No te Enamores de Mi

Capítulo 7 – Espejismos

¡Hola! primero que nada quisiera agradecerles todos y cada uno de sus comentarios y las visitas a los diferentes capítulos, wow para mí son increíbles, nunca pero nunca imagine el efecto que causan en el ánimo de un escritor o en personas como yo que solo hilamos algunas frases y pensamientos, esperando no decepcionar al lector y tratando que todo tenga sentido; en serio son geniales. Segundo, pedirles disculpas por el retraso, no era mi intención tardarme tanto en publicar pero tuve problemas con la laptop y comencé de nuevo clases, se me complicaron las cosas un poco, pero buscare la manera de publicar lo más seguido que pueda. Ya despidiéndome, espero que les gusten los siguientes capítulos. Chau ;)


El sonido de la alarma me despierta de golpe del sueño en el que estaba.

Poco a poco abro los ojos y estoy un poco desorientada. No reconozco esta habitación y, luego de unos segundos, proceso toda la información… estoy en el cuarto de invitados y, que Lara y Andrea están durmiendo en mi habitación.

Estiro los brazos y me restriego los ojos para tratar de quitarme la pereza.

Ella está a unos metros, en mi cuarto y un calor empieza a recorrerme el cuerpo por completo.

Me levanto, entro al baño para realizar el proceso de higiene correspondiente. Al terminar, organizo el cuarto y me dispongo a salir.

Abro la puerta y comienzo a bajar las escaleras. Cuando llego al comedor contengo la respiración. En la mesa ya se encuentran desayunando Lara y Andrea con mi hermano.

  • Buenos días – saludo nerviosa y con la voz temblorosa

  • ¡Hermanita! – Nacho se levanta de la silla y viene a mi encuentro – ¿cómo estás?

  • Bien, no sabía que ya todos se habían despertado

  • Por supuesto, pero ven a desayunar con nosotros – dice llevándome hasta la mesa.

Llegamos a la mesa. Lara me mira, pero no puedo descifrar su mirada, pero no noto enojo. Andrea me mira y me sonríe, yo le devuelvo una media sonrisa nerviosa.

Desayuno rápido. Nacho se levanta y se despide de todas para irse a su cuarto. Me levanto recojo todos los platos de la mesa y los llevo a la cocina.

  • ¿Lista para irnos? – le pregunta Lara a la niña levantándose de su silla

  • Si mami, voy a buscar mi bolso – responde Andrea sonriendo

Ambas quedamos solas en la cocina.

  • Renata, gracias por recibir a mi hija. Y también por permitir quedarnos a dormir. Muchas gracias

  • No tienes que agradecer. Yo te lo ofrecí. Andrea es un encanto y ya sabes que pueden regresar cuando quieran.

La peque llega con su bolso y nos dirigimos a la salida. Llegamos hasta el carro de Lara.

  • Bueno Andrea espero que la hayas pasado muy bien.

  • Sí, me la pase genial – dice sonriéndome

  • Qué bien – le devuelvo la sonrisa – pero tienes que regresar para bañarte en la piscina

  • Si me lo prometiste

  • Yo cumplo mi promesa – le digo levantando mi mano

  • Mami, nos podemos quedar un poco más, ¿quieres?

  • Lo siento, hija. Tenemos que irnos. Despídete de Renata y dale las gracias.

La niña se levanta y me abraza. Se sube al carro y en la cara muestra un gran enojo por las palabras de su madre.

Ella se pone frente a mí y me estira la mano para despedirse. Yo le estrecho la mano y no se la quiero soltar. Quisiera tenerla entre mis brazos y no soltarla nunca.

  • Hasta pronto, Renata – se despide mirándome fijamente con esos hermosos ojos verdes que me encantan.

No quiero que se vaya, porque no sé cuándo la volveré a ver otra vez. Pero debe regresar a su casa a ver a su esposo…

  • Adiós… Ya te echo de menos

Me suelta la mano de golpe rompiendo así adorable sensación que nos unía.

