No soy lesbiana

Y puso cada una de sus manos sobre mis rodillas separándolas una de la otra para a continuación pasear los dedos por mi piel camino de mi sexo subiendo y bajando cada vez más, arrastrando a penas la yema de sus dedos por mis ingles provocándome

Laura se pasó la tarde entera igual que el día anterior pidiéndomelo:

-Por favor Sonia, te lo ruego acompáñame -puso esa carita de cordero degollado que sabía que siempre me convencía-. No te va a pasar nada raro, además sólo será esta vez...

Suspiré largamente, ella sonrió sabiendo que ya me había dado por vencida.

Hoy abrían uno de esos pubs de ambiente en la ciudad y Laura esperaba que hubiese gente nueva, chicas que también fuera la primera vez que iban a uno de esos bares.

-Está bien, pero me debes un favor -la miré seria y ella con una gran sonrisa que le cruzaba la cara me dio un beso en la mejilla.

-Recuerda: esta noche me paso por aquí a las diez a por ti -salió corriendo calle abajo antes de que me diera tiempo a cambiar de opinión mientras se despedía con la mano.

Me metí en mi casa y fui directa al armario para buscar algo que ponerme, en realidad no se me ocurría nada, me podría arreglar, pero yo no era lesbiana así que tampoco pretendía ir a ligar, aunque claro era el día de inauguración y todas irían bien vestidas. Me quedaban tres horas para decidir algo decente. Al final me decanté por una faldita negra y una blusa azul abotonada por delante con un par de sandalias con cintas atadas por el gemelo.

Escuché un claxon pitar tres veces, era Laura. Bajé las escaleras a la carrera y me monté en el asiento del copiloto, ella subió la música con una mirada de complicidad y arrancó el coche. El pub estaba a unos veinte minutos de mi casa y se pasó la mayor parte del camino dándome las gracias por acompañarla.

-Bueno pues aquí es -dijo señalando hacia mi ventanilla.

Ante mis ojos había un bar con luces de neón que anunciaba el nombre. Tomé aire armándome de valor y salí del coche.

-Espera aquí a que aparque, no tardo.

Me crucé de brazos cuando se levantó algo de viento y me fijé en las chicas que entraban, algunas miraban hacia mi con una sonrisilla, otras entraban con pareja y se besaban fervientemente antes de pasar. Me quedé mirando ensimismada a una chavala morena con el pelo a la altura de los hombros que sonreía coqueta dentro de un grupo de otras chicas, sus ojos negros se clavaron en mi un momento sin que perdiese esa sonrisa.

De repente una mano se posó en mi hombro.

-Ya podemos entrar -Laura me empujó hasta la puerta haciéndome pasar.

En el local la música era agradable, fácil de bailar y mi amiga en seguida empezó a flirtear con su juego de roces y miraditas picaronas cuando cruzábamos la pista hacia la barra.

Una rubita ligeramente más bajita que yo, con tacones se acercó a mi amiga ofreciéndole bailar. Laura dirigió hacia mí una mirada entre permiso y disculpa, yo asentí y le guiñé un ojo y ella me dio un apretón en la mano antes de irse con ella.

Me sentía fuera de lugar, completamente sola en un sitio en el que definitivamente no encajaba. Pedí un whisky doble y mojé mis labios en él disfrutando.

  • ¿Cómo va la noche?

Giré la cabeza y allí estaba ella. La chica que había visto fuera estaba a mi lado con la espalda apoyada en la barra y mirando al frente mientras me hablaba con su ya peculiar sonrisa.

  • Mi amiga me ha dejado sola, como ves.

  • Ah claro, la muchacha que hace un rato te ha traído -volvió la cara hacia mi, su piel brillaba bajo las luces con palidez.

  • Sí, estoy aquí porque me lo han pedido.

  • Yo pensaba que habías venido por mí -hizo un pucherito juguetón.

No me lo podía creer, una chica estaba ligando conmigo, y lo peor era que yo le estaba siguiendo el rollo, ¿qué me pasaba? Su voz era divertida, traviesa y sensual a la vez. Me mordí el labio.

  • Es que yo no he salido del armario -me acabé mi whisky de una sentada.

  • No pasa nada, puedo meterme contigo -susurró muy despacio y puso una mano sobre mi pierna trazando círculos lentamente en mi rodilla. Para mi sorpresa, no me aparté.

