No sos macho hasta que no la probás

Uno puede creerse muy masculino y viril pero si nunca probó, no podrá decir si le gusta o no.

NO SOS MACHO HASTA QUE NO LA PROBÁS (Exmacho)

-No sos macho hasta que no la probás y no te gusta- se despachó Ernesto. Los otros dos, José y yo largamos la carcajada. Ibamos por nuestra tercera ginebra, sentados en nuestra mesa habitual del bar al que solíamos concurrir todos los viernes. Nuestra amistad venía de la época de la escuela secundaria y se había mantenido a lo largo de los años, ya estábamos llegando a los 30.

-Me parece que vos ya estás borracho- le dije en medio de risas-Además como sabés eso, o es que acaso probaste- el silencio que siguió me indicó que había dicho algo inconveniente, era evidente que nuestro amigo tenía alguna historia con esto.

-Miren Uds. son mis amigos, nunca lo hablé con nadie, pero sí, la verdad que una vez me violaron, y como no me gustó les insisto en que yo estoy más seguro de mi masculinidad que Uds. que nunca lo probaron-. José y yo quedamos con la boca abierta, esto sí que era toda una revelación, a nuestro amigo Ernesto le habían roto el culo. Pasada la primera impresión y ante otra ronda de ginebra José se animó

-Dale, no nos vas a dejar con la espina, contanos como fue la cosa-

-Está bien, pero si alguna vez me entero que cuentan esto a alguien les corto las pelotas. Fue durante el servicio militar, me había mandado una macana durante una guardia y fui a parar a un calabozo como castigo. En realidad hacía rato que me escapaba porque me la cogía a la mujer del Capitán. Era una morocha caliente con un par de tetas hermoso y un culo de ensueño. Un día me mandaron a la casa del Capitán a cortar el pasto y ella estaba tomando sol sin corpiño......

-Pará, otro día nos contás lo de la morocha, andá al grano y contanos como fue que te la dieron por el culo- le interrumpí. Ya lo conocíamos a Ernesto, sus cuentos podían durar una eternidad y yo me sentía excitado por saber como había sido.

-Bueno la cuestión que el Capitán se enteró y me mandó al calabozo. Era una celda para 3 y ya estaba ocupado por otros dos soldados. Después me enteré que les habían dicho que si me violaban, los dejaban salir.

-La cuestión es que no perdieron tiempo. De entrada se hicieron los simpáticos, pero no bien me acosté, para lo cual me saqué el uniforme quedando en slip y camiseta, se me vinieron encima, me pusieron boca abajo. Uno se sentó sobre mi espalda y me sujetó los brazos, el otro me arrancó los slips, me abrió las nalgas, me escupió en el ano, me metió un dedo, se maseajeó un rato para que se le parara y me la metió- Una vez dicho esto se quedó callado con la vista fija en algún punto. José y yo nos mirábamos entre sonrientes y preocupados. Por mi parte yo, inexplicablemente me había empezado a calentar y tener un principio de erección.

-¿Y que pasó?- le pregunté ansioso.

-Que querés que pase, boludo- me dijo irritado- que me dolió como la puta madre. El muy hijo de puta se la tomó en serio y me la enterró hasta el fondo y empezó a sacudirse con fuerza hasta que se vino adentro mío- y otra vez quedó como hipnotizado. Después de un rato de silencio José se animó y dijo

-Y por lo visto no te gustó para nada-

-Nada de nada, aunque el otro fue algo más suave- respondió Ernesto mecanicamente

-¿Cómo el otro?- gritamos casi al unísono los dos.

-Sí, el otro también me la puso. Yo creí que el castigo había terminado, pero cambiaron de lugares. No se si fue porque ya tenía el culo abierto o que, pero no me dolió tanto. La cuestión es que ni bien terminaron llamaron a los gritos al sargento de guardia y le dijeron que ya me habían cogido. Los dejaron ir y me tuvieron en el calabozo una semana. Poco tiempo después vino la baja y me fui del ejército. Salvo algunas cargadas de los oficiales no pasó más nada- y pareció como si Ernesto daba el tema por terminado. Pero José y yo no estábamos dispuestos a dejarlo así nomás.

-¿Y no te gustó ni un poquito?- le pregunté ya francamente excitado.

-¿Me estás tratando de puto?, encima que confío en Uds. se me cagan de risa, váyanse a la mierda- dijo enfurecido, se levantó y se fue, pese a que intentamos disculparnos y que volviera, pero no hubo nada que hacer. Nos quedamos en silencio sin saber que decir.

-Y si quieren saber como es ¿porqué no prueban? y a lo mejor a Uds.les gusta- nos tomó por sopresa, había vuelto furioso y se volvió a marchar.

-Mierda, parece que lo hicimos enojar- le dije a José.