Sube al auto, lo pone en marcha y se comienza a alejar hasta que lo pierdo de vista.

Entro de nuevo a la casa, algo nerviosa. Sé que nacho me llenara de advertencias y regaños.

  • Renata, a mi cuarto… ahora

Mi hermano está molesto. Me va a matar porque Lara se quedó en la casa, estoy segura. Subo lentamente las escaleras, estoy caminando hacia mi sentencia de muerte.

Estoy frente a la puerta de su cuarto.

Ya estoy adentro y estoy esperando a que él hable. Se para frente a mí y me observa fijamente. Al final soy la primera en hablar tratando de darle una explicación.

  • Nacho, yo…

  • Desgraciada suertuda – abro los ojos como dos platos

  • ¿Cómo?

  • Eso es lo que eres, una suertuda.

  • Porque dices eso…

  • Que pedazo de mujer, es hermosa.

  • Hey no hables así.

  • Lo siento… ya veo porque te tiene así; si es que es bella y muy agradable.

  • Si… - suspiro al recordar el beso de anoche

  • Pero – el silencio se hace de pronto entre nosotros – tienes que pensar bien lo que te estas metiendo y que todo tiene consecuencias.

Pensar eso hace que sienta un pinchazo en el corazón. Quiero que esta conversación termine. Estoy harta que todos se inmiscuyan en mi vida.

  • ¿Ya terminaste?

  • Piénsalo.

  • Claro

Camino rápido y salgo hasta el jardín. Siento una rabia inexplicable, porque sé que tengo de dejar de pensar en Lara. Respiro hondo cerrando los ojos. Me siento en la mecedora para poder relajarme, comienzo el vaivén de la silla y miro hacia el horizonte, pensando en ella, en que estará haciendo. ¿Estará pensando en mí? Sí, claro.

Cuando entro en la sala veo a mi hermano hablando por teléfono con mi papa. El recuerdo de lo sucedido con Nacho, su regaño y su advertencia, vuelve a pasar por mi mente. Le digo que salude a papa de mi parte y que hablamos después.

Es temprano y ya me estoy alistando para un nuevo día de estudio. La verdad es que anoche no dormí muy bien, ya que tuve extraños sueños en los que se aparecían unos hermosos ojos verdes.

Sé que es una locura lo que está sucediendo y creo que tal vez es mejor dejar de pensar en Lara. Pero pienso en ese divino beso de anoche y me arrepiento. No tengo fuerza de voluntad cuando se trata de ella.

Me termino de vestir y salgo al estacionamiento. Me subo a mi moto y me encamino hacia la universidad. Llego a mi destino, busco a mis compañeros y veo que están en el cafetín.

  • Buenos días – saludo y me quedo al lado de Emma

  • Hola Ren. Qué bien que llegas temprano, tú y yo tenemos que hablar.

Cuando escucho decir eso a mi amigo trago en seco, se me forma un nudo en la garganta y no entiendo muy bien porque.

  • Gise y yo vamos a ir a comprar unas galletas para que hablen tranquilos – dice Alicia levantándose de la mesa

  • Bien, Ren vamos a las gradas.

Nos despedimos de las chicas y sigo a Emma hasta las gradas. El empieza a hablarme de unos trabajos de Fisica, pero en lo único que puedo pensar es que Camila le conto lo que sucedió ayer.

  • ¿Qué tienes? – pregunta mi amigo y no lo culpo por la curiosidad. Mi cara denotara un terror y un nerviosismo terrible.

  • ¿Yo? Nada… - contesto y trato de sonreír

  • Ya – dice el mirándome fijamente, como queriendo descifrar mi comportamiento

  • ¿Y tú ya hiciste todos los laboratorios? – pregunto para que vuelva su atención a los estudios y me deje en paz.

