No te Enamores de Mi 5

Capítulo 5 – Volverte a Ver

El teléfono empieza a sonar en la mesa al lado de la cama. La luz matinal se colaba a través de las cortinas del cuarto, impactándome en los ojos con si fuera un puñetazo propinado por un boxeador. Echo una mirada al reloj. Son apenas las ocho de la mañana; no quiero hablar con nadie, especialmente después de una larga noche. Resoplo al ver quien interrumpe mis horas de sueño.

  • ¡Ren! Amorcito, mi abuelo va a hacer una parrillada en casa, te llamo para que vengas, Emma ya me confirmo, no te puedes negar.

“Camila, tan inoportuna como siempre, por el amor de dios”

  • Hola Camila… No me siento muy bien para ir.

  • ¡Me prometiste que nos íbamos a ver hoy!

  • Lo siento, Cami. Otro día, igual mañana nos vamos a ver en la uni.

  • Ayer te estuve llamando toda la noche pero cada vez me salía en buzón de voz. Dale, te vas a divertir en serio no me dejes mal, quiero que conozcas a mi familia – me dice rogándome, ya me la imagino cruzando los dedos para que diga que si

  • Está bien, pero todavía estoy acostada en la cama, déjame arreglarme y comer. Te aviso cuando salga para tu casa. ¿Necesitan algo?

  • Gracias Amorcito, no hace falta nada, solo tu presencia. Besitos.

  • Nos vemos.

Entro a la ducha, abro el grifo y me quedo debajo del chorro de agua durante quince minutos, hasta que siento la piel arrugada. Solo en ese momento siento que despierto.

Después de vestirme, agarro una manzana y tomo las llaves de la moto. Caminando hacia la salida nuevamente suena mi teléfono.

  • ¡Hermanita! – grita Nacho a través del teléfono - ¿Cómo te trata la vida?

  • Hola Nachito, respiro así que todo bien y a ti? ¿Cuándo vas a venir a visitarnos? Me haces falta …

  • Te llamaba para decirte que la próxima semana voy para allá – repone con voz exultante – Emilia me llamo ayer, está preocupada por ti, me dijo que estas saliendo mucho últimamente y te nota extraña ¿Hay algo que yo no sepa?

  • Es que he estado muy ocupada, tú sabes la universidad y esas cosas – balbuceo a modo de excusa.

  • Te salvas esta vez pero a mí no me engañas, espero que la chica por la que sufres valga la pena.

  • ¿De qué hablas? Yo no estoy sufriendo por nadie

  • Aja y te creí… no me mientas, siempre actúas igual cuando me ocultas algo, no estabas en casa, llegas en la madrugada y no has llamado en dos días a mi o a papa, tú y yo sabes que significa algo.

  • Veo que te tienen muy informado – digo molesta - No es lo que crees y no estoy de humor para pelear.

  • Te conozco como la palma de mi mano, te salvas porque me tengo que ir a trabajar.

  • Ya era hora, te llamo mañana y dile a papa que lo llamo más tarde. Te quiero Nacho, no seas tan curioso la próxima vez.

  • Y yo a ti mi peque; le diré a papa que te llame porque si espera tu llamada se hace más viejo.

  • No te hagas el graciosito… Adiós

  • Nos vemos el miércoles, ¿está bien? Ah se me olvidaba, me muero de ganas de conocer a la chica que…

Colgué rápidamente la llamada antes de que continuara con su comentario. Me conoce tan bien el condenado. Llego hasta la moto y la enciendo para dirigirme a casa de Camila. En la vía me detengo a comprar desayuno y unas cosas para llevar a casa de Cami.

Al llegar al lugar estaciono, reviso mi teléfono para ver la hora y ya son las once de la mañana, se pasó el tiempo volando. Rápidamente Camila sale a recibirme.

  • ¡Ren! Qué bien que ya llegaste – me abraza y me da un par de besos, al ver que he comprado unas cosas para pasar la tarde me ayuda a llevarlas a dentro – no te hubieses molestado, sabes que tengo de todo.

