él, bueno la verdad es que mi cabeza no está pensando mucho últimamente. Luego de unos minutos ella vuelve a la mesa y no puedo evitar preguntar:

-          ¿Todo bien? ―Ella me mira y ladea su cabeza, dándome a entender con eso que no esperaba mi pregunta.

-          Sí, todo muy bien, gracias ―responde y me regala una sonrisa – Pero ya nos tenemos que ir.

-          Yo no me quiero ir.

-          Tenemos que irnos tu hermana nos está esperando en la casa y ya has pasado todo el día aquí, mañana tienes colegio y te tienes que dormir temprano.

-          ¿Cuándo venimos otra vez? - pregunta mirando a su madre.

-          Bueno… no te has ido y ya quieres volver – dice Emma riéndose

-          Sabes que puedes venir cuando quieras – digo sonriéndole

Andrea me abraza con cariño y nos despedimos en el umbral de la puerta, donde le vuelvo a repetir que puede venir siempre que quiera. Caminamos hasta el auto donde ya la espera Lara. Se sube en el asiento del copiloto y Lara pone en marcha el auto. Pienso en todo lo sucedido en las últimas horas. Emma me llama, me dice también se va y que nos encontramos mañana en la universidad. Nos despedimos. Suspiro cansada, subo las escaleras hasta mi habitación para arreglar mis cosas para mañana. Miro la cama donde tuve a Lara y mi pulso se acelera. Luego recuerdo que ella estará pronto en su casa con su marido me produce una opresión en el pecho. Ella tiene volver a su realidad para estar con su esposo y cumplir con sus deberes, de esposa y madre. Reconozco que el bastardo tiene suerte.

Ella es única.


¡Hola! ¿Cómo están? Perdón por la demora, de verdad lo siento. Este último tiempo he pasado por bloqueo creativo, me sentaba frente a la laptop y no podía escribir nada. Pero que ya he salido de ese bache, es que tenía tantas ideas en la cabeza que no podía organizarlas en mi cabeza y mucho menos poder plasmarlas en Word. Cada capítulo es una aventura y a veces me toma mucho tiempo llegar al resultado que quiero; por eso también me tardo, no quiero subir capítulos cortos e inconsistentes, soy exigente. Yo soy de las personas que entran frecuentemente a la página y espera siempre las actualizaciones de mis historias preferidas, quisiera que fueran un libro, donde ya tengo todos los capítulos de la historia y se el final. Pero no, toca esperar y volverse impaciente a la espera de uno nuevo. Una vez más lo siento por la demora y agradecerles por sus visitas y los comentarios. Saludos :)