  • Sí. Ya los entregue

  • Qué bien

  • Bien – dice y se sienta en las gradas mientras me sigue mirando raro, como si supiera que la voy a cagar en algo, adivinando que voy a hacer.

Todo el mundo me psicoanaliza y se mete en mi vida, esto es excelente. Me gusta Lara, sí, pero Nacho ya me ha advertido y creo, aunque me sienta mal reconocerlo, que mi hermano tenga un poco de razón. No puedo hacerles daño a Camila y Andrea. Sí, debo mantenerme alejada de ella, eso es lo que debo hacer, me digo confiada.

Emma y yo nos quedamos hablando de los exámenes que ya estaban muy cercanos. Gise y Alicia se nos unieron y paso un buen rato hasta que fue la hora de clases. Más tarde llega Camila, quien al verme se pone a gritar como una loca, pidiéndome disculpas. Monto un espectáculo en el salón de estudio. Yo lo único que podía hacer era reírme y tratar de decirle que no se preocupara, que había salido todo bien. Y era verdad, no solo habíamos salido airosas del regaño de su madre, sino que también yo me lleve una hermosa y divina sorpresa; pero eso es algo yo no le podía decir a mi querida Hormiga.

Terminada la jornada de clases, muy pero muy fastidiosa; porque tener un profesor que no se le entiende nada que lo que dice y que te da una asignatura como Fisica, es para quedarte dormido en clases. Cuando estaba recogiendo todas mis cosas mi teléfono suena. Era un número desconocido y no le di mucha importancia. Todos salimos del salón y nos vamos al estacionamiento, tratando de despertarnos después de esa clase tan aburrida.

Camila me pide prestado el teléfono para escribirle a su novio. Mientras ella estaba escribiendo el mensaje cuando nuevamente llama el número desconocido. Cami contesta

  • ¿Bueno? – volteo a ver rápidamente a Cami que muy abusadora contesto la llamada

  • Devuélveme el teléfono, no contestes a número que yo no conozco – le digo arrebatándole el móvil

  • Perdón, igual nadie habla

Verifico que la llamada todavía sigue en línea.

  • ¿Quién es?

  • Hola

Enseguida supe que era ella. Mi corazón empezó a latir rápidamente, me aparte de Cami para poder hablar tranquila.

  • Hola… ¿Cómo tienes mi numero? – contesto con la voz tomada por la emoción aunque intentando relajarme

  • Recuerda que Camila me lo dio ayer, cuando iba a buscar a Andrea a tu casa – dijo con un tono sereno

  • Claro, tienes razón.

  • Disculpa por llamarte a esta hora, no sabía que todavía estabas en clases

  • Ya salí, no te preocupes, más bien discúlpame tú, imagino que te sorprendió que Cami respondiera el teléfono.

  • No importa, yo soy la que está llamando y tengo que estar preparada para las sorpresas- dice en tono bulón

  • Bueno, a que debo tu llamada

  • Oye, tenemos que hablar… - me dice secamente

Esas palabras nunca preceden nada bueno.

  • Pero ahora es muy tarde y lo que te quiero decir tiene que ser en persona

  • Ok – consigo balbucear

  • ¿Te parece el sábado en mi casa?

  • Vale…

  • Te espero a las 3:00 PM

  • Aja

Soy incapaz de responder con algo más que monosílabos. Por un lado, me siento aliviada por que no ha pronunciado las temidas palabras, que suelen ser del tipo “no eres tu soy yo”, “lo nuestro no funciona” o “deberías empezar a hablar con más gente”; quizás me las diga cuando nos veamos personalmente, lo entendería, ya que todo es algo complejo, pero que te lo digan por teléfono es de lo peor que hay. Pero por otro lado, eso no hará más que alargar mi agonía hasta el sábado en la tarde. Estoy segura que me presentare en su casa totalmente desquiciada, por tener la cabeza ocupada intentando averiguar cuáles serán las palabras exactas de Lara.

  • Hasta el sábado Renata – su voz suena como un susurro, como si me estuviera hablando al oído, haciéndome estremecer.