-Capaz que tiene razón, somos unos boludos- me contestó- pensandolo bien, capaz que nos excitamos un poco con el cuento ¿no te parece?.

-La verdad que tenés razón, a vos te pasó lo mismo, parece- le contesté aliviado de no ser el único degenerado.

-Sí y capaz que Ernesto tiene razón, uno no puede saber si no le gusta si no lo prueba ¿no?- era toda una declaración esta de José, debo confesar que la idea se me había cruzado.

-No me vas a decir que a vos te gustaría probar- le dije en tono sobrador como si yo no sintiera lo mismo.

-Mirá, ya que estamos en tren de confesiones, te voy a decir que he tenido mis fantasías y en esas fantasías entrás vos- dijo poniéndose colorado de vergüenza.

-La puta que lo parió, me vengo a enterar ahora que tengo un amigo puto- le dije manteniendo en alto mi virilidad.

-No te ofendas, somos amigos y quiero que lo sigamos siendo, pero ya que empezamos con las confesiones, dejame decirte todo de una vez. La verdad es que desde que íbamos al colegio que me llamaste la atención, en realidad me masturbé muchas veces pensando en tu culo- evidentemente le había costado mucho decirlo porque estaba rojo como un tomate, yo me sentí furioso. Durante mi adolescencia había estado bastante acomplejado con mi trasero, demasiado grande y respingón para el común de los muchachos, sumado esto a que soy bastante lampiño. Con los años lo fui superando y hasta aprendí que a las mujeres les gusta un buen culo de hombre.

-O sea que te hacías la paja pensando en mi culo, sos un hijo de puta, andate a la mierda- Estaba realmente ofendido, llamé al mozo pagué la cuenta y nos despedimos fríamente.

Debo confesar que en los días que siguieron no me podía sacar todo el asunto de encima. Por un lado me excitaba pensando en la violación de Ernesto y por otro con que pudiera ser deseado sexualmente por José. Esta última idea que al principio me pareció asquerosa, me empezó a resultar menos repulsiva, sobre todo después de meterme en internet a leer relatos gay. Al principio lo hice con la excusa de tratar de entender de que se trataba, pero terminé leyéndolos con interés y prestándo atención a aquellos relatos en que se relataban detalles del acto en sí. Traté de racionalizar la cosa diciéndome que era cierto que el que no probaba no podía saber si era tan macho, como decía Ernesto. Además nada se pierde con probar, pero ¿con quien?.

Finalmente el viernes me dirigí por costumbre, pero con una cuota de nerviosismo al bar de siempre. En nuestra mesa solo estaba José.

-Pensé que no iba a venir ninguno- dijo de lo más serio.

-Supongo que Ernesto debe estar muy ofendido con nosotros y no va a venir-

-¿Y vos no estás ofendido conmigo?, me parece que se me fue la mano, tomamos demasiado y uno dice boludeces- dijo mirándome de reojo.

-Mirá, no se si nos conviene seguir hablando de esto, pero la verdad que me hiciste un lío en la cabeza- le contesté sin saber adonde conducía todo esto. Creo que mi respuesta, o el tono de la misma le debe de haber dado ánimos a José porque me dijo

-Te pido disculpas si te ofendí, pero la verdad es que el relato de Ernesto me calentó y me hizo aflorar esos pensamientos, que por otra parte son ciertos-

-La verdad que a mí me dejó pensando eso que dijo que "uno no es macho si no la prueba y no le gusta"- le contesté en tono dudoso.

-¿Y vos pensás en probar?- se apuró, mostrando su ansiedad.

Después de un rato de pensarlo decidí no contestar directamente

-Y , la verdad se me pasó por la cabeza-

-¿Porqué no vamos a mi departamento y seguimos hablando, es un tema serio para hablarlo en público, no vaya a ser que alguien nos escuche, además Ernesto ya no va a venir- propuso José. Por más que yo quisiera hacerme el boludo el asunto sonaba a levante, pero le seguí el juego y acepté.

Fuimos hasta su departamento hablando de cualquier cosa, pero los dos tartamudeando de los nervios que teníamos. Cuando finalmente llegamos me invitó otra ginebra, la que me dio ánimos para decir:

-Te propongo que tomemos esto como un experimento, vos me ayudás a sacarme la duda y después yo te ayudo a vos-

-¿Y como querés que hagamos?- me preguntó nervioso. Parecía que los dos teníamos el corazón a 10 mil por hora.

-Lo hacemos y listo, sin cosas de putos como besitos o toqueteos. Te dejo a vos primero- le dije de un solo tirón, repitiendo una frase que ya había ensayado.

Con los ojos brillantes de excitación se levantó y abrió la puerta de su dormitorio.