  • No hay problema, me da pena presentarme con las manos vacías, ya me conoces.

  • Lo se… lo sé, ven vamos que nos espera mi familia y para salvar a Emma que esta con mi abuelo y lo más probable es que lo esté interrogando – rio porque sé que es así, recuerdo cuando yo lo conocí, estuvimos hablando durante veinte minutos seguidos, no se cansaba.

Nos dirigimos hacia la parte trasera de la casa. Cuando llegamos, siento que me aprieta el brazo para llamar mi atención

  • Prepárate Amorcito, ha llegado el momento del espectáculo.

  • ¿Qué quieres decir?

Me mira y puedo escuchar una risita maliciosa. Seguidamente veo como se acerca su abuelo Guido junto con Emma.

  • ¡Renata! Hija que estas tan linda como siempre - me dice abrazándome

  • Hola señor Guido, hago lo que puedo – repongo

  • Pues le tienes que dar unos consejos a Camila – todos reímos por su comentario – acompáñame para que conozcas a toda la familia y amigos – el brazo de Camila fue reemplazado por la de su abuelo.

Mientras me presentaba con todos, parecía una celebridad. Conocí a todos los primos, tíos, hermanos, abuelos y amigos. Sí que son una familia enorme, ya estaba confundida de tantos nombres Franco, Alessandra, Franchesca, etc. Durante todo mi recorrido y presentación familiar Camila y Emma estuvieron riéndose efusivamente, de vez en cuando les hacía señas de querer matarlos.

Ya finalizando, el señor Guido me pidió que fuera a la cocina y le buscara un poco de agua porque tenía mucha sed. Caminando hacia la cocina no puedo evitar sonreír pensando que como no va a necesitar agua sí no para un minuto de hablar. Tomo lo que necesito y regreso, trato de saber dónde están mis amigos. Le entrego el vaso al abuelo parlanchín y veo como Emma y Cami se acercan.

  • Camila, ¿Dónde están Larissa y Andrea?- pregunta el Sr. Guido

  • Ni idea abuelo, quizás salieron con Santiago – le responde

  • Bueno espero que lleguen pronto, los dejo tranquilos para que hablen - – dice el abuelo levantándose y yéndose. Cuando vi que el Sr. Guido ya no nos podía escuchar increpe a mis amigos.

  • Malvados me abandonan y además se ríen de mí, con amigos como ustedes para que enemigos – les digo bastante molesta, ellos lo único que pueden hacer es reírse.

  • Perdón Ren es que ver tu cara cuando conociste a toda la familia y además del brazo de mi abuelo, era algo que no podía interrumpir – dice Camila divertidamente.

  • Lo se… pero por favor no me dejen otra vez – le suplico a mis amigos mientras nos abrazamos.

  • ¡Qué lindos se ven! –oigo decir al Sr. Guido caminando en nuestra dirección – Renata ven quiero que conozcas a mi nieta – abro los ojos rápidamente, no puede ser que sean tantos.

  • Hey ni se les ocurra irse porque los mato – digo mientras nos separamos y riéndonos por el comentario.

  • ¡Andrea! Que linda estas – oigo decir a Camila – ¿dónde te habías metido?

  • Estábamos en la casa buscando la mesa de Ping-Pong – escucho decir a una pequeña ubicada al frente mío.

  • Mm ok – dice Camila – Andrea, te presento a una amiga, se llama Renata y estudia conmigo – la niña dirige su mirada hacia mí

  • Hola soy Andrea – dice sonriéndome

  • Renata, mucho gusto – le digo agachándome y devolviéndole la sonrisa.

  • ¿tú también estudias números? – pregunta curiosa

  • Si, y me encantan, y a ti ¿te gustan los números?

  • No que horrible – dice con mueca de desagrado – yo prefiero el baile, cuando sea grande voy a ser bailarina – le oigo decir muy entusiasmada – te voy a mostrar

Me le quedo viendo como trata de bailar ballet en la grama, algo casi imposible. Rio mientras ella sigue bailando tratando de no caerse.