Incapaz de responder algo, cuelgo el teléfono sin despedirme siquiera.

Regreso con los chicos. Después de un pequeño interrogatorio de quien me estaba llamando, me dejaron en paz. Caminamos hasta el estacionamiento. Camila de despide de nosotros y se va.

  • Ren ¿estás bien? – escucho que pregunta Emma

  • Estoy muy bien Emma.

  • ¿Qué pasa Renata?

  • Nada ¿Por qué?

  • Porque estas muy callada y distante desde que recibiste esa llamada

  • Ya les dije que era una amiga de San Fernando, tenía tiempo sin hablar con ella y ya.

  • Apostaría mil a uno que es Lara la que te tiene así

  • Estás muy equivocado. Solo estoy cansada

  • Aja y te creí. Yo sé que ella se quedó en tu casa ayer.

Me giro para mirar a mi amigo y veo su cara de diversión.

  • Tu hermano me llamo para contarme. El cree que paso algo entre ustedes dos anoche. Me dijo que las vio conversando muy de cerca en la sala de tu casa.

Abro los ojos de par en par por lo que oigo. Quiero negárselo todo a mi amigo, pero no le puedo mentir. No puedo pronunciar ninguna palabra.

  • Vamos Ren, no te pongas así.

  • ¡Estás loco! Ni en mi propia casa tengo privacidad. Es increíble, Nacho se pasa todo el día diciéndome lo que tengo que hacer con respecto a Lara.

  • Te está cuidando, le preocupa que te enamores de ella y salgas lastimada.

  • Emma yo ya estoy grande para que él me diga que es lo que tengo que hacer con mi vida. No quiero que ni él ni tú se inmiscuyan en mis decisiones

  • Renata, no te voy a dar un discurso de moral. Eres una chica muy madura e inteligente. Y muy bien sabes que lo mejor es que te alejes de Lara.

  • Te juro que trate mantenerme alejada de ella, pero me es imposible. Me gusta.

  • Wow, wow, estas pero de lo que pensaba. Te dejo muy mal

  • Eres un idiota

  • Si un idiota que se preocupa por ti.

  • Aja eso mismo me dijo el bobo de Nacho. A ver si se dejan de chismes entre ustedes dos y dejan de meterse en mis cosas.

Emma niega con la cabeza y veo que tiene una sonrisa en la cara como si le hubiera contado el mejor chiste del mundo. Este pendejo no me va a dejar de fastidiar hasta que me olvide de ella.

  • Mejor nos vamos, porque ya es tarde – le digo subiéndome a la moto - ¿te llevo hasta la estación del metro?

  • Sí, porque Camila me dejo tirado para irse con su pingüino

  • Bueno sabes cómo es ella, así que es mejor que subas o me arrepentiré de llevarte.

  • Vamos pues…

Me subo a la moto con mi amigo y comienzo a conducir. Llegamos hasta su destino, él se baja y nos despedimos. Llego a la casa y me encuentro con mi hermana en la sala.

  • Hola Emi – la saludo con un beso en la mejilla

  • Hola hermanita ¿Cómo te fue hoy en la uni? Nacho estaba muy preocupado por ti hoy y no me quiso decir porque.

Trago en seco, ya que se porque está preocupado mi hermano… por Lara y nuestro beso de anoche.

  • Déjalo, sabes cómo es el de paranoico

  • Si tienes razón. ¿quieres algo de cenar?

  • No. Cami me compro el almuerzo y todavía no tengo mucha hambre. Lo mejor es que suba a mi cuarto, porque lo que estoy es muy cansada y con mucho sueño.

Emilia acerca una de sus manos y me acaricia el rostro. Me mira fijo a los ojos y luego me pregunta.

  • ¿Estás bien, Ren? – por dios. ¿Qué les ha dado a todo el mundo por preguntar si estoy bien?