-Preparate si querés, yo voy al baño- me dijo. Entré al dormitorio, tenía una cama grande. No sabía muy bien que hacer y aún dudaba si terminar con todo esto. Escuché la ducha. Me desnudé, abrí la cama y apagué la luz, me daba vergúenza que me viera o yo verlo. Me acosté boca abajo y puse un almohadón debajo de mi vientre como había leído en varios relatos. Me quedé quieto, mi corazón galopaba y parecía rebotar contra el colchón.

Finalmente se abrió la puerta del baño, entendió lo de la oscuridad, pero dejó la luz prendida y la puerta entreabierta. Se acercó a la cama y dejó un pote de vaselina en la mesita de luz. –El muy hijo de puta ya estaba preparado- pensé para mis adentros. Me puso una mano en las nalgas y yo pegué un respingo.

-Quedate tranquilo- me dijo- no te voy a lastimar, donde no quieras seguir me avisás y listo-

-Está bien- le contesté- pero hacelo de una vez y dejate de franela- aún quería defender en algo mi virilidad.

-Si no te preparo el culo te va a doler más- me dijo razonablemente, con tono de doctor a paciente. No pude menos que reírme ante su salida. Dejé de reirme en cuanto sentí que se inclinaba y empezó a pasar su lengua por mi raja, abrió mis nalgas y rápidamente llegó a mi ano. Debo confesar que eso fue el principio de mi perdición. ¡Que sensación estupenda!. Nunca me habían lamido el culo, es la sensación más erótica que sentí, me relajé y empecé a gozar. Dándose cuenta José se entretuvo un buen rato con su lengua amagando meterla por mi agujero, haciendo presión, pasandola todo a lo largo. Después de un rato embadurnó sus dedos con la vaselina y comenzó a meter el dedo índice. A mí me volvieron los nervios y me puse tenso.

-Quedate tranquilo, no te voy a lastimar, si te duele avisame y paro- dijo, mientras aprovechaba la distracción para meterlo hasta el fondo. Tuvo una enorme paciencia ya que estuvo un buen rato ablandándome el ano. De reojo yo veía que tenía su pija bien parada y me asustaba un poco. Finalmente se puso en cuatro patas detrás de mí, se puso vaselina en su pija y un poco más en mi culo y la empezó a meter. Sentí un poco de dolor hasta que entró la cabeza y él paró tantas veces como yo me quejé. Después pareció como que su pija resbalara con toda la vaselina y tuve una sensación placentera, muy difícil de describir. Sentí que su pubis se apoyaba en mis nalgas y abrí mis piernas para que entrara más, me sentí muy puto al hacerlo y a él le dio ánimo para tomarme de las caderas y empujar con fuerza. En un momento que me quejé la sacó por completo para ponerse más vaselina y yo quedé con mi culo palpitando, esperando que lo ocupara de nuevo, todo un puto. La volvió a meter y esta vez resbaló sin dolor hasta el fondo, fue como una corriente eléctrica placentera que llegó a mis huevos y los contrajo en un amague de eyaculación. A partir de allí empezamos a coger como locos yo acompañaba su vaivén con movimientos de mi culo, me pasó el brazo por la cintura para adaptarnos al mismo ritmo. Finalmente dio un empujón más fuerte y se quedó quieto mientras eyaculaba, sentí sus espasmos dentro mío. Yo sentía que los huevos me reventaban de la excitación, aunque mi pija estaba solo morcillona. El hizo unos movimientos más y comenzó a sacarla, yo sentí otra corriente eléctrica que arrancó de mi culo, pasó por mis huevos y terminó haciendome eyacular por primera vez en mi vida sin tener la pija parada y con la de otro en el culo. La terminó de sacar y tuve otra serie de contracciones de huevos y eyaculación, sentí que algo tibio corría por mi culo, me sentí reputo y lo dije

-Cagamos José, parece que no soy tan macho- Se largó a reir y su risa me contagió, fue como si descargáramos los nervios.

Después de un rato me levanté , fui al baño y me lavé, el culo me latía y dolía un poco, pero nada grave. Al salir me empecé a vestir.

-Quedate- me pidió anhelante.

-No, gracias, por hoy ya es suficiente, tengo mucho en que pensar, si me quedo me voy a sentir puto del todo- le contesté. Casi en la puerta recordé que faltaba algo, me di vuelta, el venía todavía desnudo con su pija colgando, esta visión me terminó de complicar las ideas porque no sentí repulsión sino más bien atracción. Casi tartamudenado le dije

-Pero todavía falta que vos pruebes-

-No te preocupes, otro día será- me contestó comprensivo.

Debo decir que nunca le hice la prueba, aunque por las dudas él me hizo a mí la prueba muchas veces más, tanto es así que les puedo decir sin lugar a dudas que no soy tan macho como creía.