  • No te rías de mi baile – dice molesta y hace un puchero

  • No me estoy riendo – miento excusándome, pero ella no me cree – lo siento… lo siento – hago un puchero como ella y pongo ojitos de perrito triste– hare lo que sea para que me perdones.

  • ¿Lo que sea? – sonríe maliciosamente - Cárgame – escucho mientras se acerca, es una niña muy lista.

  • Está bien – me agacho para que se suba en mi espalda

En cuanto empiezo a caminar le grita a Camila para que la vea. Al verme con su hermanita a cuestas se empieza a reír fuertemente haciendo que todos los presentes volteen a vernos. Cami se acerca a nosotras.

  • Andrea no abuses de Ren, después se cansa de ti y no vuelve más – dice Camila

  • ¿Te vas a ir y me dejas? – me pregunta tomándome la cara con sus manos y mirándome tiernamente.

  • No me voy a mover de tu lado – le digo para tranquilizarla – y tu envidiosa, no sigas diciendo eso.

  • Yo solo digo… pero Andrea igual tienes que bajarte porque mama te está buscando y te va a regañar si te ve así - advierte a su hermana

  • Peque tu hermana tiene razón.

  • Yo no me quiero bajar – dice susurrando

  • Es lo mejor, después llega tu mama te regaña y no vamos a poder seguir jugando – digo tratando de convencerla

  • Está bien – dice resignada

Me agacho para que le sea más cómodo bajarse de mi espalda. Cuando ya no siento su peso, estiro mi cuerpo.

  • La postura era incomoda – escucho decir a mi amiga al ver mis movimientos

  • Algo, es pequeña pero igual pesa.

  • Si ella se cree una bebe y que hay que cargarla – le reprocha a su hermana.

  • Ya déjala tranquila – intervengo – además fui yo la de la idea. Voy a ir a buscar algo que tomar, ya regreso.

Entro a la casa, tomo un vaso de agua y me dirijo a la sala. Es un lugar bastante agradable y lindo, veo en una mesa varias fotos que captan mi atención. En unas están Camila y su hermana, Andrea y sus abuelos cuando era bebe, entre otras. Cuando veo una en la que parece ser Andrea pero lo descarto ya que la foto denota que es vieja, debe ser su mama o su abuela cuando eran niñas, muy parecidas, casi idénticas diría yo.

  • Bonita no – escucho decir a mi lado

  • Si, hermosa – volteando a ver a Emma

  • Parece que fuera Andrea pero no lo es, seguro pensaste eso

  • Lo reconozco, ¿sabes quién es? – pregunto viendo la imagen nuevamente

En el momento que Emma iba a solucionar mi duda, llega Andrea y me agarra de la mano, diciéndome que fuera con ella, que era urgente; lo único que puedo hacer es seguirla y tratar de no caerme en el camino.

  • Peque, que sucede – le pregunto pero no responde, al no obtener una respuesta me detengo, por fin voltea

  • Si no me dices que pasa no te voy a acompañar – la miro fijamente esperando una respuesta pero a ella no le importa y se va corriendo.

Yo me quedo clavada en el sitio, mirando fijamente a Andrea y a la persona que está a su lado. Ninguna de las dos me miran, porque están de espalda, mientras la niña le gesticula rápidamente algo que no logro comprender. Aun así, reconocería ese cuerpo y esa cabellera a kilómetros.

  • Hey que pasa, pareces que un fantasma – me dice Camila al oído

Pero yo no le contesto, solo la miro y, como si las imágenes pasaran por delante de mis ojos en cámara lenta, veo como ambas se giran y nos miran, al instante, nuestras miradas se encuentras nuevamente. Observo como se dilatan sus pupilas, confirmándome que ella también me ha reconocido.

  • ¡Mamma Mía! Por fin te veo – oigo decir a Camila a mi lado – Renata ella es mi madre Lara – no puedo creer lo que acabo de escuchar.