  • Si, Emi. Solo estoy cansada, ver Fisica y luchar para no morirme de aburrimiento es un desafío.

  • Está bien, Ren – dice, pero sé que está preocupada – ve a bañarte y descansa. Si después te da hambre, te dejo la cena guardada.

Me voy a mi cuarto. Enseguida entro en la ducha dejando que el chorro de agua golpee mi cabeza. Tal vez esto haga que aclare un poco mis ideas.

Cierro los ojos y lo primero que veo es a Lara. Me tiene embrujada. No puede ser posible que piense en ella cada dos por tres.

Golpeo las baldosas de la ducha, esto no puede seguir así.

Mañana me iré a cualquier lugar y de seguro que encontrare a alguien con quien olvidarla.

Me visto y veo que ya es muy tarde. Me tiro sobre la cama y busco mi teléfono para ver si tengo alguna llamada perdida.

Encuentro con un mensaje de Gabriela pidiendo que nos encontremos. ¿Y si salgo con ella? Tal vez me ayude a distraerme y dejar mi obsesión con Lara. Pero Gaby es un poco intensa y posesiva; y si la llamo ya pensara que tenemos una relación, y con ella es lo último que quiero.

Después de un rato me empieza a gruñir el estómago y bajo hasta la cocina. Mi hermoso hermanito chismoso está sentado cenando.

  • ¡Renata! – grita Nacho levantándose para abrazarme

  • Hola Nachito – se separa de mí y me mira la cara. Se queda callado, pero noto que estudia con detenimiento cada facción.

Me pongo nerviosa, a veces creo que mi hermano puede leer mis pensamientos, me conoce mejor que yo misma.

  • ¿Estás bien, Ren? – vaya otro más que se preocupa por mí. ¿Qué estará demostrando mi cara que todos me preguntan lo mismo? ¿Tan mal estoy?

  • Muy bien, de verdad que bien. ¿Por qué lo preguntas?

  • Bueno… es que – dice alargando la frase – no es nada. Déjalo, si dices que estas bien, te creo. Ahora vamos a cenar.

Llegamos a la mesa y trato de volver a ser la Renata de antes, lanzando bromas a mi hermano. Pero la verdad es que me siento extraña. Sigo comiéndome la cabeza, pensando en Lara.

Seguimos riéndonos y contándonos que tal nos fue en el día. Obviamente sin mencionarle la llamada que recibí hoy en la tarde. Cuando terminamos, me despido para ir a la habitación.

Me meto en la cama, pienso en todo lo ocurrido en el día y también lo que me pasa con Lara. Ella remueve cosas en mí que no sabía que existían.

Ella me gusta más de lo que debería. Pero tengo que olvidarme de ella. Tiene un esposo y además, es la mama de mi mejor amiga.

Vaya cuando pensaba que mi vida seguiría igual que siempre, todo se complica.


Es sábado. Me levanto temprano apenas pude dormir. Necesito quitármela de la cabeza de alguna forma y todo lo que he intentado hasta ahora, no ha dado resultado.

Es ella en lo primero que pienso al levantarme y lo último que pienso cuando voy a dormir. Cuando estoy estudiando, resolviendo alguna integral esotérica, pienso en ella. Cuando me baño, como, duermo o cierro los ojos la veo. Así que voy a ver si logro quitármela de esta manera corriendo hasta quedarme sin aliento.

Tan solo quince minutos después de salir de casa, llego a un parque. En esta época el parque empieza a estar menos concurrido a estas horas ya que casi todo el mundo está de vacaciones, así que no hay mucha gente y me puedo centrar en el ritmo de mi zancada y respirar de forma acompasada. Con la música a todo volumen retumbando mis oídos y sin bajar el ritmo completo cinco kilómetros. Apoyo las manos en mis rodillas y respiro profundamente varias veces para intentar recobrar el aliento.

Algo más entera empiezo a realizar estiramientos, cuando escucho las zancadas de alguien quien se acerca corriendo.