  • ¿Y si no quiero que te metas? -miré de soslayo su mano, ella mantenía mi mirada, su sonrisa, mientras su mano se deslizaba por mi pierna colocándose ella frente a mí.

  • Shh sólo déjame intentarlo -su mano ya rozaba el borde de mi falda y la iba subiendo por la cara interna de mi muslo sin detenerse.

Para ese momento yo inconscientemente ya estaba empapada y notaba cómo ardía de deseo. Muchas veces en mi casa cuando me masturbaba pensaba en otras chicas cuando llegaba al orgasmo, pero nunca les ponía cara. En cambio ahora estaba ella ahí con sus dedos amenazándome bajo la falda.

Posó su mano sobre mis braguitas y torció una sonrisa esta vez más pícara que las anteriores al notarme húmeda a través de las bragas. Yo no deseaba que se detuviese, mi cabeza decía que sí, pero yo no quería. Presionó con los dedos sobre la tela con suavidad varias veces haciéndome morderme el labio. Acercó los suyos y empezó a besarme como no lo habían hecho nunca antes, lenta y pasional, agresiva y cálida. Poco a poco yo fui abriéndome al beso mientras sus dedos no dejaban de acariciarme. Apartó las braguitas en un momento y esta vez recorrió mi sexo con los dedos en contacto directo con mi piel, esto hizo que yo me revolviera con excitación y subiera una mano a su pelo para atraerla más hacia mí.

Ella me dio lametones en los labios y se separó ligeramente con la satisfacción dibujada en la cara, habló muy bajito, sólo para mí.

  • Vamos a un lugar más privado -sacó la mano de debajo de mi falda y tiró de mi mano conduciéndome.

Yo la seguí completamente roja de vergüenza y me llevó fuera del pub a un parque de alrededor que estaba desierto, como era normal a esas horas de la noche.

Me hizo tumbarme sobre la hierba con las rodillas semiflexionadas, tiró de mis bragas deshaciéndose de ellas y se tumbó momentáneamente sobre mí para besarme ardientemente antes de musitar:

  • Mucho mejor.

Y puso cada una de sus manos sobre mis rodillas separándolas una de la otra para a continuación pasear los dedos por mi piel camino de mi sexo subiendo y bajando cada vez más, arrastrando a penas la yema de sus dedos por mis ingles provocándome estremecimientos antes de abrir mis labios con uno de ellos al pasarlo entre ellos completamente mojado en mis cada vez más abundantes fluidos. La cabeza me daba vueltas, se mezclaba mi embriaguez con el deseo que recorría mi cuerpo a la par que sus dedos exploraban cada una de mis reacciones.

Pronto noté cómo introducía un par de dedos en mí moviéndolos en círculos tocando cada una de las partes sensibles de mi vagina. Su cálida y escurridiza lengua se posó sobre la punta de mi clítoris trazando círculos con mucha suavidad sobre él. Era mi primera vez con una chica y ella lo sabía. Mi respiración se volvió agitada a medida que ella hacía más complicados los juegos con su lengua y sus dedos se adentraban más y más en mi, cada vez con mas profundidad. Su habilidad era increíble, empezó a darme besos, succionándome y humedeciendo aún más de lo que ya estaba. Mis jadeos se convertían en gemidos, mis manos aprisionaban la hierba haciéndome arrancarla desesperada por el placer que estaba sintiendo.

Mordisqueaba mi clítoris deslizando la lengua con pasión, moviéndola acompasadamente con sus dedos que entraban y salían de mi interior haciendo ese peculiar sonido que me excitaba de sobremanera al estar completamente bañados en mí. Mis gemidos a penas me dejaban articular palabra y con los ojos cerrados conseguí susurrar:

  • Me corro.

Ella, en respuesta, aumentó la velocidad de cada movimiento apretando su boca contra mi sexo justo en el momento en que me desbordaba el placer. Exploté en un intenso orgasmo que me hizo arquear la espalda y me dejé caer exhausta sobre la hierba sin abrir los ojos. Esperé a que mis jadeos cesasen y a que mi respiración volviese a un ritmo normal para volver a abrir los ojos. Me incorporé y miré a mi alrededor buscándola pero ya se había ido. Se había llevado mis bragas y en su lugar sólo había dejado un papel en el que ponía: Blanca.