Me fijo que va vestida de una forma más informal, con unos jeans ajustados a sus piernas y una camisa blanca holgada, pero igualmente bella.

  • Ren… ¡Renata! – grita Camila

Salgo de mi trance y levanto la cabeza de golpe y veo a Camila con los ojos abiertos y con la respiración acelerada.

  • Dime Cami

  • ¿Estás bien? - me pregunta

  • Si, disculpa

  • Como te estaba diciendo – continua ahora dirigiéndose a Lara - ella es mi amiga Renata y estudia conmigo. Ella es mi Amorcito, de quien siempre hablo.

La miro fijamente, intentando controlar el ritmo de mi respiración, noto una pizca de nerviosismo en ella. Aunque me mira no mantiene la mirada por dos segundos seguidos, y se remueve incómodamente en su sitio. Me acerco y estiro la mano, ella con miedo deja caer su palma contra la mía.

  • Mucho gusto – digo murmurando.

  • Igualmente, por fin te conozco - dice para mi asombro – he escuchado mucho de ti.

  • Espero que sean cosas buenas.

  • Por supuesto Amorcito – interrumpe mi amiga – No hay nada malo que decir sobre ti.

Nadie en este lugar puede dimensionar lo que estaba sintiendo. Lo único que podía escuchar era mi corazón, que lo que quería era latir junto al de ella. Maldita sea mi suerte ¿Qué probabilidades hay de conocer a una mujer en un bar, al día siguiente encontrarla en un café y ahora en la casa de mi amiga? Además para mi desgracia que sea su madre. Estoy jodida.

Cuando por fin salgo de mis pensamientos me doy cuenta que ya no hay nadie a mi alrededor. Diviso a Emma a lo lejos y camino a su encuentro. Necesito alejarme de Camila y Lara.

Por dios, esto no me puede pasar a mí, como le explico a Cami que me gusta su madre, me va a matar. Necesito hablar con alguien porque voy a terminar desquiciada.

  • Hoy estas muy extraña – pregunta curioso Emma

  • No nada que ver – trato de excusarme – lo que necesito es una cerveza estoy muy acalorada

  • Si, estas pálida y sudorosa, ya te traigo una – le oigo decir mientras se retira

Tratando de organizar mis ideas siento que tocan mi hombro. Volteo pensando que es Emma. Pero no, otra vez esos ojos verdes.

  • ¿Qué haces aquí?– me grita molesta

  • ¿Qué? – pregunto totalmente confundida por la situación

  • Te dije que lo nuestro no iba a poder ser y te apareces en mi casa, no te quedo claro lo de anoche.

  • Por supuesto que lo entendí – le recrimino ante se acusación – yo no sabía que Camila es tu hija, me invito a comer y yo accedí, soy su amiga.

  • ¡No me mientas! Eres su amiga y debes de saber que soy su madre; por eso estas aquí, no te das por vencida. Ya te lo dije aléjate de mi

  • ¡Qué te pasa! Estas loca definitivamente – ya bastante ofuscada – realmente no lo sabía, allá tú, si no te da la gana de creerme, aunque me gustes mucho, no voy a dejar que me trates como se te da la gana.

  • ¡Vete de mi casa! Y aléjate de Camila, no te quiero cerca de ella.

  • ¡No tienes derecho a amenazarme! Es mi amiga ¡Vete a la mierda! Lara.

Salgo como alma que lleva el diablo, Emma viene de regreso con la cerveza.

  • Ren, ¿Qué tienes? Estas muy alterada – me toma el brazo

  • Me voy, tengo cosas que hacer

  • No te puedes ir, ya vamos a comer y la estamos pasando bien.

  • Tenías razón, hoy no estoy en mi mejor día y no quiero dañar el ambiente con mi humor – me zafo de su mano

  • ¡Eh! – me grita Emma - ¡déjame acompañarte!