  • ¡Eh! – me saluda un chica que, al verme, se detiene a mi lado

  • Hola… - la saludo, pensado que su cara se me hace familiar

  • Daniela… - dice al verme la cara – Hemos coincidido alguna vez aquí…

  • Sí, claro. Perdona es que estoy algo distraída. No te había visto bien – miento, acercándome a saludarla, porque en realidad ni me acuerdo de ella - ¿Cómo estás?

  • Bien – contesta riendo. Ni idea que he dicho que le ha podido hacer tanta gracia – aquí, intentando que la hamburguesa que me he comido anoche no se instale en mi barriga el resto de mi vida.

  • Ah…

Sonrío incapaz de decir nada más, porque esta chica es de lo más superficial. Me remuevo incomoda en el sitio y entonces soy consciente que ella continua hablando sin parar, a la vez que se toca el pelo. La miro de arriba abajo y veo que lleva un pantalón sport ajustado y un top ceñido que deja ver su vientre plano lleno de gotitas de sudor, además de mostrar, sin dejar mucho a la imaginación sus enormes pechos. Si quizás ahora, al mirarlos puede que me recuerde un poco de ella, más de una vez desviaba la mirada cuando estaba corriendo para verla.

  • ¿Renata?

  • Mmmm… perdona – digo alzando la vista

  • Que si te apetece que vayamos a desayunas

  • ¿Así vestidas? – digo señalando nuestra vestimenta

  • Bueno – contesta ella acercándose lentamente a mí – podemos ir a mi casa. Vivo a cinco minutos.

Llegamos a su casa y empezamos a hacer el desayuno. Mientras yo termino de comer, Gabriela fue a cambiarse la ropa.

Quince minutos después aparece de nuevo Gaby. Viene vestida con unos shorts de jeans y una camiseta negra, su larga cabellera castaña, ahora está contenida por una trenza que baja por uno de sus hombros. Se ve igual de sexy que con la ropa deportiva. La conversación es amena, algo frívola pero relajada. Gaby me mira con sus lindos ojos oscuros y una necesidad comienza a recorrer mi interior.

Me acerco a ella y la tomo por la cintura, ella se deja, no me rechaza y eso me da pie para seguir avanzando.

Paso mi nariz por su cuello y le deposito un beso en su clavícula y puedo notar que su piel se eriza. Subo hasta su mandíbula, repartiéndole besos hasta llegar a su oído, y le muerdo el lóbulo de la oreja y ella aprieta sus manos que tiene posadas en mis caderas.

Ya no aguanto más. Me separo un poco para mirar su rostro y lo que veo me encanta, estoy con mi Ángel. Me lanzo a ella para besarla.

Nos movemos rápidamente hasta la habitación. Despacio sin dejar de besarla, la tumbo sobre la cama y yo hago lo mismo sobre ella. No quiero separarme de ella ni en un solo segundo. Lentamente le quito el short y la camisa, descubriendo su piel. Ella suspira bajito cuando se siente casi desnuda ante mí.

Alzo la mano y la acaricio hasta llegar a su estómago. Las dos nos quedamos absortas en el movimiento de mis dedos. La beso con fuerza y todo vuelve a empezar. Todo el placer.

Se deshace de mi ropa. Mis labios vuelan tras la estela de mis dedos y me pierdo en sus pechos, en sus caderas. Me levanto para terminar de desvestirme. La observo desde arriba y la visión me deja fulminada. Ella me contempla a través de esos hermosos ojos verdes, que una vez más pueden conmigo.

Mi boca comienza el camino de su vientre despacio, muy despacio, hasta su ombligo. Ahora, recorro el borde de su ropa interior por su cintura y después los muslos hasta llegar a su interior. Ella arquea el cuerpo con un sonido sofocado y se agarra de la cama. Mis manos acarician sus pezones. Vuelvo a subir hasta su boca y nos fundimos en un largo beso. Mi lengua y mis besos siguen por las clavículas, los hombros descubiertos y sus pechos. Ella lo único que hace es gemir débilmente.

Volví abajo. Hundí la cara en el sexo femenino. Lamí, bese y recorrí cada uno de los rincones. Encontré su clítoris y comencé a lamerlo lentamente, dando toques suaves aquí y allá, presionando con mi lengua. Cuando la respiración y las quejas de ella me dijeron que no podía más, acelere el ritmo, presionando y recorriendo su vagina en toda su extensión.

Me posiciono sobre ella y presiono mi entrepierna contra ella. Su respiración se entre corta y un largo gemido se escapa de sus labios. Su cuerpo se arquea uniéndose más al mío. Es perfecto.

Mis dedos entran en ella con un solo movimiento. Los muevo despacio, profundo, llegando cada vez más lejos. No puedo dejar de besarla, de tocarla. Su respiración se acelera. Gime. Mi mano se mueve más rápido, las suyas salen a su encuentro. Grita. La beso.

  • Renata – grita

Y un maravilloso orgasmo, repleto de emociones, nos envuelve. Los besos se rompen entre respiraciones entrecortadas. La embisto nuevamente con fuerza y mis dedos se pierden en su interior sintiendo su aliento y todos nuestros gemidos en mis labios.

Mi paraíso se llama Lara.

Salgo de ella y en ese preciso instante todo se rompe. No era Lara, era Gabriela. La miro a los ojos y ella me devuelve una mirada tan cálida, tan entregada, que me hace sentir horrible. Me levanto, recupero mi ropa del suelo y trato de vestirme tan rápido como soy capaz. Necesito salir de aquí. La rabia no me deja respirar. Me paso las manos por el pelo y en silencio, observando como ella también se levanta y recoge su ropa.

Salimos del cuarto ninguna de las dos dice alguna palabra.

Entro al baño para terminar de arreglarme y pensar en que le voy a decir. Fui una tonta al pensar que acostándome con Gaby podría olvidarme de ella. En que carajos estaba pensando. Era la imagen de Lara la que veía en mi cabeza, la que se retorcía de placer debajo de mi cuerpo, la que gritaba mi nombre.

  • Tengo que marcharme – le digo cuando me dirijo a la sala

  • ¿De verdad vas a irte?

Su tono de voz suena decepcionado y me sacude por dentro.

  • Tengo que hacerlo

Me mira un segundo suplicándome en silencio que no le haga esto.

  • Por supuesto - contesta agachándose para recoger su camisa - Ya nos acostamos, ¿Qué sentido tiene quedarse?

Las cosas no son así...

  • Gaby... de verdad lo siento

Intento agarrarla del brazo, pero ella se aparta antes.

  • Ni se te ocurra tocarme

Estoy muy molesta por la situación en la que estamos, que la que nos he colocado yo.

Camina hasta la puerta y la abre con rabia.

  • Adiós, Renata - susurra

  • Adiós, Gabriela - obligo a las palabras a atravesar mi garganta

La puerta se cierra y otra vez vuelvo a sentirme como la mayor imbécil sobre la faz de la tierra.

Consigo regresar al parque sin problemas. Compruebo en mi teléfono que son casi las doce del mediodía, así que empiezo a darme prisa para llegar pronto a la casa, darme una ducha y cambiarme para ir a casa de Lara. Solo pensar en ello, me hace dibujar una sonrisa en la cara, y sé que el motivo nos es otro que volver a verla. Veinte minutos después, entro en casa y voy directo a la ducha.

Al salir, me anudo una toalla alrededor del cuerpo y salgo para dirigirme al cuarto. Me siento en el escritorio donde se encuentra mi laptop y comienzo a revisar el correo. Para cuando acabo, me doy cuenta que ya ha pasado una hora desde que salí de la ducha. Ya no tengo mucho tiempo para seguir tonteando, me visto y salgo de la casa, aun sintiéndome terrible por lo que le hice a Gabriela.