  • ¡No! Te quedas aquí – le grito ofuscada – déjame en paz, no entiendes que me quiero ir.

  • ¿Qué coño te sucede hoy? Tú no eres así…

  • Emma, yo… - cierro los ojos dudando en decirle lo que pasaba

  • Tu ¿Qué?... ¿Qué pasa? Estoy preocupado por tu actitud

  • ¿puedes venir a mi casa cuando termines? - le iba a contar. Asintió preocupado – pero nadie debe saberlo

  • Me asustas

  • Ven a mi casa, por favor – le miro suplicante

  • Está bien, cuenta conmigo.

Prendí mi moto temblando y arranco sin mirar atrás. Manejo recordando perfectamente cada una de sus palabras. Me sentía vulnerable y más sola que nunca. En cuanto llegue a casa me sentía un poco mejor. Me di un baño para bajar la ira que recorría mi cuerpo.

Era media tarde y Emi estaba en la sala haciendo un trabajo. Me observo desde el comedor.

  • ¿Cómo estás? Saliste muy temprano esta mañana, ni te sentí – me sirvo un poco de jugo antes de responderle y sentándome al otro extremo de la mesa.

  • Bien, es que Cami me invito a una parrillada en su casa y sabes que no puedo decirle que no – bebo un poco de jugo mientras me mira pensativa

  • ¿Qué tienes? Estos últimos días has estado muy extraña – me observa atenta – basta con verte para saber que pasa algo, no quiero meterme, es tu vida y te juro que la respeto; sin embargo si necesitas de mi ayuda sabes que siempre estaré para ti.

  • Lo se Emi… no pasa nada. Gracias por preocuparte.

Me levanto y le doy un beso en la frente. Ella me sonríe y sigue estudiando.

Salí al jardín, estaba haciendo bastante frio, no me importo. Me senté en mi mecedora tratando de relajarme y dejar de pensar en los eventos de esta tarde. Las lágrimas se hicieron presentes, yo no solía derramarlas con facilidad. No me di cuenta cuando me quede dormida. Al despertar mire el teléfono, casi eran las ocho, me talle los ojos para despertarme y entre de nuevo a la casa.

No vi a Emilia, pero dejo una nota en la mesa diciendo que tuvo que salir a buscar unos libros donde una compañera. Prepare la cena y espere a que llegara Emmanuel. Cuando llego me miraba expectante, lo lleve al jardín para que cuando llegara Emilia no nos escuchara.

  • ¿Por qué tanto misterio? – quiso saber. Me siento al frente de el

  • Por dónde empezar…

  • ¡Habla ya! – grita desesperadamente

  • Antes, me tienes que prometer que no le vas a contar a absolutamente nada de lo que te diga a Camila – frunce el ceño intrigado

  • Ok… lo prometo, pero palabra por palabra.

Le cuento todo sobre mis últimas 48 horas. Como conocí a Lara en el bar, donde nunca se presentaron; que me la encontré al día siguiente en un café y lo que me dijo en nuestra despedida; y por ultimo como casi me da un infarto cuando descubrí que era la mama de mi querida amiga.

  • No puede ser – me dice bastante sorprendido

  • Creerlo, porque es así, imagínate como me siento – sujeta mi mano – me gusta una hermosa mujer casada y de paso es la mama de mi mejor amiga. Es horrible – susurro con resignación.

  • Hey no te preocupes. No sé cómo ibas a poder con esto sola, yo no puedo – lo abrazo

  • Gracias por escucharme y comprenderme.

  • Para que son los amigos – sonríe dándome un beso en la cabeza.

No se fue hasta que llego Emilia. Casi no hablamos más desde que le conté todo, estuvimos abrazados.

Han pasado dos semanas desde mi fin de semana de terror y desde la última vez que vi a Lara. Y no ha pasado ni un solo día que no haya pensado en ella. Odio lo que pasa conmigo. Estoy desconcentrada en los estudios. No puedo creer que esto me esté pasando a mí. Me resulta casi imposible.